lunes, 26 de octubre de 2009

LA PROMESA DEL ESPÍRITU

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para
siempre. (Juan 14: 16.)
Cuando Cristo dio a sus discípulos la promesa del Espíritu, se estaba acercando al fin
de su ministerio terrenal. A la sombra de la cruz estaba con una comprensión plena de
la carga de culpa que estaba por recaer sobre él como portador del pecado. Antes de
ofrecerse a sí mismo como víctima destinada al sacrificio, instruyó a sus discípulos en
cuanto a la dádiva más esencial y completa que iba a conceder a sus seguidores; el
don de los recursos inagotables de su gracia.
"Y yo rogaré al Padre" -dijo él-, "y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros
para siempre: El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir porque no le ve,
ni le conoce, pero vosotros lo conocéis, porque mora con vosotros, y estará en
vosotros" (Juan 14: 16, 17). El Salvador estaba señalando de antemano el tiempo
cuando el Espíritu Santo, como su representante, vendría para realizar una obra
poderosa. El mal que se había estado acumulando durante siglos, habría de ser
resistido por el divino poder del Espíritu Santo...
La promesa del Espíritu Santo no se limita a ninguna edad ni raza. Cristo declaró que la
influencia divina de su Espíritu estaría con sus seguidores hasta el fin. Desde el día de
Pentecostés hasta ahora, el Consolador ha sido enviado a todos los que se han
entregado plenamente al Señor y a su servicio. A todo el que ha aceptado a Cristo
como su Salvador personal, el Espíritu Santo ha venido como consejero, santificador,
guía y testigo. Cuanto más cerca de Dios han andado los creyentes, más clara y
poderosamente han testificado del amor de su Redentor y de su gracia salvadora. Los
hombres y mujeres que a través de largos siglos de persecución y prueba gozaron en
sus vidas de una medida de la presencia del Espíritu, se destacaron como señales y
prodigios en el mundo. Revelaron ante los ángeles y los hombres el poder
transformador del amor redentor.- Los hechos de los apóstoles, pp. 39, 40. 12


RECIBIREIS PODER
PRESONA, PRESENCIA Y OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
ELENA G. DE WHITE

Bendiciones.

No hay comentarios: