lunes, 30 de noviembre de 2009

EL ATAQUE A LA VERDAD DEL SANTUARIO

CRISTO EN SU SANTUARIO

En el momento cuando algunos vieron claramente las demandas de la ley de Dios, y comenzaron a observar el sábado como día de reposo como ella lo requiere, encontraron una fuerte oposición. Acerca de esto y las razones que los impulsaron, Elena G. de White explica:

"Se hicieron numerosos y fervientes esfuerzos para conmover su fe. Nadie podía dejar de ver que si el santuario terrenal era una figura o modelo del celestial, la ley depositada en el arca en la tierra era exacto trasunto de la ley encerrada en el arca del cielo; y que aceptar la verdad relativa al santuario celestial implicaba el reconocimiento de las exigencias de la ley de Dios y la obligación de guardar el sábado del cuarto mandamiento. En esto estribaba el secreto de la oposición violenta y resuelta que se le hizo a la exposición armoniosa de las Escrituras que revelaban el servicio desempeñado por Cristo en el santuario celestial" (El Gran Conflicto, pág. 488).

No es de extrañarse que los que en años subsiguientes apostataron de la Iglesia Adventista, usaran la verdad del santuario como punto de ataque. Esto ocurrió con los pastores Snook y Brinkerhof, administradores de la Asociación de Iowa, que se apartaron de la iglesia a mediados de 1860 con D. M. Canright, pastor de influencia que dejó la Iglesia Adventista en 1887 para convertirse en su acerbo enemigo y crítico. No es extraño que las ideas panteístas surgidas a comienzos de este siglo, expuestas y defendidas, tanto por médicos como por pastores, atacaran directamente esta doctrina fundamental. En relación con esto Elena G. de White escribió palabras de advertencia el 20 de noviembre de 1905:

"A los médicos misioneros y pastores que han estado bebiendo de los sofismas científicos y las fábulas engañosas contra los cuales habéis sido advertidos, os digo: Vuestras almas están en peligro. El mundo debe saber dónde estáis parados y dónde están parados los adventistas del séptimo día. Dios llama a todos los que han aceptado estos engaños destructores del alma a que no vacilen más entre dos opiniones. Si el Señor es Dios, seguidle.

"Satanás con todas sus huestes está en el campo de batalla. Los soldados de Cristo deben reunirse en torno del estandarte ensangrentado de Emmanuel. En el nombre del Señor, dejad el estandarte negro del príncipe de las tinieblas, y ubicaos junto al príncipe del cielo.

" 'El que tiene oídos para oír, oiga'. Leed vuestras Biblias. Desde un terreno más elevado, bajo la instrucción que me ha sido dada por Dios, presento estas cosas delante de vosotros. Está cercano el momento cuando los poderes engañosos de los instrumentos satánicos se desarrollarán plenamente. De un lado está Cristo, a quien le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; del otro lado está Satanás, que ejerce constantemente su poder para seducir y engañar con poderosos sofismas de carácter espiritista, para alejar a Dios del lugar que debiera ocupar en las mentes de los hombres.

"Satanás se esfuerza constantemente por crear suposiciones fantásticas acerca del santuario, y degrada las maravillosas representaciones de Dios y el ministerio de Cristo para nuestra salvación en algo que satisfaga la mente carnal. Elimina su poder rector de los corazones de los creyentes, y pone en su lugar teorías fantásticas inventadas para invalidar las verdades de la expiación, y destruir nuestra confianza en las doctrinas que hemos considerado sagradas desde que se dio el mensaje del tercer ángel por primera vez. De ese modo extirpa la fe en el mismo mensaje que ha hecho de nosotros un pueblo diferente y que le ha dado significado y poder a nuestra obra" (Special Testimonies, Serie B, Nº 7, págs. 16, 17).

Mientras se desarrollaba la crisis panteísta, Elena G. de White, que asistía a una sesión del Congreso de la Asociación General de 1905, pronunció palabras que son significativas para nosotros todavía hoy:

"En lo futuro se levantarán engaños de toda clase, y necesitamos terreno sólido para nuestros pies. Necesitamos columnas sólidas para la edificación. Ni un alfiler ha de ser quitado de lo que el Señor ha establecido. El enemigo introducirá falsas teorías, tales como la doctrina de que no hay santuario. Este es uno de los puntos que inducirán a algunos a apartarse de la fe. ¿Dónde podremos encontrar seguridad sino en las verdades que el Señor nos ha estado dando en los últimos cincuenta años?" (Counsels to Writers and Editors, pág. 53).

Elena G. de White declaró que las ideas panteístas tan fervientemente defendidas por algunos, "eliminarían a Dios" (Special Testimonies, Serie B, Nº 7, pág. 16), e invalidarían la verdad del santuario.

Aproximadamente por ese mismo tiempo, uno de nuestros pastores, a quien identificaremos como "pastor G", sostuvo la idea de que cuando Cristo regresó al cielo después de su ministerio en la tierra, fue a la presencia de Dios, y donde Dios está debe ser un lugar santísimo; por lo tanto, el 22 de octubre de 1844 no se produjo su entrada en el lugar santísimo del santuario celestial como creíamos y enseñábamos. Estos dos conceptos, ambos contrarios a la doctrina del santuario que sosteníamos, indujeron a Elena G. de White a referirse varias veces a la solidez y la integridad de este punto de fe. En 1904 escribió:

"Ellos [los hijos de Dios] no deben inducir a nadie a dudar de la personalidad distinta de Dios, o en cuanto al santuario y su servicio por medio de sus palabras o sus hechos.

"Todos necesitamos tener en mente el tema del santuario. Dios prohibe que la charla que procede de labios humanos cercene la creencia de nuestros hermanos en la verdad de que hay un santuario en el cielo, y que un modelo de ese santuario se construyó una vez en esta tierra. El Señor desea que su pueblo se familiarice con ese modelo, teniendo en 17 mente el santuario celestial donde Dios es todo y está en todo. Debemos mantener nuestras mentes vigorizadas por la oración y el estudio de la Palabra de Dios, de modo que podamos captar estas verdades" (Carta 233, 1904).

Bendiciones!

domingo, 29 de noviembre de 2009

EL SANTUARIO Y EL SÁBADO

CRISTO EN SU SANTUARIO

En el contexto de una revelación acerca del santuario celestial fue confirmada la verdad del sábado en la visión 13 que se le dio a Elena G. de White el 3 de abril de 1847 en el hogar de los Hnos. Howland, en Topsham, Maine. Esto es lo que escribió:

"Experimentamos un extraordinario espíritu de oración, y mientras orábamos el Espíritu Santo descendió sobre nosotros. Estábamos muy felices. Pronto perdí el conocimiento de las cosas terrenales y quedé arrobada en una visión de la gloria de Dios. Vi un ángel que con presteza volaba hacia mí. Me llevó rápidamente desde la tierra a la santa ciudad, donde vi un templo en el que entré. Antes de llegar al primer velo, pasé por una puerta. Ese velo se levantó, y entré en el lugar santo, donde vi el altar del incienso, el candelabro con las siete lámparas y la mesa con los panes de la proposición. Después de ver la gloria del lugar santo, Jesús levantó el segundo velo y pasé al lugar santísimo.

"En él vi un arca, cuya cubierta y cuyos lados estaban recubiertos de oro purísimo. En cada extremo había un hermoso querubín con las alas extendidas sobre el arca. Sus rostros estaban frente a frente, pero miraban hacia abajo. Entre los dos ángeles había un incensario de oro, y sobre el arca, donde estaban los ángeles, un resplandor sumamente luminoso que se semejaba a un trono donde moraba Dios. Junto al arca estaba Jesús, y, cuando las oraciones de los santos llegaban a él, el humo del incienso surgía del incensario, y Jesús las ofrecía a su Padre con el humo del incienso. Dentro del arca estaba el vaso de oro con el maná, la florida vara de Aarón y las tablas de piedra, que se plegaban la una sobre la otra como las hojas de un libro. Jesús las abrió, y vi en ellas los Diez Mandamientos escritos por el dedo de Dios. En una tabla había cuatro, y en la otra seis. Los cuatro de la primera brillaban más que los otros seis. Pero el cuarto, el mandamiento del sábado, brillaba más que todos, porque el sábado fue puesto aparte para que se lo guardara en honor del santo nombre de Dios. El santo sábado resplandecía, rodeado de un nimbo de gloria. Vi que el mandamiento del sábado no estaba clavado en la cruz, pues de haberlo estado, también lo hubieran estado los otros nueve, y tendríamos libertad para violarlos todos, así como el cuarto. Vi que, por ser Dios inmutable, no había cambiado el día de descanso" (Primeros Escritos, págs. 32, 33).

`` Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico``

sábado, 28 de noviembre de 2009

UNA VERDAD ESTABLECIDA POR EL TESTIMONIO DEL ESPÍRITU SANTO

Las visiones que recibió Elena G. de White, aunque no se adelantaron al estudio de la Biblia, confirmaron la solidez de la posición de que un importante aspecto del ministerio de Cristo en el santuario celestial había comenzado el 22 de octubre de 1844. Gradualmente la amplitud y la profundidad del tema fueron evidentes para los creyentes adventistas. En años posteriores, al rememorar aquella experiencia, ella recalcó los estudios que habían realizado y las evidencias manifiestas de la mano guiadora de Dios:
"Muchos de nuestros hermanos no comprenden cuán firmemente han sido establecidos los fundamentos de nuestra fe. Mi esposo, el pastor José Bates, el padre Pierce Aquí se hace referencia a antiguos hermanos que fueron pioneros. "El padre Pierce" era Esteban Pierce, que sirvió en la obra pastoral y administrativa en los primeros tiempos., el 11 pastor Hiram Edson y otros que eran perspicaces, nobles y leales, se contaban entre los que, después de pasar la fecha de 1844, escudriñaron las Escrituras en procura de la verdad como quien busca un tesoro escondido. Me reunía con ellos, y estudiábamos y orábamos fervientemente. Con frecuencia permanecíamos juntos hasta tarde en la noche, y a veces pasábamos toda la noche orando en procura de luz y estudiando la Palabra. Vez tras vez esos hermanos se reunían para estudiar la Biblia a fin de conocer su significado y estar preparados para enseñarla con poder. Cuando llegaban al punto en su estudio donde decían: 'No podemos hacer nada más', el Espíritu del Señor descendía sobre mí y era arrebatada en visión y se me daba una clara explicación de los pasajes que habíamos estado estudiando, con instrucciones en cuanto a cómo debíamos trabajar y enseñar con eficacia. Esa luz nos ayudaba a entender los textos acerca de Cristo, su misión y su sacerdocio. Me fue aclarada una secuencia de verdades que se extendía desde ese momento hasta cuando entremos en la ciudad de Dios, y yo comuniqué a los demás las instrucciones que el Señor me había dado.

