El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
(Romanos 8: 16).
Si el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios,
¿cuáles serán los resultados? El creyente someterá todo su ser a la voluntad divina.
Entonces, en su maravillosa condescendencia, la Majestad de los cielos establece una
santa relación familiar con los que lo buscan de todo corazón. Como consecuencia,
mediante una abundante manifestación de la gracia de Dios, el hijo del Altísimo -el
creyente-, es llevado a mantener con su Padre una dependencia semejante a la de los
niños con los suyos. Consagre a Dios todo su ser cuerpo y espíritu con entera
confianza en su poder y en su voluntad de bendecirlo, no importa cuán desvalido e
indigno sea usted. "Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1: 12).
No caiga en la actividad impaciente, sino sea celoso en la fe, con un sólo propósito
definido: atraer creyentes a Cristo, el Redentor crucificado. Esta obra no se realiza
como resultado de un sermón lógico que logra convencer al intelecto. El corazón
necesita ser persuadido y ablandado por la ternura. La voluntad tiene que ser sometida
al arbitrio de Dios, y todas las aspiraciones deben tener una orientación celestial.
Aliméntese de la Palabra del Dios viviente. El efecto debe verse en la vida práctica. Ella
debe apoderarse de los comandos de todo el ser. . .
Cuando confiemos plenamente en Cristo, nos daremos a nosotros mismos en ofrenda
a Dios. Nuestra dependencia estará centrada en la virtud y en la intercesión de Cristo
como nuestra única esperanza. No hay confusión, ni sospecha, puesto que por la fe
vemos a Jesús, el enviado de Dios, cuya misión es lograr la reconciliación con los
pecadores. Si deseamos creer solamente en Cristo, él está comprometido con un pacto
solemne de mediar en favor de los que, por su intermedio, se acercan al Padre, con el
propósito de garantizar su salvación. Este privilegio está garantizado si nos acercamos
confiadamente el trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el
oportuno socorro.- Manuscript Releases, t. 14, pp. 276, 277. 15
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PRESONA, PRESENCIA Y OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
ELENA G. DE WHITE
Bendiciones!
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