viernes, 24 de julio de 2009

PARA MEDITAR

Malaquías 3

1 He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí;y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.
2 ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.
3 Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia.
4 Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos.
5 Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos.



SEGURIDAD Y PAZ EN EL CONFLICTO DE LOS SIGLOS
Por ELENA G. de WHITE

La venida de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote al lugar santísimo para la purificación del santuario, de
la que se habla en Daniel 8:14; la venida del Hijo del hombre al lugar donde está el Anciano de días, tal
como está presentada en Daniel 7: 13; y la venida del Señor a su templo, predicha por Malaquías, son
descripciones del mismo acontecimiento representado también por la venida del Esposo a las bodas,
descrita por Cristo en la parábola de las diez vírgenes, según S. Mateo 25.
En el verano y otoño de 1844 fue hecha esta proclamación: "¡He aquí que viene el Esposo!" Se conocieron
entonces las dos clases de personas representadas por las vírgenes prudentes y fatuas: la una que esperaba
con regocijo la aparición del Señor y se había estado preparando diligentemente para ir a su encuentro; la
otra que, presa del temor y obrando por impulso, se había dado por satisfecha con una teoría de la verdad,
pero estaba destituída de la gracia de Dios. En la parábola, cuando vino el Esposo, "las que estaban
preparadas entraron con él a las bodas." La venida del Esposo, presentada aquí, se verifica antes de la boda.
La boda representa el acto de ser investido Cristo de la dignidad de Rey. La ciudad santa, la nueva
Jerusalén, que es la capital del reino y lo representa, se llama "la novia, la esposa del Cordero." El ángel
dijo a San Juan: "Ven acá; te mostraré la novia, la esposa del cordero." "Me llevó en el Espíritu," agrega el
profeta, "y me mostró la santa ciudad de Jerusalem, descendiendo del cielo, desde Dios." (Apocalipsis 21:
9, 10, V.M.) Salta pues a la vista que la Esposa representa la ciudad santa, y las vírgenes que van al
encuentro del 480 Esposo representan a la iglesia. En el Apocalipsis, el pueblo de Dios lo constituyen los
invitados a la cena de las bodas. (Apocalipsis 19:9.) Si son los invitados, no pueden representar también a
la esposa. Cristo, según el profeta Daniel, recibirá del Anciano de días en el cielo "el dominio, y la gloria, y
el reino," recibirá la nueva Jerusalén, la capital de su reino, "preparada como una novia engalanada para su
esposo." (Daniel 7: 14; Apocalipsis 21 :2, V.M.) Después de recibir el reino, vendrá en su gloria, como
Rey de reyes y Señor de señores, para redimir a los suyos, que "se sentarán con Abraham, e Isaac, y
Jacob," en su reino (S. Mateo 8: 11; S. Lucas 22: 30), para participar de la cena de las bodas del Cordero.
La proclamación: "¡He aquí que viene el Esposo!" en el verano de 1844, indujo a miles de personas a
esperar el advenimiento inmediato del Señor. En el tiempo señalado, vino el Esposo, no a la tierra, como el
pueblo lo esperaba, sino hasta donde estaba el Anciano de días en el cielo, a las bodas; es decir, a recibir su
reino. "Las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y fue cerrada la puerta." No iban a asistir en
persona a las bodas, ya que éstas se verifican en el cielo mientras que ellas están en la tierra. Los discípulos
de Cristo han de esperar "a su Señor, cuando haya de volver de las bodas." (S. Lucas 12: 36, V.M.) Pero
deben comprender su obra, y seguirle por fe mientras entra en la presencia de Dios. En este sentido es en el
que se dice que ellos van con él a las bodas.
Según la parábola, fueron las que tenían aceite en sus vasos con sus lámparas quienes entraron a las bodas.


BENDICIONES

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