martes, 27 de octubre de 2009

EL CONSOLADOR

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no
hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las
cosas que habrán de venir. (Juan 16: 13).
¿Cómo podremos permanecer fieles si en el día de la prueba no entendemos las
palabras de Cristo? Él dijo: "Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el
Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará
todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 14: 25, 26). Es el
Espíritu Santo quien nos recuerda las palabras de Cristo. En su último discurso, el tema
que escogió para presentar ante sus discípulos fue el ministerio del Espíritu Santo.
Abrió frente a ellos una gama muy amplia de verdades. Debían recibir sus palabras por
fe, y el Consolador les haría recordar todas las cosas.
El consuelo que Cristo les impartió mediante esta promesa tiene su fundamento en que
la divina influencia estaría con sus seguidores hasta el fin. Pero su ofrecimiento no es
aceptado ni creído por la gente en nuestros días, y la iglesia tampoco lo aprecia ni
espera su cumplimiento. La promesa del don del Espíritu de Dios se considera como un
asunto de poca importancia para ella. No ha dejado sus huellas en los feligreses y, en
consecuencia, los resultados no pueden ser diferentes: sequía espiritual, oscuridad
espiritual, decadencia y, por ende, muerte espiritual. Asuntos triviales ocupan la mente
de los creyentes. Sin embargo, la posesión de este poder divino -necesario para el
crecimiento y la prosperidad de la iglesia-, traería todas las otras bendiciones de las
cuales carece, y que se nos promete en su infinita plenitud. Mientras la iglesia se
conforme con asuntos de poca importancia, continuará descalificándose para recibir los
dones mayores que Dios ofrece. ¿Por qué será que no tenemos hambre y sed de
recibir este regalo del Espíritu Santo, siendo éste una virtud que puede mantener puro
el corazón? En los designios del Señor, el poder divino debe cooperar con el esfuerzo
humano.
Es fundamental que el creyente comprenda el significado de la promesa del Espíritu
Santo antes que Jesús venga por segunda vez. Hablen acerca de esto, oren por él,
prediquen acerca de él; porque el Señor está más deseoso de conceder el Espíritu
Santo que los padres a dar buenas dádivas a sus hijos. "Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3: 16).- Review and Herald, 15 de noviembre
de 1892. 13

RECIBIREIS PODER
PRESONA, PRESENCIA Y OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
ELENA G. DE WHITE.

Bendiciones!

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