Fuí llevada a la época cuando Jesús iba a tomar sobre si la naturaleza humana, a humillarse como hombre, y a sufrir las tentaciones de Satanás. Su nacimiento no tuvo grandeza mundanal. Nació en un establo y su cuna fue un pesebre; no obstante, su nacimiento fue honrado más que el de cualquiera de los hijos de los hombres. Ángeles del cielo informaron a los pastores acerca del advenimiento de Jesús, y la luz y la gloria de Dios acompañaron su testimonio. Las huestes celestiales tocaron sus arpas y glorificaron a Dios. Triunfalmente, anunciaron el advenimiento del Hijo de Dios a un mundo caído para llevar a cabo la obra de la redención, y por su muerte, traer paz, felicidad, y vida eterna al hombre. Dios honró el advenimiento de su Hijo. Los ángeles lo adoraron. Los ángeles de Dios acudieron al lugar de su bautismo, y el Espíritu Santo descendió en forma de paloma, reposando sobre él y mientras la gente permanecía asombrada, con los ojos fijos sobre él, se oyó la voz del Padre, procedente del cielo, que decía: Tu eres mi Hijo amado, en ti me complazco. Juan no estaba seguro de que fuera el Salvador el que había venido a ser bautizado por él en el Jordán. Pero Dios había prometido darle una señal por la cual él supiera reconocer al Cordero de Dios. Esa señal fue dada cuando la paloma celestial reposó sobre Jesús y la gloria de Dios resplandeció a su alrededor. Juan alzó la mano y señalando al Señor clamó con fuerte voz: "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Juan informó a sus discípulos que Jesús era el Mesías prometido, el Salvador del mundo. Cuando su obra estaba por terminar, les enseñó a dirigir su mirada hacia él y a seguirlo como el gran Maestro. La vida de Juan estuvo llena de pesar y abnegación. Él anunció el primer advenimiento de Cristo, pero no se le permitió ser testigo de sus milagros y disfrutar del poder que manifestaba. Cuando Jesús comenzó a presentarse como Maestro, Juan se dio cuenta de que él debía morir. Rara vez se oía su voz, salvo en el desierto. Su vida fue solitaria. No se aferró a la familia de su padre para disfrutar de su compañía, sino que los dejó para cumplir su misión. Multitudes abandonaban las atareadas ciudades y aldeas y se reunían en el desierto para oír las palabras de ese maravilloso profeta. Juan aplicó la segur a la raíz del árbol. Reprobó el pecado, sin tomar en cuenta las consecuencias, y preparó el camino para el Cordero de Dios. Herodes se sintió impresionado al escuchar los poderosos y directos testimonios de Juan. Con profundo interés preguntó qué debía hacer para ser su discípulo. Juan estaba al tanto del hecho de que él quería casarse con la mujer de su hermano, mientras éste todavía vivía, y fielmente le dijo que eso no era correcto. Herodes no estaba dispuesto a hacer ningún sacrificio. Se casó con la mujer de su hermano y por la influencia de ésta prendió a Juan y lo puso en la cárcel. Pero Herodes tenía la intención de soltarlo más adelante. Mientras estaba confinado, Juan se enteró por medio de sus discípulos de las poderosas obras de Jesús. No podía escuchar sus palabras llenas de gracia, pero los discípulos le informaron y lo consolaron con lo que habían oído. Pronto Juan fue decapitado a través de la influencia de la esposa de Herodes. Vi que los más humildes discípulos que siguieron a Jesús, fueron testigos de sus milagros y escucharon las consoladoras palabras que brotaron de sus labios, eran mayores que Juan el Bautista, es decir, fueron más exaltados y honrados y recibieron la mayor satisfacción de sus vidas. Juan vino con el espíritu y el poder de Elias para proclamar el primer advenimiento de Jesús. Se me señalaron los últimos días, y vi que Juan representa a los que saldrán con el espíritu y el poder de Elias para anunciar el día de la ira y la segunda venida de Jesús. Después del bautismo de Jesús en el Jordán, él fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. El Espíritu Santo lo preparó para la experiencia especial de esas fieras tentaciones. Cuarenta días fue tentado por Satanás y no comió nada. Todo lo que había a su alrededor era desagradable, de lo cual la naturaleza humana siempre tiene la tendencia a querer alejarse. Estaba rodeado de bestias feroces y por el diablo, en un lugar desolado y solitario. El Hijo de Dios estaba pálido y exhausto por causa del ayuno y del sufrimiento. Pero su camino estaba trazado, y debía cumplir la tarea que había venido a cumplir. Satanás se aprovechó de los sufrimientos del Hijo de Dios y se preparó para asediarlo con diversas tentaciones, con la esperanza de vencerlo ya que se había humillado y se había hecho hombre. El enemigo apareció con esta tentación: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Tentó a Jesús a que condescendiera en darle prueba de que era el Mesías, ejerciendo su poder divino. Jesús le contestó con mansedumbre; Escrito está: no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios. Satanás trató de disputar con Jesús con respecto a su condición de Hijo de Dios. Hizo alusión a su condición débil y sufriente, y aseveró con jactancia que era más fuerte que Cristo. Pero las palabras procedentes del cielo: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco, eran suficientes para sostener a Jesús a través de todos sus sufrimientos. Vi que en toda su misión, Cristo no tenía que convencer a Satanás de su poder y del hecho de que él era el Salvador del mundo. Satanás tenía suficiente evidencia de su exaltada posición y autoridad. Su obstinada actitud a no ceder a la autoridad de Jesús le había cerrado las puertas del cielo. Para manifestar su fortaleza, Satanás llevó a Jesús a Jerusalem y lo ubicó sobre uno de los pináculos del templo, y lo tentó de nuevo a que diera evidencia de que si era el Hijo de Dios se arrojara desde esa altura vertiginosa. El adversario pronunció estas palabras de la inspiración: Porque escrito está, que a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden, y en las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le respondió diciendo: Escrito está: No tentarás al Señor tu Dios. Satanás deseaba hacer que Jesús presumiera acerca de la misericordia de su Padre, y arriesgara su vida antes de cumplir su misión. Él había deseado que el plan de salvación fracasara; pero vi que éste tenía fundamentos muy profundos para que Satanás lo destruyera o malograra. Vi que Cristo es el ejemplo para todos los cristianos cuando son tentados o sus derechos son disputados. Deben soportar todo con paciencia. No deben creer que tienen derecho a invocar al Señor para que manifieste su poder con el fin de que ellos obtengan una victoria sobre sus enemigos, a menos que de esa manera, Dios sea directamente honrado y glorificado por ello. Vi que si Jesús se hubiera lanzado del pináculo del templo, no habría glorificado a su Padre; porque nadie hubiera sido testigo de ese acto sino solamente Satanás y los ángeles de Dios. Y habría sido tentar a Dios el manifestar su poder frente a su más acerbo enemigo. Habría significado ceder ante aquel a quien había venido a vencer. Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad y la gloria de ellos: porque a mí ha sido entregada, y a quien quiero se la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús le dijo: Vete de mí Satanás, porque escrito está al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás. Aquí Satanás le mostró a Jesús los reinos de este mundo. Fueron presentados en su aspecto más atractivo. Se los ofreció a Jesús si él lo adoraba. Le dijo a Jesús que él renunciaría a sus asertos de poseer la tierra. Satanás sabía que su poder era limitado y que finalmente le sería quitado si el plan de salvación era llevado a cabo. Sabía que si Jesús moría para redimir al hombre, su poder terminaría después de un tiempo, y él sería destruido. Por lo tanto, era su plan bien estudiado impedir, en lo posible, el cumplimiento de esa gran obra que había sido comenzada por el Hijo de Dios. Si el plan para redimir al hombre fracasara, Satanás podría conservar el reino que en aquel entonces reclamaba, y se lisonjeaba pensando que si lograba tener buen éxito, reinaría en oposición al Dios del cielo. Satanás se regocijó cuando Jesús puso a un lado su poder y gloria y dejó el cielo. Creyó que el Hijo de Dios quedaba entonces bajo su poder. Su tentación venció tan fácilmente a la santa pareja en el Edén, que él esperaba que con su astucia satánica y poder, derribaría aun al Hijo de Dios, y de esa manera salvaría su vida y su reino. Si podía tentar a Jesús a apartarse de la voluntad de su Padre, entonces lograría su propósito. Pero el Señor enfrentó a Satanás reprendiéndole. Sólo se inclinaría ante su Padre. La hora vendría cuando Jesús redimiría la posesión de Satanás con su propia vida, y, después de un tiempo, todos en el cielo y en la tierra se someterían a él. Satanás reclamó que los reinos de la tierra eran suyos, y le insinuó a Jesús que todos sus sufrimientos podían ser evitados. Él no tenía que morir para obtener los reinos de este mundo. Sino que podía tener todas las posesiones de la tierra, y la gloria de reinar sobre ellos para siempre, si tan sólo le adoraba a él. Jesús permaneció firme. Escogió una vida de sufrimiento, y su terrible muerte, como el camino señalado por su Padre para que pudiera llegar a ser heredero legítimo de los reinos de la tierra que le serían entregados en sus manos como posesión eterna. También Satanás le será entregado para ser destruido por la muerte, para que nunca más pueda molestar a Jesús y a los santos en gloria
La Gran Controversia
Elena G. de White
Bendiciones!
jueves, 31 de diciembre de 2009
miércoles, 30 de diciembre de 2009
El Plan de Salvación
``Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.``
El cielo se llenó de pesar cuando se dieron cuenta de que el hombre estaba perdido, y de que el mundo creado por Dios se llenaría de mortales condenados a la miseria, la enfermedad y la muerte, y no había vía de escape para el ofensor. Toda la familia de Adán debía morir. Contemplé al amante Jesús, y vi una expresión de simpatía y dolor en su rostro. Pronto lo vi acercarse a la deslumbrante luz que envolvía al Padre. Dijo mi ángel acompañante: Está en íntima comunión con su Padre. La ansiedad de los ángeles parecía ser muy intensa mientras Jesús estaba en comunión con su Padre. Tres veces lo encerró el glorioso resplandor que rodea al Padre y la tercera vez, cuando él salió, su persona se pudo ver. Su rostro estaba calmado, libre de perplejidad y duda, y resplandecía con bondad y con una amabilidad que las palabras no pueden describir. Entonces informó a la hueste angélica que se había encontrado una vía de escape para el hombre perdido. Les dijo que había intercedido con su Padre y que había ofrecido su vida en rescate, para que la sentencia de muerte cayera sobre él, de modo que por los méritos de su sangre, y como resultado de su obediencia a la ley de Dios, ellos pudieran tener el favor divino, volver al hermoso huerto y comer del fruto del árbol de la vida. Al principio, los ángeles no pudieron regocijarse, porque su Comandante no les ocultó nada, sino que abrió ante ellos explícitamente el plan de salvación. Jesús les dijo que él se ubicaría entre la ira de su Padre y el hombre culpable, que llevaría sobre sí la iniquidad y el escarnio, que pocos lo recibirían como el Hijo de Dios. Casi todos lo aborrecerían y rechazarían. Dejaría toda su gloria en el cielo apareciendo sobre la tierra como hombre, se identificaría, mediante su propia experiencia, con las diversas tentaciones con las que un hombre es asediado, para saber cómo socorrer a aquellos que fueran tentados; y que finalmente, después de cumplir su misión como maestro, él sería entregado en las manos de los hombres y soportaría toda la crueldad y el sufrimiento que Satanás y sus ángeles pudieran inspirar a los impíos a infligir; que debía morir la más cruel de las muertes, colgado entre el cielo y la tierra como un pecador culpable; que sufriría terribles horas de angustia, que ni los mismos ángeles podrían mirar, pues ocultarían sus rostros para no verla. No sería sólo agonía corporal, sino que sufriría una agonía mental con la cual no se podía comparar ningún sufrimiento físico. El peso de los pecados de toda la humanidad caería sobre él. Les dijo que moriría y resucitaría de nuevo el tercer día, y que ascendería a su Padre para interceder por el hombre culpable y extraviado. Los ángeles se postraron ante él. Ofrecieron sus vidas. Jesús les dijo que por su muerte él salvaría a muchos, que la vida de un ángel no podía pagar la deuda. Sólo su vida podía ser aceptada por su Padre como recompensa en favor del hombre. Jesús también les dijo que ellos tendrían que desempeñar una parte, y en diferentes ocasiones lo fortalecerían; que él tomaría la naturaleza caída del hombre y su fortaleza no se igualaría con la de ellos; que serían testigos de su humillación, de sus grandes sufrimientos. Y que cuando contemplaran sus padecimientos y el odio de los hombres hacia él, se sentirían sacudidos por las más profundas emociones, queriendo por amor a él, rescatarlo y librarlo de sus asesinos; pero que no debían interferir ni evitar nada de lo que contemplaran, pues tendrían una parte que desempeñar en ocasión de su resurrección; que el plan de salvación había sido ideado y su Padre lo había aceptado. Con santa tristeza, Jesús consoló y animó a los ángeles y les informó que después de esas cosas, los que él redimiera estarían y vivirían con él para siempre; y que por su muerte rescataría a muchos, y destruiría al que tenía el poder de la muerte. Y su Padre le daría el reino y la grandeza del dominio debajo de todos los cielos, y él los poseería para siempre jamás. Satanás y los pecadores sería destruidos y no perturbarían nunca más el cielo ni la nueva tierra purificada. Jesús encareció a la hueste angélica que aceptara el plan que su Padre había aprobado, y se regocijara en el hecho de que por medio de su muerte el hombre caído podría de nuevo ser exaltado para obtener el favor de Dios y gozar del cielo. Entonces el cielo se llenó de un gozo inefable. Y la hueste angélica entonó un himno de alabanza y adoración. Pulsaron sus arpas y entonaron una nota más alta que antes, por la gran misericordia y condescendencia de Dios al entregar a su muy Amado para que muriera por una raza de rebeldes. Tributaron alabanza y adoración por la abnegación y el sacrificio de Jesús; por el hecho de que él consintiera en dejar el seno de su Padre, y escogiera una vida de sufrimiento y angustia, y muriera una muerte ignominiosa con el fin de dar vida a otros. Dijo el ángel: ¿Creéis que el Padre entregó a su amado Hijo sin lucha alguna? No, no. El mismo Dios del cielo tuvo que luchar para decidir si dejaba perecer al hombre culpable o entregaba a su Amado Hijo para que muriera por él, los ángeles estaban tan interesados en la salvación del hombre que se podía encontrar entre ellos quien hubiese estado dispuesto a abandonar la gloria y dar su vida por el hombre perdido. Pero, dijo mi ángel acompañante: De nada valdría. La transgresión era tan grande que un ángel no podría pagar la deuda. Nada sino la muerte, y la intercesión de su Hijo pagaría la deuda, y salvaría al hombre perdido del pesar y la miseria sin esperanzas. Pero a los ángeles se les asignó una obra, la de ascender y descender con el bálsamo fortalecedor procedente de la gloria, para suavizar los sufrimientos del Hijo de Dios y servirle. También tendrían la tarea de guardar y proteger de los ángeles impíos, a los herederos de la gracia, y escudarlos de las tinieblas que Satanás constantemente arrojaría contra ellos. Vi que era imposible para Dios alterar o cambiar su ley para salvar al hombre perdido, por eso, él permitió que su amado Hijo muriera por la transgresión del hombre. Satanás se regocijó de nuevo con sus ángeles de que pudiera derribar al Hijo de Dios de su exaltada posición al provocar la caída del hombre. Le dijo a sus ángeles que cuando Jesús tomara la naturaleza del hombre caído, podría dominarlo y estorbaría el cumplimiento del plan de salvación. Se me mostró entonces cómo fue Satanás una vez, un ángel feliz y exaltado. Después lo vi como es ahora. Todavía su aspecto sigue siendo principesco. Sus facciones aún son nobles, porque es un ángel caído. Pero la expresión de su rostro está llena de ansiedad, preocupación, infelicidad, malicia, odio, de deseos de causar daño, de engaño, y de toda clase de mal. Observé particularmente esa frente que fue tan noble. A partir de sus ojos comienza a retroceder. Vi que por tanto tiempo se ha inclinado al mal, que toda buena cualidad se ha rebajado, y todo rasgo maligno se ha desarrollado. Sus ojos son astutos, irónicos y muestran profunda penetración. Su cuerpo es grande, pero la piel cuelga flácida de sus manos y de su cara. Al contemplarlo su barbilla descansaba sobre su mano izquierda. Parecía estar en profunda meditación. Una sonrisa se dibujaba en su rostro, que me hizo temblar, estaba tan llena de maldad y astucia satánica. Esta es una de las sonrisas que él esboza justo antes de apoderarse de su víctima, y cuando la entrampa en sus redes, esa sonrisa se vuelve cada vez más horrible.
