sábado, 3 de mayo de 2014

Ernie Knoll - Invoca el nombre de Jesús

7 de marzo de 2014
por Ernie Knoll
www.formypeople.org






[Favor de notar: De la misma manera como ocurrió en el sueño “Si Me Amas”, el comienzo de este sueño muestra a un ángel maligno que trata de engañarme diciéndome la verdad mezclada con el error.] 
 Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.  Joel 2:32

En mi sueño, voy caminando por un sendero que tiene árboles en cada lado. Noto que es un sendero muy transitado, porque la tierra está lisa. Sopla una brisa fresca. De repente al caminar, veo en el aire sobre mí al Heraldo y a varios ángeles guardias grandes. Ellos descienden lentamente y se detienen delante de mí. El Heraldo me llama por mi nombre celestial y revela que ha sido enviado con un mensaje que debo compartir cuando se me lo mande. Me dice que voy a ver lo que él va a mostrarme, porque así lo ha permitido el Padre celestial. Debo saber que si permanezco fiel, los ángeles celestiales me protegerán.

El Heraldo coloca sus manos sobre mis hombros, repite mi nombre celestial y dice, “Si en cualquier momento necesitas hacerlo, simplemente deja de caminar e invoca el nombre más precioso del universo, Jesús”. Me recuerda que yo simplemente soy un mensajero, tal como él es un mensajero. Quiénes nosotros somos no es importante. El único nombre digno de ser mencionado es el de Jesús, el nombre más bello del universo. Me dice, “Recuerda que si necesitas hacerlo en cualquier momento, para e invoca el nombre de Jesús”. Dice el Salmo 50:15, “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás.”

Ahora, el Heraldo y los ángeles guardias están muy cerca detrás de mí. Cuando comienzo a caminar, noto que varios ángeles descienden lentamente delante de mí. Me doy vuelta y miro hacia los ángeles guardias detrás de mí, y veo que como un solo hombre, todos levantan sus escudos y espadas, los cuales brillan con un fulgor iridiscente, como si fueran energía viva. Como si estuviesen listos para pelear, los ángeles guardias dan varios pasos hacia adelante, frente al Heraldo. Vuelvo a mirar hacia los ángeles que descendieron delante de mí. Brillan fuertemente, y muchos de ellos también tienen escudos y espadas. Sin levantarlos, caminan pacíficamente hacia mí.

Uno de los ángeles me sonríe. Parecido al Heraldo, es más alto y de aspecto más noble que los otros ángeles. Se dirigió hacia mí diciendo, “Hermano de Jesús, te traigo saludos de amor de Jesús, Aquél cuyo nombre se menciona con más frecuencia y cuyo nombre resuena por todo el universo del Padre”. Él sonríe constantemente, y yo sigo caminando. El ángel sigue diciendo, “Se te ha dicho que Jesús siempre está contigo. Se te ha dicho que lo único que tienes que hacer es invocar su nombre. Ésas son palabras muy confortantes. Es bueno saber que lo único que tienes que hacer es invocar el nombre de Jesús, y Él estará ahí mismo contigo. ¿Sabes? Si Él quisiera, Él pudiera pedir miles de legiones de ángeles, sólo para ti. Debe ser maravilloso saber que de todos los hermanos que Él tiene en la tierra, Él haría eso por ti. Tú eres alguien muy especial para Él. ¿Sabes? Nuestro Padre, desde su trono sagrado en el cielo, te llama Elías y Juan el Bautista. ¿Sabes? Él te sostiene en su mano de una manera muy especial. Es más, tú eres un mensajero muy especial para Él, como tantos otros que han servido y, claro está, han muerto. Otros mensajeros han vivido en escasez y pobreza, pero Él te ha cuidado y ha provisto abundantemente para tus necesidades”.

