sábado, 28 de noviembre de 2009

UNA VERDAD ESTABLECIDA POR EL TESTIMONIO DEL ESPÍRITU SANTO

Las visiones que recibió Elena G. de White, aunque no se adelantaron al estudio de la Biblia, confirmaron la solidez de la posición de que un importante aspecto del ministerio de Cristo en el santuario celestial había comenzado el 22 de octubre de 1844. Gradualmente la amplitud y la profundidad del tema fueron evidentes para los creyentes adventistas. En años posteriores, al rememorar aquella experiencia, ella recalcó los estudios que habían realizado y las evidencias manifiestas de la mano guiadora de Dios:
"Muchos de nuestros hermanos no comprenden cuán firmemente han sido establecidos los fundamentos de nuestra fe. Mi esposo, el pastor José Bates, el padre Pierce Aquí se hace referencia a antiguos hermanos que fueron pioneros. "El padre Pierce" era Esteban Pierce, que sirvió en la obra pastoral y administrativa en los primeros tiempos., el 11 pastor Hiram Edson y otros que eran perspicaces, nobles y leales, se contaban entre los que, después de pasar la fecha de 1844, escudriñaron las Escrituras en procura de la verdad como quien busca un tesoro escondido. Me reunía con ellos, y estudiábamos y orábamos fervientemente. Con frecuencia permanecíamos juntos hasta tarde en la noche, y a veces pasábamos toda la noche orando en procura de luz y estudiando la Palabra. Vez tras vez esos hermanos se reunían para estudiar la Biblia a fin de conocer su significado y estar preparados para enseñarla con poder. Cuando llegaban al punto en su estudio donde decían: 'No podemos hacer nada más', el Espíritu del Señor descendía sobre mí y era arrebatada en visión y se me daba una clara explicación de los pasajes que habíamos estado estudiando, con instrucciones en cuanto a cómo debíamos trabajar y enseñar con eficacia. Esa luz nos ayudaba a entender los textos acerca de Cristo, su misión y su sacerdocio. Me fue aclarada una secuencia de verdades que se extendía desde ese momento hasta cuando entremos en la ciudad de Dios, y yo comuniqué a los demás las instrucciones que el Señor me había dado.

"Durante todo ese tiempo no podía entender el razonamiento de los hermanos. Mi mente estaba cerrada, por así decirlo, y no podía comprender el significado de los textos que estábamos estudiando. Este fue uno de los mayores dolores de mi vida. Quedaba en esa condición mental hasta que se aclaraban en nuestras mentes todos los principales puntos de nuestra fe, en armonía con la Palabra de Dios. Los hermanos sabían que cuando yo no estaba en visión no podía entender esos asuntos, y aceptaban como luz enviada del cielo las revelaciones dadas" (Mensajes Selectos, tomo 1, págs. 241, 242).

La comprensión de que Cristo había entrado en el lugar santísimo del santuario celestial para comenzar la etapa final de su ministerio en nuestro favor, simbolizado por el ritual del santuario puesto en práctica por el antiguo Israel, suscitó solemnes sentimientos en los corazones de nuestros pioneros adventistas. Las verdades eran tan claras, tan grandiosas, tan 12 vitales, que les costaba creer que sobre ellos descansaba la responsabilidad de impartir esta luz a otros. Elena G. de White escribió acerca de la certeza de su posición:

"Hemos de afirmarnos en la fe, en la luz de la verdad que nos fue dada en nuestra primera experiencia. En aquel tiempo se nos presentaba un error tras otro; pastores y maestros introducían nuevas doctrinas. Solíamos escudriñar las Escrituras y con mucha oración, y el Espíritu Santo revelaba la verdad a nuestra mente. A veces dedicábamos noches enteras a escudriñar las Escrituras y a solicitar fervorosamente la dirección de Dios. Hombres y mujeres piadosos se reunían con este propósito. El poder de Dios descendía sobre mí, y yo recibía capacidad para definir claramente lo que es verdad y lo que es error.
"Al ser así delineados los puntos de nuestra fe, nuestros pies se asentaron sobre un fundamento sólido. Aceptamos la verdad punto por punto, bajo la demostración del Espíritu Santo. Yo solía quedar arrobada en visión, y se me daban explicaciones. Se me dieron ilustraciones de las cosas celestiales, y del santuario, de manera que fuimos ubicados donde la luz resplandecía sobre nosotros con rayos claros y definidos.

"Sé que la cuestión del santuario, tal cual la hemos sostenido durante tantos años, se basa en la justicia y la verdad" (Obreros Evangélicos, págs. 317, 318).

Los pioneros del movimiento advirtieron que la verdad del santuario era fundamental en relación con toda la estructura de la doctrina adventista. Jaime White, en 1850, reimprimió los fragmentos esenciales de la primera presentación que hizo del tema O. R. L. Crosier y comentó:

"El tema del santuario debiera ser cuidadosamente examinado, puesto que en él descansa el fundamento de nuestra fe y nuestra esperanza" (The Advent Review, número especial combinado).

CRISTO EN SU SANTUARIO

``Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.``

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