viernes, 20 de noviembre de 2009

EL MENSAJE DEL TERCER ÁNGEL

PRIMEROS ESCRITOS
ELENA G. DE WHITE

Cuando cesó el ministerio de Jesús en el lugar santo y pasó él al santísimo para estar
de pie delante del arca que contenía la ley de Dios, envió otro poderoso ángel con un
tercer mensaje para el mundo. Un pergamino fue puesto en la mano del ángel, y
mientras descendía a la tierra con poder y majestad, proclamaba una terrible
amonestación, acompañada de las más tremendas amenazas que jamás se dirigieron
contra el hombre. Tenía por objeto aquel mensaje poner en guardia a los hijos de Dios
revelándoles la hora de tentación y angustia que los aguardaba. Dijo el ángel: "Tendrán
que combatir tesoneramente contra la bestia y su imagen. Su única esperanza de vida
eterna consiste en permanecer firmes. Aunque se vean en peligro de muerte, deben
sostener firmemente la verdad." El tercer ángel concluye así su mensaje: "Aquí está la
paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús."
Al repetir el ángel estas palabras, señalaba al santuario celestial. La atención de
cuantos aceptan este mensaje se dirige hacia el lugar santísimo, donde Jesús está de
pie delante del arca, realizando su intercesión final por todos aquellos para quienes hay
todavía misericordia, y por los que hayan violado ignorantemente la ley de Dios. Esta
expiación es hecha tanto para los justos muertos como para los justos vivos. Incluye a
todos los que murieron confiando en Cristo, aunque, por no haber recibido luz acerca
de los mandamientos de Dios, hubiesen pecado ignorantemente al transgredir sus
preceptos.
Después que Jesús abrió la puerta del lugar santísimo, vióse la luz del sábado, y el
pueblo de Dios fue probado, como antiguamente lo fueron los hijos de Israel, para ver
si quería guardar la ley de Dios. Vi que el tercer ángel señalaba 255 hacia lo alto,
indicando a los que habían sido chasqueados el camino al lugar santísimo del santuario
celestial. Los que por fe entraban al lugar santísimo, hallaban a Jesús, y resurgían en
ellos la esperanza y el júbilo. Vi que volvían los ojos hacia atrás, recapitulando el
pasado, desde la proclamación del segundo advenimiento de Jesús hasta la
experiencia sufrida al transcurrir la fecha de 1844. Vieron la explicación de su chasco, y
de nuevo los alentó una gozosa certidumbre. El tercer ángel había esclarecido el
pasado, el presente y el porvenir, y ellos sabían que en efecto Dios los había guiado
con su misteriosa providencia.
Se me mostró que el residuo siguió por la fe a Jesús en el lugar santísimo, y al
contemplar el arca y el propiciatorio, fue cautivado por su esplendor. Jesús levantó
entonces la tapa del arca, y he aquí que se vieron las tablas de piedra con los diez
mandamientos grabados en ellas. El residuo leyó aquellos vívidos oráculos, pero
retrocedió tembloroso al ver que el cuarto mandamiento estaba rodeado de una aureola
de gloria y brillaba en él una luz mucho más viva que en los otros nueve. Ningún indicio
encontró allí de que el descanso sabático se hubiese abolido o trasladado al primer día
de la semana. El mandamiento está escrito tal como lo dictó la voz de Dios en solemne
e imponente majestad sobre el monte, entre el fulgor de los relámpagos y el estampido
de los truenos. Era el mismo mandamiento que con su propio dedo escribió en las
tablas de piedra: "Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es
reposo para Jehová tu Dios." Los fieles se admiraron de la solicitud con que estaban
cuidados los diez mandamientos, puestos junto a Jehová, cubiertos y protegidos por su
santidad. Vieron que habían estado pisoteando el cuarto mandamiento del Decálogo,
observando un día transmitido por los paganos y papistas en vez del día santificado por
Jehová. Se humillaron ante Dios, y lamentaron sus pasadas transgresiones.
Vi humear el incienso en el incensario cuando Jesús ofrecía 256 a su Padre las
confesiones y oraciones de los fieles. Al subir el incienso, una luz refulgente
descansaba sobre Jesús y el propiciatorio; y los fervorosos y suplicantes miembros del
residuo, que estaban atribulados por haber descubierto que eran transgresores de la
ley, recibieron la bendición y sus semblantes brillaron de esperanza y júbilo. Se unieron
a la obra del tercer ángel y alzaron su voz para proclamar la solemne amonestación.
Aunque al principio eran pocos los que la recibían, los fieles continuaron proclamando
enérgicamente el mensaje. Vi entonces que muchos abrazaban el mensaje del tercer