La Gran Controversia
Por Elena G. de White
Bendiciones!
El cielo se llenó de pesar cuando se dieron cuenta de que el hombre estaba perdido, y de que el mundo creado por Dios se llenaría de mortales condenados a la miseria, la enfermedad y la muerte, y no había vía de escape para el ofensor. Toda la familia de Adán debía morir. Contemplé al amante Jesús, y vi una expresión de simpatía y dolor en su rostro. Pronto lo vi acercarse a la deslumbrante luz que envolvía al Padre. Dijo mi ángel acompañante: Está en íntima comunión con su Padre. La ansiedad de los ángeles parecía ser muy intensa mientras Jesús estaba en comunión con su Padre. Tres veces lo encerró el glorioso resplandor que rodea al Padre y la tercera vez, cuando él salió, su persona se pudo ver. Su rostro estaba calmado, libre de perplejidad y duda, y resplandecía con bondad y con una amabilidad que las palabras no pueden describir. Entonces informó a la hueste angélica que se había encontrado una vía de escape para el hombre perdido. Les dijo que había intercedido con su Padre y que había ofrecido su vida en rescate, para que la sentencia de muerte cayera sobre él, de modo que por los méritos de su sangre, y como resultado de su obediencia a la ley de Dios, ellos pudieran tener el favor divino, volver al hermoso huerto y comer del fruto del árbol de la vida. Al principio, los ángeles no pudieron regocijarse, porque su Comandante no les ocultó nada, sino que abrió ante ellos explícitamente el plan de salvación. Jesús les dijo que él se ubicaría entre la ira de su Padre y el hombre culpable, que llevaría sobre sí la iniquidad y el escarnio, que pocos lo recibirían como el Hijo de Dios. Casi todos lo aborrecerían y rechazarían. Dejaría toda su gloria en el cielo apareciendo sobre la tierra como hombre, se identificaría, mediante su propia experiencia, con las diversas tentaciones con las que un hombre es asediado, para saber cómo socorrer a aquellos que fueran tentados; y que finalmente, después de cumplir su misión como maestro, él sería entregado en las manos de los hombres y soportaría toda la crueldad y el sufrimiento que Satanás y sus ángeles pudieran inspirar a los impíos a infligir; que debía morir la más cruel de las muertes, colgado entre el cielo y la tierra como un pecador culpable; que sufriría terribles horas de angustia, que ni los mismos ángeles podrían mirar, pues ocultarían sus rostros para no verla. No sería sólo agonía corporal, sino que sufriría una agonía mental con la cual no se podía comparar ningún sufrimiento físico. El peso de los pecados de toda la humanidad caería sobre él. Les dijo que moriría y resucitaría de nuevo el tercer día, y que ascendería a su Padre para interceder por el hombre culpable y extraviado. Los ángeles se postraron ante él. Ofrecieron sus vidas. Jesús les dijo que por su muerte él salvaría a muchos, que la vida de un ángel no podía pagar la deuda. Sólo su vida podía ser aceptada por su Padre como recompensa en favor del hombre. Jesús también les dijo que ellos tendrían que desempeñar una parte, y en diferentes ocasiones lo fortalecerían; que él tomaría la naturaleza caída del hombre y su fortaleza no se igualaría con la de ellos; que serían testigos de su humillación, de sus grandes sufrimientos. Y que cuando contemplaran sus padecimientos y el odio de los hombres hacia él, se sentirían sacudidos por las más profundas emociones, queriendo por amor a él, rescatarlo y librarlo de sus asesinos; pero que no debían interferir ni evitar nada de lo que contemplaran, pues tendrían una parte que desempeñar en ocasión de su resurrección; que el plan de salvación había sido ideado y su Padre lo había aceptado. Con santa tristeza, Jesús consoló y animó a los ángeles y les informó que después de esas cosas, los que él redimiera estarían y vivirían con él para siempre; y que por su muerte rescataría a muchos, y destruiría al que tenía el poder de la muerte. Y su Padre le daría el reino y la grandeza del dominio debajo de todos los cielos, y él los poseería para siempre jamás. Satanás y los pecadores sería destruidos y no perturbarían nunca más el cielo ni la nueva tierra purificada. Jesús encareció a la hueste angélica que aceptara el plan que su Padre había aprobado, y se regocijara en el hecho de que por medio de su muerte el hombre caído podría de nuevo ser exaltado para obtener el favor de Dios y gozar del cielo. Entonces el cielo se llenó de un gozo inefable. Y la hueste angélica entonó un himno de alabanza y adoración. Pulsaron sus arpas y entonaron una nota más alta que antes, por la gran misericordia y condescendencia de Dios al entregar a su muy Amado para que muriera por una raza de rebeldes. Tributaron alabanza y adoración por la abnegación y el sacrificio de Jesús; por el hecho de que él consintiera en dejar el seno de su Padre, y escogiera una vida de sufrimiento y angustia, y muriera una muerte ignominiosa con el fin de dar vida a otros. Dijo el ángel: ¿Creéis que el Padre entregó a su amado Hijo sin lucha alguna? No, no. El mismo Dios del cielo tuvo que luchar para decidir si dejaba perecer al hombre culpable o entregaba a su Amado Hijo para que muriera por él, los ángeles estaban tan interesados en la salvación del hombre que se podía encontrar entre ellos quien hubiese estado dispuesto a abandonar la gloria y dar su vida por el hombre perdido. Pero, dijo mi ángel acompañante: De nada valdría. La transgresión era tan grande que un ángel no podría pagar la deuda. Nada sino la muerte, y la intercesión de su Hijo pagaría la deuda, y salvaría al hombre perdido del pesar y la miseria sin esperanzas. Pero a los ángeles se les asignó una obra, la de ascender y descender con el bálsamo fortalecedor procedente de la gloria, para suavizar los sufrimientos del Hijo de Dios y servirle. También tendrían la tarea de guardar y proteger de los ángeles impíos, a los herederos de la gracia, y escudarlos de las tinieblas que Satanás constantemente arrojaría contra ellos. Vi que era imposible para Dios alterar o cambiar su ley para salvar al hombre perdido, por eso, él permitió que su amado Hijo muriera por la transgresión del hombre. Satanás se regocijó de nuevo con sus ángeles de que pudiera derribar al Hijo de Dios de su exaltada posición al provocar la caída del hombre. Le dijo a sus ángeles que cuando Jesús tomara la naturaleza del hombre caído, podría dominarlo y estorbaría el cumplimiento del plan de salvación. Se me mostró entonces cómo fue Satanás una vez, un ángel feliz y exaltado. Después lo vi como es ahora. Todavía su aspecto sigue siendo principesco. Sus facciones aún son nobles, porque es un ángel caído. Pero la expresión de su rostro está llena de ansiedad, preocupación, infelicidad, malicia, odio, de deseos de causar daño, de engaño, y de toda clase de mal. Observé particularmente esa frente que fue tan noble. A partir de sus ojos comienza a retroceder. Vi que por tanto tiempo se ha inclinado al mal, que toda buena cualidad se ha rebajado, y todo rasgo maligno se ha desarrollado. Sus ojos son astutos, irónicos y muestran profunda penetración. Su cuerpo es grande, pero la piel cuelga flácida de sus manos y de su cara. Al contemplarlo su barbilla descansaba sobre su mano izquierda. Parecía estar en profunda meditación. Una sonrisa se dibujaba en su rostro, que me hizo temblar, estaba tan llena de maldad y astucia satánica. Esta es una de las sonrisas que él esboza justo antes de apoderarse de su víctima, y cuando la entrampa en sus redes, esa sonrisa se vuelve cada vez más horrible.
La Gran Controversia
Por Elena G. de White
Bendiciones!
martes, 29 de diciembre de 2009
El diluvio
``Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,
y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos,así será también la venida del Hijo del Hombre.``
Génesis 7
1 Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación.
2 De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, una pareja, el macho y su hembra.
3 También de las aves de los cielos, siete parejas, macho y hembra, para conservar viva la especie sobre la faz de la tierra.
4 Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice.
5 E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová.
6 Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra.
7 Y por causa de las aguas del diluvio entró Noé al arca, y con él sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos.
8 De los animales limpios, y de los animales que no eran limpios, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra,
9 de dos en dos entraron con Noé en el arca; macho y hembra, como mandó Dios a Noé.
10 Y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra.
11 El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas,
12 y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches.
13 En este mismo día entraron Noé, y Sem, Cam y Jafet hijos de Noé, la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos, con él en el arca;
14 ellos, y todos los animales silvestres según sus especies, y todos los animales domesticados según sus especies, y todo reptil que se arrastra sobre la tierra según su especie, y toda ave según su especie, y todo pájaro de toda especie.
15 Vinieron, pues, con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida.
16 Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron, como le había mandado Dios; y Jehová le cerró la puerta.
17 Y fue el diluvio cuarenta días sobre la tierra; y las aguas crecieron, y alzaron el arca, y se elevó sobre la tierra.
18 Y subieron las aguas y crecieron en gran manera sobre la tierra; y flotaba el arca sobre la superficie de las aguas.
19 Y las aguas subieron mucho sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos.
20 Quince codos más alto subieron las aguas, después que fueron cubiertos los montes.
21 Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y de bestias, y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre.
22 Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió.
23 Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca.
24 Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días.
Bendiciones
y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos,así será también la venida del Hijo del Hombre.``
Génesis 7
1 Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación.
2 De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, una pareja, el macho y su hembra.
3 También de las aves de los cielos, siete parejas, macho y hembra, para conservar viva la especie sobre la faz de la tierra.
4 Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice.
5 E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová.
6 Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra.
7 Y por causa de las aguas del diluvio entró Noé al arca, y con él sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos.
8 De los animales limpios, y de los animales que no eran limpios, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra,
9 de dos en dos entraron con Noé en el arca; macho y hembra, como mandó Dios a Noé.
10 Y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra.
11 El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas,
12 y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches.
13 En este mismo día entraron Noé, y Sem, Cam y Jafet hijos de Noé, la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos, con él en el arca;
14 ellos, y todos los animales silvestres según sus especies, y todos los animales domesticados según sus especies, y todo reptil que se arrastra sobre la tierra según su especie, y toda ave según su especie, y todo pájaro de toda especie.
15 Vinieron, pues, con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida.
16 Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron, como le había mandado Dios; y Jehová le cerró la puerta.
17 Y fue el diluvio cuarenta días sobre la tierra; y las aguas crecieron, y alzaron el arca, y se elevó sobre la tierra.
18 Y subieron las aguas y crecieron en gran manera sobre la tierra; y flotaba el arca sobre la superficie de las aguas.
19 Y las aguas subieron mucho sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos.
20 Quince codos más alto subieron las aguas, después que fueron cubiertos los montes.
21 Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y de bestias, y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre.
22 Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió.
23 Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca.
24 Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días.
Bendiciones
lunes, 28 de diciembre de 2009
Noé construye el arca
Noé construye el arca
Genesis 6
9 Estas son las generaciones de Noé:
Noé, varón justo,era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé.
10 Y engendró Noé tres hijos: a Sem, a Cam y a Jafet.
11 Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia.
12 Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.
13 Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra.
14 Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la calafatearás con brea por dentro y por fuera.
15 Y de esta manera la harás: de trescientos codos la longitud del arca, de cincuenta codos su anchura, y de treinta codos su altura.
16 Una ventana harás al arca, y la acabarás a un codo de elevación por la parte de arriba; y pondrás la puerta del arca a su lado; y le harás piso bajo, segundo y tercero.
17 Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá.
18 Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo.
19 Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca, para que tengan vida contigo; macho y hembra serán.
20 De las aves según su especie, y de las bestias según su especie, de todo reptil de la tierra según su especie, dos de cada especie entrarán contigo, para que tengan vida.
21 Y toma contigo de todo alimento que se come, y almacénalo, y servirá de sustento para ti y para ellos.
22 Y lo hizo así Noé;hizo conforme a todo lo que Dios le mandó.
Bendiciones
Genesis 6
9 Estas son las generaciones de Noé:
Noé, varón justo,era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé.
10 Y engendró Noé tres hijos: a Sem, a Cam y a Jafet.
11 Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia.
12 Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.
13 Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra.
14 Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la calafatearás con brea por dentro y por fuera.
15 Y de esta manera la harás: de trescientos codos la longitud del arca, de cincuenta codos su anchura, y de treinta codos su altura.
16 Una ventana harás al arca, y la acabarás a un codo de elevación por la parte de arriba; y pondrás la puerta del arca a su lado; y le harás piso bajo, segundo y tercero.
17 Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá.
18 Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo.
19 Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca, para que tengan vida contigo; macho y hembra serán.
20 De las aves según su especie, y de las bestias según su especie, de todo reptil de la tierra según su especie, dos de cada especie entrarán contigo, para que tengan vida.
21 Y toma contigo de todo alimento que se come, y almacénalo, y servirá de sustento para ti y para ellos.
22 Y lo hizo así Noé;hizo conforme a todo lo que Dios le mandó.
Bendiciones
viernes, 25 de diciembre de 2009
Espiritualidad y eficiencia
Dios ha elegido en estos postreros días un pueblo al que ha hecho depositario de
su ley, y este pueblo tendrá siempre tareas desagradables que cumplir. "Yo sé tus
obras, y tu trabajo y paciencia; y que tú no puedes sufrir los malos, y has probado
a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has
sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado por mi nombre, y no has
desfallecido." (Apoc. 2: 2, 3.) Se requerirá mucha diligencia y una lucha continua
para mantener el mal apartado de nuestras iglesias. Debe ejercerse una disciplina
rígida e imparcial; porque algunos que tienen una apariencia de religión, tratarán
de minar la fe de los demás y trabajarán privadamente para ensalzarse a sí
mismos.
En el monte de las Olivas, el Señor Jesús declaró categóricamente que "por
haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará." (Mat. 24: 12.)
Habla de una clase de personas que ha caído de un alto estado de espiritualidad.
Penetren en los corazones estas declaraciones con poder solemne y escrutador.
¿Dónde están el fervor y la devoción a Dios que corresponden a la grandeza de la
verdad que aseveramos creer? El amor al mundo y a algún pecado favorito
desarraigó del corazón el amor a la oración y a la meditación en las cosas
sagradas. Se sigue cumpliendo una serie de servicios religiosos formales; pero,
¿dónde está el amor de Jesús? La espiritualidad está muriendo. ¿ Ha de
perpetuarse este sopor, este lamentable deterioro? ¿Ha de vacilar y apagarse en
las tinieblas la lámpara de la verdad porque no se la abastece con el aceite de la
gracia?
Quisiera que cada predicador y cada uno de nuestros obreros pudiese ver este
asunto como me ha sido presentado. La estima y la suficiencia propias están
matando la vida espiritual. 211 Se ensalza el yo y se habla de él. ¡Ojalá muriese el
yo! "Cada día muero" (1 Cor. 15: 31), dijo el apóstol Pablo. Cuando esta
suficiencia propia, orgullosa y jactanciosa, y esta justicia propia complaciente,
compenetran el alma, no hay lugar para Jesús. Se le da un lugar inferior, mientras
que el yo crece en importancia y llena todo el templo del alma. Tal es la razón por
la cual el Señor puede hacer tan poco por nosotros. Si él obrase con nuestros
esfuerzos, el instrumento atribuiría toda la gloria a su propia habilidad, sabiduría y
capacidad, y se congratularía como el fariseo:"Ayuno dos veces a la semana, doy
diezmos de todo lo que poseo." (Luc. 18: 12.) Cuando el yo se oculte en Cristo, no
subirá a la superficie con tanta frecuencia. ¿Satisfaremos el deseo del Espíritu de
Dios? ¿Nos espaciaremos más en la piedad práctica y mucho menos en los
arreglos mecánicos?
Los siervos de Cristo deben vivir como a la vista de él y de los ángeles. Deben
tratar de comprender los requerimientos de nuestro tiempo y prepararse para
hacerles frente. Satanás está atacándonos constantemente en forma nueva y
desconocida, y ¿por qué habrían de ser deficientes los oficiales del ejército de
Dios? ¿Por qué dejarían sin cultivar alguna facultad de su naturaleza? Hay que
hacer una gran obra, y si falta acción armoniosa para hacerla, es por causa de la
estima y el amor propios. Es únicamente cuando nos esmeramos por ejecutar las
órdenes del Maestro sin dejar sobre la obra nuestra estampa e identidad, cuando
trabajamos eficiente y armoniosamente. "Uníos - dijo el ángel,- uníos."