"Durante todo ese tiempo no podía entender el razonamiento de los hermanos. Mi mente estaba cerrada, por así decirlo, y no podía comprender el significado de los textos que estábamos estudiando. Este fue uno de los mayores dolores de mi vida. Quedaba en esa condición mental hasta que se aclaraban en nuestras mentes todos los principales puntos de nuestra fe, en armonía con la Palabra de Dios. Los hermanos sabían que cuando yo no estaba en visión no podía entender esos asuntos, y aceptaban como luz enviada del cielo las revelaciones dadas" (Mensajes Selectos, tomo 1, págs. 241, 242).

La comprensión de que Cristo había entrado en el lugar santísimo del santuario celestial para comenzar la etapa final de su ministerio en nuestro favor, simbolizado por el ritual del santuario puesto en práctica por el antiguo Israel, suscitó solemnes sentimientos en los corazones de nuestros pioneros adventistas. Las verdades eran tan claras, tan grandiosas, tan 12 vitales, que les costaba creer que sobre ellos descansaba la responsabilidad de impartir esta luz a otros. Elena G. de White escribió acerca de la certeza de su posición:

"Hemos de afirmarnos en la fe, en la luz de la verdad que nos fue dada en nuestra primera experiencia. En aquel tiempo se nos presentaba un error tras otro; pastores y maestros introducían nuevas doctrinas. Solíamos escudriñar las Escrituras y con mucha oración, y el Espíritu Santo revelaba la verdad a nuestra mente. A veces dedicábamos noches enteras a escudriñar las Escrituras y a solicitar fervorosamente la dirección de Dios. Hombres y mujeres piadosos se reunían con este propósito. El poder de Dios descendía sobre mí, y yo recibía capacidad para definir claramente lo que es verdad y lo que es error.
"Al ser así delineados los puntos de nuestra fe, nuestros pies se asentaron sobre un fundamento sólido. Aceptamos la verdad punto por punto, bajo la demostración del Espíritu Santo. Yo solía quedar arrobada en visión, y se me daban explicaciones. Se me dieron ilustraciones de las cosas celestiales, y del santuario, de manera que fuimos ubicados donde la luz resplandecía sobre nosotros con rayos claros y definidos.

"Sé que la cuestión del santuario, tal cual la hemos sostenido durante tantos años, se basa en la justicia y la verdad" (Obreros Evangélicos, págs. 317, 318).

Los pioneros del movimiento advirtieron que la verdad del santuario era fundamental en relación con toda la estructura de la doctrina adventista. Jaime White, en 1850, reimprimió los fragmentos esenciales de la primera presentación que hizo del tema O. R. L. Crosier y comentó:

"El tema del santuario debiera ser cuidadosamente examinado, puesto que en él descansa el fundamento de nuestra fe y nuestra esperanza" (The Advent Review, número especial combinado).

CRISTO EN SU SANTUARIO

``Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.``

viernes, 27 de noviembre de 2009

Sobre el santuario

Al referirse a lo que debía ser realizado por la naciente Iglesia Adventista del Séptimo Día antes de la venida del Señor, Elena G. de White escribió en 1883:
"Las mentes de los creyentes habían de ser dirigidas al santuario celestial, donde Cristo ha entrado para hacer expiación por su pueblo" (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 77).
En un período de crisis, en 1906, cuando fueron puestas en tela de juicio ciertas enseñanzas básicas de los adventistas, ella escribió:
"La correcta comprensión del ministerio del santuario celestial es el fundamento de nuestra fe" (El Evangelismo, pág. 165).

EL FIN DE LOS 2.300 DÍAS

Entre las profecía que constituían el fundamento del despertar adventista de la década iniciada en 1830 y de comienzos de 1840, estaba la de Daniel 8: 14: "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario, será purificado". Elena G. de White, que pasó por la experiencia de esos años, explica cuál fue la aplicación que se le dio a esta profecía:
"En común con el resto del mundo cristiano, los adventistas creían entonces que la tierra, o alguna parte de ella, era el santuario. Entendían que la purificación del santuario era la purificación de la tierra por medio del fuego del último y supremo día, y que ello se verificaría en ocasión del segundo advenimiento. De ahí que concluyeran que Cristo volvería a la tierra en 1844" (El Gran Conflicto, pág. 461).

Este período profético terminó el 22 de octubre de 1844. La desilusión de los que esperaban encontrar a su Señor en aquel día fue muy grande. Hiram Edson, un diligente estudiante de la Biblia que vivía en el Estado de Nueva York, describe lo que ocurrió con el grupo de creyentes del cual él formaba parte:

"Nuestras expectativas iban en aumento mientras esperábamos la llegada de nuestro Señor, hasta que el reloj marcó las doce a medianoche. El día había pasado, y el chasco que experimentamos fue terrible. Nuestras más caras esperanzas y expectativas fueron barridas, y nos sobrevino un deseo de llorar como nunca antes. La pérdida de todos los amigos terrenales no se hubiera comparado con lo que sentimos entonces. Lloramos y lloramos hasta que el día amaneció.

"Me decía a mí mismo: 'Mi experiencia adventista ha sido la más brillante de toda mi vida cristiana... ¿Ha fallado la Biblia? ¿No hay Dios, ni cielo, ni ciudad de oro, ni paraíso? ¿Es todo nada más que una fábula astutamente inventada? ¿No hay realidad detrás de nuestras más caras esperanzas y expectativas?. . .'

"Comencé a sentir que podría haber luz y ayuda para nosotros en nuestro dolor. Dije a algunos de los hermanos: 'Vayamos al granero'. Entramos en éste, cerramos las puertas y nos arrodillamos delante del Señor. Oramos fervientemente porque sentíamos nuestra necesidad. Continuamos en ferviente oración hasta que recibimos del Espíritu la certeza de que nuestras oraciones habían sido aceptadas, y que se nos daría luz. La razón de nuestro chasco sería explicada en forma clara y satisfactoria.

"Después del desayuno dije a uno de mis hermanos: 'Vayamos para ver y animar a algunos de nuestros hermanos'. Salimos, y mientras pasábamos por un gran campo, me sentí detenido en medio de él. El cielo pareció abrirse ante mi vista, y vi definida y claramente que en vez de que nuestro Sumo Sacerdote hubiera salido del lugar santísimo del santuario celestial para venir a esta tierra en el décimo día del mes séptimo, al fin de los 2.300 días, había entrado por primera vez, en ese día, en el segundo departamento de aquel santuario, y que tenía una obra que realizar en el lugar santísimo antes de venir a la tierra, que había venido a las bodas, o en otras palabras, al Anciano de días, para recibir el reino, el dominio y la gloria; y que debíamos esperar su retorno de las bodas. Mi mente fue entonces dirigida al capítulo diez de Apocalipsis donde pude ver que la visión había hablado y no había mentido" (Manuscrito inédito publicado parcialmente en la Review and Herald del 23 de junio de 1921).

A esto le siguió una cuidadosa investigación de los pasajes de las Escrituras referentes al tema -particularmente de la epístola a los Hebreos- por parte de Hiram Edson y dos de sus más cercanos colaboradores, un médico, el Dr. F. B. Hahn, y un maestro, O. R. L. Crosier. El resultado de estos estudios fue registrado por Crosier, y publicado primero en The Day Dawn, un periódico de circulación limitada, y luego reescrito y ampliado, se publicó en un número especial del Day-Star del 7 de febrero de 1846. Esta era la revista adventista de mayor circulación. Se publicaba en Cincinnati, Ohio. Por este medio se alcanzó a un buen número de creyentes adventistas que habían sufrido la desilusión. La presentación, un tanto extensa pero bien cimentada en las Escrituras, infundió esperanza y ánimo a los corazones de estos hermanos, puesto que mostraba claramente que el santuario que debía ser purificado al fin de los 2.300 días estaba en el cielo, y no en la tierra como lo habían creído antes.

Elena G. de White, en una declaración escrita el 21 de abril de 1847, expresó lo siguiente en respaldo del artículo de Crosier acerca del santuario:

"El Señor me mostró en visión hace más de un año que el Hno. Crosier tenía la verdadera luz en cuanto a la purificación del santuario. . . y que era su voluntad que el Hno. Crosier escribiera la explicación que nos había dado en el Day-Star Extra del 7 de febrero de 1846. Me siento plenamente autorizada por el Señor para recomendar ese Extra a cada santo" (A Word to the Little Flock, pág. 12).

Posteriormente escribió como sigue acerca del rápido desarrollo de la comprensión de esta doctrina que siguió al chasco:
"El transcurso del tiempo en 1844 estuvo marcado por grandes eventos que abrieron ante nuestros asombrados ojos la comprensión de la purificación del santuario que se estaba verificando en el cielo, y que tiene una definida relación con el pueblo de Dios en la tierra" (Manuscrito 13, 1889, publicado en Counsels to Writers and Editors, pág. 30).

