martes, 4 de agosto de 2009

PARA MEDITAR

Isaias 53

5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

La Crucifixión - 12EL HIJO de Dios fue entregado al pueblo para que lo crucificara. Con gritos de triunfose llevaron al Salvador. Estaba débil y abatido por el cansancio y dolor y la sangreperdida por los azotes y golpes que había recibido. Sin embargo, le cargaron a cuestasla pesada cruz en que pronto le clavarían. Jesús desfalleció bajo el peso. Tres veces lepusieron la cruz sobre los hombros, y otras tres cayó. A uno de sus discípulos, que noprofesaba abiertamente la fe de Cristo y que, sin embargo, creía en él, lo tomaron y lepusieron encima la cruz para que la llevase al lugar del suplicio. Huestes de ángelesestaban alineadas en el aire sobre aquél lugar.Algunos discípulos de Jesús le siguieron hasta el Calvario tristes y llorandoamargamente. Recordaban su triunfal entrada en Jerusalén pocos días antes, cuandole habían acompañado gritando: "¡Hosanna en las alturas!" extendiendo sus vestidurasy hermosas palmas por el camino. Se habían figurado que iba entonces a posesionarsedel reino y regir a Israel como príncipe temporal. ¡Cuán otra era la escena! ¡Cuánsombrías las perspectivas! No con regocijo ni con risueñas esperanzas, sino con elcorazón quebrantado por el temor y el desaliento seguían ahora lentamente yentristecidos al que, lleno de humillaciones y oprobios, iba a morir.Allí estaba la madre de Jesús con el corazón transido de una angustia como nadie másque una madre amorosa puede sentir. Sin embargo, también esperaba, lo mismo quelos discípulos, que Cristo obrase algún estupendo milagro para librarse de losverdugos. No podía soportar el pensamiento de que él consintiese a ser crucificado.Pero, después de hechos los preparativos, 79 fue extendido Jesús sobre la cruz.Trajeron los clavos y el martillo. Desmayó el corazón de los discípulos. La madre deJesús quedó postrada por insufrible agonía. Antes de que el Salvador fuese clavado enla cruz, los discípulos le apartaron de aquel lugar, para que no oyese el chirrido de losclavos al atravesar los huesos y la carne de los delicados pies y manos de Cristo, quienno murmuraba, sino que gemía agonizante. Su rostro estaba pálido y gruesas gotas desudor le bañaban la frente. Satanás se regocijaba del sufrimiento que afligía al Hijo deDios, y sin embargo, recelaba que hubiesen sido vanos sus esfuerzos para estorbar elplan de salvación, con lo que habría de perder su dominio y quedar finalmentedestruído.

DIOS LES BENDIGA

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