JOYAS DE LOS TESTIMONIOS TOMO 2
ELENA G. DE WHITE
Bendiciones!
su ley, y este pueblo tendrá siempre tareas desagradables que cumplir. "Yo sé tus
obras, y tu trabajo y paciencia; y que tú no puedes sufrir los malos, y has probado
a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has
sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado por mi nombre, y no has
desfallecido." (Apoc. 2: 2, 3.) Se requerirá mucha diligencia y una lucha continua
para mantener el mal apartado de nuestras iglesias. Debe ejercerse una disciplina
rígida e imparcial; porque algunos que tienen una apariencia de religión, tratarán
de minar la fe de los demás y trabajarán privadamente para ensalzarse a sí
mismos.
En el monte de las Olivas, el Señor Jesús declaró categóricamente que "por
haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará." (Mat. 24: 12.)
Habla de una clase de personas que ha caído de un alto estado de espiritualidad.
Penetren en los corazones estas declaraciones con poder solemne y escrutador.
¿Dónde están el fervor y la devoción a Dios que corresponden a la grandeza de la
verdad que aseveramos creer? El amor al mundo y a algún pecado favorito
desarraigó del corazón el amor a la oración y a la meditación en las cosas
sagradas. Se sigue cumpliendo una serie de servicios religiosos formales; pero,
¿dónde está el amor de Jesús? La espiritualidad está muriendo. ¿ Ha de
perpetuarse este sopor, este lamentable deterioro? ¿Ha de vacilar y apagarse en
las tinieblas la lámpara de la verdad porque no se la abastece con el aceite de la
gracia?
Quisiera que cada predicador y cada uno de nuestros obreros pudiese ver este
asunto como me ha sido presentado. La estima y la suficiencia propias están
matando la vida espiritual. 211 Se ensalza el yo y se habla de él. ¡Ojalá muriese el
yo! "Cada día muero" (1 Cor. 15: 31), dijo el apóstol Pablo. Cuando esta
suficiencia propia, orgullosa y jactanciosa, y esta justicia propia complaciente,
compenetran el alma, no hay lugar para Jesús. Se le da un lugar inferior, mientras
que el yo crece en importancia y llena todo el templo del alma. Tal es la razón por
la cual el Señor puede hacer tan poco por nosotros. Si él obrase con nuestros
esfuerzos, el instrumento atribuiría toda la gloria a su propia habilidad, sabiduría y
capacidad, y se congratularía como el fariseo:"Ayuno dos veces a la semana, doy
diezmos de todo lo que poseo." (Luc. 18: 12.) Cuando el yo se oculte en Cristo, no
subirá a la superficie con tanta frecuencia. ¿Satisfaremos el deseo del Espíritu de
Dios? ¿Nos espaciaremos más en la piedad práctica y mucho menos en los
arreglos mecánicos?
Los siervos de Cristo deben vivir como a la vista de él y de los ángeles. Deben
tratar de comprender los requerimientos de nuestro tiempo y prepararse para
hacerles frente. Satanás está atacándonos constantemente en forma nueva y
desconocida, y ¿por qué habrían de ser deficientes los oficiales del ejército de
Dios? ¿Por qué dejarían sin cultivar alguna facultad de su naturaleza? Hay que
hacer una gran obra, y si falta acción armoniosa para hacerla, es por causa de la
estima y el amor propios. Es únicamente cuando nos esmeramos por ejecutar las
órdenes del Maestro sin dejar sobre la obra nuestra estampa e identidad, cuando
trabajamos eficiente y armoniosamente. "Uníos - dijo el ángel,- uníos."
JOYAS DE LOS TESTIMONIOS TOMO 2
ELENA G. DE WHITE
Bendiciones!
miércoles, 23 de diciembre de 2009
El Espiritismo
Eclesiastes
4 Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.
5 Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.
6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.
Vi el engaño de los golpes. Satanás tiene el poder de colocar ante nosotros la apariencia de formas que supuestamente son de nuestros familiares y amigos que ahora duermen en Jesús. Se hará aparentar que están presentes, se dirán las palabras que ellos hablaron mientras que estaban aquí, con las cuales estamos familiarizados y resonará en nuestro oído el mismo tono de voz que tuvieron mientras vivían. Todo esto ha de engañar al mundo y lo entrampará. Vi que los santos deben tener una profunda comprensión de la verdad presente, la cual tendrán que sostener basándose en las Escrituras. Deben comprender el estado de los muertos; porque un día los espíritus de demonios se les aparecerán profesando ser amigos y parientes amados, que les declararán doctrinas sin ningún fundamento bíblico. Harán todo lo que está en su poder para despertar su simpatía y realizarán milagros ante ellos, para confirmar sus declaraciones. El pueblo de Dios debe estar preparado para resistir a esos espíritus con la verdad bíblica de que los muertos nada saben, y de que los aparecidos son espíritus de demonios. Vi que debemos examinar bien el fundamento de nuestra esperanza, porque tendremos que dar razón de éste basándonos en las Escrituras; porque veremos ese engaño propagarse, y tendremos que luchar contra él cara a cara. Y a menos que estemos preparados para enfrentarlo, seremos entrampados y vencidos. Pero si hacemos lo que podamos, poniendo de nuestra parte para estar listos para el conflicto que se encuentra justo ante nosotros, Dios hará su parte, y su brazo omnipotente nos protegerá. Si fuera necesario, enviaría todos los ángeles de la gloria para formar un círculo de protección alrededor de las almas fieles para que no sean engañadas y desviadas por los milagros mentirosos de Satanás. Vi la rapidez con la que ese engaño se estaba difundiendo. Se me mostró un tren que viajaba a la velocidad del relámpago. El ángel me ordenó que mirara cuidadosamente. Fijé mis ojos en el tren. Parecía que todo el mundo estaba a bordo. Entonces el (ángel) me mostró el conductor, quien parecía un personaje imponente y atractivo y a quien todos los pasajeros respetaban y reverenciaban. Estaba perpleja y le pregunté a mi ángel acompañante quién era. Él dijo: Es Satanás. Él es el conductor en la forma de un ángel de luz. Ha cautivado al mundo. Éste se ha entregado a un engaño extraordinario a fin de creer a la mentira para que sea condenado. Su agente, el que le sigue en rango, es el maquinista, y otros de sus agentes, están ocupados en diferentes cargos, según él los necesite, y todos están yendo con gran rapidez hacia la perdición. Le pregunté al ángel si no había quedado nadie. Él me ordenó que mirara en dirección opuesta, y vi a un grupo pequeño, viajando por una senda angosta. Todos parecían estar firmemente ligados y unidos por la verdad. Esa pequeña compañía se veía agobiada por las inquietudes, como si hubiera pasado a través de severas pruebas y conflictos. Y parecía como si el sol hubiera justamente salido de detrás de la nube, y brillado sobre sus rostros, haciendo que se vieran triunfantes, como si sus victorias estuvieran a punto de ser ganadas. Vi que el Señor le había dado al mundo oportunidad de descubrir la trampa. Eso era bastante evidente para el cristiano si no hubiese habido otra cosa. No se hace diferencia entre el precioso y lo vil. Satanás da a entender que Tomás Paine, cuyo cuerpo ya se ha demoronado hasta convertirse en polvo y quien será llamado al final de los 1000 años, en la segunda resurrección, para recibir su recompensa, y sufrir la segunda muerte, está en el cielo y que es muy honrado allí. Satanás lo usó en la tierra por tanto tiempo como pudo, y ahora prosigue la misma obra mediante pretensiones de que Tomás Paine está muy encumbrado allí; y que es muy venerado y como él enseñó en la tierra, Satanás finge que continúa enseñando en el cielo. Algunas personas en la tierra, que han considerado con horror su vida, su muerte y sus enseñanzas corruptas mientras vivía, se someten ahora a ser enseñadas por él, quien era uno de los hombres más viles y corrompidos; uno que despreciaba a Dios y a su ley. El Padre de la mentira, enceguece y engaña al mundo enviando sus ángeles a hablar como si fueran los apóstoles, y hace que parezca que ellos contradicen lo que escribieron cuando estaban en la tierra, y que fue dictado por el Espíritu Santo. Esos ángeles mentirosos hacen que los apóstoles corrompan sus propias enseñanzas y que declaren que éstas están adulteradas. Al hacer eso, él puede sumir a los profesos cristianos, quienes tienen nombre que viven y están muertos, y a todo el mundo, en incertidumbre acerca de la palabra de Dios; porque ésta se interpone directamente en su camino, y es capaz de destruir sus planes. Por lo tanto, los induce a dudar del origen divino de la Biblia, y entonces ensalza al incrédulo Tomás Paine, como si éste hubiera entrado en el cielo al morir, y unido a los santos apóstoles, a quienes odiaba en la tierra, estuviera enseñando al mundo. Satanás le asigna a cada uno de sus ángeles el papel que ha de actuar. Les ordena que sean astutos, ingeniosos y sagaces. Instruye a algunos de ellos a desempeñar el papel de los apóstoles y a hablar por ellos, mientras que otros han de actuar el papel de incrédulos y de hombres impíos quienes murieron maldiciendo a Dios, pero que ahora parecen ser muy religiosos. No se hace ninguna diferencia entre los santos apóstoles y el incrédulo más vil. Él aparenta que ambos están enseñando lo mismo. No importa a quién Satanás hace hablar, si con ello logra su objetivo. Él estuvo tan íntimamente conectado con Paine en la tierra, y lo ayudó de tal manera que es muy fácil para él saber las palabras que él usaba, y la escritura misma de uno de sus hijos, quien le sirvió con tanta fidelidad, y logró sus propósitos tan bien. Satanás dictó mucho de lo que éste escribió, y es fácil para él dictar ahora, mediante sus ángeles, opiniones que parezcan venir de Tomás Paine, quien fue su siervo devoto mientras vivió. Pero esa es la obra maestra de Satanás. Todas esas enseñanzas que supuestamente proceden de los apóstoles, de los santos y de hombres impíos que han muerto, emanan directamente de su majestad satánica. Eso debería bastar para remover el velo de cada mente y revelarle a todos las obras tenebrosas y misteriosas de Satanás,-que él coloque a uno a quien él amó tanto, y quien odió a Dios en forma tan completa, junto con los santos apóstoles y ángeles en gloria; prácticamente diciéndole al mundo y a los incrédulos: No importa cuán impíos seáis; no importa si creéis en Dios o en la Biblia, o si no creéis; vivid como querrais, el cielo es vuestro hogar,-porque todo el mundo sabe que si Tomás Paine está en el cielo, y está en una posición tan exaltada, ciertamente, ellos también llegarán allí. Eso es algo tan manifiesto, que todos pueden verlo, si quieren. Satanás está haciendo ahora lo que ha estado tratando de hacer desde su caída, a través de individuos como Tomás Paine. Mediante su poder y sus milagros mentirosos, él está destruyendo el fundamento de la esperanza del cristiano, y apagando su sol, el cual está supuesto a iluminarlo en el angosto sendero hacia el cielo. Está haciendo que el mundo crea que la Biblia no es mejor que un libro de cuentos no inspirado, mientras que él ofrece algo para tomar su lugar, a saber, ¡manifestaciones espiritistas! Esa es una agencia totalmente suya, sujeta a su control, y él puede hacer que el mundo crea lo que le plazca. El libro que lo ha de juzgar a él y a sus seguidores, lo coloca en la sombra, justamente donde desea que esté. Hace del Salvador del mundo solamente un hombre común, y como los guardas romanos que vigilaban la tumba de Jesús propagaron el falso informe que los príncipes de los sacerdotes y los ancianos pusieron en sus labios, de la misma manera, los pobres e ilusos seguidores de esas pretendidas manifestaciones espiritistas, repetirán, y tratarán de dar a entender que no hubo nada de milagroso en el nacimiento, la muerte y la resurrección de nuestro Salvador; y después de relegar a Jesús y a la Biblia a último término, donde quieren tenerlo, llaman la atención del mundo hacia sí mismos y hacia sus prodigios y milagros mentirosos, los cuales, ellos declaran que exceden mucho a las obras de Cristo. De esa manera, el mundo es atrapado en el lazo, y es adormecido en un sentimiento de seguridad; para no descubrir su terrible engaño, hasta que las siete postreras plagas sean derramadas. Satanás se ríe cuando ve que su plan tiene tanto éxito, y que el mundo entero está en sus redes.
La Gran Controversia
Elena G. de White
Bendiciones
4 Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.
5 Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.
6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.