CRISTO EN SU SANTUARIO

``Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado``

miércoles, 25 de noviembre de 2009

LA CRUCIFIXIÓN DE CRISTO

El Hijo de Dios fue entregado al pueblo para que este lo crucificara. Con gritos de
triunfo, se llevaron al Salvador. Estaba débil y abatido por el cansancio, el dolor y la
sangre perdida por los azotes y golpes que había recibido. Sin embargo, le cargaron a
cuestas la pesada cruz en que pronto le clavarían. Jesús desfalleció bajo el peso. Tres
veces le pusieron la cruz sobre los hombros, y otras tres veces se desmayó. A uno de
sus discípulos, que no profesaba abiertamente la fe de Cristo, y que sin embargo creía
en él, lo tomaron y le pusieron encima la cruz para que la llevase al lugar del suplicio.
Huestes de ángeles estaban alineadas en el aire sobre aquel lugar. Algunos discípulos
de Jesús le siguieron hasta el Calvario, tristes y llorando amargamente. Recordaban su
entrada triunfal en Jerusalén pocos idas antes, cuando le habían acompañado gritando:
"¡Hosanna en las alturas!", extendiendo sus vestiduras y hermosas palmas por el
camino. Se habían figurado que iba entonces a posesionarse del reino y regir a Israel
como príncipe temporal. ¡Cuán otra era la escena! ¡Cuán sombrías las perspectivas! No
con regocijo ni con risueñas esperanzas, sino con el corazón quebrantado por el temor
y el desaliento, seguían ahora lentamente y entristecidos al que, lleno de humillaciones
y oprobios, iba a morir.
Allí estaba, la madre de Jesús con el corazón transido de una angustia como nadie que
no sea una madre amorosa puede sentir; sin embargo, también esperaba, lo mismo
que los discípulos, que Cristo, obrase algún estupendo milagro para librarse de sus
verdugos. No podía soportar el pensamiento de que él consintiese en ser crucificado.
Pero, después de hechos los preparativos, fue extendido Jesús sobre 176 la cruz.
Trajeron los clavos y el martillo. Desmayó el corazón de los discípulos. La madre de
Jesús quedó postrada por insufrible agonía. Antes de que el Salvador fuese clavado en
la cruz, los discípulos la apartaron de aquel lugar, para que no oyese el chirrido de los
clavos al atravesar los huesos y la carne de los delicados pies y manos de Cristo, quien
no murmuraba, sino que gemía agonizante. Su rostro estaba pálido y gruesas gotas de
sudor le bañaban la frente. Satanás se regocijaba de] sufrimiento que afligía al Hijo de
Dios, y sin embargo, recelaba que hubiesen sido vanos sus esfuerzos para estorbar el
plan de salvación, y que iba a perder su dominio y quedar finalmente anonadado él
mismo.
Después de clavar a Jesús en la cruz, la levantaron en alto para hincarla violentamente
en el hoyo abierto el suelo, y esta sacudida desgarró las carnes del Salvador y le
ocasionó los más intensos sufrimientos. Para que la muerte de Jesús fuese lo más
ignominiosa que se pudiese, crucificaron con él a dos ladrones, uno a cada lado. Estos
dos ladrones opusieron mucha resistencia a los verdugos, quienes por fin les sujetaron
los brazos y los clavaron en sus cruces. Pero Jesús se sometió mansamente. No
necesitó que nadie lo forzara a extender sus brazos sobre la cruz. Mientras los
ladrones maldecían a sus verdugos, el Salvador oraba en agonía por sus enemigos,
diciendo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." No sólo soportaba Cristo
agonía corporal, sino que pesaban sobre él los pecados del mundo entero.
Pendiente Cristo de la cruz, algunos de los que pasaban por delante de ella inclinaban
las cabezas como si reverenciasen a un rey y le decían "Tú que derribas el templo, y en
tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz."
Satanás había empleado las mismas palabras en el desierto "Si eres Hijo de Dios." Los
príncipes de los sacerdotes, ancianos y escribas le escarnecían diciendo: "A otros
salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el rey de Israel, descienda de la cruz, y
creeremos en el." 177 Los ángeles que se cernían sobre la escena de la crucifixión de
Cristo, se indignaron al oír el escarnio de los príncipes que decían: "Si es el Hijo de
Dios, sálvese a mismo." Deseaban libertar a Jesús, pero esto no les fue permitido. No
se había logrado todavía el objeto de su misión.
Durante las largas horas de agonía en que Jesús estuvo pendiente de la cruz, no se
olvidó de su madre, la cual había vuelto al lugar de la terrible escena, porque no le era
posible permanecer más tiempo apartada de su Hijo. La última lección de Jesús fue de
compasión y humanidad. Contempló el afligido semblante de su quebrantada madre, y
después dirigió la vista a su amado discípulo Juan. Dijo a su madre: "Mujer, he ahí tu
hijo." Y después le dijo a Juan: "He ahí tu madre." Desde aquella hora, Juan se la llevó
a su casa.
Jesús tuvo sed en su agonía, y le dieron a beber hiel y vinagre; pero al gustar el
brebaje lo rehusó. Los ángeles habían presenciado la agonía de su amado Jefe hasta
que ya no pudieron soportar aquel espectáculo, y se velaron el rostro por no ver la
escena. El sol no quiso contemplar el terrible cuadro. Jesús clamó en alta voz, una voz
que hizo estremecer de terror el corazón de sus verdugos: "Consumado es." Entonces
el velo del templo se desgarró de arriba abajo, la tierra tembló y se hendieron las
peñas. Densas tinieblas cubrieron la faz de la tierra. Al morir Jesús, pareció
desvanecerse la última esperanza de los discípulos. Muchos de ellos presenciaron la
escena de su pasión y muerte, y llenóse el cáliz dé su tristeza.
Satanás no se regocijó entonces como antes. Había esperado desbaratar el plan de
salvación; pero sus fundamentos llegaban demasiado hondo. Y ahora, por la muerte de
Cristo, conoció que él habría de morir finalmente y que su reino sería dado a Jesús.
Tuvo Satanás consulta con sus ángeles. Nada había logrado contra el Hijo de Dios, y
era necesario 178 redoblar los esfuerzos y volverse con todo su poder y astucia contra
sus discípulos. Debían Satanás y sus ángeles impedir a todos cuantos pudiesen que
recibieran la salvación comprada para ellos por Jesús. Obrando así, todavía podría
Satanás actuar contra el gobierno de Dios. También le convenía por su propio interés
apartar de Cristo a cuantos seres humanos pudiese, porque los pecados de los
redimidos con su sangre caerán al fin sobre el causante del pecado, quien habrá de
sufrir el castigo de aquellos pecados, mientras que quienes no acepten la salvación por
Jesús, la penalidad de sus propios pecados.

PRIMEROS ESCRITOS
ELENA G. DE WHITE

``Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho``

martes, 24 de noviembre de 2009

Enteramente por gracia

FE Y OBRAS
ELENA G. DE WHITE

La luz que he recibido de Dios coloca este importante tema más allá de todo
interrogante en mi mente. La justificación es enteramente por gracia y no se
consigue por ninguna obra que el hombre caído pueda realizar. El punto ha sido
presentado delante de mí con claridad, que si el hombre rico tiene dinero y
posesiones, y los ofrenda al Señor se introducen ideas falsos que estropean la
ofrenda por pensar que merece el favor de Dios, que el Señor está obligado a
considerarlo con especial benevolencia en virtud de su donación.
Ha sabido muy poca instrucción clara sobre este punto. El Señor le ha prestado al
hombre sus propios bienes en depósito -- medios que El requiere que le sean
devueltos cuando su providencia lo manifieste y la edificación de su causa lo
demande. El Señor, dio el intelecto. Dio la salud y la capacidad para obtener
ganancias terrenales. Creó las cosas de la tierra. Manifiesta su poder divino para
desarrollar todas sus riquezas. Son sus frutos, de su propia labranza. El dio el sol,
las nubes, las lluvias, para hacer que la 19 vegetación floreciera. Como siervos
empleados por Dios, ustedes recogieron en su mies a fin de satisfacer sus
necesidades de una manera económica y conservar el saldo a disposición de
Dios. Pueden decir con David: "Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te
damos" (1 Crón. 21: 14). Así que la satisfacción del mérito de la criatura no puede
consistir en devolver al Señor lo que es suyo, porque siempre, fue su propiedad
para ser usada según El en su providencia lo indicara.

Bendiciones

lunes, 23 de noviembre de 2009

Daniel interpreta el sueño de Nabucodonosor

Daniel 2
1 En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, tuvo Nabucodonosor sueños, y se perturbó su espíritu, y se le fue el sueño.
2 Hizo llamar el rey a magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicasen sus sueños. Vinieron, pues, y se presentaron delante del rey.
3 Y el rey les dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por saber el sueño.
4 Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: Rey, para siempre vive; di el sueño a tus siervos, y te mostraremos la interpretación.
5 Respondió el rey y dijo a los caldeos: El asunto lo olvidé; si no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis hechos pedazos, y vuestras casas serán convertidas en muladares.
6 Y si me mostrareis el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones y favores y gran honra. Decidme, pues, el sueño y su interpretación.
7 Respondieron por segunda vez, y dijeron: Diga el rey el sueño a sus siervos, y le mostraremos la interpretación.
8 El rey respondió y dijo: Yo conozco ciertamente que vosotros ponéis dilaciones, porque veis que el asunto se me ha ido.
9 Si no me mostráis el sueño, una sola sentencia hay para vosotros. Ciertamente preparáis respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, entre tanto que pasa el tiempo. Decidme, pues, el sueño, para que yo sepa que me podéis dar su interpretación.
10 Los caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo.
11 Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.
12 Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia.
13 Y se publicó el edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos.
14 Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia.
15 Habló y dijo a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había.
16 Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey.
17 Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros,
18 para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.
19 Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.
20 Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.
21 El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.
22 El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz.
23 A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.
24 Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación.
25 Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así: He hallado un varón de los deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación.
26 Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación?
27 Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey.
28 Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama:
29 Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser.
30 Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.
31 Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.
32 La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce;
33 sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.
34 Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
35 Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.
36 Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey.
37 Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad.
38 Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro.
39 Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra.
40 Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo.
41 Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido.
42 Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil.
43 Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro.
44 Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre,
45 de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.
46 Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso.
47 El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio.
48 Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia.
49 Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.

