sábado, 26 de septiembre de 2009

EL REINO DE AMOR DE CRISTO

El reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado
al pueblo de los santos del Altísimo. (Dan. 7: 27).

El gobierno del reino de Cristo no se asemeja a ningún gobierno terreno. Es un
reflejo de los caracteres de quienes componen el reino. . . En su corte preside el
amor santo, y sus cargos y funciones están adornados por el ejercicio de la
caridad. Pide a sus siervos que incorporen compasión y benevolencia, sus propios
atributos, en todas sus tareas. . .
Sólo el poder de Cristo puede obrar la transformación en el corazón y la mente a
fin de que todos los que quieran puedan participar con él de la nueva vida en el
reino de Dios. . . A fin de servirle rectamente, debemos nacer del Espíritu divino.
Esto purificará el corazón y renovará la mente y nos dará una nueva capacidad
para conocer y amar a Dios. Nos dará obediencia voluntaria a todos sus
requerimientos. Esa es la verdadera adoración.
"Tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda que no será desarmada, ni
serán arrancadas sus estacas, ni ninguna de sus cuerdas será rota. Porque
ciertamente allí será Jehová para con nosotros fuerte, lugar de ríos, de arroyos
muy anchos. . . Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador,
Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará. . . No dirá el morador: Estoy
enfermo; al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad" (Isa. 33: 20-
24).
"Os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado" asegura
el Señor; "porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. Y
me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en
ella voz de lloro, ni voz de clamor. . .Edificarán casas, y morarán en ellas;
plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni
plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días
de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. . . No afligirán, ni
harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová" (Isa. 65: 18-25).

¡MARANATA: EL SEÑOR VIENE!

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