martes, 3 de noviembre de 2009

EL REPRESENTANTE DE CRISTO

Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el
Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. (Juan 16: 7).
"Espíritu de verdad" es el nombre que se da al Consolador. Su obra consiste en definir
y mantener la verdad. Primero habita en el corazón como el Espíritu de verdad; de este
modo, llega a ser el Consolador. En la verdad hay tranquilidad y paz, lo cual no se
puede hallar en el error. Satanás conquista el poder sobre la mente a través de falsas
teorías y tradiciones. El enemigo logra desfigurar el carácter e imponer la adopción de
falsas normas. Mediante las Escrituras el Espíritu Santo habla a la mente, e imprime la
verdad en el corazón. De este modo expone el error y lo expulsa del creyente. Por el
Espíritu de verdad, obrando por intermedio de la Palabra de Dios, Cristo une a los
suyos a sí mismo.
Al describir a sus discípulos la obra del Espíritu Santo, Jesús quiso inspirarlos para que
alcanzaran el mismo gozo y la alegría que llenaba su propio corazón. Se regocijó con la
ayuda abundante que había provisto para su iglesia. El Consolador era el más excelso
de los dones que podría solicitar al Padre con el propósito de exaltar a su pueblo. Fue
dado como el agente regenerador, y sin este don el sacrificio de Cristo hubiera sido en
vano. Por siglos el poder maligno se había fortalecido hasta el punto que era
asombrosa la sumisión del hombre a la cautividad satánica. El pecado puede ser
resistido y vencido únicamente por la intervención poderosa de la tercera persona de la
Deidad, que no vendría con una energía modificada, sino en la plenitud del poder
divino. El Espíritu es el que hace efectivo lo que logró el Redentor del mundo. Mediante
el Consolador el corazón se purifica. Gracias a su obra el creyente llega a ser
participante de la naturaleza divina. Cristo nos dio el divino poder de su Espíritu para
que podamos vencer las tendencias al mal, sean heredades o cultivadas, y para
imprimir en la iglesia su propio carácter.- Review and Herald, 19 de noviembre de 1908.

RECIBIREIS PODER
PRESONA, PRESENCIA Y OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
ELENA G. DE WHITE

Bendiciones!

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