Ese ángel vuelve a hablarme diciendo, “Hermano de Jesús, es bueno saber que Jesús  ha dicho que perdonará todos tus pecados”. Mientras seguimos, ese ángel poco a poco me hace recordar mi vida. Me trae a la memoria cosas que hice como niño. Me recuerda las cosas que hice cuando era mayorcito. Al caminar, comienzo a pensar de todas las cosas que hice. A veces, el ángel me recuerda cuán indigno soy de que Jesús se moleste en llamarme hermano suyo. Al escuchar al ángel, comienzo a sentirme sumamente indigno. Empiezo a recordar muchas cosas que hice y hasta dónde he caído en el pecado. Siento que soy un gran pecador, que soy indigno, que soy despreciable, inmerecedor, y que he hecho cosas mucho peores que otros.1

El ángel toma mi mano izquierda y me dice que no debo sentirme mal, porque todos han pecado. Me dice que nadie es perfecto, y que todos siguen cometiendo errores. Él dice que nadie puede andar sin pecado, y que todos saben que es imposible guardar las leyes de Dios.2 El ángel sonríe y me dice que es bueno saber que lo único que tenemos que hacer es pedir perdón al Padre, y Él siempre nos perdonará. Sigue diciendo que el Padre, desde su trono, espera que nosotros se lo pidamos, y Él nos perdonará. Me dice que el Padre es todo amor y perdón, y que nosotros siempre recibiremos el perdón, porque ésa es la naturaleza del Padre.

Miro al ángel y le digo, “Pero, es importante pedir estas cosas en el nombre de Jesús”.3 Él sonríe y contesta, “Aunque a muchos les agrada mencionar el nombre de Jesús, para poder ser perdonados el Padre siempre espera que cada uno le pida perdón a Él”.

“Cuando Jesús vino a la tierra, Él no fue exactamente como tú. Él no tenía la propensión hacia el pecado. ¿Sabes? Jesús fue hecho de carne y hueso como tú. Él sangró cuando se cortaba. Él lloró cuando sentía dolor. Pero a diferencia de ti, Él no podía pecar.4 Debido a que Adán y Eva comieron del fruto prohibido del árbol del conocimiento, tú también posees plenamente la naturaleza caída de Adán. Pero Jesús, bueno, Él vino a la tierra como un ser humano, pero también vino con sus poderes principescos.5 Ésa es la razón por la cual Él no poseía la propensión al pecado. Cuando lo pensamos bien, sabemos que Él sanó a los ciegos y a los que no podían caminar. Él resucitó muertos y tornó agua en jugo. ¡Hasta anduvo sobre el agua, e hizo muchas otras cosas que ningún verdadero hermano o hermana de Adán o Eva jamás podría hacer! Aferrado a mi mano izquierda, sonríe y me pregunta, “¿Cuándo fue la última vez que tú diste la vista a un ciego, tornaste agua en jugo o anduviste sobre el agua? Jesús vino como un ser humano, pero Él usó poderes que los seres humanos no tienen”.

Mientras ese ángel y yo caminamos, él sigue recordándome de todos mis pecados. Me dice que además de todos los pecados que he cometido, yo seguiré pecando, porque no tengo la ventaja que tenía Jesús.6 Me dice que voy a terminar igual que todos los otros mensajeros antes de mí; no seré alzado al aire para encontrarme con Jesús, sino que seré enterrado. Nuevamente, repite todos mis pecados y los repasa uno por uno. Entonces, comienza a mencionar cosas que nunca hice. Me sonríe y me recuerda que está escrito que el que quebranta uno de los mandamientos de Dios, ha quebrantado todos. Pero pienso para mí que no he hecho todas las cosas que él mencionó, y que no tengo que arrepentirme de las cosas que nunca hice.