BENDICIONES!

viernes, 20 de noviembre de 2009

EL MENSAJE DEL TERCER ÁNGEL

PRIMEROS ESCRITOS
ELENA G. DE WHITE

Cuando cesó el ministerio de Jesús en el lugar santo y pasó él al santísimo para estar
de pie delante del arca que contenía la ley de Dios, envió otro poderoso ángel con un
tercer mensaje para el mundo. Un pergamino fue puesto en la mano del ángel, y
mientras descendía a la tierra con poder y majestad, proclamaba una terrible
amonestación, acompañada de las más tremendas amenazas que jamás se dirigieron
contra el hombre. Tenía por objeto aquel mensaje poner en guardia a los hijos de Dios
revelándoles la hora de tentación y angustia que los aguardaba. Dijo el ángel: "Tendrán
que combatir tesoneramente contra la bestia y su imagen. Su única esperanza de vida
eterna consiste en permanecer firmes. Aunque se vean en peligro de muerte, deben
sostener firmemente la verdad." El tercer ángel concluye así su mensaje: "Aquí está la
paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús."
Al repetir el ángel estas palabras, señalaba al santuario celestial. La atención de
cuantos aceptan este mensaje se dirige hacia el lugar santísimo, donde Jesús está de
pie delante del arca, realizando su intercesión final por todos aquellos para quienes hay
todavía misericordia, y por los que hayan violado ignorantemente la ley de Dios. Esta
expiación es hecha tanto para los justos muertos como para los justos vivos. Incluye a
todos los que murieron confiando en Cristo, aunque, por no haber recibido luz acerca
de los mandamientos de Dios, hubiesen pecado ignorantemente al transgredir sus
preceptos.
Después que Jesús abrió la puerta del lugar santísimo, vióse la luz del sábado, y el
pueblo de Dios fue probado, como antiguamente lo fueron los hijos de Israel, para ver
si quería guardar la ley de Dios. Vi que el tercer ángel señalaba 255 hacia lo alto,
indicando a los que habían sido chasqueados el camino al lugar santísimo del santuario
celestial. Los que por fe entraban al lugar santísimo, hallaban a Jesús, y resurgían en
ellos la esperanza y el júbilo. Vi que volvían los ojos hacia atrás, recapitulando el
pasado, desde la proclamación del segundo advenimiento de Jesús hasta la
experiencia sufrida al transcurrir la fecha de 1844. Vieron la explicación de su chasco, y
de nuevo los alentó una gozosa certidumbre. El tercer ángel había esclarecido el
pasado, el presente y el porvenir, y ellos sabían que en efecto Dios los había guiado
con su misteriosa providencia.
Se me mostró que el residuo siguió por la fe a Jesús en el lugar santísimo, y al
contemplar el arca y el propiciatorio, fue cautivado por su esplendor. Jesús levantó
entonces la tapa del arca, y he aquí que se vieron las tablas de piedra con los diez
mandamientos grabados en ellas. El residuo leyó aquellos vívidos oráculos, pero
retrocedió tembloroso al ver que el cuarto mandamiento estaba rodeado de una aureola
de gloria y brillaba en él una luz mucho más viva que en los otros nueve. Ningún indicio
encontró allí de que el descanso sabático se hubiese abolido o trasladado al primer día
de la semana. El mandamiento está escrito tal como lo dictó la voz de Dios en solemne
e imponente majestad sobre el monte, entre el fulgor de los relámpagos y el estampido
de los truenos. Era el mismo mandamiento que con su propio dedo escribió en las
tablas de piedra: "Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es
reposo para Jehová tu Dios." Los fieles se admiraron de la solicitud con que estaban
cuidados los diez mandamientos, puestos junto a Jehová, cubiertos y protegidos por su
santidad. Vieron que habían estado pisoteando el cuarto mandamiento del Decálogo,
observando un día transmitido por los paganos y papistas en vez del día santificado por
Jehová. Se humillaron ante Dios, y lamentaron sus pasadas transgresiones.
Vi humear el incienso en el incensario cuando Jesús ofrecía 256 a su Padre las
confesiones y oraciones de los fieles. Al subir el incienso, una luz refulgente
descansaba sobre Jesús y el propiciatorio; y los fervorosos y suplicantes miembros del
residuo, que estaban atribulados por haber descubierto que eran transgresores de la
ley, recibieron la bendición y sus semblantes brillaron de esperanza y júbilo. Se unieron
a la obra del tercer ángel y alzaron su voz para proclamar la solemne amonestación.
Aunque al principio eran pocos los que la recibían, los fieles continuaron proclamando
enérgicamente el mensaje. Vi entonces que muchos abrazaban el mensaje del tercer
ángel y unían su voz con la de quienes habían dado primeramente la amonestación, y
honraron a Dios guardando su día de reposo santificado.
Muchos de los que aceptaban el tercer mensaje no habían tenido experiencia en los
dos anteriores. Satanás comprendió esto, y fijó en ellos su ojo maligno para vencerlos;
pero el tercer ángel dirigía la atención de ellos hacia el lugar santísimo, y los que
habían tenido experiencia en los mensajes anteriores les indicaban el camino del
santuario celestial. Muchos percibieron el perfecto eslabonamiento de verdades en los
mensajes angélicos, y aceptándolos gozosamente uno tras otro, siguieron al Señor por
la fe en el santuario celeste. Estos mensajes me fueron representados como un áncora
para el pueblo de Dios. Quienes los comprendan y acepten quedarán libres de verse
arrastrados por los muchos engaños de Satanás.
Después del gran chasco de 1844, Satanás y sus ángeles estuvieron muy atareados
poniendo asechanzas para perturbar la fe del cuerpo de creyentes. Afectó la mente de
personas que habían tenido experiencia en los mensajes, y que aparentaban humildad.
Algunos señalaban como futuro el cumplimiento de los mensajes del primer ángel y del
segundo, mientras que otros lo asignaban a un tiempo lejano en el pasado, y
declaraban que ya habían sido cumplidos. Estos adquirieron influencia sobre la mente
de los inexpertos 257 y perturbaron su fe. Algunos escudriñaban la Biblia para
fortalecer su fe en forma independiente del cuerpo de creyentes. Satanás se regocijaba
de todo esto porque sabía que a aquellos que se separasen del ancla podría afectarlos
mediante diferentes errores y conseguir que diversos vientos de doctrina los llevasen
de un lugar a otro. Muchos de los que habían dirigido la proclamación del primer
mensaje y del segundo los negaban ahora, y en todo el cuerpo había división y
confusión,
Mi atención fue entonces dirigida a Guillermo Miller. Parecía perplejo y postrado por la
ansiedad y la angustia que sentía por su pueblo. La agrupación que había estado unida
y llena de amor en 1844 estaba perdiendo su afecto, oponiéndose sus miembros unos
a otros, y cayendo en una condición de frialdad y apostasía. Cuando él veía esto, el
pesar roía sus fuerzas. Vi que ciertos dirigentes le vigilaban, temerosos de que
recibiese el mensaje del tercer ángel y los mandamientos de Dios. Y cuando él se
inclinaba hacia la luz del cielo, esos hombres maquinaban algún plan para desviar su
atención. Una influencia humana era ejercida para mantenerlo en las tinieblas y
conservar su influencia entre los que se oponían a la verdad. Por último, Guillermo
Miller levantó la voz contra la luz del cielo. Fracasó al no recibir el mensaje que habría
explicado más plenamente su chasco, arrojado luz y gloria sobre el pasado, reavivado
sus energías agotadas, despertado su esperanza y le había inducido a glorificar a Dios.
Se apoyó en la sabiduría humana en vez de la divina, pero como estaba quebrantado
por la edad y sus arduas labores en la causa del Maestro, no fue tan responsable como
los que le mantuvieron separado de la verdad. Ellos son los responsables; el pecado
recae sobre ellos.
Si Guillermo Miller hubiese podido ver la luz del tercer mensaje, habrían quedado
explicadas para él muchas cosas que le parecieron obscuras y misteriosas. Pero sus
hermanos le profesaron tanto interés y un amor tan profundo, que a 258 él le pareció
que no podía apartarse de ellos. Su corazón se inclinaba hacia la verdad, y luego
miraba a sus hermanos; y estos se oponían a ella. ¿Podía separarse de aquellos que
habían estado a su lado mientras proclamaba la venida de Jesús? Consideró que de
ninguna manera querrían ellos extraviarle.
Dios permitió que cayese bajo el poder de Satanás, o sea el dominio de la muerte, y lo
ocultó en la tumba para resguardarle de aquellos que procuraban constantemente
apartarle de la verdad. Moisés erró cuando estaba por entrar en la tierra prometida. Así
también, vi que Guillermo Miller erró cuando estaba por entrar en la Canaán celestial, al
permitir que su influencia se opusiese a la verdad. Otros le indujeron a esto; otros
tendrán que dar cuenta de ello. Pero los ángeles veían sobre el precioso polvo de este
siervo de Dios, y resucitará cuando sea tocada la última trompeta.

`` Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, 10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero``

jueves, 19 de noviembre de 2009

EL MENSAJE DEL SEGUNDO ÁNGEL

PRIMEROS ESCRITOS
ELENA G. DE WHITE

Al negarse las iglesias a aceptar el mensaje del primer ángel rechazaron la luz del cielo
y perdieron el favor de Dios. Confiaban en su propia fuerza, y al oponerse al primer
mensaje se colocaron donde no podían ver la luz del mensaje del segundo ángel. Pero
los amados del Señor, que estaban oprimidos, aceptaron el mensaje: "Ha caído
Babilonia," y salieron de las iglesias.
Cerca del término del mensaje del segundo ángel vi una intensa luz del cielo que
brillaba sobre el pueblo de Dios. Los rayos de está luz eran tan brillantes como los del
sol. Y oí las voces de los ángeles que exclamaban: "¡Aquí viene el esposo; salid a
recibirle!" (Véase el Apéndice.) 238
Era el clamor de media noche, que había de dar poder al mensaje del segundo ángel.
Fueron enviados ángeles del cielo para alentar a los desanimados santos y prepararlos
para la magna obra que les aguardaba. Los hombres de mayor talento no fueron los
primeros en recibir este mensaje, sino que fueron enviados ángeles a los humildes y
devotos, y los constriñeron a pregonar el clamor: "¡Aquí viene el esposo; salid a
recibirle!" Aquellos a quienes se confió esta proclamación se apresuraron y con el
poder del Espíritu Santo publicaron el mensaje y despertaron a sus desalentados
hermanos. Esta obra no se fundaba en la sabiduría y erudición de los hombres, sino en
el poder de Dios, y sus santos que escucharon el clamor no pudieron resistirle. Los
primeros en recibir este mensaje fueron los más espirituales, y los que en un principio
habían dirigido la obra fueron los últimos en recibirlo y ayudar a que resonase más
potente el pregón: "¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!"
En todas partes del país fue proyectada luz sobre el mensaje del segundo ángel y el
anuncio enterneció el corazón de millares de personas. Propagóse de villa en villa y de
ciudad en ciudad, hasta despertar por completo al expectante pueblo de Dios. En
muchas iglesias no fue permitido dar el mensaje, y gran número de fieles que tenían el
viviente testimonio abandonaron aquellas caídas iglesias. El pregón de media noche
efectuaba una potente obra. El mensaje escudriñaba los corazones, e inducía a los
creyentes a buscar por sí mismos una vívida experiencia. Comprendían que no podían
apoyarse unos en otros.
Los santos esperaban anhelosamente a su Señor con ayunos, vigilias y casi continuas
oraciones. Aun algunos pecadores miraban la fecha con terror; pero la gran mayoría
manifestaba espíritu satánico en su oposición al mensaje. Hacían burla y escarnio
repitiendo por todas partes: "Del día y la hora nadie sabe." Ángeles malignos los
movían a endurecer sus corazones y a rechazar todo rayo de luz celeste, para 239
sujetarlos en los lazos de Satanás. Muchos de los que afirmaban estar esperando a
Cristo no tomaban parte en la obra del mensaje. La gloria de Dios que habían
presenciado, la humildad y profunda devoción de los que esperaban, y el peso
abrumador de las pruebas, los movían a declarar que aceptaban la verdad; pero no se
habían convertido ni estaban apercibidos para la venida de su Señor.
Sentían los santos un espíritu de solemne y fervorosa oración. Reinaba entre ellos una
santa solemnidad. Los ángeles vigilaban con profundísimo interés los efectos del
mensaje y alentaban a quienes lo recibían, apartándolos de las cosas terrenas para
abastecerse ampliamente en la fuente de salvación. Dios aceptaba entonces a su
pueblo. Jesús lo miraba complacido, porque reflejaba su imagen. Habían hecho un
completo sacrificio, una entera consagración, y esperaban ser transmutados en
inmortalidad. Pero estaban destinados a un nuevo y triste desengaño. Pasó el tiempo
en que esperaban la liberación. Se vieron aún en la tierra, y nunca les habían sido más
evidentes los efectos de la maldición. Habían puesto sus afectos en el cielo y habían
saboreado anticipadamente la inmortal liberación; pero sus esperanzas no se habían
realizado.
El miedo experimentado por muchos no se desvaneció en seguida ni se atrevieron a
proclamar su triunfo sobre los desengañados. Pero al ver que no aparecía ninguna
señal de la ira de Dios, se recobraron del temor que habían sentido y comenzaron sus
befas y burlas. Nuevamente habían sido probados los hijos de Dios. El mundo se
burlaba de ellos y los vituperaba; pero los que habían creído sin duda alguna que Jesús
vendría antes de entonces a resucitar a los muertos, transformar a los santos vivientes,
adueñarse del reino y poseerlo para siempre, sintieron lo mismo que los discípulos en
el sepulcro de Cristo: "Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto."

`` Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación``

miércoles, 18 de noviembre de 2009

EL MENSAJE DEL PRIMER ÁNGEL

PRIMEROS ESCRITOS
ELENA G. DE WHITE

Vi que Dios estaba en la proclamación del tiempo en 1843. Era su propósito despertar
a la gente y colocarla en un punto de prueba donde se decidiese en pro o en contra de
la verdad. Algunos ministros se convencieron de la exactitud de los cálculos y las
interpretaciones dadas a los periodos proféticos, y renunciando a su orgullo, a sus
emolumentos y a sus parroquias, fueron de lugar en lugar para proclamar el mensaje.
Pero como este mensaje del cielo sólo podía encontrar cabida en el corazón de
algunos de los que se llamaban ministros de Cristo, la obra fue confiada a muchos que
no eran predicadores. Algunos dejaron sus campos y otros sus tiendas y almacenes
para proclamar el mensaje; y aun no faltaron profesionales de carrera liberal que
abandonaron el ejercicio de su profesión para sumarse a la obra impopular de difundir
el mensaje del primer ángel.
Hubo ministros que desechando sus opiniones y sentimientos sectarios se unieron para
proclamar la venida de Jesús. Doquiera se publicaba el mensaje, conmoviese el ánimo
de la gente. Los pecadores se arrepentían, lloraban e impetraban perdón; y quienes
habían cometido algún hurto o desfalco, anhelaban restituir la substracción. Los padres
233 sentían profundísima solicitud por sus hijos. Los que recibían el mensaje
exhortaban a los parientes y amigos todavía no convertidos, y con el alma doblegada
bajo el peso del solemne mensaje, los amonestaban e invitaban a prepararse para la
venida del Hijo del hombre. Eran personas de corazón muy empedernido las que no
quisieron ceder al peso de las evidencias dadas por las cariñosas advertencias. Esta
obra purificadora de las almas desviaba los afectos de las cosas mundanas y los
conducía a una consagración no sentida hasta entonces
Millares de personas abrazaban la verdad predicada por Guillermo Miller, y se
levantaban siervos de Dios con el espíritu y el poder de Elías para proclamar el
mensaje. Como Juan, el precursor de Jesús, los que predicaban ese solemne mensaje
se veían movidos a poner la segura raíz de los árboles, y exhortar a los hombres a que
diesen frutos de arrepentimiento. Propendía su testimonio a influir poderosamente en
las iglesias y manifestar su verdadero carácter. Al resonar la solemne amonestación de
que huyesen de la ira venidera, muchos miembros de las iglesias recibieron el
salutífero mensaje, y echando de ver sus apostasías lloraron amargas lágrimas de
arrepentimiento, y con profunda angustia de ánimo se humillaron ante Dios. Cuando el
Espíritu de Dios se posó sobre ellos, ayudaron a difundir el pregón: "Temed a Dios, y
dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado."
La predicación de una fecha definida para el advenimiento levantó violenta oposición
en todas partes, desde el ministro en el púlpito hasta el más descuidado y empedernido
pecador. El ministro hipócrita y el descarado burlón decían: "Pero del día y la hora
nadie sabe." Ni los unos ni los otros querían ser enseñados y corregidos por quienes
señalaban el año en que creían que terminaban los periodos proféticos y llamaban la
atención a las señales que indicaban que Cristo estaba cerca, a las puertas. Muchos
pastores del rebaño, que 234 aseguraban amar a Jesús, decían que no se oponían a la
predicación de la venida de Cristo, sino al hecho de que se fijara una fecha para esa
venida. Pero el omnividente ojo de Dios leía en sus corazones. No deseaban que Jesús
estuviese cerca. Comprendían que su profana conducta no podría resistir la prueba,
porque no andaban por el humilde sendero que trazara Cristo. Aquellos falsos pastores
se interpusieron en el camino de la obra de Dios. La verdad predicada con poder
convincente despertó a la gente, que como el carcelero empezó a preguntar: "¿Qué
debo hacer para ser salvo?" Pero los malos pastores se interpusieron entre la verdad y
los oyentes, predicando cosas halagadoras para apartarlos de la verdad. Se unieron
con Satanás y sus ángeles para clamar: "Paz, paz," cuando no había paz. Quienes
amaban sus comodidades, y estaban contentos lejos de Dios, no quisieron que se los
despertase de su carnal seguridad. Vi que los ángeles lo anotaban todo. Las vestiduras
de aquellos profanos pastores estaban teñidas con la sangre de las almas.
Los ministros que no querían aceptar este mensaje salvador, estorbaron a quienes lo
hubieran recibido. La sangre de las almas está sobre ellos. Los predicadores y la gente
se coligaron en oposición a este mensaje del cielo, para perseguir a Guillermo Miller y a
quienes con él se unían en la obra. Se hicieron circular calumnias para perjudicar su
influencia, y diferentes veces, después de declarar Miller el consejo de Dios e infundir
contundentes verdades en el corazón del auditorio se encendía violenta cólera contra
él, y al salir del lugar de la reunión le acechaban algunos para quitarle la vida. Pero
Dios envió ángeles para protegerlo, y le salvaron de manos de las enfurecidas turbas.
Su obra no estaba aún terminada.
Los más devotos recibían alegremente el mensaje. Sabían que dimanaba de Dios, y
que había sido dado en tiempo oportuno. Los ángeles contemplaban con profundísimo
interés el resultado del mensaje celestial, y cuando las iglesias 235 se desviaban de él
y lo rechazaban, consultaban ellos tristemente con Jesús, quién apartaba su rostro de
las iglesias y ordenaba a sus ángeles que velasen fielmente sobre las preciosas almas
que no rechazaban el testimonio, porque aún había de iluminarlas otra luz.
Vi que si los que se llamaban cristianos hubiesen amado la aparición de su Salvador y
hubiesen puesto en él sus afectos, convencidos de que nada en la tierra podía
compararse con él, habrían escuchado gozosos la primera intimación de su
advenimiento. Pero el desagrado, que manifestaban al oír hablar de la venida de su
Señor, era prueba concluyente de que no le amaban. Satanás y sus ángeles triunfaban
echando en cara a Cristo y sus ángeles que quienes profesaban ser su pueblo tenían
tan poco amor a Jesús que no deseaban su segundo advenimiento.
Vi a los hijos de Dios que esperaban gozosamente a su Señor. Pero Dios quería
probarlos. Su mano encubrió un error cometido al computar los períodos proféticos.
Quienes esperaban a su Señor no advirtieron la equivocación ni tampoco la echaron de
ver los hombres más eruditos que se oponían a la determinación de la fecha. Dios
quiso que su pueblo tropezase con un desengaño. Pasó la fecha señalada, y quienes
habían esperado con gozosa expectación a su Salvador quedaron tristes y
descorazonados, mientras que quienes no habían amado la aparición de Jesús, pero
por miedo habían aceptado el mensaje, se alegraron de que no viniese cuando se le
esperaba. Su profesión de fe no había afectado su corazón ni purificado su conducta.
El paso de la fecha estaba bien calculado para revelar el ánimo de los tales. Estos
fueron los primeros en ponerse a ridiculizar a los entristecidos y descorazonados fieles
que verdaderamente deseaban la aparición de su Salvador. Vi la sabiduría manifestada
por Dios al probar a su pueblo y proporcionar el medio de descubrir quiénes se
retirarían y volverían atrás en la hora de la prueba. 236
Jesús y toda la hueste celestial miraban con simpatía y amor a quienes con dulce
expectación habían anhelado ver a quien amaban. Los ángeles se cernían sobre ellos y
los sostenían en la hora de su prueba. Los que habían rechazado el mensaje
permanecieron en tinieblas, y la ira de Dios se encendió contra ellos por no haber
recibido la luz que les había enviado desde el cielo. Pero los desalentados fieles que no
podían comprender por qué no había venido su Señor no quedaron en tinieblas.
Nuevamente se les indujo a escudriñar en la Biblia los períodos proféticos. La mano del
Señor se apartó de las cifras, y echaron de ver el error. Advirtieron que los periodos
proféticos alcanzaban hasta 1844, y que la misma prueba que habían aducido para
demostrar que los períodos proféticos terminaban en 1843 demostraba que terminarían
en 1844. La luz de la Palabra de Dios iluminó su situación y descubrieron que había un
período de tardanza. "Aunque [la visión] tardare, espéralo." En su amor a la inmediata
venida de Cristo habían pasado por alto la demora de la visión, calculada para
comprobar quiénes eran los que verdaderamente esperaban al Salvador. De nuevo
señalaron una fecha. Sin embargo, yo vi que muchos de ellos no podían sobreponerse
a su desaliento para llegar al grado de celo y energía que caracterizara su fe en 1843.
Satanás y sus ángeles triunfaron sobre ellos, y los que no habían querido recibir el
mensaje se congratulaban de la perspicacia y prudencia previsoras que habían
revelado al no ceder a lo que llamaban engaño. No echaban de ver que estaban
rechazando el consejo de Dios contra sí mismos y obrando unidos con Satanás y sus
ángeles para poner en perplejidad al pueblo de Dios que vivía de acuerdo con el
mensaje celestial.
Los creyentes en este mensaje fueron oprimidos en las iglesias. Durante algún tiempo
el miedo impidió, a quienes no querían recibir el mensaje, que actuaran de acuerdo con
lo que sentían; pero al transcurrir la fecha revelaron sus 237 verdaderos sentimientos.
Deseaban acallar el testimonio que los que aguardaban se veían compelidos a dar, de
que los períodos proféticos se extendían hasta 1844. Los creyentes explicaron con
claridad su error y expusieron las razones por las cuales esperaban a su Señor en
1844. Sus adversarios no podían aducir argumentos contra las poderosas razones
expuestas. Sin embargo, se encendió la ira de las iglesias, que estaban resueltas a no
recibir la evidencia y a no permitir el testimonio en sus congregaciones a fin de que los
demás no pudieran oírlo. Quienes no se avinieron a privar a los demás de la luz que
Dios les había dado fueron expulsados de las iglesias; pero Jesús estaba con ellos y se
regocijaban a la luz de su faz. Estaban dispuestos a recibir el mensaje del segundo
ángel.

``Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo``

lunes, 16 de noviembre de 2009

Clama a voz en cuello!

Isaías 58

1 Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado.
2 Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios.
3 ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores.
4 He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto.
5 ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová?
6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?
7 ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?
8 Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.
9 Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad;
10 y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía.
11 Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.
12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar.

La observancia del día de reposo

13 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras,
14 entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado.

``Alabad a Jehová, porque él es bueno, Porque para siempre es su misericordia.``

domingo, 15 de noviembre de 2009

¿Pueden Hablarnos Nuestros Muertos?

2 Corintios 11:13-15

13 Porque Estos son falsos apóstoles, obreros Fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo.
14 Y no es maravilla, Porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.
15 Asi que, no es extraño si También sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; Cuyo fin Será Conforme a sus obras.


LA OBRA ministradora de los santos ángeles, tal cual está presentada en las Santas Escrituras, es una
verdad de las más alentadoras y de las más preciosas para todo discípulo de Cristo. Pero la enseñanza de la
Biblia acerca de este punto ha sido obscurecida y pervertida por los errores de la teología popular. La
doctrina de la inmortalidad natural, tomada en un principio de la filosofía pagana e incorporada a la fe
cristiana en los tiempos tenebrosos de la gran apostasía, ha suplantado la verdad tan claramente enseñada
por la Santa Escritura, de que "los muertos nada saben." Multitudes han llegado a creer que los espíritus de
los muertos son los "espíritus ministradores, enviados para hacer servicio a favor de los que han de heredar
la salvación." Y esto a pesar del testimonio de las Santas Escrituras respecto a la existencia de los ángeles
celestiales y a la relación que ellos tienen con la historia humana desde antes que hubiese muerto hombre
alguno.
La doctrina de que el hombre queda consciente en la muerte, y más aún la creencia de que los espíritus de
los muertos vuelven para servir a los vivos, preparó el camino para el espiritismo moderno. Si los muertos
son admitidos a la presencia de Dios y de los santos ángeles y si son favorecidos con conocimientos que
superan en mucho a los que poseían anteriormente, ¿por qué no habrían de volver a la tierra para iluminar e
ilustrar a los vivos? Si, como lo enseñan los teólogos populares, los espíritus de los muertos se ciernen en
torno de sus amigos en la tierra, ¿por qué no les sería permitido comunicarse con ellos para prevenirlos del
mal o para consolarlos 608 en sus penas? ¿Cómo podrán los que creen en el estado consciente de los
muertos rechazar lo que les viene cual luz divina comunicada por espíritus glorificados? Representan un
medio de comunicación considerado sagrado, del que Satanás se vale para cumplir sus propósitos. Los
ángeles caídos que ejecutan sus órdenes se presentan como mensajeros del mundo de los espíritus. Al
mismo tiempo que el príncipe del mal asevera poner a los vivos en comunicación con los muertos, ejerce
también su influencia fascinadora sobre las mentes de aquéllos.
Satanás puede evocar ante los hombres la apariencia de sus amigos fallecidos. La imitación es perfecta; los
rasgos familiares, las palabras y el tono son reproducidos con una exactitud maravillosa. Muchas personas
se consuelan con la seguridad de que sus seres queridos están gozando de las delicias del cielo; y sin
sospechar ningún peligro, dan oídos a "espíritus seductores, y a enseñanzas de demonios."
Después que Satanás ha hecho creer a esas personas que los muertos vuelven en realidad a comunicarse
con ellas, hace aparecer a seres humanos que murieron sin preparación. Estos aseguran que son felices en
el cielo y hasta que ocupan allí elevados puestos, por lo que se difunde el error de que no se hace diferencia
entre los justos y los injustos. Esos supuestos visitantes del mundo de los espíritus dan a veces avisos y
advertencias que resultan exactos. Luego que se han ganado la confianza, presentan doctrinas que de hecho
destruyen la fe en las Santas Escrituras. Aparentando profundo interés por el bienestar de sus amigos en la
tierra, insinúan los errores más peligrosos. El hecho de que dicen algunas verdades y pueden a veces
anunciar acontecimientos da a sus testimonios una apariencia de verosimilitud; y sus falsas enseñanzas son
aceptadas por las multitudes con tanta diligencia y creídas tan a ciegas, como si se tratara de las verdades
más sagradas de la Biblia.

SEGURIDAD Y PAZ EN EL CONFLICTO DE LOS SIGLOS
Por ELENA G. de WHITE

Juan 5:39
39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Saúl y la adivina de Endor

`` pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.``

1 Samuel 28
3 Ya Samuel había muerto, y todo Israel lo había lamentado, y le habían sepultado en Ramá, su ciudad. Y Saúl había arrojado de la tierra a los encantadores y adivinos.
4 Se juntaron, pues, los filisteos, y vinieron y acamparon en Sunem; y Saúl juntó a todo Israel, y acamparon en Gilboa.
5 Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera.
6 Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas.
7 Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación.
8 Y se disfrazó Saúl, y se puso otros vestidos, y se fue con dos hombres, y vinieron a aquella mujer de noche; y él dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación, y me hagas subir a quien yo te dijere.
9 Y la mujer le dijo: He aquí tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y a los adivinos. ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir?
10 Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto.
11 La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió: Hazme venir a Samuel.
12 Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo:
13 ¿Por qué me has engañado? pues tú eres Saúl. Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra.
14 El le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia.

``Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. ``

jueves, 12 de noviembre de 2009

Consagración y confianza

Cuando nos mostramos humildes y contritos, nos encontramos en situación en
que Dios puede y quiere manifestarse a nosotros. Le agrada que evoquemos las
bendiciones y los favores ya recibidos como motivos para que nos conceda aun
mayores bendiciones. Colmará las esperanzas de quienes en él confían por
completo. El Señor Jesús sabe muy bien lo que necesitan sus hijos y cuánto poder
divino asimilaremos para bendición de la humanidad, y nos concede todo lo que
estemos dispuestos a emplear para beneficiar a los demás y ennoblecer nuestra
propia alma.
Debemos tener menos confianza en lo que por nosotros mismos podemos hacer,
y más en lo que el Señor puede hacer para nosotros y por medio nuestro. La obra
en que estáis empeñados no es vuestra; es de Dios. Someted vuestra voluntad y
vuestro camino a Dios. No hagáis una sola reserva, ni transijáis con vosotros
mismos. Aprended a conocer lo que es ser libre en Cristo.
El oír sermones sábado tras sábado, el leer la Biblia de tapa a tapa, o el explicarla
versículo por versículo, no nos beneficiará a nosotros ni a los que nos oigan, a no
ser que llevemos las verdades de la Biblia al terreno de nuestra experiencia
personal. La inteligencia, la voluntad y los afectos deben someterse al gobierno de

EL MINISTERIO DE CURACIÓN
Por ELENA G. de WHITE

``Mi alma espera a Jehová Más que los centinelas a la mañana, Más que los vigilantes a la mañana``

