jueves, 23 de julio de 2009

PARA MEDITAR

Daniel 7:
9 Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos,(A) y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia;(B) su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente.


Tanto la profecía de Daniel 8:14: "Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el
Santuario," como el mensaje del primer ángel: "¡Temed a Dios y dadle gloria; porque ha llegado la hora de
su juicio!" señalaban al ministerio de Cristo en el lugar santísimo, al juicio investigador, y no a la venida de
Cristo para la redención de su 477 pueblo y la destrucción de los impíos. El error no estaba en el cómputo
de los períodos proféticos, sino en el acontecimiento que debía verificarse al fin de los 2.300 días. Debido a
este error los creyentes habían sufrido un desengaño; sin embargo se había realizado todo lo predicho por
la profecía, y todo lo que alguna garantía bíblica permitía esperar. En el momento mismo en que estaban
lamentando la defraudación de sus esperanzas, se había realizado el acontecimiento que estaba predicho
por el mensaje, y que debía cumplirse antes de que el Señor pudiese aparecer para recompensar a sus
siervos.
Cristo había venido, no a la tierra, como ellos lo esperaban, sino, como estaba simbolizado en el símbolo,
al lugar santísimo del templo de Dios en el cielo. El profeta Daniel le representa como viniendo en ese
tiempo al Anciano de días: "Estaba mirando en visiones de la noche, y he aquí que sobre las nubes del ciclo
venía Uno parecido a un hijo de hombre; y vino" -no a la tierra, sino- "al Anciano de días, y le trajeron
delante de él." (Daniel 7: 13, V.M.)
Esta venida está predicha también por el profeta Malaquías: "Repentinamente vendrá a su Templo el Señor
a quien buscáis: es decir, el Ángel del Pacto, en quien os deleitéis; he aquí que vendrá, dice Jehová de los
Ejércitos." (Malaquías 3: 1, V.M.) La venida del Señor a su templo fue repentina, de modo inesperado,
para su pueblo. Este no le esperaba allí.

BENDICIONES

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