Acuérdate de mí, oh Jehová, según tu benevolencia para con tu pueblo; visítame
con tu salvación. (Sal. 106: 4).
La gracia es un favor inmerecido y el creyente es justificado sin ningún mérito de
su parte, sin ningún derecho que presentar ante Dios. Es justificado mediante la
redención que es en Cristo Jesús, quien está en las cortes del cielo como el
sustituto y la garantía del pecador. Pero si bien es cierto que es justificado por los
méritos de Cristo, no está en libertad de proceder injustamente. La fe obra por el
amor y purifica el alma. La fe brota, florece y da una cosecha de precioso fruto.
Donde está la fe, aparecen las buenas obras. Los enfermos son visitados, se
cuida de los pobres, no se descuida a los huérfanos ni a las viudas, se viste a los
desnudos, se alimenta a los desheredados.
Cristo anduvo haciendo bienes, y cuando los hombres se unen con él, aman a los
hijos de Dios, y la humildad y la verdad guían sus pasos. La expresión del rostro
revela su experiencia y los hombres advierten que han estado con Jesús y que
han aprendido de él. Cristo y el creyente se hacen uno, y la belleza del carácter de
Cristo se revela en los que están vitalmente relacionados con la Fuente de poder y
de amor. Cristo es el gran depositario de la rectitud que justifica y de la gracia
santificante.
Todos pueden acudir a él y recibir su plenitud. El dice: "Venid a mí todos los que
estáis trabajados Y cargados, y yo os haré descansar" (Mat. 11: 28). . . ¿Habéis
estado mirando a Jesús, que es el autor y consumador de vuestra fe? ¿Habéis
estado contemplando a Aquel que está lleno de verdad y de gracia? ¿Habéis
aceptado la paz que sólo Cristo puede dar? si no lo habéis hecho, entonces
rendíos a él y mediante su gracia procurad tener un carácter que sea noble y
elevado. Id en pos de un espíritu constante, resuelto y alegre. Alimentaos de
Cristo, que es el pan de vida, y manifestaréis su gracia de carácter y de espíritu.
MS1 465, 466.
Lo mejor que podáis hacer no merece el favor de Dios, Son los méritos de Jesús
los que os salvarán, su sangre la que os limpiará. -T1 167. 183
LA MARAVILLOSA GRACIA
ELENA G. DE WHITE
``Engrandécete, oh Jehová, en tu poder;Cantaremos y alabaremos tu poderío.``
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