miércoles, 11 de noviembre de 2009

La alimentación del niño

La alimentación del niño
El mejor alimento para el niño es el que suministra la naturaleza. No debe
privársele de él sin necesidad. Es muy cruel que la madre, por causa de las
conveniencias y los placeres sociales, procure libertarse del desempeño de su
ministerio materno de amamantar a su pequeñuelo.
La madre que consiente que otra mujer nutra a su hijo debe considerar cuáles
puedan ser los resultados. La nodriza comunica hasta cierto punto, su propio
temperamento y genio al niño a quien amamanta.
Difícil sería exagerar la importancia que tiene el hacer adquirir a los niños buenos
hábitos dietéticos. Necesitan aprender que comen para vivir y no viven para
comer. Esta educación debe empezar cuando la criatura está todavía en brazos
de su madre. Hay que darle alimento tan sólo a intervalos regulares, y con menos
frecuencia conforme va creciendo. No hay que darle dulces ni comida de adultos,
pues no la puede digerir. El cuidado y la regularidad en la alimentación de las
criaturas no sólo fomentarán la salud, y así las harán sosegadas y de genio
apacible, sino que echarán los cimientos de hábitos que los beneficiarán en los
años subsiguientes.
Cuando los niños salen de la infancia todavía hay que educar con el mayor
cuidado sus gustos y apetitos. Muchas veces se les permite comer lo que quieren
y cuando quieren, sin tener en cuenta su salud. El trabajo y el dinero tantas veces
malgastados en golosinas perjudiciales para la salud inducen al joven a pensar
que el supremo objeto de la vida, y lo que reporta mayor felicidad, es poder
satisfacer los apetitos. El resultado de tal educación es que el niño se vuelve
glotón; 298 después le sobrevienen las enfermedades, que son seguidas
generalmente por la administración de drogas venenosas.
Los padres deben educar los apetitos de sus hijos, y no permitir que hagan uso de
alimentos nocivos para la salud. Pero en el esfuerzo por regular la alimentación,
debemos cuidar de no cometer el error de exigir a los niños que coman cosas
desagradables, ni más de lo necesario. Los niños tienen derechos y preferencias
que, cuando son razonables, deben respetarse.
Hay que observar cuidadosamente la regularidad en las comidas. Al niño no se le
debe dar de comer entre comidas, ni pasteles, ni nueces, ni frutas, ni manjar de
ninguna clase. La irregularidad en las comidas destruye el tono sano de los
órganos de la digestión, en perjuicio de la salud y del buen humor. Y cuando los
niños se sientan a la mesa, no toman con gusto el alimento sano; su apetito clama
por manjares nocivos.
Las madres que satisfacen los deseos de sus hijos a costa de la salud y del genio
alegre, siembran males que no dejarán de brotar y llevar fruto. El empeño por
satisfacerlos apetitos se intensifica en los niños a medida que crecen, y queda
sacrificado el vigor mental y físico. Las madres que obran así cosechan con
amargura lo que han sembrado. Ven a sus hijos criarse incapacitados en su mente
y carácter para desempeñar noble y provechoso papel en la sociedad o en la
familia. Las facultades espirituales, intelectuales y físicas se menoscaban por la
influencia del alimento malsano. La conciencia se embota, y se debilita la
disposición a recibir buenas impresiones.

EL MINISTERIO DE CURACIÓN
Por ELENA G. de WHITE

Bendiciones!

martes, 10 de noviembre de 2009

Un pecado común pero grave

Un pecado común pero grave
210*. El sobrecargar el estómago es un pecado común, y cuando se usa demasiado alimento, el sistema entero resulta agobiado. La vida y la vitalidad, en vez de mejorar, decrecen. Es así como Satanás planea que hagan las cosas. El hombre utiliza sus fuerzas vitales en trabajo innecesario para disponer de una excesiva carga de alimento.
Al tomar mucho alimento, no solamente malgastamos impróvidamente las bendiciones de Dios, provistas para las necesidades de la naturaleza, sino que causamos un gran daño a todo el organismo. Mancillamos el templo de Dios. Este resulta debilitado e incapacitado; y la naturaleza no puede realizar bien su trabajo y en forma sabia, de acuerdo con la manera en que Dios hizo provisión. Debido a la complacencia egoísta de su apetito, el hombre ha oprimido el poder de la naturaleza obligándola a hacer un trabajo que nunca se debiera exigir de ella.
Si todos los hombres estuvieran familiarizados con la viviente maquinaria humana, no serían culpables de hacer esto, a menos que, por supuesto, amaran la complacencia propia tanto que continuaran su proceder suicida y tuvieran una muerte prematura, o vivieran por años como una carga para sí mismos y para sus amigos.

Consejos Sobre El Régimen Alimenticio

`` Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; Mas la descendencia de los impíos será destruida. ``

lunes, 9 de noviembre de 2009

El alimento que comemos y la vida que vivimos.

El alimento que comemos y la vida que vivimos.
La complacencia del apetito es la causa más importante de la debilidad física v
mental y es el cimiento de la flaqueza que se nota por doquiera (Joyas de los
Testimonios, tomo 1, pág. 417).
Nuestra salud física es conservada por lo que comemos; si nuestros apetitos no
están bajo el control de una mente santificada, si no somos temperantes en todo lo
que comemos y bebemos, no estaremos en un estado mental y físico sano para
estudiar la Palabra con el propósito de aprender lo que dicen las Escrituras: ¿Qué
haré para tener la vida eterna? Todo hábito malsano producirá una condición
malsana en el sistema, y la delicada y viviente maquinaria humana del estómago
resultará perjudicada, y no podrá realizar su trabajo debidamente. El régimen
alimenticio tiene mucho que ver con la disposición a entrar en la tentación y
cometer pecado (Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, pág. 61).


Ningún cristiano introducirá en su organismo alimento o bebida alguna que 18
entorpezca sus sentidos, o que actúe de tal manera sobre el sistema nervioso que
le haga rebajarse a sí mismo o lo incapacite para ser útil. El templo de Dios no
debe ser profanado. Las facultades de la mente y del cuerpo deben ser
mantenidas en salud para que puedan ser usadas para glorificar a Dios
(Manuscrito 126, 1903).
Con incesante vigilancia.
Los apetitos naturales de los hombres han sido pervertidos por la complacencia.
Mediante la satisfacción pecaminosa [sus apetitos] se han convertido en "deseos
carnales que batallan contra el alma". A menos que el cristiano vele en oración,
está dando rienda suelta a hábitos que debieran ser vencidos. A menos que sienta
la necesidad de constante e incesante vigilancia, sus inclinaciones, profanadas y
desviadas, serán el medio que los apartará de Dios (Manuscrito 47, 1896).

LA TEMPERANCIA
Por ELENA G. DE WHITE


`` Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; Mas la descendencia de los impíos será destruida. ``

domingo, 8 de noviembre de 2009

Parábola de las diez vírgenes

Mateo 25

1 Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas,salieron a recibir al esposo.
2 Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.
3 Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;
4 mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.
5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron.
6 Y a la medianoche se oyó un clamor: !!Aquí viene el esposo; salid a recibirle!
7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.
8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan.
9 Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.
10 Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.
11 Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: !!Señor, señor, ábrenos!
12 Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.
13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

Parábola de los talentos

14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.
15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.
16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.
17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.
18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.
20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.
21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.
23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;
25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.
27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.
28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

El juicio de las naciones

31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,
32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;
36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?
38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
41 Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
44 Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?
45 Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.
46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

`El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.`

jueves, 5 de noviembre de 2009

Semejante a Cristo en carácter

El sello del Dios viviente sólo será colocado sobre los que son semejantes a Cristo
en carácter.- 7CBA 981 (1895).
Los que reciban el sello del Dios vivo y sean protegidos en el tiempo de angustia,
deben reflejar plenamente la imagen de Jesús.-PE 71 (1851).
El sello de Dios no será nunca puesto en la frente de un hombre o una mujer que
sean impuros. Nunca será puesto sobre la frente de seres humanos ambiciosos y
amadores del mundo. Nunca será puesto sobre la frente de hombres y mujeres de
corazón falso o engañoso. Todos los que reciban el sello deberán estar sin
mancha delante de Dios y ser candidatos para el cielo.-2JT 71 (1882).
El amor se expresa en la obediencia, y el amor perfecto echa fuera el temor. Los
que aman a Dios, tienen el sello de Dios en la frente, y obran las obras de Dios.-
HH 53 (1894).
Los que venzan el mundo, la carne y el diablo, serán los favorecidos que recibirán
el sello del Dios vivo.-TM 445 (c. 1886).
¿Estamos luchando con todas las facultades que Dios nos dio para alcanzar la
medida de la estatura de hombres y mujeres en Cristo? ¿Estamos procurando su
plenitud, conquistando una altura cada vez mayor, en procura 226 de la perfección
de su carácter? Cuando los siervos de Dios alcancen este punto, serán sellados
en sus frentes. El ángel registrador declarará: "Consumado es". Serán completos
en él los que le pertenezcan por creación y por redención.-3MS 488 (1899).

EVENTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS
ELENA G. DE WHITE

Bendiciones!

miércoles, 4 de noviembre de 2009

ELÍAS NO SE DESANIMÓ

A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un
hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende,
para que la lluvia no te ataje.1 Rey. 18: 44.
Se nos presentan importantes lecciones en este incidente de Elías. Cuando estuvo
en la cima del monte Carmelo y ofreció oración suplicando lluvia, su fe fue
probada, pero perseveró en hacer conocer su pedido a Dios. Seis veces oró
fervientemente, sin señal de que su petición fuera concedida, pero con una fe
fuerte continuó suplicando al trono de la gracia. Si se hubiera desanimado la sexta
vez, su oración no hubiera recibido respuesta, pero él perseveró hasta que llegó la
contestación. Tenemos un Dios cuyo oído no está cerrado a nuestras peticiones; y
si probamos su palabra, honrará nuestra fe. Desea que todos nuestros intereses
estén entretejidos con los suyos, y entonces puede bendecirnos con toda
seguridad; porque no nos adjudicaremos la gloria al recibir la bendición, sino que
tributaremos toda la alabanza a Dios. Dios no siempre responde nuestras
oraciones la primera vez que le pedimos algo, porque si lo hiciera, daríamos por
sentado que tenemos derecho a todas las bendiciones y favores que nos
concede.-RH 27-5-1913.
El siervo vigilaba mientras Elías oraba . . . Al investigar su corazón, se
consideraba más disminuido, tanto en su propia estima como a la vista de Dios. Le
parecía que él no era nada y que Dios lo era todo; y cuando llegó al punto de
renunciar al yo, mientras se aferraba del Salvador como su única fortaleza y
justicia, llegó la respuesta. El siervo apareció y dijo: "Yo veo una pequeña nube
como la palma de la mano de sin hombre, que sube del mar".-RH 26-5-1891. 209


HIJOS E HIJAS DE DIOS
Compilación de los escritos de ELENA G. DE WHITE

Bendiciones!

martes, 3 de noviembre de 2009

EL REPRESENTANTE DE CRISTO

Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el
Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. (Juan 16: 7).
"Espíritu de verdad" es el nombre que se da al Consolador. Su obra consiste en definir
y mantener la verdad. Primero habita en el corazón como el Espíritu de verdad; de este
modo, llega a ser el Consolador. En la verdad hay tranquilidad y paz, lo cual no se
puede hallar en el error. Satanás conquista el poder sobre la mente a través de falsas
teorías y tradiciones. El enemigo logra desfigurar el carácter e imponer la adopción de
falsas normas. Mediante las Escrituras el Espíritu Santo habla a la mente, e imprime la
verdad en el corazón. De este modo expone el error y lo expulsa del creyente. Por el
Espíritu de verdad, obrando por intermedio de la Palabra de Dios, Cristo une a los
suyos a sí mismo.
Al describir a sus discípulos la obra del Espíritu Santo, Jesús quiso inspirarlos para que
alcanzaran el mismo gozo y la alegría que llenaba su propio corazón. Se regocijó con la
ayuda abundante que había provisto para su iglesia. El Consolador era el más excelso
de los dones que podría solicitar al Padre con el propósito de exaltar a su pueblo. Fue
dado como el agente regenerador, y sin este don el sacrificio de Cristo hubiera sido en
vano. Por siglos el poder maligno se había fortalecido hasta el punto que era
asombrosa la sumisión del hombre a la cautividad satánica. El pecado puede ser
resistido y vencido únicamente por la intervención poderosa de la tercera persona de la
Deidad, que no vendría con una energía modificada, sino en la plenitud del poder
divino. El Espíritu es el que hace efectivo lo que logró el Redentor del mundo. Mediante
el Consolador el corazón se purifica. Gracias a su obra el creyente llega a ser
participante de la naturaleza divina. Cristo nos dio el divino poder de su Espíritu para
que podamos vencer las tendencias al mal, sean heredades o cultivadas, y para
imprimir en la iglesia su propio carácter.- Review and Herald, 19 de noviembre de 1908.