ángel y unían su voz con la de quienes habían dado primeramente la amonestación, y
honraron a Dios guardando su día de reposo santificado.
Muchos de los que aceptaban el tercer mensaje no habían tenido experiencia en los
dos anteriores. Satanás comprendió esto, y fijó en ellos su ojo maligno para vencerlos;
pero el tercer ángel dirigía la atención de ellos hacia el lugar santísimo, y los que
habían tenido experiencia en los mensajes anteriores les indicaban el camino del
santuario celestial. Muchos percibieron el perfecto eslabonamiento de verdades en los
mensajes angélicos, y aceptándolos gozosamente uno tras otro, siguieron al Señor por
la fe en el santuario celeste. Estos mensajes me fueron representados como un áncora
para el pueblo de Dios. Quienes los comprendan y acepten quedarán libres de verse
arrastrados por los muchos engaños de Satanás.
Después del gran chasco de 1844, Satanás y sus ángeles estuvieron muy atareados
poniendo asechanzas para perturbar la fe del cuerpo de creyentes. Afectó la mente de
personas que habían tenido experiencia en los mensajes, y que aparentaban humildad.
Algunos señalaban como futuro el cumplimiento de los mensajes del primer ángel y del
segundo, mientras que otros lo asignaban a un tiempo lejano en el pasado, y
declaraban que ya habían sido cumplidos. Estos adquirieron influencia sobre la mente
de los inexpertos 257 y perturbaron su fe. Algunos escudriñaban la Biblia para
fortalecer su fe en forma independiente del cuerpo de creyentes. Satanás se regocijaba
de todo esto porque sabía que a aquellos que se separasen del ancla podría afectarlos
mediante diferentes errores y conseguir que diversos vientos de doctrina los llevasen
de un lugar a otro. Muchos de los que habían dirigido la proclamación del primer
mensaje y del segundo los negaban ahora, y en todo el cuerpo había división y
confusión,
Mi atención fue entonces dirigida a Guillermo Miller. Parecía perplejo y postrado por la
ansiedad y la angustia que sentía por su pueblo. La agrupación que había estado unida
y llena de amor en 1844 estaba perdiendo su afecto, oponiéndose sus miembros unos
a otros, y cayendo en una condición de frialdad y apostasía. Cuando él veía esto, el
pesar roía sus fuerzas. Vi que ciertos dirigentes le vigilaban, temerosos de que
recibiese el mensaje del tercer ángel y los mandamientos de Dios. Y cuando él se
inclinaba hacia la luz del cielo, esos hombres maquinaban algún plan para desviar su
atención. Una influencia humana era ejercida para mantenerlo en las tinieblas y
conservar su influencia entre los que se oponían a la verdad. Por último, Guillermo
Miller levantó la voz contra la luz del cielo. Fracasó al no recibir el mensaje que habría
explicado más plenamente su chasco, arrojado luz y gloria sobre el pasado, reavivado
sus energías agotadas, despertado su esperanza y le había inducido a glorificar a Dios.
Se apoyó en la sabiduría humana en vez de la divina, pero como estaba quebrantado
por la edad y sus arduas labores en la causa del Maestro, no fue tan responsable como
los que le mantuvieron separado de la verdad. Ellos son los responsables; el pecado
recae sobre ellos.
Si Guillermo Miller hubiese podido ver la luz del tercer mensaje, habrían quedado
explicadas para él muchas cosas que le parecieron obscuras y misteriosas. Pero sus
hermanos le profesaron tanto interés y un amor tan profundo, que a 258 él le pareció
que no podía apartarse de ellos. Su corazón se inclinaba hacia la verdad, y luego
miraba a sus hermanos; y estos se oponían a ella. ¿Podía separarse de aquellos que
habían estado a su lado mientras proclamaba la venida de Jesús? Consideró que de
ninguna manera querrían ellos extraviarle.
Dios permitió que cayese bajo el poder de Satanás, o sea el dominio de la muerte, y lo
ocultó en la tumba para resguardarle de aquellos que procuraban constantemente
apartarle de la verdad. Moisés erró cuando estaba por entrar en la tierra prometida. Así
también, vi que Guillermo Miller erró cuando estaba por entrar en la Canaán celestial, al
permitir que su influencia se opusiese a la verdad. Otros le indujeron a esto; otros
tendrán que dar cuenta de ello. Pero los ángeles veían sobre el precioso polvo de este
siervo de Dios, y resucitará cuando sea tocada la última trompeta.

`` Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, 10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero``

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