lunes, 21 de diciembre de 2009

La Unión del Mundo y de la Iglesia

Apocalipsis 3:
15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente!
16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

Entonces Satanás consultó con sus ángeles para considerar lo que habían ganado. Era cierto que habían logrado que algunas almas tímidas, por temor a la muerte, no abrazaran la verdad, pero muchos, aun de los más tímidos, recibieron la verdad e inmediatamente sus temores y timidez se desvanecieron. Al presenciar la muerte de sus hermanos y ver su firmeza y paciencia, comprendieron que Dios y los ángeles les ayudarían a soportar tantos sufrimientos; perdieron el temor y se volvieron valerosos y resueltos. Y cuando se les llamó a dar sus propias vidas mantuvieron su fe con tal paciencia y firmeza que hicieron temblar a sus homicidas. Satanás y sus ángeles vieron que había una manera más exitosa de destruir almas y que al final daría resultados más seguros. Vieron que a pesar de que habían ocasionado sufrimientos a los cristianos, su firmeza y la brillante esperanza que los animaba fortalecían al más débil y los habilitaban para sufrir la tortura y las llamas sin acobardarse. Imitaban el noble proceder de Cristo ante sus verdugos, y muchos fueron convencidos de la verdad por el testimonio de su constancia y de la gloria de Dios que los rodeaba. Satanás decidió que debía acercarse en una forma más suave. Había corrompido las doctrinas de la Biblia; y las tradiciones que arruinarían a millones estaban arraigándose profundamente. Refrenando su odio decidió no urgir a sus vasallos a una persecución tan amarga, sino que dirigieran a la iglesia a contender sobre varias tradiciones y no por la fe que una vez fue dada a los santos. Al inducir a la iglesia a recibir favores y honores del mundo bajo la falsa pretensión de que serían beneficiados, ésta comenzó a perder el favor de Dios. Gradualmente perdió su poder, al rehuir declarar las auténticas verdades que eliminaban a los amadores del placer y a los amigos del mundo. La iglesia ya no es el pueblo separado y peculiar que era cuando los fuegos de la persecución estaban encendidos en contra de ella. ¿Cómo se opaca el oro? ¿Cómo se transforma el oro más fino? Vi que si la iglesia siempre hubiera retenido su carácter santo y peculiar, el poder del Espíritu Santo, que fue impartido a los discípulos estaría con ella. Los enfermos serían sanados, los demonios serían reprendidos y sacados, y sería poderosa y un terror para sus enemigos. Vi que una compañía muy numerosa profesaba el nombre de Cristo pero que Dios no los reconocía como suyos. Él no se complacía en ellos. Satanás parecía asumir un carácter religioso, y estaba muy deseoso de que el pueblo pensara que eran cristianos. Estaba muy dispuesto a que creyeran en Jesús, en su crucifixión, y en su resurrección. Satanás y sus ángeles plenamente creen todo eso ellos mismos, y tiemblan. Pero si esa fe no produce buenas obras y conduce a los que la profesan a imitar la vida abnegada de Cristo, no se siente perturbado; porque ellos solamente asumen el nombre de cristianos, mientras que sus corazones son todavía carnales; él los puede usar en su servicio mucho mejor que si no hubieran hecho ninguna profesión de fe. Bajo el nombre de cristianos ocultan su deformidad. Pasan por la vida con su naturaleza no santificada y sus malas pasiones no refrenadas. Esto da ocasión a que el incrédulo le eche en cara a JesuCristo las imperfecciones de ellos, trayendo oprobio, y haciendo que los que poseen una religión pura y sin mancha sean desacreditados. Los ministros predican cosas halagüeñas que satisfacen a los profesos cristianos carnales. Esto es justamente lo que Satanás quiere. No se atreven a predicar a Jesús y las verdades penetrantes de la Biblia, porque si lo hicieran esos profesos cristianos carnales no las escucharían. Muchos son ricos, y deben ser retenidos en la iglesia, a pesar de que no están más capacitados para estar ahí que Satanás y sus ángeles. Se hace aparecer la religión de Jesús como popular y honorable a los ojos del mundo. Se dice a la gente que los que profesan una religión serán más honrados por el mundo. Esas enseñanzas difieren grandemente de las de Cristo. Su doctrina y el mundo no podían convivir en paz. Aquellos que lo seguían tenían que renunciar al mundo. Esas cosas halagüeñas se originaron con Satanás y sus ángeles. Ellos idearon el plan, y los cristianos nominales lo han ejecutado. Hipócritas y pecadores se unen a la iglesia. Se enseñan fábulas halagüeñas y éstas son recibidas fácilmente. Pero si la verdad fuera predicada en su pureza, pronto los hipócritas y pecadores serían eliminados. Pero no hay diferencia entre los profesos seguidores de Cristo y el mundo. Vi que si la falsa cubierta fuese arrancada de los miembros de las iglesias, se revelaría una iniquidad, una vileza y una corrupción tales, que el más tibio hijo de Dios no vacilaría en llamarlos por su verdadero nombre: 'hijos de su Padre, el diablo'; porque realizan sus obras. Jesús y toda la hueste angélica miraban la escena con disgusto; sin embargo, Dios tenía un mensaje para la iglesia que era sagrado e importante. Si éste era recibido, habría una completa reforma en ella, reviviría el testimonio viviente que expulsaría a los hipócritas y pecadores, y restauraría a la iglesia nuevamente al favor de Dios.


La Gran Controversia
Entre
Cristo y sus Ángeles,
Y
Satanás y sus Ángeles
Por Elena G. de White

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