Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, y con labios de júbilo te alabará mi boca. (Sal. 63: 5).
Hay sustancia y gordura para todos los que buscan la verdad como el minero busca el oro. ¿A quién instruirá Dios? Isaías nos dice: "Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados" (Isa. 57: 15). Estos son los que ven el mal de sus caracteres inconversos, y se arrepienten, afligiéndose por la vida que ha representado tan pobremente a Cristo...
Reunid los preciosos rayos de luz que brillan a vuestro alrededor, y enfocadlos en un solo haz sobre la Palabra, y descubriréis clara y distintamente verdades que habían permanecido ocultas para el lector casual. En todo el campo de la revelación, hay esparcidos granos de oro: los dichos de la sabiduría de Dios. Si sois sabios, reuniréis estos preciosos granos de verdad. Apropiaos de las promesas de Dios. Entonces, cuando vengan las pruebas, esas promesas serán alegres fuentes de consolación celestial. Cuando estudiéis la Palabra, será para vosotros un manantial de sabiduría. Así coméis la carne y bebéis la sangre del Hijo de Dios.
Pedid a Dios que os revele mediante su Espíritu Santo la luz y la verdad, para que podáis comprender lo que leéis en su Palabra. Cuando Cristo, después de la resurrección, fue con los discípulos a Emaús, abrió su entendimiento para que comprendieran las Escrituras. El mismo Maestro divino esclarecerá nuestro entendimiento si mantenemos abiertas las ventanas del corazón hacia el cielo y cerradas para la tierra (Carta 25, 1903).
Elena G. de White. A fin de conocerle.
Dios les bendiga
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