Hebreos 9
23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.
24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;
25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.
La ley ceremonial fue dada por Cristo. Aun después de ser abolida, Pablo la
presentó a los judíos en su verdadero marco y valor, mostrando el lugar que
ocupaba en el plan de la redención, así cómo su relación con la obra de Cristo; y
el gran apóstol declara que esta ley es gloriosa, digna de su divino Originador. El
solemne servicio del santuario representaba las grandes verdades que habían de
ser reveladas a través de las siguientes generaciones. La nube de incienso que
ascendía con las oraciones de Israel representaba su justicia, que es lo único que
puede hacer aceptable ante Dios la oración del pecador;, la víctima sangrante en
el altar del sacrificio daba testimonio del Redentor que había de venir; y el lugar
santísimo irradiaba la señal visible de la presencia divina. Así, a través de siglos y
siglos de tinieblas y apostasía, la fe se mantuvo viva en los corazones humanos
hasta que llegó el tiempo del advenimiento del Mesías prometido.
Jesús era ya la luz de su pueblo, la luz del mundo, antes de venir a la tierra en
forma humana. El primer rayo de luz que penetró la lobreguez en que el pecado
había envuelto al mundo, provino de Cristo. Y de él ha emanado todo rayo de
resplandor celestial que ha caído sobre los habitantes de la tierra. En el plan de la
redención, Cristo es el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo.
Desde que el Salvador derramó su sangre para la remisión 384 de los pecados, y
ascendió al cielo "para presentarse ahora por nosotros en la presencia de Dios"
(Heb. 9: 24), raudales de luz han brotado de la cruz del Calvario y de los lugares
santos del santuario celestial. Pero porque se nos haya otorgado una luz más
clara no debiéramos menospreciar la que en tiempos anteriores fue recibida
mediante símbolos que revelaban al Salvador futuro. El Evangelio de Cristo arroja
luz sobre la economía judía y da significado a la ley ceremonial. A medida que se
revelan nuevas verdades, y se aclara aún más lo que se sabía desde el principio,
se hacen más manifiestos el carácter y los propósitos de Dios en su trato con su
pueblo escogido. Todo rayo de luz adicional que recibimos nos hace comprender
mejor el plan de redención, cumplimiento de la voluntad divina en favor de la
salvación del hombre. Vemos nueva belleza y fuerza en la Palabra inspirada, y la
estudiamos con interés más profundo y concentrado.
HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS
ELENA G. DE WHITE
BENDICIONES!
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