Sin embargo, después de escuchar todo lo que el ángel me dijo, me parece que no hay manera de jamás estar sin pecado. Comienzo a pensar en cuán serias son todas las cosas que he hecho, y que verdaderamente, si quebrantamos uno de sus mandamientos, los quebrantamos todos.7 Me siento más y más indigno, como si viviese cada día sin el perdón de mis pecados. Entonces empiezo a sentirme abrumado con la idea de que he pecado demasiado, y que a causa de todas las cosas que he hecho, ciertamente Dios no podrá perdonarme jamás. Siento que soy un gran pecador y que estoy perdido. Me siento perdido para siempre, un ser humano  miserable y sin fuerzas, en comparación con la que poseía Jesús. Comienzo a llorar y a sentir que todo lo que hago es completamente en vano. Me compadezco a mí mismo profundamente.

De repente, me sobrecoge una sensación de estar envuelto en una lluvia de agua fresca y cálida, y a la vez como si estuviese envuelto en una cobija tibia. El Espíritu Santo me ha recordado lo que dijo el Heraldo justo antes de que él y sus ángeles tomasen sus posiciones detrás de mí: “Si en cualquier momento necesitas hacerlo, simplemente deja de caminar e invoca el nombre de Jesús, el nombre más precioso del universo, Jesús”.

Teniendo esas palabras en mente, me detengo y en voz alta clamo en voz fuerte, “¡Jesús”! Parece que sé que su nombre resuena por todos los confines del universo. Al instante, todos los seres santos del universo lo oyen, y ellos también invocan el nombre de Jesús a mi favor. Ahora estoy seguro, porque al instante mi mente queda despejada de todos los pensamientos que el ángel maligno me había inculcado.

Al instante, parece que el cielo se ha rasgado, e inmediatamente veo a Jesús descender con miles y miles y miles de legiones de ángeles. Al parecer, todo el cielo y cada ángel del universo entero y sin fin, ha venido aquí al instante, gracias a la simple invocación del nombre de Jesús, el nombre más precioso del universo.

Inmediatamente, Jesús viene y me toma de la mano derecha, mientras que el ángel que me tenía asido de la mano izquierda y los ángeles que lo acompañaban rápidamente se van. Noto que a ellos les es difícil soportar el fulgor de Jesús, y que les causa dolor escuchar su nombre maravilloso. No soportan permanecer en su presencia.8

Mientras Jesús y yo andamos juntos por un sendero, el Heraldo y sus ángeles caminan detrás de nosotros. Noto que los ángeles guardias bajan sus espadas y escudos. Ahora muchos ángeles vuelan por encima de nosotros cantando suavemente. Veo que el sendero alrededor de los pies de Jesús y a lo lejos detrás de nosotros, se torna en una alfombra de hierba verde. A lo largo del sendero, árboles en flor llenan el ambiente de fragancia.  A cada lado del sendero hay una gran variedad de flores. Nos rodean distintos tipos de mariposas y aves cantoras. Ahora siento una brisa cálida y muy confortante.

Miro a los ojos de Jesús y sigo viendo ese amor del amor de los amores, un amor que no tiene fin. De la misma manera como el universo no tiene fin, no tiene fin el amor que veo en los ojos de Jesús, mi Hermano, mi Salvador, mi Creador—Jesús—el nombre más precioso del universo. Todos los seres que no han caído pronuncian ese nombre, y lo hacen resonar por todo el universo.

Me dice Jesús que es importante que todos se acerquen y arrodillen ante el trono del Padre celestial. Se nos ha enseñado que para ser perdonados debemos pedir perdón de nuestros pecados en el nombre de Jesús. Tal como dice Jeremías 31:34, cuando el Padre perdona, Él elije no volver a recordar el pecado.

Jesús extiende su mano derecha y todos se detienen. Todo queda en silencio, y el único sonido que oigo es su voz. Señala hacia una escena, que recuerdo es su crucifixión. Me explica que en la cruz Él soltó los lazos con que Satanás sujeta a muchos. Como resultado de su sacrificio y por medio de su nombre, cada uno puede acercarse al Padre y ser perdonado. Jesús baja el brazo y nuevamente comenzamos a caminar.