Vi el engaño de los golpes. Satanás tiene el poder de colocar ante nosotros la apariencia de formas que supuestamente son de nuestros familiares y amigos que ahora duermen en Jesús. Se hará aparentar que están presentes, se dirán las palabras que ellos hablaron mientras que estaban aquí, con las cuales estamos familiarizados y resonará en nuestro oído el mismo tono de voz que tuvieron mientras vivían. Todo esto ha de engañar al mundo y lo entrampará. Vi que los santos deben tener una profunda comprensión de la verdad presente, la cual tendrán que sostener basándose en las Escrituras. Deben comprender el estado de los muertos; porque un día los espíritus de demonios se les aparecerán profesando ser amigos y parientes amados, que les declararán doctrinas sin ningún fundamento bíblico. Harán todo lo que está en su poder para despertar su simpatía y realizarán milagros ante ellos, para confirmar sus declaraciones. El pueblo de Dios debe estar preparado para resistir a esos espíritus con la verdad bíblica de que los muertos nada saben, y de que los aparecidos son espíritus de demonios. Vi que debemos examinar bien el fundamento de nuestra esperanza, porque tendremos que dar razón de éste basándonos en las Escrituras; porque veremos ese engaño propagarse, y tendremos que luchar contra él cara a cara. Y a menos que estemos preparados para enfrentarlo, seremos entrampados y vencidos. Pero si hacemos lo que podamos, poniendo de nuestra parte para estar listos para el conflicto que se encuentra justo ante nosotros, Dios hará su parte, y su brazo omnipotente nos protegerá. Si fuera necesario, enviaría todos los ángeles de la gloria para formar un círculo de protección alrededor de las almas fieles para que no sean engañadas y desviadas por los milagros mentirosos de Satanás. Vi la rapidez con la que ese engaño se estaba difundiendo. Se me mostró un tren que viajaba a la velocidad del relámpago. El ángel me ordenó que mirara cuidadosamente. Fijé mis ojos en el tren. Parecía que todo el mundo estaba a bordo. Entonces el (ángel) me mostró el conductor, quien parecía un personaje imponente y atractivo y a quien todos los pasajeros respetaban y reverenciaban. Estaba perpleja y le pregunté a mi ángel acompañante quién era. Él dijo: Es Satanás. Él es el conductor en la forma de un ángel de luz. Ha cautivado al mundo. Éste se ha entregado a un engaño extraordinario a fin de creer a la mentira para que sea condenado. Su agente, el que le sigue en rango, es el maquinista, y otros de sus agentes, están ocupados en diferentes cargos, según él los necesite, y todos están yendo con gran rapidez hacia la perdición. Le pregunté al ángel si no había quedado nadie. Él me ordenó que mirara en dirección opuesta, y vi a un grupo pequeño, viajando por una senda angosta. Todos parecían estar firmemente ligados y unidos por la verdad. Esa pequeña compañía se veía agobiada por las inquietudes, como si hubiera pasado a través de severas pruebas y conflictos. Y parecía como si el sol hubiera justamente salido de detrás de la nube, y brillado sobre sus rostros, haciendo que se vieran triunfantes, como si sus victorias estuvieran a punto de ser ganadas. Vi que el Señor le había dado al mundo oportunidad de descubrir la trampa. Eso era bastante evidente para el cristiano si no hubiese habido otra cosa. No se hace diferencia entre el precioso y lo vil. Satanás da a entender que Tomás Paine, cuyo cuerpo ya se ha demoronado hasta convertirse en polvo y quien será llamado al final de los 1000 años, en la segunda resurrección, para recibir su recompensa, y sufrir la segunda muerte, está en el cielo y que es muy honrado allí. Satanás lo usó en la tierra por tanto tiempo como pudo, y ahora prosigue la misma obra mediante pretensiones de que Tomás Paine está muy encumbrado allí; y que es muy venerado y como él enseñó en la tierra, Satanás finge que continúa enseñando en el cielo. Algunas personas en la tierra, que han considerado con horror su vida, su muerte y sus enseñanzas corruptas mientras vivía, se someten ahora a ser enseñadas por él, quien era uno de los hombres más viles y corrompidos; uno que despreciaba a Dios y a su ley. El Padre de la mentira, enceguece y engaña al mundo enviando sus ángeles a hablar como si fueran los apóstoles, y hace que parezca que ellos contradicen lo que escribieron cuando estaban en la tierra, y que fue dictado por el Espíritu Santo. Esos ángeles mentirosos hacen que los apóstoles corrompan sus propias enseñanzas y que declaren que éstas están adulteradas. Al hacer eso, él puede sumir a los profesos cristianos, quienes tienen nombre que viven y están muertos, y a todo el mundo, en incertidumbre acerca de la palabra de Dios; porque ésta se interpone directamente en su camino, y es capaz de destruir sus planes. Por lo tanto, los induce a dudar del origen divino de la Biblia, y entonces ensalza al incrédulo Tomás Paine, como si éste hubiera entrado en el cielo al morir, y unido a los santos apóstoles, a quienes odiaba en la tierra, estuviera enseñando al mundo. Satanás le asigna a cada uno de sus ángeles el papel que ha de actuar. Les ordena que sean astutos, ingeniosos y sagaces. Instruye a algunos de ellos a desempeñar el papel de los apóstoles y a hablar por ellos, mientras que otros han de actuar el papel de incrédulos y de hombres impíos quienes murieron maldiciendo a Dios, pero que ahora parecen ser muy religiosos. No se hace ninguna diferencia entre los santos apóstoles y el incrédulo más vil. Él aparenta que ambos están enseñando lo mismo. No importa a quién Satanás hace hablar, si con ello logra su objetivo. Él estuvo tan íntimamente conectado con Paine en la tierra, y lo ayudó de tal manera que es muy fácil para él saber las palabras que él usaba, y la escritura misma de uno de sus hijos, quien le sirvió con tanta fidelidad, y logró sus propósitos tan bien. Satanás dictó mucho de lo que éste escribió, y es fácil para él dictar ahora, mediante sus ángeles, opiniones que parezcan venir de Tomás Paine, quien fue su siervo devoto mientras vivió. Pero esa es la obra maestra de Satanás. Todas esas enseñanzas que supuestamente proceden de los apóstoles, de los santos y de hombres impíos que han muerto, emanan directamente de su majestad satánica. Eso debería bastar para remover el velo de cada mente y revelarle a todos las obras tenebrosas y misteriosas de Satanás,-que él coloque a uno a quien él amó tanto, y quien odió a Dios en forma tan completa, junto con los santos apóstoles y ángeles en gloria; prácticamente diciéndole al mundo y a los incrédulos: No importa cuán impíos seáis; no importa si creéis en Dios o en la Biblia, o si no creéis; vivid como querrais, el cielo es vuestro hogar,-porque todo el mundo sabe que si Tomás Paine está en el cielo, y está en una posición tan exaltada, ciertamente, ellos también llegarán allí. Eso es algo tan manifiesto, que todos pueden verlo, si quieren. Satanás está haciendo ahora lo que ha estado tratando de hacer desde su caída, a través de individuos como Tomás Paine. Mediante su poder y sus milagros mentirosos, él está destruyendo el fundamento de la esperanza del cristiano, y apagando su sol, el cual está supuesto a iluminarlo en el angosto sendero hacia el cielo. Está haciendo que el mundo crea que la Biblia no es mejor que un libro de cuentos no inspirado, mientras que él ofrece algo para tomar su lugar, a saber, ¡manifestaciones espiritistas! Esa es una agencia totalmente suya, sujeta a su control, y él puede hacer que el mundo crea lo que le plazca. El libro que lo ha de juzgar a él y a sus seguidores, lo coloca en la sombra, justamente donde desea que esté. Hace del Salvador del mundo solamente un hombre común, y como los guardas romanos que vigilaban la tumba de Jesús propagaron el falso informe que los príncipes de los sacerdotes y los ancianos pusieron en sus labios, de la misma manera, los pobres e ilusos seguidores de esas pretendidas manifestaciones espiritistas, repetirán, y tratarán de dar a entender que no hubo nada de milagroso en el nacimiento, la muerte y la resurrección de nuestro Salvador; y después de relegar a Jesús y a la Biblia a último término, donde quieren tenerlo, llaman la atención del mundo hacia sí mismos y hacia sus prodigios y milagros mentirosos, los cuales, ellos declaran que exceden mucho a las obras de Cristo. De esa manera, el mundo es atrapado en el lazo, y es adormecido en un sentimiento de seguridad; para no descubrir su terrible engaño, hasta que las siete postreras plagas sean derramadas. Satanás se ríe cuando ve que su plan tiene tanto éxito, y que el mundo entero está en sus redes.
La Gran Controversia
Elena G. de White
Bendiciones
lunes, 21 de diciembre de 2009
La Unión del Mundo y de la Iglesia
Apocalipsis 3:
15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente!
16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
Entonces Satanás consultó con sus ángeles para considerar lo que habían ganado. Era cierto que habían logrado que algunas almas tímidas, por temor a la muerte, no abrazaran la verdad, pero muchos, aun de los más tímidos, recibieron la verdad e inmediatamente sus temores y timidez se desvanecieron. Al presenciar la muerte de sus hermanos y ver su firmeza y paciencia, comprendieron que Dios y los ángeles les ayudarían a soportar tantos sufrimientos; perdieron el temor y se volvieron valerosos y resueltos. Y cuando se les llamó a dar sus propias vidas mantuvieron su fe con tal paciencia y firmeza que hicieron temblar a sus homicidas. Satanás y sus ángeles vieron que había una manera más exitosa de destruir almas y que al final daría resultados más seguros. Vieron que a pesar de que habían ocasionado sufrimientos a los cristianos, su firmeza y la brillante esperanza que los animaba fortalecían al más débil y los habilitaban para sufrir la tortura y las llamas sin acobardarse. Imitaban el noble proceder de Cristo ante sus verdugos, y muchos fueron convencidos de la verdad por el testimonio de su constancia y de la gloria de Dios que los rodeaba. Satanás decidió que debía acercarse en una forma más suave. Había corrompido las doctrinas de la Biblia; y las tradiciones que arruinarían a millones estaban arraigándose profundamente. Refrenando su odio decidió no urgir a sus vasallos a una persecución tan amarga, sino que dirigieran a la iglesia a contender sobre varias tradiciones y no por la fe que una vez fue dada a los santos. Al inducir a la iglesia a recibir favores y honores del mundo bajo la falsa pretensión de que serían beneficiados, ésta comenzó a perder el favor de Dios. Gradualmente perdió su poder, al rehuir declarar las auténticas verdades que eliminaban a los amadores del placer y a los amigos del mundo. La iglesia ya no es el pueblo separado y peculiar que era cuando los fuegos de la persecución estaban encendidos en contra de ella. ¿Cómo se opaca el oro? ¿Cómo se transforma el oro más fino? Vi que si la iglesia siempre hubiera retenido su carácter santo y peculiar, el poder del Espíritu Santo, que fue impartido a los discípulos estaría con ella. Los enfermos serían sanados, los demonios serían reprendidos y sacados, y sería poderosa y un terror para sus enemigos. Vi que una compañía muy numerosa profesaba el nombre de Cristo pero que Dios no los reconocía como suyos. Él no se complacía en ellos. Satanás parecía asumir un carácter religioso, y estaba muy deseoso de que el pueblo pensara que eran cristianos. Estaba muy dispuesto a que creyeran en Jesús, en su crucifixión, y en su resurrección. Satanás y sus ángeles plenamente creen todo eso ellos mismos, y tiemblan. Pero si esa fe no produce buenas obras y conduce a los que la profesan a imitar la vida abnegada de Cristo, no se siente perturbado; porque ellos solamente asumen el nombre de cristianos, mientras que sus corazones son todavía carnales; él los puede usar en su servicio mucho mejor que si no hubieran hecho ninguna profesión de fe. Bajo el nombre de cristianos ocultan su deformidad. Pasan por la vida con su naturaleza no santificada y sus malas pasiones no refrenadas. Esto da ocasión a que el incrédulo le eche en cara a JesuCristo las imperfecciones de ellos, trayendo oprobio, y haciendo que los que poseen una religión pura y sin mancha sean desacreditados. Los ministros predican cosas halagüeñas que satisfacen a los profesos cristianos carnales. Esto es justamente lo que Satanás quiere. No se atreven a predicar a Jesús y las verdades penetrantes de la Biblia, porque si lo hicieran esos profesos cristianos carnales no las escucharían. Muchos son ricos, y deben ser retenidos en la iglesia, a pesar de que no están más capacitados para estar ahí que Satanás y sus ángeles. Se hace aparecer la religión de Jesús como popular y honorable a los ojos del mundo. Se dice a la gente que los que profesan una religión serán más honrados por el mundo. Esas enseñanzas difieren grandemente de las de Cristo. Su doctrina y el mundo no podían convivir en paz. Aquellos que lo seguían tenían que renunciar al mundo. Esas cosas halagüeñas se originaron con Satanás y sus ángeles. Ellos idearon el plan, y los cristianos nominales lo han ejecutado. Hipócritas y pecadores se unen a la iglesia. Se enseñan fábulas halagüeñas y éstas son recibidas fácilmente. Pero si la verdad fuera predicada en su pureza, pronto los hipócritas y pecadores serían eliminados. Pero no hay diferencia entre los profesos seguidores de Cristo y el mundo. Vi que si la falsa cubierta fuese arrancada de los miembros de las iglesias, se revelaría una iniquidad, una vileza y una corrupción tales, que el más tibio hijo de Dios no vacilaría en llamarlos por su verdadero nombre: 'hijos de su Padre, el diablo'; porque realizan sus obras. Jesús y toda la hueste angélica miraban la escena con disgusto; sin embargo, Dios tenía un mensaje para la iglesia que era sagrado e importante. Si éste era recibido, habría una completa reforma en ella, reviviría el testimonio viviente que expulsaría a los hipócritas y pecadores, y restauraría a la iglesia nuevamente al favor de Dios.
La Gran Controversia
Entre
Cristo y sus Ángeles,
Y
Satanás y sus Ángeles
Por Elena G. de White
15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente!
16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
Entonces Satanás consultó con sus ángeles para considerar lo que habían ganado. Era cierto que habían logrado que algunas almas tímidas, por temor a la muerte, no abrazaran la verdad, pero muchos, aun de los más tímidos, recibieron la verdad e inmediatamente sus temores y timidez se desvanecieron. Al presenciar la muerte de sus hermanos y ver su firmeza y paciencia, comprendieron que Dios y los ángeles les ayudarían a soportar tantos sufrimientos; perdieron el temor y se volvieron valerosos y resueltos. Y cuando se les llamó a dar sus propias vidas mantuvieron su fe con tal paciencia y firmeza que hicieron temblar a sus homicidas. Satanás y sus ángeles vieron que había una manera más exitosa de destruir almas y que al final daría resultados más seguros. Vieron que a pesar de que habían ocasionado sufrimientos a los cristianos, su firmeza y la brillante esperanza que los animaba fortalecían al más débil y los habilitaban para sufrir la tortura y las llamas sin acobardarse. Imitaban el noble proceder de Cristo ante sus verdugos, y muchos fueron convencidos de la verdad por el testimonio de su constancia y de la gloria de Dios que los rodeaba. Satanás decidió que debía acercarse en una forma más suave. Había corrompido las doctrinas de la Biblia; y las tradiciones que arruinarían a millones estaban arraigándose profundamente. Refrenando su odio decidió no urgir a sus vasallos a una persecución tan amarga, sino que dirigieran a la iglesia a contender sobre varias tradiciones y no por la fe que una vez fue dada a los santos. Al inducir a la iglesia a recibir favores y honores del mundo bajo la falsa pretensión de que serían beneficiados, ésta comenzó a perder el favor de Dios. Gradualmente perdió su poder, al rehuir declarar las auténticas verdades que eliminaban a los amadores del placer y a los amigos del mundo. La iglesia ya no es el pueblo separado y peculiar que era cuando los fuegos de la persecución estaban encendidos en contra de ella. ¿Cómo se opaca el oro? ¿Cómo se transforma el oro más fino? Vi que si la iglesia siempre hubiera retenido su carácter santo y peculiar, el poder del Espíritu Santo, que fue impartido a los discípulos estaría con ella. Los enfermos serían sanados, los demonios serían reprendidos y sacados, y sería poderosa y un terror para sus enemigos. Vi que una compañía muy numerosa profesaba el nombre de Cristo pero que Dios no los reconocía como suyos. Él no se complacía en ellos. Satanás parecía asumir un carácter religioso, y estaba muy deseoso de que el pueblo pensara que eran cristianos. Estaba muy dispuesto a que creyeran en Jesús, en su crucifixión, y en su resurrección. Satanás y sus ángeles plenamente creen todo eso ellos mismos, y tiemblan. Pero si esa fe no produce buenas obras y conduce a los que la profesan a imitar la vida abnegada de Cristo, no se siente perturbado; porque ellos solamente asumen el nombre de cristianos, mientras que sus corazones son todavía carnales; él los puede usar en su servicio mucho mejor que si no hubieran hecho ninguna profesión de fe. Bajo el nombre de cristianos ocultan su deformidad. Pasan por la vida con su naturaleza no santificada y sus malas pasiones no refrenadas. Esto da ocasión a que el incrédulo le eche en cara a JesuCristo las imperfecciones de ellos, trayendo oprobio, y haciendo que los que poseen una religión pura y sin mancha sean desacreditados. Los ministros predican cosas halagüeñas que satisfacen a los profesos cristianos carnales. Esto es justamente lo que Satanás quiere. No se atreven a predicar a Jesús y las verdades penetrantes de la Biblia, porque si lo hicieran esos profesos cristianos carnales no las escucharían. Muchos son ricos, y deben ser retenidos en la iglesia, a pesar de que no están más capacitados para estar ahí que Satanás y sus ángeles. Se hace aparecer la religión de Jesús como popular y honorable a los ojos del mundo. Se dice a la gente que los que profesan una religión serán más honrados por el mundo. Esas enseñanzas difieren grandemente de las de Cristo. Su doctrina y el mundo no podían convivir en paz. Aquellos que lo seguían tenían que renunciar al mundo. Esas cosas halagüeñas se originaron con Satanás y sus ángeles. Ellos idearon el plan, y los cristianos nominales lo han ejecutado. Hipócritas y pecadores se unen a la iglesia. Se enseñan fábulas halagüeñas y éstas son recibidas fácilmente. Pero si la verdad fuera predicada en su pureza, pronto los hipócritas y pecadores serían eliminados. Pero no hay diferencia entre los profesos seguidores de Cristo y el mundo. Vi que si la falsa cubierta fuese arrancada de los miembros de las iglesias, se revelaría una iniquidad, una vileza y una corrupción tales, que el más tibio hijo de Dios no vacilaría en llamarlos por su verdadero nombre: 'hijos de su Padre, el diablo'; porque realizan sus obras. Jesús y toda la hueste angélica miraban la escena con disgusto; sin embargo, Dios tenía un mensaje para la iglesia que era sagrado e importante. Si éste era recibido, habría una completa reforma en ella, reviviría el testimonio viviente que expulsaría a los hipócritas y pecadores, y restauraría a la iglesia nuevamente al favor de Dios.
La Gran Controversia
Entre
Cristo y sus Ángeles,
Y
Satanás y sus Ángeles
Por Elena G. de White
viernes, 18 de diciembre de 2009
Visión de la muerte de los culpables
Ezequiel 9
1 Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.
2 Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce.
3 Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano,
4 y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.
5 Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia.
6 Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.
7 Y les dijo: Contaminad la casa, y llenad los atrios de muertos; salid. Y salieron, y mataron en la ciudad.
8 Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: !!Ah, Señor Jehová! ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?
9 Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve.
10 Así, pues, haré yo; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; haré recaer el camino de ellos sobre sus propias cabezas.
11 Y he aquí que el varón vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo: He hecho conforme a todo lo que me mandaste.
Dios les bendiga
1 Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.
2 Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce.
3 Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano,
4 y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.
5 Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia.
6 Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.
7 Y les dijo: Contaminad la casa, y llenad los atrios de muertos; salid. Y salieron, y mataron en la ciudad.
8 Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: !!Ah, Señor Jehová! ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?
9 Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve.
10 Así, pues, haré yo; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; haré recaer el camino de ellos sobre sus propias cabezas.
11 Y he aquí que el varón vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo: He hecho conforme a todo lo que me mandaste.
