Y santificad mis sábados, y sean por sena entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios. (Eze. 20: 20)
¿Cómo distinguiremos a los verdaderos siervos de Dios de los falsos profetas que Cristo dijo que surgirían para engañar a muchos? Hay una sola prueba del carácter: la ley de Jehová.
Los israelitas colocaron sobre sus puertas una señal de sangre para mostrar que eran propiedad de Dios. Así también los hijos de Dios de esta época deberán llevar la señal que Dios ha provisto. Estarán en armonía con la ley de Dios. Sobre cada uno de los hijos de Dios se coloca una señal tan ciertamente como se colocó una señal en las puertas de las moradas hebreas para preservar de la ruina a sus miembros. Dios declara: "Y les di también mis sábados, para que fuesen por señal entre mí y ellos" (Eze. 20: 12). No necesitamos ser engañados....
El gran conflicto que ahora se riñe no es meramente una contienda de hombre contra hombre. De un lado se halla el Príncipe de la vida, actuando como el sustituto y garantía del hombre; del otro, el príncipe de las tinieblas, con los ángeles caídos bajo sus órdenes...
Habrá un serio conflicto entre los que son leales a Dios y los que se burlan de su ley. La iglesia ha unido sus manos con las del mundo. La reverencia hacia la ley de Dios ha sido trastornada. Los dirigentes religiosos están enseñando como doctrina los mandamientos de los hombres. Como era en los días de Noé, así es en esta época. Pero la difusión de la deslealtad y la transgresión, ¿hará que los que respetan la ley de Dios la respeten menos y se unan con los poderes mundanos que procuran invalidarla? Los que son verdaderamente leales no serán arrastrados por la corriente del mal. No arrojarán burla y desprecio sobre lo que Dios ha apartado como santo. Cada uno es sometido a prueba. Hay solamente dos lados. ¿En cuál de ellos estáis vosotros? (Review and Herald. 6-2-1900).Elena G. de White. A fin de conocerle.
Dios les bendiga
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