domingo, 27 de septiembre de 2009

ESPECULACIONES CON RESPECTO A LA TIERRA NUEVA

Cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino
serán como los ángeles que están en los cielos. (Mar. 12: 25).

Hay quienes hoy día expresan su creencia de que habrá casamientos y
nacimientos en la tierra nueva, pero los que creen en las Escrituras no pueden
aceptar tales doctrinas. La doctrina de que nacerán niños en la tierra nueva no es
una parte de la "palabra profética más segura" (2 Ped. 1: 19). Las palabras de
Cristo son demasiado claras para ser mal entendidas. Debieran resolver para
siempre la cuestión de los casamientos y nacimientos en la tierra nueva. Ni los
que serán levantados de los muertos ni los que serán trasladados sin ver la
muerte se casarán o serán dados en casamiento. Serán como los ángeles de
Dios, miembros de la familia real.
Quiero decir a los que sostienen puntos de vista contradictorios a la declaración de
Cristo: En tales asuntos, el silencio es elocuencia. Es presunción ocuparse de
suposiciones y teorías acerca de asuntos que Dios no nos ha hecho conocer en su
Palabra. No necesitamos entrar en especulaciones acerca de nuestro futuro
estado. . .
"Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo" (2 Tim. 4: 2). No
pongáis en el fundamento madera, heno y hojarasca: Vuestras propias conjeturas
y especulaciones que no pueden beneficiar a nadie.
Cristo no retuvo ninguna verdad esencial para nuestra salvación. Las cosas
reveladas son para nosotros y para nuestros hijos, pero no debemos permitir que
nuestra imaginación invente doctrinas acerca de cosas que no son reveladas.*
Se me presentó el hecho de que muchos están siendo seducidos por fábulas
espirituales. . . A todos los que están dando rienda suelta a esas fantasías
profanas quiero decirles: Deteneos; por el amor de Cristo, deteneos allí mismo
donde estáis. Os encontráis en terreno prohibido.*
El Señor ha provisto todo para nuestra felicidad en la vida futura, pero no ha hecho
revelaciones acerca de esos planes y no hemos de conjeturar en cuanto a ellos.
Tampoco hemos de medir las condiciones de la vida futura por las condiciones de
esta vida.


¡MARANATA: EL SEÑOR VIENE!

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