Dios les bendiga
jueves, 17 de diciembre de 2009
Visión de las abominaciones en Jerusalén
Ezequiel 8
1 En el sexto año, en el mes sexto, a los cinco días del mes, aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí se posó sobre mí la mano de Jehová el Señor. 2 Y miré, y he aquí una figura que parecía de hombre; desde sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos para arriba parecía resplandor, el aspecto de bronce refulgente. 3 Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos. 4 Y he aquí, allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo. 5 Y me dijo: Hijo de hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del norte. Y alcé mis ojos hacia el norte, y he aquí al norte, junto a la puerta del altar, aquella imagen del celo en la entrada. 6 Me dijo entonces: Hijo de hombre, ¿no ves lo que éstos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores. 7 Y me llevó a la entrada del atrio, y miré, y he aquí en la pared un agujero. 8 Y me dijo: Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared, y he aquí una puerta. 9 Me dijo luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que éstos hacen allí. 10 Entré, pues, y miré; y he aquí toda forma de reptiles y bestias abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor. 11 Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso. 12 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra. 13 Me dijo después: Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen éstos. 14 Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz. 15 Luego me dijo: ¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas. 16 Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente. 17 Y me dijo: ¿No has visto, hijo de hombre? ¿Es cosa liviana para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen aquí? Después que han llenado de maldad la tierra, se volvieron a mí para irritarme; he aquí que aplican el ramo a sus narices. 18 Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré.
Bendiciones!
1 En el sexto año, en el mes sexto, a los cinco días del mes, aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí se posó sobre mí la mano de Jehová el Señor. 2 Y miré, y he aquí una figura que parecía de hombre; desde sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos para arriba parecía resplandor, el aspecto de bronce refulgente. 3 Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos. 4 Y he aquí, allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo. 5 Y me dijo: Hijo de hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del norte. Y alcé mis ojos hacia el norte, y he aquí al norte, junto a la puerta del altar, aquella imagen del celo en la entrada. 6 Me dijo entonces: Hijo de hombre, ¿no ves lo que éstos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores. 7 Y me llevó a la entrada del atrio, y miré, y he aquí en la pared un agujero. 8 Y me dijo: Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared, y he aquí una puerta. 9 Me dijo luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que éstos hacen allí. 10 Entré, pues, y miré; y he aquí toda forma de reptiles y bestias abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor. 11 Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso. 12 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra. 13 Me dijo después: Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen éstos. 14 Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz. 15 Luego me dijo: ¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas. 16 Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente. 17 Y me dijo: ¿No has visto, hijo de hombre? ¿Es cosa liviana para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen aquí? Después que han llenado de maldad la tierra, se volvieron a mí para irritarme; he aquí que aplican el ramo a sus narices. 18 Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré.
Bendiciones!
lunes, 14 de diciembre de 2009
La fe
Hebreos 11
1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
2 Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.
3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.
5 Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
7 Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase;y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.
8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.
9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa;
10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
12 Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.
16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se averg:uenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito,
18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia;
19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.
20 Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras.
21 Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.
22 Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.
23 Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses,porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.
24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,
26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.
27 Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.
28 Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.
29 Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados.
30 Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días.
31 Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.
32 ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón,de Jefté, de David,así como de Samuel y de los profetas;
33 que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
34 apagaron fuegos impetuosos,evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.
35 Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.
36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;
38 de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
39 Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;
40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.
BENDICIONES!
1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
2 Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.
3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.
5 Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
7 Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase;y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.
8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.
9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa;
10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
12 Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.
16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se averg:uenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito,
18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia;
19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.
20 Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras.
21 Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.
22 Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.
23 Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses,porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.
24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,
26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.
27 Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.
28 Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.
29 Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados.
30 Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días.
31 Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.
32 ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón,de Jefté, de David,así como de Samuel y de los profetas;
33 que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
34 apagaron fuegos impetuosos,evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.
35 Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.
36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;
38 de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
39 Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;
40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.
BENDICIONES!
domingo, 13 de diciembre de 2009
La ley y los dos pactos
Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. "El hombre que los
hiciere, vivirá en ellos" (Eze. 20: 11; Lev. 18: 5.); pero "maldito el que no
confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas." (Deut. 27: 26.) El nuevo pacto
se estableció sobre "mejores promesas," la promesa del perdón de los pecados y
de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los
principios de la ley de Dios. "Este es el pacto que haré con la casa de Israel
después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla
en sus corazones; y. . . perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su
pecado." (Jer. 31: 33, 34.)
La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo
sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia,
aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor.
Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del
Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios
escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él
anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: "El hacer tu
voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas." (Sal.
40: 8) Y cuando entre los hombres, dijo: "No me ha dejado el Padre; porque yo, lo
que a él agrada, hago siempre." (Juan 8: 29)
El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo
el nuevo pacto. Dice: "Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de 390 nuestro Señor Jesucristo." "¿Luego deshacemos la ley por la fe? En
ninguna manera; antes establecemos la ley." "Porque lo que era imposible a la ley,
por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su
naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en
semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la
carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos
conforme a la carne, mas conforme al espíritu." (Rom. 5: 1; 3: 31; 8: 3, 4.)
La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de
desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de
los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa
evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta
nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios
en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la
ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su
divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y
Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley
desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que
pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que
él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de
lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: "Oye, Israel: Jehová
nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de
toda tu alma, y con todo tu poder." Y "amarás a tu prójimo como a ti mismo."
(Deut. 6:4, 5; Lev. 19: 18.) El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las
demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos.
Porque todo procede de Aquel "en el cual no hay mudanza, ni sombra de
variación." (Sant. 1:17.)
PATRIARCAS Y PROFETAS
ELENA G. DE WHITE
Bendiciones
hiciere, vivirá en ellos" (Eze. 20: 11; Lev. 18: 5.); pero "maldito el que no
confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas." (Deut. 27: 26.) El nuevo pacto
se estableció sobre "mejores promesas," la promesa del perdón de los pecados y
de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los
principios de la ley de Dios. "Este es el pacto que haré con la casa de Israel
después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla
en sus corazones; y. . . perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su
pecado." (Jer. 31: 33, 34.)
La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo
sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia,
aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor.
Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del
Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios
escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él
anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: "El hacer tu
voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas." (Sal.
40: 8) Y cuando entre los hombres, dijo: "No me ha dejado el Padre; porque yo, lo
que a él agrada, hago siempre." (Juan 8: 29)
El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo
el nuevo pacto. Dice: "Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de 390 nuestro Señor Jesucristo." "¿Luego deshacemos la ley por la fe? En
ninguna manera; antes establecemos la ley." "Porque lo que era imposible a la ley,
por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su
naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en
semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la
carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos
conforme a la carne, mas conforme al espíritu." (Rom. 5: 1; 3: 31; 8: 3, 4.)
La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de
desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de
los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa
evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta
nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios
en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la
ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su
divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y
Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley
desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que
pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que
él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de
lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: "Oye, Israel: Jehová
nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de
toda tu alma, y con todo tu poder." Y "amarás a tu prójimo como a ti mismo."
(Deut. 6:4, 5; Lev. 19: 18.) El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las
demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos.
Porque todo procede de Aquel "en el cual no hay mudanza, ni sombra de
variación." (Sant. 1:17.)
PATRIARCAS Y PROFETAS
ELENA G. DE WHITE
Bendiciones
viernes, 11 de diciembre de 2009
La Ley y los Dos Pactos
Así como la Biblia presenta dos leyes, una inmutable y eterna, la otra provisional y
temporaria, así también hay dos pactos. El pacto de la gracia se estableció
primeramente con el hombre en el Edén, cuando después de la caída se dio la
promesa divina de que la simiente de la mujer heriría a la serpiente en la cabeza.
Este pacto puso al alcance de todos los hombres el perdón y la ayuda de la gracia
de Dios para obedecer en lo futuro mediante la fe en Cristo. También les 387
prometía la vida eterna si eran fieles a la ley de Dios. Así recibieron los patriarcas
la esperanza de la salvación.
Este mismo pacto le fue renovado a Abrahán en la promesa: "En tu simiente serán
benditas todas las gentes de la tierra." (Gén. 22: 18.) Esta promesa dirigía los
pensamientos hacia Cristo. Así la entendió Abrahán. (Véase Gál. 3: 8, 16), y confió
en Cristo para obtener el perdón de sus pecados. Fue esta fe la que se le contó
como justicia. El pacto con Abrahán también mantuvo la autoridad de la ley de
Dios. El Señor se le apareció y le dijo: "Yo soy el Dios Todopoderoso; anda
delante de mí, y sé perfecto." El testimonio de Dios respecto a su siervo fiel fue:
"Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y
mis leyes," y el Señor le declaró: "Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu simiente
después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por Dios,
y a tu simiente después de ti." (Gén 17: 1, 7; 26: 5.)
Aunque este pacto fue hecho con Adán, y más tarde se le renovó a Abrahán, no
pudo ratificarse sino hasta la muerte de Cristo. Existió en virtud de la promesa de
Dios desde que se indicó por primera vez la posibilidad de redención. Fue
aceptado por fe: no obstante, cuando Cristo lo ratificó fue llamado el pacto nuevo.
La ley de Dios fue la base de este pacto, que era sencillamente un arreglo para
restituir al hombre a la armonía con la voluntad divina, colocándolo en situación de
poder obedecer la ley de Dios.
Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto "antiguo," se estableció entre Dios e
Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un
sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo,
y es llamado el "segundo" pacto o "nuevo" pacto, porque la sangre con la cual fue
sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el
nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue
confirmado tanto por la promesa como por el juramento 388 de Dios, "dos cosas
inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta." (Heb. 6: 18.)
Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por
qué se hizo otro pacto en el Sinaí? Durante su servidumbre, el pueblo había
perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de
Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su
misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo,
donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que
pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró.
Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para
ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como
habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto
verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio
corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad
de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.
Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de
grandes bendiciones siempre que obedecieran: "Ahora pues, si diereis oído a mi
voz, y guardareis mi pacto, . . . vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente
santa." (Exo. 19: 5, 6.) Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio
corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios;
y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de
ser justos por sí mismos, declararon: "Haremos todas las cosas que Jehová ha
dicho, y obedeceremos." (Exo. 24: 7.) Habían presenciado la grandiosa majestad
de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin
embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios
al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por
389 medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y
su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los
sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como
su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las
bendiciones del nuevo pacto.
HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS
ELENA G. DE WHITE
BENDICIONES!
temporaria, así también hay dos pactos. El pacto de la gracia se estableció
primeramente con el hombre en el Edén, cuando después de la caída se dio la
promesa divina de que la simiente de la mujer heriría a la serpiente en la cabeza.
Este pacto puso al alcance de todos los hombres el perdón y la ayuda de la gracia
de Dios para obedecer en lo futuro mediante la fe en Cristo. También les 387
prometía la vida eterna si eran fieles a la ley de Dios. Así recibieron los patriarcas
la esperanza de la salvación.
Este mismo pacto le fue renovado a Abrahán en la promesa: "En tu simiente serán
benditas todas las gentes de la tierra." (Gén. 22: 18.) Esta promesa dirigía los
pensamientos hacia Cristo. Así la entendió Abrahán. (Véase Gál. 3: 8, 16), y confió
en Cristo para obtener el perdón de sus pecados. Fue esta fe la que se le contó
como justicia. El pacto con Abrahán también mantuvo la autoridad de la ley de
Dios. El Señor se le apareció y le dijo: "Yo soy el Dios Todopoderoso; anda
delante de mí, y sé perfecto." El testimonio de Dios respecto a su siervo fiel fue:
"Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y
mis leyes," y el Señor le declaró: "Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu simiente
después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por Dios,
y a tu simiente después de ti." (Gén 17: 1, 7; 26: 5.)
Aunque este pacto fue hecho con Adán, y más tarde se le renovó a Abrahán, no
pudo ratificarse sino hasta la muerte de Cristo. Existió en virtud de la promesa de
Dios desde que se indicó por primera vez la posibilidad de redención. Fue
aceptado por fe: no obstante, cuando Cristo lo ratificó fue llamado el pacto nuevo.
La ley de Dios fue la base de este pacto, que era sencillamente un arreglo para
restituir al hombre a la armonía con la voluntad divina, colocándolo en situación de
poder obedecer la ley de Dios.
Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto "antiguo," se estableció entre Dios e
Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un
sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo,
y es llamado el "segundo" pacto o "nuevo" pacto, porque la sangre con la cual fue
sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el
nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue
confirmado tanto por la promesa como por el juramento 388 de Dios, "dos cosas
inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta." (Heb. 6: 18.)
Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por
qué se hizo otro pacto en el Sinaí? Durante su servidumbre, el pueblo había
perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de
Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su
misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo,
donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que
pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró.
Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para
ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como
habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto
verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio
corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad
de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.
Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de
grandes bendiciones siempre que obedecieran: "Ahora pues, si diereis oído a mi
voz, y guardareis mi pacto, . . . vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente
santa." (Exo. 19: 5, 6.) Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio
corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios;
y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de
ser justos por sí mismos, declararon: "Haremos todas las cosas que Jehová ha
dicho, y obedeceremos." (Exo. 24: 7.) Habían presenciado la grandiosa majestad
de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin
embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios
al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por
389 medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y
su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los
sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como
su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las
bendiciones del nuevo pacto.
HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS
ELENA G. DE WHITE
BENDICIONES!
miércoles, 9 de diciembre de 2009
La ley y los dos pactos
Muchos opinan que Dios colocó una muralla divisoria entre los hebreos y el resto
del mundo; que su cuidado y amor de los que privara en gran parte al resto de la
humanidad, se concentraban en Israel. Pero no fue el propósito de Dios que su
pueblo construyera una muralla de separación entre ellos y sus semejantes. El
corazón del Amor infinito abarcaba a todos los habitantes de la tierra. Aunque le
habían rechazado, constantemente procuraba revelárselas, y hacerlos partícipes
de su amor y su gracia. Su bendición fue concedida al pueblo escogido, para que
éste pudiera bendecir a otros.
Dios llamó a Abrahán, le prosperó y le honró; y la fidelidad del patriarca fue una
luz para la gente de todos los países donde habitó. Abrahán no se aisló de
quienes le rodeaban. Mantuvo relaciones amistosas con los reyes de las naciones
circundantes, y fue tratado por algunos de ellos con gran respeto; su integridad y
desinterés, su valor y benevolencia, representaron el carácter de Dios. A
Mesopotamia, a Canaán, a Egipto, hasta a los habitantes de Sodoma, el Dios del
cielo se les reveló por medio de su representante. 385
Asimismo se reveló Dios por medio de José al pueblo egipcio y a todas las
naciones relacionadas con aquel poderoso reino. ¿Por qué dispuso el Señor
exaltar a José a tan grande altura entre los egipcios? Podía lograr sus propósitos
en favor de los hijos de Jacob de cualquiera otra manera; pero quiso hacer de
José una luz, y lo puso en el palacio del rey para que la luz celestial alumbrara
cerca y lejos. Mediante su sabiduría y su justicia, mediante la pureza y la
benevolencia de su vida cotidiana, mediante su devoción a los intereses del
pueblo, y de un pueblo idólatra, José fue el representante de Cristo. En su
benefactor, a quien todo Egipto se dirigía con gratitud y a quien todos elogiaban,
aquel pueblo pagano debía contemplar el amor de su Creador y Redentor.
También mediante Moisés, Dios colocó una luz junto al trono del mayor reino de la
tierra, para que todos los que quisieran, pudieran conocer al Dios verdadero y
viviente. Y toda esta luz fue dada a los egipcios antes de que la mano de Dios se
extendiera sobre ellos en las plagas.
Mediante la liberación de Israel de Egipto, el conocimiento del poder de Dios se
extendió por todas partes. El belicoso pueblo de la plaza fuerte de Jericó tembló.
Dijo Rahab: "Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más
espíritu en alguno por causa de vosotros: porque Jehová vuestro Dios es Dios
arriba en los cielos, y abajo en la tierra." (Jos. 2: 11.) Varios siglos después del
éxodo, los sacerdotes filisteos recordaron a su pueblo las plagas de Egipto, y lo
amonestaron a no resistir al Dios de Israel.
Dios llamó a Israel, lo bendijo y lo exaltó, no para que mediante la obediencia a su
ley recibiese él solo su favor y fuera beneficiario exclusivo de sus bendiciones;
sino para revelarse por medio de él a todos los habitantes de la tierra. Para poder
alcanzar este propósito, Dios le ordenó que fuera diferente de las naciones
idólatras que lo rodeaban.
La idolatría y todos los pecados que la acompañaban eran abominables para Dios,
y ordenó a su pueblo que no se 386 mezclara con las otras naciones, ni hiciera
"como ellos hacen" (Exo. 23: 24), para que no se olvidaran de Dios. Les prohibió el
matrimonio con los idólatras, para que sus corazones no se apartaran de él. Era
tan necesario entonces como ahora que el pueblo de Dios fuese puro, "sin
mancha de este mundo." (Sant. 1: 27.) Debían mantenerse libres del espíritu
mundano, porque éste se opone a la verdad y la justicia. Pero Dios no quería que
su pueblo, creyendo tener la exclusividad de la justicia, se apartara del mundo al
punto de no poder ejercer influencia alguna sobre él.
Como su Maestro, los seguidores de Cristo debían ser en todas las edades la luz
del mundo. El Salvador dijo: "Una ciudad asentada sobre un monte no se puede
esconder. Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, mas sobre
el candelero, y alumbra a todos los que están en casa;" es decir, en el mundo. Y
agrega: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." (Mat. 5: 14-16)
Esto es exactamente lo que hicieron Enoc, Noé, Abrahán, José y Moisés. Y es
precisamente lo que Dios quería que hiciera su pueblo Israel.
Fue su propio corazón malo e incrédulo, dominado por Satanás, lo que los llevó a
ocultar su luz en vez de irradiarla sobre los pueblos circunvecinos; fue ese mismo
espíritu fanático lo que les hizo seguir las prácticas inicuas de los paganos, o
encerrarse en un orgulloso exclusivismo, como si el amor y el cuidado de Dios
fuesen únicamente para ellos.
HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS
ELENA G. DE WHITE
BENDICIONES!
del mundo; que su cuidado y amor de los que privara en gran parte al resto de la
humanidad, se concentraban en Israel. Pero no fue el propósito de Dios que su
pueblo construyera una muralla de separación entre ellos y sus semejantes. El
corazón del Amor infinito abarcaba a todos los habitantes de la tierra. Aunque le
habían rechazado, constantemente procuraba revelárselas, y hacerlos partícipes
de su amor y su gracia. Su bendición fue concedida al pueblo escogido, para que
éste pudiera bendecir a otros.
Dios llamó a Abrahán, le prosperó y le honró; y la fidelidad del patriarca fue una
luz para la gente de todos los países donde habitó. Abrahán no se aisló de
quienes le rodeaban. Mantuvo relaciones amistosas con los reyes de las naciones
circundantes, y fue tratado por algunos de ellos con gran respeto; su integridad y
desinterés, su valor y benevolencia, representaron el carácter de Dios. A
Mesopotamia, a Canaán, a Egipto, hasta a los habitantes de Sodoma, el Dios del
cielo se les reveló por medio de su representante. 385
Asimismo se reveló Dios por medio de José al pueblo egipcio y a todas las
naciones relacionadas con aquel poderoso reino. ¿Por qué dispuso el Señor
exaltar a José a tan grande altura entre los egipcios? Podía lograr sus propósitos
en favor de los hijos de Jacob de cualquiera otra manera; pero quiso hacer de
José una luz, y lo puso en el palacio del rey para que la luz celestial alumbrara
cerca y lejos. Mediante su sabiduría y su justicia, mediante la pureza y la
benevolencia de su vida cotidiana, mediante su devoción a los intereses del
pueblo, y de un pueblo idólatra, José fue el representante de Cristo. En su
benefactor, a quien todo Egipto se dirigía con gratitud y a quien todos elogiaban,
aquel pueblo pagano debía contemplar el amor de su Creador y Redentor.
También mediante Moisés, Dios colocó una luz junto al trono del mayor reino de la
tierra, para que todos los que quisieran, pudieran conocer al Dios verdadero y
viviente. Y toda esta luz fue dada a los egipcios antes de que la mano de Dios se
extendiera sobre ellos en las plagas.
Mediante la liberación de Israel de Egipto, el conocimiento del poder de Dios se
extendió por todas partes. El belicoso pueblo de la plaza fuerte de Jericó tembló.
Dijo Rahab: "Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más
espíritu en alguno por causa de vosotros: porque Jehová vuestro Dios es Dios
arriba en los cielos, y abajo en la tierra." (Jos. 2: 11.) Varios siglos después del
éxodo, los sacerdotes filisteos recordaron a su pueblo las plagas de Egipto, y lo
amonestaron a no resistir al Dios de Israel.
Dios llamó a Israel, lo bendijo y lo exaltó, no para que mediante la obediencia a su
ley recibiese él solo su favor y fuera beneficiario exclusivo de sus bendiciones;
sino para revelarse por medio de él a todos los habitantes de la tierra. Para poder
alcanzar este propósito, Dios le ordenó que fuera diferente de las naciones
idólatras que lo rodeaban.
La idolatría y todos los pecados que la acompañaban eran abominables para Dios,
y ordenó a su pueblo que no se 386 mezclara con las otras naciones, ni hiciera
"como ellos hacen" (Exo. 23: 24), para que no se olvidaran de Dios. Les prohibió el
matrimonio con los idólatras, para que sus corazones no se apartaran de él. Era
tan necesario entonces como ahora que el pueblo de Dios fuese puro, "sin
mancha de este mundo." (Sant. 1: 27.) Debían mantenerse libres del espíritu
mundano, porque éste se opone a la verdad y la justicia. Pero Dios no quería que
su pueblo, creyendo tener la exclusividad de la justicia, se apartara del mundo al
punto de no poder ejercer influencia alguna sobre él.
Como su Maestro, los seguidores de Cristo debían ser en todas las edades la luz
del mundo. El Salvador dijo: "Una ciudad asentada sobre un monte no se puede
esconder. Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, mas sobre
el candelero, y alumbra a todos los que están en casa;" es decir, en el mundo. Y
agrega: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." (Mat. 5: 14-16)
Esto es exactamente lo que hicieron Enoc, Noé, Abrahán, José y Moisés. Y es
precisamente lo que Dios quería que hiciera su pueblo Israel.
Fue su propio corazón malo e incrédulo, dominado por Satanás, lo que los llevó a
ocultar su luz en vez de irradiarla sobre los pueblos circunvecinos; fue ese mismo
espíritu fanático lo que les hizo seguir las prácticas inicuas de los paganos, o
encerrarse en un orgulloso exclusivismo, como si el amor y el cuidado de Dios
fuesen únicamente para ellos.
HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS
ELENA G. DE WHITE
BENDICIONES!
lunes, 7 de diciembre de 2009
La ley y los dos pactos
Hebreos 9
23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.
24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;
25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.
La ley ceremonial fue dada por Cristo. Aun después de ser abolida, Pablo la
presentó a los judíos en su verdadero marco y valor, mostrando el lugar que
ocupaba en el plan de la redención, así cómo su relación con la obra de Cristo; y
el gran apóstol declara que esta ley es gloriosa, digna de su divino Originador. El
solemne servicio del santuario representaba las grandes verdades que habían de
ser reveladas a través de las siguientes generaciones. La nube de incienso que
ascendía con las oraciones de Israel representaba su justicia, que es lo único que
puede hacer aceptable ante Dios la oración del pecador;, la víctima sangrante en
el altar del sacrificio daba testimonio del Redentor que había de venir; y el lugar
santísimo irradiaba la señal visible de la presencia divina. Así, a través de siglos y
siglos de tinieblas y apostasía, la fe se mantuvo viva en los corazones humanos
hasta que llegó el tiempo del advenimiento del Mesías prometido.
Jesús era ya la luz de su pueblo, la luz del mundo, antes de venir a la tierra en
forma humana. El primer rayo de luz que penetró la lobreguez en que el pecado
había envuelto al mundo, provino de Cristo. Y de él ha emanado todo rayo de
resplandor celestial que ha caído sobre los habitantes de la tierra. En el plan de la
redención, Cristo es el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo.
Desde que el Salvador derramó su sangre para la remisión 384 de los pecados, y
ascendió al cielo "para presentarse ahora por nosotros en la presencia de Dios"
(Heb. 9: 24), raudales de luz han brotado de la cruz del Calvario y de los lugares
santos del santuario celestial. Pero porque se nos haya otorgado una luz más
clara no debiéramos menospreciar la que en tiempos anteriores fue recibida
mediante símbolos que revelaban al Salvador futuro. El Evangelio de Cristo arroja
luz sobre la economía judía y da significado a la ley ceremonial. A medida que se
revelan nuevas verdades, y se aclara aún más lo que se sabía desde el principio,
se hacen más manifiestos el carácter y los propósitos de Dios en su trato con su
pueblo escogido. Todo rayo de luz adicional que recibimos nos hace comprender
mejor el plan de redención, cumplimiento de la voluntad divina en favor de la
salvación del hombre. Vemos nueva belleza y fuerza en la Palabra inspirada, y la
estudiamos con interés más profundo y concentrado.
HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS
ELENA G. DE WHITE
BENDICIONES!
23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.
24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;
25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.
La ley ceremonial fue dada por Cristo. Aun después de ser abolida, Pablo la
presentó a los judíos en su verdadero marco y valor, mostrando el lugar que
ocupaba en el plan de la redención, así cómo su relación con la obra de Cristo; y
el gran apóstol declara que esta ley es gloriosa, digna de su divino Originador. El
solemne servicio del santuario representaba las grandes verdades que habían de
ser reveladas a través de las siguientes generaciones. La nube de incienso que
ascendía con las oraciones de Israel representaba su justicia, que es lo único que
puede hacer aceptable ante Dios la oración del pecador;, la víctima sangrante en
el altar del sacrificio daba testimonio del Redentor que había de venir; y el lugar
santísimo irradiaba la señal visible de la presencia divina. Así, a través de siglos y
siglos de tinieblas y apostasía, la fe se mantuvo viva en los corazones humanos
hasta que llegó el tiempo del advenimiento del Mesías prometido.
Jesús era ya la luz de su pueblo, la luz del mundo, antes de venir a la tierra en
forma humana. El primer rayo de luz que penetró la lobreguez en que el pecado
había envuelto al mundo, provino de Cristo. Y de él ha emanado todo rayo de
resplandor celestial que ha caído sobre los habitantes de la tierra. En el plan de la
redención, Cristo es el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo.
Desde que el Salvador derramó su sangre para la remisión 384 de los pecados, y
ascendió al cielo "para presentarse ahora por nosotros en la presencia de Dios"
(Heb. 9: 24), raudales de luz han brotado de la cruz del Calvario y de los lugares
santos del santuario celestial. Pero porque se nos haya otorgado una luz más
clara no debiéramos menospreciar la que en tiempos anteriores fue recibida
mediante símbolos que revelaban al Salvador futuro. El Evangelio de Cristo arroja
luz sobre la economía judía y da significado a la ley ceremonial. A medida que se
revelan nuevas verdades, y se aclara aún más lo que se sabía desde el principio,
se hacen más manifiestos el carácter y los propósitos de Dios en su trato con su
pueblo escogido. Todo rayo de luz adicional que recibimos nos hace comprender
mejor el plan de redención, cumplimiento de la voluntad divina en favor de la
salvación del hombre. Vemos nueva belleza y fuerza en la Palabra inspirada, y la
estudiamos con interés más profundo y concentrado.
HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS
ELENA G. DE WHITE
BENDICIONES!
La Ley y los Dos Pactos
17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
Pero acerca de la ley de los diez mandamientos el salmista declara: "Para
siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos." (Sal. 119: 89.) Y Cristo
mismo dice: "No penséis que he venido para abrogar la ley.... De cierto os digo," y
recalca en todo lo posible su aserto, "que hasta que perezca el 381 cielo y la tierra,
ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas."
(Mat. 5: I7, 18.) En estas palabras Cristo enseña, no sólo cuáles habían sido las
demandas de la ley de Dios, y cuáles eran entonces, sino que además ellas
perdurarán tanto como los cielos y la tierra. La ley de Dios es tan inmutable como
su trono. Mantendrá sus demandas sobre la humanidad a través de todos los
siglos.
Respecto a la ley pronunciada en el Sinaí, dice Nehemías: "Sobre el monte de
Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y dísteles juicios rectos,
leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos." (Neh. 9: 13.) Y Pablo, el
apóstol de los gentiles, declara: "La ley a la verdad es santa, y el mandamiento
santo, y justo, y bueno." Esta ley no puede ser otra que el Decálogo, pues es la ley
que dice: "No codiciarás." (Rom. 7: 12, 7.)
Si bien la muerte del Salvador puso fin a la ley de los símbolos y sombras no
disminuyó en lo más mínimo la obligación del hombre hacía la ley moral. Muy al
contrario, el mismo hecho de que fuera necesario que Cristo muriera para expiar la
transgresión de la ley, prueba que ésta es inmutable.
Los que alegan que Cristo vino para abrogar la ley de Dios y eliminar el Antiguo
Testamento, hablan de la era judaica como de un tiempo de tinieblas, y
representan la religión de los hebreos como una serie de meras formas y
ceremonias. Pero éste es un error. A través de todas las páginas de la historia
sagrada, donde está registrada la relación de Dios con su pueblo escogido, hay
huellas vivas del gran YO SOY. Nunca dio el Señor a los hijos de los hombres más
amplias revelaciones de su poder y gloria que cuando fue reconocido como único
soberano de Israel y dio la ley a su pueblo, Había allí un cetro que no era
empujado por manos humanas; y las majestuosas manifestaciones del invisible
Rey de Israel fueron indeciblemente grandiosas y temibles.
En todas estas revelaciones de la presencia divina, la gloria de Dios se manifestó
por medio de Cristo. No sólo cuando 382 vino el Salvador, sino a través de todos
los siglos después de la caída del hombre y de la promesa de la redención, "Dios
estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí." (2 Cor. 5: 19.) Cristo era el
fundamento y el centro del sistema de sacrificios, tanto en la era patriarcal como
en la judía. Desde que pecaron nuestros primeros padres, no ha habido
comunicación directa entre Dios y el hombre. El Padre puso el mundo en manos
de Cristo para que por su obra mediadora redimiera al hombre y vindicara la
autoridad y santidad de la ley divina.
Toda comunicación entre el cielo y la raza caída se ha hecho por medio de Cristo.
Fue el Hijo de Dios quien dio a nuestros primeros padres la promesa de la
redención. Fue él quien se reveló a los patriarcas. Adán, Noé, Abrahán, Isaac,
Jacob, y Moisés comprendieron el Evangelio. Buscaron la salvación por medio del
Substituto y Garante del ser humano. Estos santos varones de antaño comulgaron
con el Salvador que iba a venir al mundo en carne humana; y algunos de ellos
hablaron cara a cara con Cristo y con ángeles celestiales.
Cristo no sólo fue el que dirigía a los hebreos en el desierto --el Ángel en quien
estaba el nombre de Jehová, y quien, velado en la columna de nube, iba delante
de la hueste--sino que también fue él quien dio la ley a Israel. (Véase el Apéndice,
nota 10.) En medio de la terrible gloria del Sinaí, Cristo promulgó a todo el pueblo
los diez mandamientos de la ley de su Padre, y dio a Moisés esa ley grabada en
tablas de piedra.
Fue Cristo quien habló a su pueblo por medio de los profetas. El apóstol Pedro,
escribiendo a la iglesia cristiana, dice que los que "profetizaron de la gracia que
había de venir a vosotros, han inquirido y diligentemente buscado, escudriñando
cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en
ellos, el cual prenunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo, y las glorias
después de ellas." (1 Ped. 1: 10, 11.) Es la voz de Cristo la que nos habla por
medio del Antiguo Testamento. "Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la
profecía." (Apoc. 19: 10.) 383
En las enseñanzas que dio cuando estuvo personalmente aquí entre los hombres,
Jesús dirigió los pensamientos del pueblo hacia el Antiguo Testamento. Dijo a los
judíos: "Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis
la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi." (Juan 5:39.) En aquel
entonces los libros del Antiguo Testamento eran la única parte de la Biblia que
existía. Otra vez el Hijo de Dios declaró: "A Moisés y a los profetas tienen:
óiganlos." Y agregó: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se
persuadirán, si alguno se levantare de los muertos." (Luc. 16:29, 31.)
HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS
ELENA G. DE WHITE
Bendiciones!
18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
Pero acerca de la ley de los diez mandamientos el salmista declara: "Para
siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos." (Sal. 119: 89.) Y Cristo
mismo dice: "No penséis que he venido para abrogar la ley.... De cierto os digo," y
recalca en todo lo posible su aserto, "que hasta que perezca el 381 cielo y la tierra,
ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas."
(Mat. 5: I7, 18.) En estas palabras Cristo enseña, no sólo cuáles habían sido las
demandas de la ley de Dios, y cuáles eran entonces, sino que además ellas
perdurarán tanto como los cielos y la tierra. La ley de Dios es tan inmutable como
su trono. Mantendrá sus demandas sobre la humanidad a través de todos los
siglos.
Respecto a la ley pronunciada en el Sinaí, dice Nehemías: "Sobre el monte de
Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y dísteles juicios rectos,
leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos." (Neh. 9: 13.) Y Pablo, el
apóstol de los gentiles, declara: "La ley a la verdad es santa, y el mandamiento
santo, y justo, y bueno." Esta ley no puede ser otra que el Decálogo, pues es la ley
que dice: "No codiciarás." (Rom. 7: 12, 7.)