Con mi mano todavía en la suya, Jesús se detiene, se da vuelta y me mira. Me explica que los pecados que me fueron mostrados no se aplican sólo a mí, sino que representan los pecados de todo el mundo. Todos deben saber que cada uno ha sido engañado de una manera u otra. Jesús enfatiza que mientras quede tiempo, debemos acercarnos al Padre en oración reverente para pedir el perdón de los pecados. Me dice que relate que ahora el ángel está señalando a los 144,000 en sus frentes. Dice Apocalipsis 14:1: Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. Pronto, el último individuo de este grupo habrá dejado de pecar y habrá sido contado. Cuando ese número esté completo, habrá concluido el tiempo de gracia para todos los habitantes de la tierra. Jesús habrá terminado su servicio como nuestro Sumo Sacerdote y Abogado, y los 144,000 estarán listos para ser trasladados al cielo sin gustar la muerte.9

Jesús me cuenta que, debido a que Él no tuvo la propensión al pecado cuando vino a la tierra, hay algunos que enseñan que Él tuvo una ventaja que nosotros no tenemos. Algunos también enseñan que Él usó sus propios poderes. Me dice Jesús que hay que entender que Él nació como nuestro Hermano. Al nacer, Él poseyó todas las cualidades humanas que tenían Adán y Eva después de haber pecado en el Jardín de Edén. Jesús me explica que Él no utilizó sus propios poderes para tornar agua en jugo, andar sobre el agua, sanar a los ciegos, a los sordos, a los cojos, a los leprosos, ni para restaurar a la vida a los muertos. Él pidió ayuda a su Padre celestial, de la misma manera como nosotros podemos hacerlo. Además, explica Jesús, Él pudiera haber pecado, pero por medio de su Padre, Él eligió no pecar.

Entonces, Jesús revela que después de nacer, Él gateó, se cayó, tropezó y se rasguñó las rodillas. Él se rió, lloró, trabajó, jugó y se enfermó, no por haber quebrantado las leyes de la salud, sino a causa de vivir en un mundo de pecado.10Jesús vivio cada día por medio de la dirección de su Padre. Jesús experimentó toda nuestra tristeza y sufrimiento sin pecar. Demostró que nosotros podemos hacer lo mismo, aunque estemos enfermos o sufriendo dolor. No estamos obligados a pecar.

Aquéllos que toman su cruz y siguen a Jesús pueden acercarse al Padre celestial y pedir el perdón de sus pecados. Entonces, cada uno puede decidir resistir la tentación, dejar de pecar y vivir cada día permitiendo que Dios guíe sus pasos.11 Cada uno puede andar por un sendero que no esté lleno de pecado. Cada uno puede vivir una vida libre del pecado. Hay algunos que andarán por ese sendero, y hay un ángel señalador que  enumerará a cada uno.

Una vez que ese ángel haya contado al último individuo, cerrará su tintero y regresará a Jesús y al Padre celestial. Les informará que él halló y contó a los que dejaron de pecar. El Padre le dirá a Jesús que los contados—los 144,000—son testigos ante el universo de que hay individuos sin pecado, como Jesús. Me aseguró Jesús que ese número (los que son) orará al Padre como Él oró, y algunos obrarán milagros de la manera como Él los obró.12

Los 144,000 se reirán, llorarán, trabajarán, jugarán y se enfermarán, no por haber quebrantado las leyes de la salud, sino a causa de vivir en un mundo lleno de pecado. A través del Padre, algunos de ellos sanarán, proveerán alimentos del cielo y obrarán otros milagros. Teniendo una propensión hacia el pecado, elegirán no pecar, tal como Jesús eligió no pecar sin tener la propensión. De ellos el Padre celestial dirá, “Cuando los veo, veo a mi Hijo, y cuando veo a mi Hijo, los veo a ustedes”.13

Mientras Jesús y yo estamos parados conversando juntos, le digo que quisiera entender de qué manera Él fue como nosotros cuando vino a esta tierra. Ahora que Él está en el Lugar Santísimo, ¿cómo es que Él conoce todo, ya que Él se despojó de todos sus poderes cuando vino a la tierra? ¿Cómo es que Él oye su nombre cuando lo invocamos en oración?