RECIBIREIS PODER
PRESONA, PRESENCIA Y OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
ELENA G. DE WHITE

Bendiciones!

lunes, 2 de noviembre de 2009

La Iglesia Adventista del Séptimo Día

La Iglesia Adventista del Séptimo Día es una denominación cristiana de evangélicos conservadores. La iglesia surgió a raíz de las expectativas escatológicas de mediados del siglo XIX (personificadas en el movimiento millerista), aunque no se organizó formalmente hasta 1863. Los milleristas habían fijado el regreso de Cristo para el 22 de octubre de 1844. Al no producirse, el movimiento cayó en la desorganización. Uno de los pequeños grupos adventistas adoptó el séptimo día como día de descanso, reinterpretó los acontecimientos de 1844 y se convirtió, en su debido momento, en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Los orígenes del adventismo, sin embargo, remontan a mucho antes: a la Reforma y a la iglesia neotestamentaria.

Los adventistas del Séptimo Día aceptan la Biblia como la palabra inspirada de Dios. En esencia, la Biblia es su único credo, aunque tienen una declaración de veintiocho creencias fundamentales, que está sujeta a revisión en cualquiera de las sesiones mundiales de la Conferencia General, cuando se recibe una nueva luz o se encuentra mejor lenguaje, con la orientación del Espíritu Santo. Estas creencias incluyen la Trinidad, el bautismo de creyentes, los dones espirituales, la muerte como estado inconsciente hasta la resurrección y la tierra nueva como el hogar de los redimidos después del milenio. Los adventistas del Séptimo Día son creacionistas y creen que el hombre y la mujer fueron hechos a imagen de Dios y representan la labor suprema de la semana de la Creación bíblica. Con la aparición del pecado, se puso en práctica el plan de salvación de Dios. A través de la vida de Cristo de perfecta obediencia a la voluntad divina, su sufrimiento, muerte y resurrección, Dios proporcionó el único medio de expiación del pecado humano, para que quienes por su fe aceptan el don de la salvación puedan gozar de la vida eterna. Desde el principio, los adventistas del Séptimo Día han abogado constantemente por la libertad religiosa para todos y se han puesto a la cabeza de su promoción internacional, incluso ante las Naciones Unidas.

La misión mundial y la evangelización son elementos esenciales del carácter distintivo de los adventistas del Séptimo Día. La iglesia está decidida a compartir las buenas nuevas de la justificación, la justicia por la fe, la salvación a través de Jesucristo y su inminente regreso. Por consiguiente, la Iglesia Adventista del Séptimo Día es probablemente la denominación protestante más extendida, pues trabaja en más de doscientos países. Aunque América del Norte fue su cuna, hoy en día menos del 8% de sus miembros reside allí, y hay un crecimiento considerable en diferentes lugares del mundo. Los adventistas desean vivir vidas de servicio a Dios y a la humanidad. Para ayudarlos a lograr este objetivo, la iglesia posee y opera muchas instituciones: más de 6.000 escuelas (desde jardines de infancia hasta universidades), 720 hospitales y centros de atención sanitaria, casas editoriales y fábricas de alimentos naturales. En las últimas décadas, se han creado centros de medios de comunicación (televisión y radio mundial vía satélite). Los adventistas creen en un estilo de vida saludable, que incluye una buena alimentación (muchos adventistas son vegetarianos) y la abstinencia de drogas nocivas, incluidos los productos alcohólicos y de tabaco. Los adventistas también promueven la salud pública. La iglesia opera la Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA), conocida internacionalmente por su trabajo en favor de las víctimas de desastres y sus proyectos de desarrollo en el tercer mundo.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día no se ve a sí misma como una federación de iglesias locales o nacionales, sino como una iglesia mundial. La forma de gobierno representativo es eficaz. El sistema de gobierno de la iglesia prevé cuatro niveles de organización clave: 1) la iglesia local, un órgano unido de creyentes individuales, 2) la Conferencia, un órgano unido de iglesias locales, 3) la Conferencia Unión, el órgano unido de varias conferencias (un territorio más amplio, que con frecuencia corresponde a una nación), y 4) la Conferencia General, el órgano mundial constituido por aproximadamente unas cien uniones. La Conferencia General opera a través de sus trece divisiones (oficinas sucursales).

Los adventistas del Séptimo Día "reconoce[n] aquellas agencias que exalt[a]n a Cristo ante los hombres como parte de su plan divino para la evangelización del mundo" (Política de trabajo de la Conferencia General, Nº 075). Entran en comunión con otros cristianos y practican la comunión abierta. Creen que, en cierto modo, son un movimiento profético con un mensaje del tiempo del fin que se centra en el "Evangelio eterno" para proclamar al mundo. Aunque los adventistas del Séptimo Día celebran las oportunidades de dialogar y llegar a un mejor entendimiento, no se han unido formalmente al movimiento ecuménico organizado haciéndose miembros de los consejos de iglesias. En muchas ocasiones, sin embargo, tienen estatus de observador, consultor o asesor. Los adventistas desean conservar y proteger su identidad única y dar vida a la misión evangelística y de servicio que Dios les ha encomendado.

La oficina de la Conferencia General está en Silver Spring, EUA. La Iglesia Adventista del Séptimo Día se compone de catorce millones de creyentes bautizados, que representan incluyendo a los niños, una comunidad de unos veinticinco millones de adventistas.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día no es miembro del Consejo Mundial de Iglesias.

Fuente: CMI

Salomón

1 Reyes 3

1 Reyes 3
Salomón se casa con la hija de Faraón

1 Salomón hizo parentesco con Faraón rey de Egipto, pues tomó la hija de Faraón, y la trajo a la ciudad de David, entre tanto que acababa de edificar su casa, y la casa de Jehová, y los muros de Jerusalén alrededor.
2 Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los lugares altos; porque no había casa edificada al nombre de Jehová hasta aquellos tiempos.

Salomón pide sabiduría
(2 Cr. 1.1-13) 3 Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.
4 E iba el rey a Gabaón, porque aquél era el lugar alto principal, y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar.
5 Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé.
6 Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú le has reservado esta tu gran misericordia, en que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día.
7 Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir.
8 Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.
9 Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?
10 Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.
11 Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio,
12 he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.
13 Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días.
14 Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.
15 Cuando Salomón despertó, vio que era sueño; y vino a Jerusalén, y se presentó delante del arca del pacto de Jehová, y sacrificó holocaustos y ofreció sacrificios de paz, e hizo también banquete a todos sus siervos.

Sabiduría y prosperidad de Salomón

16 En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres rameras, y se presentaron delante de él.
17 Y dijo una de ellas: !!Ah, señor mío! Yo y esta mujer morábamos en una misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa.
18 Aconteció al tercer día después de dar yo a luz, que ésta dio a luz también, y morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa.
19 Y una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él.
20 Y se levantó a medianoche y tomó a mi hijo de junto a mí, estando yo tu sierva durmiendo, y lo puso a su lado, y puso al lado mío su hijo muerto.
21 Y cuando yo me levanté de madrugada para dar el pecho a mi hijo, he aquí que estaba muerto; pero lo observé por la mañana, y vi que no era mi hijo, el que yo había dado a luz.
22 Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey.
23 El rey entonces dijo: Esta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto; y la otra dice: No, mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que vive.
24 Y dijo el rey: Traedme una espada. Y trajeron al rey una espada.
25 En seguida el rey dijo: Partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.
26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: !!Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo.
27 Entonces el rey respondió y dijo: Dad a aquélla el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre.
28 Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar.

se casa con la hija de Faraón 1 Salomón hizo parentesco con Faraón rey de Egipto, pues tomó la hija de Faraón, y la trajo a la ciudad de David, entre tanto que acababa de edificar su casa, y la casa de Jehová, y los muros de Jerusalén alrededor.
2 Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los lugares altos; porque no había casa edificada al nombre de Jehová hasta aquellos tiempos.

Salomón pide sabiduría
(2 Cr. 1.1-13) 3 Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.
4 E iba el rey a Gabaón, porque aquél era el lugar alto principal, y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar.
5 Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé.
6 Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú le has reservado esta tu gran misericordia, en que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día.
7 Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir.
8 Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.
9 Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?
10 Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.
11 Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio,
12 he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.
13 Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días.
14 Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.
15 Cuando Salomón despertó, vio que era sueño; y vino a Jerusalén, y se presentó delante del arca del pacto de Jehová, y sacrificó holocaustos y ofreció sacrificios de paz, e hizo también banquete a todos sus siervos.

Sabiduría y prosperidad de Salomón

16 En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres rameras, y se presentaron delante de él.
17 Y dijo una de ellas: !!Ah, señor mío! Yo y esta mujer morábamos en una misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa.
18 Aconteció al tercer día después de dar yo a luz, que ésta dio a luz también, y morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa.
19 Y una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él.
20 Y se levantó a medianoche y tomó a mi hijo de junto a mí, estando yo tu sierva durmiendo, y lo puso a su lado, y puso al lado mío su hijo muerto.
21 Y cuando yo me levanté de madrugada para dar el pecho a mi hijo, he aquí que estaba muerto; pero lo observé por la mañana, y vi que no era mi hijo, el que yo había dado a luz.
22 Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey.
23 El rey entonces dijo: Esta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto; y la otra dice: No, mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que vive.
24 Y dijo el rey: Traedme una espada. Y trajeron al rey una espada.
25 En seguida el rey dijo: Partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.
26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: !!Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo.
27 Entonces el rey respondió y dijo: Dad a aquélla el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre.
28 Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar.

Bendiciones!