Si bien la muerte del Salvador puso fin a la ley de los símbolos y sombras no
disminuyó en lo más mínimo la obligación del hombre hacía la ley moral. Muy al
contrario, el mismo hecho de que fuera necesario que Cristo muriera para expiar la
transgresión de la ley, prueba que ésta es inmutable.
Los que alegan que Cristo vino para abrogar la ley de Dios y eliminar el Antiguo
Testamento, hablan de la era judaica como de un tiempo de tinieblas, y
representan la religión de los hebreos como una serie de meras formas y
ceremonias. Pero éste es un error. A través de todas las páginas de la historia
sagrada, donde está registrada la relación de Dios con su pueblo escogido, hay
huellas vivas del gran YO SOY. Nunca dio el Señor a los hijos de los hombres más
amplias revelaciones de su poder y gloria que cuando fue reconocido como único
soberano de Israel y dio la ley a su pueblo, Había allí un cetro que no era
empujado por manos humanas; y las majestuosas manifestaciones del invisible
Rey de Israel fueron indeciblemente grandiosas y temibles.
En todas estas revelaciones de la presencia divina, la gloria de Dios se manifestó
por medio de Cristo. No sólo cuando 382 vino el Salvador, sino a través de todos
los siglos después de la caída del hombre y de la promesa de la redención, "Dios
estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí." (2 Cor. 5: 19.) Cristo era el
fundamento y el centro del sistema de sacrificios, tanto en la era patriarcal como
en la judía. Desde que pecaron nuestros primeros padres, no ha habido
comunicación directa entre Dios y el hombre. El Padre puso el mundo en manos
de Cristo para que por su obra mediadora redimiera al hombre y vindicara la
autoridad y santidad de la ley divina.
Toda comunicación entre el cielo y la raza caída se ha hecho por medio de Cristo.
Fue el Hijo de Dios quien dio a nuestros primeros padres la promesa de la
redención. Fue él quien se reveló a los patriarcas. Adán, Noé, Abrahán, Isaac,
Jacob, y Moisés comprendieron el Evangelio. Buscaron la salvación por medio del
Substituto y Garante del ser humano. Estos santos varones de antaño comulgaron
con el Salvador que iba a venir al mundo en carne humana; y algunos de ellos
hablaron cara a cara con Cristo y con ángeles celestiales.
Cristo no sólo fue el que dirigía a los hebreos en el desierto --el Ángel en quien
estaba el nombre de Jehová, y quien, velado en la columna de nube, iba delante
de la hueste--sino que también fue él quien dio la ley a Israel. (Véase el Apéndice,
nota 10.) En medio de la terrible gloria del Sinaí, Cristo promulgó a todo el pueblo
los diez mandamientos de la ley de su Padre, y dio a Moisés esa ley grabada en
tablas de piedra.
Fue Cristo quien habló a su pueblo por medio de los profetas. El apóstol Pedro,
escribiendo a la iglesia cristiana, dice que los que "profetizaron de la gracia que
había de venir a vosotros, han inquirido y diligentemente buscado, escudriñando
cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en
ellos, el cual prenunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo, y las glorias
después de ellas." (1 Ped. 1: 10, 11.) Es la voz de Cristo la que nos habla por
medio del Antiguo Testamento. "Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la
profecía." (Apoc. 19: 10.) 383
En las enseñanzas que dio cuando estuvo personalmente aquí entre los hombres,
Jesús dirigió los pensamientos del pueblo hacia el Antiguo Testamento. Dijo a los
judíos: "Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis
la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi." (Juan 5:39.) En aquel
entonces los libros del Antiguo Testamento eran la única parte de la Biblia que
existía. Otra vez el Hijo de Dios declaró: "A Moisés y a los profetas tienen:
óiganlos." Y agregó: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se
persuadirán, si alguno se levantare de los muertos." (Luc. 16:29, 31.)
HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS
ELENA G. DE WHITE
Bendiciones!
viernes, 4 de diciembre de 2009
La Ley y los Dos Pactos
Colosenses 2
8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de
los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.
9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.
11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;
12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él,perdonándoos todos los pecados,
14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,
15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo,
17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.
HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS
ELENA G. DE WHITE
CUANDO Adán y Eva fueron creados recibieron el conocimiento de la ley de Dios;
conocieron los derechos que la ley tenía sobre ellos; sus preceptos estaban
escritos en sus corazones. Cuando el hombre cayó a causa de su transgresión, la
ley no fue cambiada, sino que se estableció un sistema de redención para hacerle
volver a la obediencia. Se le dio la promesa de un Salvador, y se establecieron
sacrificios que dirigían sus pensamientos hacia el futuro, hacia la muerte de Cristo
como supremo sacrificio. Si nunca se hubiera violado la ley de Dios, no habría
habido muerte ni se habría necesitado un Salvador, ni tampoco sacrificios.
Adán enseñó a sus descendientes la ley de Dios, y así fue transmitida de padres a
hijos durante las siguientes generaciones. No obstante las medidas
bondadosamente tomadas para la redención del hombre, pocos la aceptaron y
prestaron obediencia. Debido a la transgresión, el mundo se envileció tanto que
fue menester limpiarlo de su corrupción mediante el diluvio. La ley fue preservada
por Noé y su familia, y Noé enseñó los diez mandamientos a sus descendientes.
Cuando los hombres se apartaron nuevamente de Dios, el Señor eligió a Abrahán,
de quien declaró: "Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos,
mis estatutos, y mis leyes." (Gén. 26:5.) Le dio el rito de la circuncisión, como
señal de que quienes lo recibían eran dedicados al servicio de Dios, y prometían
permanecer separados de la idolatría y obedecer la ley de Dios. La falta de
voluntad para cumplir esta promesa, que los descendientes de Abrahán
evidenciaron en su tendencia a formar alianzas con los paganos y adoptar sus
prácticas, fue la causa de su estada y 379 servidumbre en Egipto. Pero en su
relación con los idólatras y su forzada sumisión a los egipcios, los israelitas
corrompieron aun más su conocimiento de los preceptos divinos al mezclarlos con
las crueles y viles enseñanzas del paganismo. Por lo tanto, cuando los sacó de
Egipto, el Señor descendió sobre el Sinaí, envuelto en gloria y rodeado de sus
ángeles, y con grandiosa majestad pronunció su ley a todo el pueblo.
Aun entonces Dios no confió sus preceptos a la memoria de un pueblo inclinado a
olvidar sus requerimientos, sino que los escribió sobre tablas de piedra. Quiso
alejar de Israel toda posibilidad de mezclar las tradiciones paganas con sus santos
preceptos, o de confundir sus mandamientos con costumbres o reglamentos
humanos, Pero hizo más que sólo darles los preceptos del Decálogo. El pueblo se
había mostrado tan susceptible a descarriarse, que no quiso dejarles ninguna
puerta abierta a la tentación. A Moisés se le dijo que escribiera, como Dios se lo
había mandado, derechos y leyes que contenían instrucciones minuciosas
respecto a lo que el Señor requería. Estas instrucciones relativas a los deberes del
pueblo para con Dios, a los deberes de unos para con otros, y para con los
extranjeros, no eran otra cosa que los principios de los diez mandamientos
ampliados y dados de una manera específica, en forma tal que ninguno pudiera
errar. Tenían por objeto resguardar la santidad de los diez mandamientos
grabados en las tablas de piedra.
Si el hombre hubiera guardado la ley de Dios, tal como le fue dada a Adán
después de su caída, preservada por Noé y observada por Abrahán, no habría
habido necesidad del rito de la circuncisión. Y si los descendientes de Abrahán
hubieran guardado el pacto del cual la circuncisión era una señal, jamás habrían
sido inducidos a la idolatría, ni habría sido necesario que sufrieran una vida de
esclavitud en Egipto; habrían conservado el conocimiento de la ley de Dios y no
habría sido necesario proclamarla desde el Sinaí, o grabarla sobre tablas de
piedra. Y si el pueblo hubiera practicado los 380 principios de los diez
mandamientos, no habría habido necesidad de las instrucciones adicionales que
se le dieron a Moisés.
El sistema de sacrificios confiado a Adán fue también pervertido por sus
descendientes. La superstición, la idolatría, la crueldad y el libertinaje
corrompieron el sencillo y significativo servicio que Dios había establecido. A
través de su larga relación con los idólatras, el pueblo de Israel había mezclado
muchas costumbres paganas con su culto; por consiguiente, en el Sinaí el Señor
le dio instrucciones definidas tocante al servicio de los sacrificios. Una vez
terminada la construcción del santuario, Dios se comunicó con Moisés desde la
nube de gloria que descendía sobre el propiciatorio, y le dio instrucciones
completas acerca del sistema de sacrificios y ofrendas, y las formas del culto que
debían emplearse en el santuario. De esa manera se dio a Moisés la ley
ceremonial, que fue escrita por él en un libro. Pero la ley de los diez
mandamientos pronunciada desde el Sinaí había sido escrita por Dios mismo en
las tablas de piedra, y fue guardada sagradamente en el arca.
Muchos confunden estos dos sistemas y se valen de los textos que hablan de la
ley ceremonial para tratar de probar que la ley moral fue abolida; pero esto es
pervertir las Escrituras. La distinción entre los dos sistemas es clara. El sistema
ceremonial se componía de símbolos que señalaban a Cristo, su sacrificio y su
sacerdocio. Esta ley ritual, con sus sacrificios y ordenanzas, debían los hebreos
seguirla hasta que el símbolo se cumpliera en la realidad de la muerte de Cristo.
Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Entonces debían cesar todas
las ofrendas de sacrificio. Tal es la ley que Cristo quitó de en medio y clavó en la
cruz. (Col. 2: 14.)
BENDICIONES!
8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de
los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.
9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.
11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;
12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él,perdonándoos todos los pecados,
14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,
15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo,
17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.
HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS
ELENA G. DE WHITE
CUANDO Adán y Eva fueron creados recibieron el conocimiento de la ley de Dios;
conocieron los derechos que la ley tenía sobre ellos; sus preceptos estaban
escritos en sus corazones. Cuando el hombre cayó a causa de su transgresión, la
ley no fue cambiada, sino que se estableció un sistema de redención para hacerle
volver a la obediencia. Se le dio la promesa de un Salvador, y se establecieron
sacrificios que dirigían sus pensamientos hacia el futuro, hacia la muerte de Cristo
como supremo sacrificio. Si nunca se hubiera violado la ley de Dios, no habría
habido muerte ni se habría necesitado un Salvador, ni tampoco sacrificios.
Adán enseñó a sus descendientes la ley de Dios, y así fue transmitida de padres a
hijos durante las siguientes generaciones. No obstante las medidas
bondadosamente tomadas para la redención del hombre, pocos la aceptaron y
prestaron obediencia. Debido a la transgresión, el mundo se envileció tanto que
fue menester limpiarlo de su corrupción mediante el diluvio. La ley fue preservada
por Noé y su familia, y Noé enseñó los diez mandamientos a sus descendientes.
Cuando los hombres se apartaron nuevamente de Dios, el Señor eligió a Abrahán,
de quien declaró: "Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos,
mis estatutos, y mis leyes." (Gén. 26:5.) Le dio el rito de la circuncisión, como
señal de que quienes lo recibían eran dedicados al servicio de Dios, y prometían
permanecer separados de la idolatría y obedecer la ley de Dios. La falta de
voluntad para cumplir esta promesa, que los descendientes de Abrahán
evidenciaron en su tendencia a formar alianzas con los paganos y adoptar sus
prácticas, fue la causa de su estada y 379 servidumbre en Egipto. Pero en su
relación con los idólatras y su forzada sumisión a los egipcios, los israelitas
corrompieron aun más su conocimiento de los preceptos divinos al mezclarlos con
las crueles y viles enseñanzas del paganismo. Por lo tanto, cuando los sacó de
Egipto, el Señor descendió sobre el Sinaí, envuelto en gloria y rodeado de sus
ángeles, y con grandiosa majestad pronunció su ley a todo el pueblo.
Aun entonces Dios no confió sus preceptos a la memoria de un pueblo inclinado a
olvidar sus requerimientos, sino que los escribió sobre tablas de piedra. Quiso
alejar de Israel toda posibilidad de mezclar las tradiciones paganas con sus santos
preceptos, o de confundir sus mandamientos con costumbres o reglamentos
humanos, Pero hizo más que sólo darles los preceptos del Decálogo. El pueblo se
había mostrado tan susceptible a descarriarse, que no quiso dejarles ninguna
puerta abierta a la tentación. A Moisés se le dijo que escribiera, como Dios se lo
había mandado, derechos y leyes que contenían instrucciones minuciosas
respecto a lo que el Señor requería. Estas instrucciones relativas a los deberes del
pueblo para con Dios, a los deberes de unos para con otros, y para con los
extranjeros, no eran otra cosa que los principios de los diez mandamientos
ampliados y dados de una manera específica, en forma tal que ninguno pudiera
errar. Tenían por objeto resguardar la santidad de los diez mandamientos
grabados en las tablas de piedra.
Si el hombre hubiera guardado la ley de Dios, tal como le fue dada a Adán
después de su caída, preservada por Noé y observada por Abrahán, no habría
habido necesidad del rito de la circuncisión. Y si los descendientes de Abrahán
hubieran guardado el pacto del cual la circuncisión era una señal, jamás habrían
sido inducidos a la idolatría, ni habría sido necesario que sufrieran una vida de
esclavitud en Egipto; habrían conservado el conocimiento de la ley de Dios y no
habría sido necesario proclamarla desde el Sinaí, o grabarla sobre tablas de
piedra. Y si el pueblo hubiera practicado los 380 principios de los diez
mandamientos, no habría habido necesidad de las instrucciones adicionales que
se le dieron a Moisés.
El sistema de sacrificios confiado a Adán fue también pervertido por sus
descendientes. La superstición, la idolatría, la crueldad y el libertinaje
corrompieron el sencillo y significativo servicio que Dios había establecido. A
través de su larga relación con los idólatras, el pueblo de Israel había mezclado
muchas costumbres paganas con su culto; por consiguiente, en el Sinaí el Señor
le dio instrucciones definidas tocante al servicio de los sacrificios. Una vez
terminada la construcción del santuario, Dios se comunicó con Moisés desde la
nube de gloria que descendía sobre el propiciatorio, y le dio instrucciones
completas acerca del sistema de sacrificios y ofrendas, y las formas del culto que
debían emplearse en el santuario. De esa manera se dio a Moisés la ley
ceremonial, que fue escrita por él en un libro. Pero la ley de los diez
mandamientos pronunciada desde el Sinaí había sido escrita por Dios mismo en
las tablas de piedra, y fue guardada sagradamente en el arca.
Muchos confunden estos dos sistemas y se valen de los textos que hablan de la
ley ceremonial para tratar de probar que la ley moral fue abolida; pero esto es
pervertir las Escrituras. La distinción entre los dos sistemas es clara. El sistema
ceremonial se componía de símbolos que señalaban a Cristo, su sacrificio y su
sacerdocio. Esta ley ritual, con sus sacrificios y ordenanzas, debían los hebreos
seguirla hasta que el símbolo se cumpliera en la realidad de la muerte de Cristo.
Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Entonces debían cesar todas
las ofrendas de sacrificio. Tal es la ley que Cristo quitó de en medio y clavó en la
cruz. (Col. 2: 14.)
BENDICIONES!
miércoles, 2 de diciembre de 2009
SE FIRMA LA LEY DOMINICAL EN ALEMANIA !!! Entrará en vigor el 1 de Enero de 2010
Por fin hermanos !! El tiempo se acaba, el mundo está convulcionando, desastres por doquier y el nuevo orden mundial va que vuela a imponerse en el mundo entero. Y ahora aparece esta noticia donde nos alerta de forma tajante que ya no hay tiempo de vanidades !! Que si queremos ser salvos debemos tener suficiente aceite listo en nuestras lámparas !! No sea que llegue el esposo y nos diga: "No os conozco, apartaos de mi hacedores de maldad"
Hermanos preparémonos YA !!! Dejemos cualquier cosa que nos pueda impedir que el Espíritu Santo sea derramado abundantemente en nuestras vidas !!!
Aquí les dejo esta impactante noticia !!