Jesús me explica que cuando vino a esta tierra, Él se despojó de sus poderes y fue tan humano como nosotros.14 Antes de regresar al cielo, Él prometió enviar al Espíritu Santo para estar con nosotros. Aun ahora, cuando Jesús está en el cielo, todavía Él no posee sus propios poderes. Sin embargo, a causa de su relación con el Padre y el Espíritu Santo, Ellos le permiten ser omnisciente (saber/conocer todo). A través del Padre y el Espíritu Santo, Jesús sabe todo.

Cuando oramos, a Jesús se le permite saber lo que el Espíritu Santo ve y oye en esta tierra. De manera que cuando un niño le ora a Jesús, o cuando invocamos su nombre pidiendo ayuda, Él siempre nos ve y oye a través del Espíritu Santo.15

Cuando Jesús obró milagros, como cuando alimentó a los 5,000, cambió agua en jugo de uva, sanó a la gente y anduvo sobre el agua, Él no los hizo por su propia cuenta. Dios los permitió. Jesús obró cada milagro sólo a través de la voluntad y el poder de su Padre celestial.16

Para que yo pueda comprenderlo con mayor facilidad, Jesús dice que me va a mostrar en este sueño cómo es ser omnipresente (estar en todas partes simultáneamente). Sin embargo, no se me permitirá verdaderamente poseer ese poder.

Aunque estoy parado ahí con Jesús, instantáneamente y por medio del poder del Espíritu Santo, estoy en tres planetas distintos. Es difícil comprender cómo es que puedo estar plenamente consciente, mental y físicamente, de todo lo que experimento en esos planetas, mientras sigo conversando con Jesús.

En el primer planeta, camino y converso con seres creados por Jesús y el Padre, pero no puedo captar cuánto tiempo estoy con ellos. Este planeta tiene una gran variedad de animales, incluyendo peces y pájaros.

A la vez, estoy en un segundo planeta donde no hay seres creados ni animales; sólo hay plantas. Huelo los aromas maravillosos de las distintas plantas y flores al caminar. Siento la textura maravillosa de la alfombra de hierba bajo mis pies y su aroma fresco y constante. No tengo las palabras apropiadas para describir la escena que me rodea.

Simultáneamente, estoy saltando de roca en roca al bajar por el lado de una catarata hermosa. Bajo mis pies siento la textura de las piedras lisas, como también una brisa neblinosa. A la misma vez, nado bajo el agua y observo la gran diversidad de peces coloridos, mientras pienso de tantos pájaros de diversos colores que vuelan por el aire. Por todas partes hay colores vivos. Simultáneamente, vuelo por el costado de cataratas y montañas majestuosas, cubiertas de hierba. Volando, paso lagos grandes, valles y praderas llenas de flores. En este planeta, camino, salto, vuelo y nado, todo a la vez. Sin embargo, todavía estoy en el primer planeta hablando con seres creados, y también estoy plenamente consciente de que estoy conversando con Jesús.

Simultáneamente, también visito un tercer planeta, y sé que es el sexto día, porque tiene plantas y animales, y los seres están a punto de ser creados. Tengo el privilegio de ser la primera persona en visitarlo. Mientras estoy allí, puedo caminar, correr, saltar, volar, nadar y explorar el tiempo que quiera, aun más allá de esa semana de la creación.

