miércoles, 22 de julio de 2009

UNA VOLUNTAD PERSONAL

La cordura del hombre detiene su furor. Y su honra es pasar por alto la ofensa. (Prov. 19: 11).

Hay deberes que atañen al cuerpo y deberes que atañen al alma, y cada ser humano debe colaborar con Dios en sus esfuerzos por satisfacer a ambos... No os avengáis a ser moldeados por un molde vulgar. Los jóvenes necesitan un sano sentido común, porque están viviendo para dos mundos...

Aplicad la verdad a vuestro caso individual. Tenéis un alma que salvar o un alma que perder. Tened una voluntad personal, pero sometedla a la voluntad de Dios. Decidid que no os airaréis, que no seréis autosuficientes, que no obraréis apresuradamente ni seréis dominantes. Si éste es vuestro punto débil, cuidad ese punto como se cuidaría un miembro fracturado. Cuidad vuestro espíritu y no permitáis que os venza un espíritu precipitado. Examinad cuidadosamente los puntos débiles de vuestro carácter, sabiendo que los males que existen pueden vencerse rehusando firmemente ceder a vuestras debilidades. El mal de una complacencia apresurada y perversa del temperamento enloquece a cualquier joven. Mantened la cordura. La respuesta blanda aparta la ira. El mal puede crecer, y crecerá... mediante la repetición.

No subestiméis la importancia de las cosas pequeñas porque sean pequeñas. Estos pequeños defectos se acumulan por acción y reacción, y se unen como varillas de acero. Esa pequeña acción, esa palabra descuidada, se convierten en hábitos por la repetición,... y los hábitos forman el carácter...

Cultivad sentimientos bondadosos, tiernos y comprensivos, y no los llaméis debilidad, porque son los atributos del carácter de Cristo. Cuidad vuestra influencia...

Mediante la santificación del Espíritu creceréis cada vez más a la semejanza de Cristo (Carta 46, 1898).

Elena G. de White. A fin de conocerle.


Dios les bendiga

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