____________
La versión en español aqui: http://centinelaenlaoscuridad.blogspot.com/2009/12/no-trabajaras-en-domingo-decreto.html
« Members of the German Constitutional Court ruled on December 1 that Berlin must abide by the law instituting Sunday as a day of rest. (Sascha Schuermann/AFP/Getty Images) Germany Reaffirms Sunday Law December 1, 2009 From theTrumpet.com
Dec. 1, 2009, marks a historic day in Germany in more ways than one! By Ron Fraser
Coincident with the enacting of the Lisbon Treaty/EU constitution on December 1, Germany’s Constitutional Court has ruled that the nation’s capital must, akin to the rest of the country, abide by the law instituting Sunday as a day “of rest from work and of spiritual improvement” (Deutsche Welle, December 1).
Since the war, Berlin had enacted its own legislation allowing 10 shopping Sundays per year. That local ruling is now quashed. Effective from Jan. 1, 2010, Berlin must fall into line with the law institutionalizing Sunday as a day of rest and religious contemplation as contained in Germany’s Basic Law.
The actual law establishing Sunday as Germany’s weekly day of worship is enshrined in an appendix to the Basic Law under the heading, “Extracts From the German Constitution of Aug. 11, 1919 [Weimar Constitution].” There we find, under the subhead “Religion and Religious Societies,” Article 139, which reads: “Sunday and holidays recognized by the state shall remain protected by law as days of rest from work and of spiritual improvement.”
Though, under that same section, Article 137 (1) states “There shall be no state church,” the effect of the Sunday law is to institutionalize Roman Catholicism and its daughter churches as Germany’s state religion.
Those aware of the history of the Holy Roman Empire of the German Nation will see this move by Germany’s highest court as one step further toward enforcing Rome’s religion, not only as the state religion on Germany, but on the whole European empire enacted by treaty on this infamous day, Dec. 1, 2009.
The prophecies of Revelation 13 leap into current-day perspective with this latest ruling of Germany’s Constitutional Court. For a clearer understanding of just where this is all leading, read our booklet Who or What Is the Prophetic Beast?
____________
Dios les bendiga
martes, 1 de diciembre de 2009
LA REALIDAD DEL SANTUARIO CELESTIAL AFIRMADA
Repetidas veces encontramos en los escritos de Elena G. de White declaraciones acerca de la realidad del santuario celestial, su moblaje y su servicio. Una de ellas fue escrita en 1880 cuando se refirió a la experiencia de los creyentes adventistas después del chasco:
"En su investigación descubrieron que el santuario terrenal, edificado por Moisés por mandato de Dios de acuerdo con el modelo que se le mostró en el monte, era un símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios, que sus dos lugares santos fueron figuras de las cosas celestiales; que Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote es ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. . .
"El santuario celestial, en el cual Jesús ministra en nuestro favor, es el gran original, del cual el santuario edificado por Moisés fue una copia. . .
"El esplendor sin par del santuario terrenal reflejaba ante la vista humana las glorias del templo celestial donde Cristo, nuestro precursor, ministra por nosotros ante el trono de Dios.
"Así como en el santuario terrenal había dos compartimientos, el santo y el santísimo, hay dos lugares santos en el santuario celestial. Y el arca que contiene la ley de Dios, el altar del incienso, y otros instrumentos de servicio que se encontraban en el santuario terrenal, tienen también su contraparte en el santuario de arriba. En santa visión se le permitió al apóstol Juan entrar en el cielo y allí él contempló el candelabro y el altar del incienso, y cuando 'el templo de Dios fue abierto' vio 'el arca de su pacto' (Apoc. 4: 5; 8: 3; 11: 19).
" Los que buscaban la verdad encontraron pruebas irrefutables de la existencia de un santuario en el cielo. Moisés hizo el santuario terrenal de acuerdo con el modelo que se le mostró. Pablo declara que el modelo es el verdadero santuario que está en los cielos. Juan testifica que lo vio en el cielo" (Spirit of Prophecy, tomo 4, págs. 260, 261).
Con anterioridad ella había escrito especialmente acerca del moblaje:
"También se me mostró en la tierra un santuario con dos departamentos. Se parecía al del cielo, y se me dijo que era una figura del celestial. Los enseres del primer departamento del santuario terrestre eran como los del primer departamento del celestial. El velo estaba levantado; miré el interior del lugar santísimo del santuario celestial" (Primeros Escritos, pág. 252).
EL ARCA Y LA LEY EN EL SANTUARIO CELESTIAL
En diferentes ocasiones ella habló y escribió acerca del arca en el lugar santísimo del santuario celestial. Una de esas declaraciones fue hecha en un sermón predicado en Orebro, Suecia, en 1886.
"Os amonesto: no coloquéis vuestra influencia contra los mandamientos de Dios. Esa ley es tal como Jehová la escribió en el templo del cielo. El hombre puede hollar su copia terrenal, pero el original se conserva en el arca de Dios en el cielo; y sobre la cubierta de esa arca, precisamente encima de esa ley está el propiciatorio. Jesús está allí mismo, delante de esa arca, para mediar por el hombre" (Comentarios de Elena G. de White, Comentario Bíblico Adventista, tomo 1, pág. 1123).
En 1903 escribió nuevamente de la realidad del santuario celestial:
"Podría decir mucho acerca del santuario; del arca que contiene la ley de Dios; de la cubierta del arca, el propiciatorio; de los ángeles a ambos lados del arca; y de otras cosas relacionadas con el santuario celestial y con el gran día de la expiación. Podría decir mucho acerca de los misterios del cielo; pero mis labios están cerrados. No siento inclinación para tratar de describirlos" (Carta, 253, 1903).
CRISTO EN SU SANTUARIO
Bendiciones!
"En su investigación descubrieron que el santuario terrenal, edificado por Moisés por mandato de Dios de acuerdo con el modelo que se le mostró en el monte, era un símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios, que sus dos lugares santos fueron figuras de las cosas celestiales; que Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote es ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. . .
"El santuario celestial, en el cual Jesús ministra en nuestro favor, es el gran original, del cual el santuario edificado por Moisés fue una copia. . .
"El esplendor sin par del santuario terrenal reflejaba ante la vista humana las glorias del templo celestial donde Cristo, nuestro precursor, ministra por nosotros ante el trono de Dios.
"Así como en el santuario terrenal había dos compartimientos, el santo y el santísimo, hay dos lugares santos en el santuario celestial. Y el arca que contiene la ley de Dios, el altar del incienso, y otros instrumentos de servicio que se encontraban en el santuario terrenal, tienen también su contraparte en el santuario de arriba. En santa visión se le permitió al apóstol Juan entrar en el cielo y allí él contempló el candelabro y el altar del incienso, y cuando 'el templo de Dios fue abierto' vio 'el arca de su pacto' (Apoc. 4: 5; 8: 3; 11: 19).
" Los que buscaban la verdad encontraron pruebas irrefutables de la existencia de un santuario en el cielo. Moisés hizo el santuario terrenal de acuerdo con el modelo que se le mostró. Pablo declara que el modelo es el verdadero santuario que está en los cielos. Juan testifica que lo vio en el cielo" (Spirit of Prophecy, tomo 4, págs. 260, 261).
Con anterioridad ella había escrito especialmente acerca del moblaje:
"También se me mostró en la tierra un santuario con dos departamentos. Se parecía al del cielo, y se me dijo que era una figura del celestial. Los enseres del primer departamento del santuario terrestre eran como los del primer departamento del celestial. El velo estaba levantado; miré el interior del lugar santísimo del santuario celestial" (Primeros Escritos, pág. 252).
EL ARCA Y LA LEY EN EL SANTUARIO CELESTIAL
En diferentes ocasiones ella habló y escribió acerca del arca en el lugar santísimo del santuario celestial. Una de esas declaraciones fue hecha en un sermón predicado en Orebro, Suecia, en 1886.
"Os amonesto: no coloquéis vuestra influencia contra los mandamientos de Dios. Esa ley es tal como Jehová la escribió en el templo del cielo. El hombre puede hollar su copia terrenal, pero el original se conserva en el arca de Dios en el cielo; y sobre la cubierta de esa arca, precisamente encima de esa ley está el propiciatorio. Jesús está allí mismo, delante de esa arca, para mediar por el hombre" (Comentarios de Elena G. de White, Comentario Bíblico Adventista, tomo 1, pág. 1123).
En 1903 escribió nuevamente de la realidad del santuario celestial:
"Podría decir mucho acerca del santuario; del arca que contiene la ley de Dios; de la cubierta del arca, el propiciatorio; de los ángeles a ambos lados del arca; y de otras cosas relacionadas con el santuario celestial y con el gran día de la expiación. Podría decir mucho acerca de los misterios del cielo; pero mis labios están cerrados. No siento inclinación para tratar de describirlos" (Carta, 253, 1903).
CRISTO EN SU SANTUARIO
Bendiciones!
PUNTOS DE VISTA SUSTENTADOS SOLAMENTE POR EL MAL USO DE LAS ESCRITURAS
Apocalipsis 22
18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.
19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.
En 1905, al escribir especialmente de la obra que hacía el "pastor G" en el sentido de socavar la confianza en la verdad del santuario, Elena G. de White destacó la falta de solidez del uso que él hacía de la evidencia bíblica, y la certeza de nuestra comprensión de la verdad del santuario. Esto es lo que dijo:
"Le he estado rogando al Señor que me dé vigor y sabiduría para reproducir los escritos de los testigos que fueron confirmados en la fe en los primeros tiempos del mensaje. Después que pasó el tiempo en 1844, recibieron la luz y caminaron en la luz; y cuando se presentaron hombres que pretendían tener nueva luz, con sus maravillosos mensajes acerca de diversos puntos de las Escrituras, nosotros, por la operación del Espíritu Santo, teníamos testimonios precisos y apropiados, que anularon la influencia de tales mensajes, tales como el que el pastor G estuvo ocupado en presentar. Se refiere aquí a ciertas enseñanzas sobre la cuestión del santuario -en desacuerdo con las que han sostenido los adventistas del séptimo día a través de lo años-, que negaban el cumplimiento de la profecía en 1844 y repudiaban el ministerio de Cristo en el juicio investigador.- Los compiladores. Este pobre hombre ha estado trabajando decididamente en contra de la verdad que ha confirmado el Espíritu Santo.
"Cuando el poder de Dios testifica en cuanto a lo que es verdad, esa verdad debe mantenerse para siempre. No se debe dar cabida a ninguna suposición posterior contraria a la luz que Dios ha dado. Se levantarán hombres con interpretaciones de las Escrituras que son la verdad para ellos, pero que en realidad no son la verdad. La verdad para este tiempo nos ha sido dada por Dios como un fundamento para nuestra fe.
El mismo nos ha enseñado lo que es verdad. Se levantará uno, y después otro, con una nueva luz que contradice la luz que Dios ha dado mediante la demostración del poder de su Espíritu Santo. Todavía están vivos unos pocos de los que pasaron por la experiencia que logramos al establecer esta verdad. Dios ha preservado bondadosamente sus vidas para que repitan y repitan hasta el fin de sus días la experiencia por la cual pasaron, así como lo hizo el apóstol Juan hasta el fin de su vida. Y los portaestandartes que han fallecido, hablarán mediante la reimpresión de sus escritos. Se me ha instruido en el sentido de que así se han de oír sus voces. Han de dar testimonio de lo que constituye la verdad para este tiempo.
"No debemos recibir las palabras de los que vienen con un mensaje que contradice los puntos especiales de nuestra fe. Reúnen una cantidad de versículos y los amontonan como pruebas en torno de las teorías que sostienen. Eso se ha hecho vez tras vez durante los últimos cincuenta años. Y al mismo tiempo que las Escrituras son la Palabra de Dios y deben ser respetadas, constituye un gran error su aplicación, si ésta mueve un puntal del fundamento que Dios ha sostenido durante estos cincuenta años. El que lo hace no conoce la maravillosa demostración del Espíritu Santo que dio poder y fuerza a los mensajes del pasado que recibió el pueblo de Dios.
"Las pruebas del pastor G no son dignas de confianza. Si se las recibiera, destruirían la fe del pueblo de Dios en la verdad que nos ha hecho lo que somos.
"Debemos ser decididos en este asunto, pues no son correctos los puntos que él trata de probar mediante las Escrituras. No prueban que la experiencia pasada del pueblo de Dios fue un engaño. Tuvimos la verdad; fuimos dirigidos por los ángeles de Dios. La presentación del tema del santuario se dio bajo la dirección del Espíritu Santo. Los que no participaron en la gestación de nuestra fe serán elocuentes si guardan silencio. Dios nunca se contradice. Las pruebas bíblicas están mal aplicadas si se las fuerza para testificar de lo que no es verdadero. Se levantarán otro y otro más y presentarán lo que pretendan que es gran luz y expondrán sus opiniones. Pero nos mantenemos fieles a los hitos antiguos" (Mensajes Selectos, tomo 1, págs. 188 -190).
CRISTO EN SU SANTUARIO
18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.
19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.
En 1905, al escribir especialmente de la obra que hacía el "pastor G" en el sentido de socavar la confianza en la verdad del santuario, Elena G. de White destacó la falta de solidez del uso que él hacía de la evidencia bíblica, y la certeza de nuestra comprensión de la verdad del santuario. Esto es lo que dijo:
"Le he estado rogando al Señor que me dé vigor y sabiduría para reproducir los escritos de los testigos que fueron confirmados en la fe en los primeros tiempos del mensaje. Después que pasó el tiempo en 1844, recibieron la luz y caminaron en la luz; y cuando se presentaron hombres que pretendían tener nueva luz, con sus maravillosos mensajes acerca de diversos puntos de las Escrituras, nosotros, por la operación del Espíritu Santo, teníamos testimonios precisos y apropiados, que anularon la influencia de tales mensajes, tales como el que el pastor G estuvo ocupado en presentar. Se refiere aquí a ciertas enseñanzas sobre la cuestión del santuario -en desacuerdo con las que han sostenido los adventistas del séptimo día a través de lo años-, que negaban el cumplimiento de la profecía en 1844 y repudiaban el ministerio de Cristo en el juicio investigador.- Los compiladores. Este pobre hombre ha estado trabajando decididamente en contra de la verdad que ha confirmado el Espíritu Santo.
"Cuando el poder de Dios testifica en cuanto a lo que es verdad, esa verdad debe mantenerse para siempre. No se debe dar cabida a ninguna suposición posterior contraria a la luz que Dios ha dado. Se levantarán hombres con interpretaciones de las Escrituras que son la verdad para ellos, pero que en realidad no son la verdad. La verdad para este tiempo nos ha sido dada por Dios como un fundamento para nuestra fe.
El mismo nos ha enseñado lo que es verdad. Se levantará uno, y después otro, con una nueva luz que contradice la luz que Dios ha dado mediante la demostración del poder de su Espíritu Santo. Todavía están vivos unos pocos de los que pasaron por la experiencia que logramos al establecer esta verdad. Dios ha preservado bondadosamente sus vidas para que repitan y repitan hasta el fin de sus días la experiencia por la cual pasaron, así como lo hizo el apóstol Juan hasta el fin de su vida. Y los portaestandartes que han fallecido, hablarán mediante la reimpresión de sus escritos. Se me ha instruido en el sentido de que así se han de oír sus voces. Han de dar testimonio de lo que constituye la verdad para este tiempo.
"No debemos recibir las palabras de los que vienen con un mensaje que contradice los puntos especiales de nuestra fe. Reúnen una cantidad de versículos y los amontonan como pruebas en torno de las teorías que sostienen. Eso se ha hecho vez tras vez durante los últimos cincuenta años. Y al mismo tiempo que las Escrituras son la Palabra de Dios y deben ser respetadas, constituye un gran error su aplicación, si ésta mueve un puntal del fundamento que Dios ha sostenido durante estos cincuenta años. El que lo hace no conoce la maravillosa demostración del Espíritu Santo que dio poder y fuerza a los mensajes del pasado que recibió el pueblo de Dios.
"Las pruebas del pastor G no son dignas de confianza. Si se las recibiera, destruirían la fe del pueblo de Dios en la verdad que nos ha hecho lo que somos.
"Debemos ser decididos en este asunto, pues no son correctos los puntos que él trata de probar mediante las Escrituras. No prueban que la experiencia pasada del pueblo de Dios fue un engaño. Tuvimos la verdad; fuimos dirigidos por los ángeles de Dios. La presentación del tema del santuario se dio bajo la dirección del Espíritu Santo. Los que no participaron en la gestación de nuestra fe serán elocuentes si guardan silencio. Dios nunca se contradice. Las pruebas bíblicas están mal aplicadas si se las fuerza para testificar de lo que no es verdadero. Se levantarán otro y otro más y presentarán lo que pretendan que es gran luz y expondrán sus opiniones. Pero nos mantenemos fieles a los hitos antiguos" (Mensajes Selectos, tomo 1, págs. 188 -190).
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