De todos los animales en ese lugar, el que me parece más interesante de todos es uno que parece un pez manta rectangular y muy grande, pero sin cola. Está cubierto con un pelaje largo y fluido que centellea a la luz del sol. Mientras se mueve ese animal tan bello, su pelaje se ilumina con colores que cambian continuamente. Mientras se desliza a lo largo del pasto, va comiendo la hierba, dejándola toda del mismo tamaño. Debido a que asimila perfectamente lo que come, deja el césped perfectamente cortado, sin ningún desperdicio.17

Mientras estoy en ese tercer planeta, también estoy en los otros dos, y a la misma vez Jesús me está explicando que continuamente y para siempre Dios va a crear planetas y seres perfectos. Por toda la eternidad, los salvados viajarán por las galaxias y les enseñarán a los seres recién creados acerca de Jesús. De la misma manera como Dios es eterno, el universo no tiene fin. Él es el Creador; por lo tanto, Él seguirá creando para siempre.

Jesús sigue explicando que se puede comparar el número de los planetas que existen en el universo a los granos de arena en todas las playas y en todos los océanos y mares de la tierra. No podemos contarlos. De los planetas creados, sólo un puñado, medido con la mano de Dios, está habitado. Esos habitantes esperan ansiosos cada ocasión cuando Dios, el Creador Eterno, crea otro planeta, cada uno distinto a los demás. Nos dice Apocalipsis 4:11: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”.

Cuán importante es esforzarse por formar parte de los 144,000. Cuán grande será el honor que ellos tendrán de poder viajar y contar a los seres recientemente creados de Jesús y lo que Él hizo por ellos cuando estuvo en la tierra.

Al instante, nuevamente estoy de pie con Jesús. Me abraza y me dice que Él espera que nosotros invoquemos su nombre, para poder volver a levantarnos, quitar nuestra inmundicia y vestirnos con su manto. Cuando invocamos su nombre, se repite por todo el universo.

Entonces, Jesús y sus ángeles ascienden. El Heraldo pasa adelante y toma mi mano derecha. Sonríe y dice que Jesús sirve como nuestro Hermano. Me dice que cuando Jesús estaba siendo enjuiciado y crucificado, los ángeles observaban, esperando que Él les pidiera ayuda.18 Si Él los hubiese llamado una sola vez, ellos hubiesen ido inmediatamente a su lado. Sin embargo, Jesús eligió no hacerlo.19 Él anduvo cada día tal como nosotros podemos andar, con la ayuda de nuestro Padre celestial.

Dice el Heraldo que debo seguir por el sendero que Jesús ha trazado para mí. Cuando miro hacia adelante, le digo al Heraldo que desde donde estoy parado no veo yerba ni flores, como las hay detrás de mí. El Heraldo me recuerda que Jesús ha dicho que Él andará con cada uno de nosotros. Sin embargo, cada uno de nosotros debe aferrarse a la mano del Salvador. Si la soltamos, el sendero será un camino de tierra. Mientras estemos aferrados a su mano, el sendero será un camino verde y lleno de vida.20

Le digo al Heraldo que yo sé que estoy asido de la mano de Jesús, pero el sendero delante de mí es un camino de tierra. El Heraldo pronuncia mi nombre celestial, sonríe con paciencia y dice, “Sólo toma un paso”. Cuando tomo un paso, el sendero bajo mi pie se torna en una alfombra viva de hierba verde. Los árboles en flor exhalan su fragancia. Una gran variedad de flores cubre cada lado del sendero. Nos rodean varios tipos de mariposas y pájaros cantores. Cuando tomo otro paso, vuelvo a ver una alfombra viva de hierba verde. Ahora siento una brisa cálida y muy confortante.

El sendero verde se abre cada vez que tomo un paso. Dice el Heraldo que si seguimos aferrados de la mano de Jesús, el Padre permitirá que permanezcamos en el sendero viviente. Si soltamos esa mano hermosa, caminaremos en un sendero de tierra, y con el tiempo ese sendero quedará sumido en la oscuridad. Me dice el Heraldo que puede parecer que el sendero viviente es áspero y duro. A veces tendremos que trepar sobre muchos troncos en el sendero. Pero si miramos detenidamente, veremos que no son troncos, sino palillos. No hay peñascos, sino sólo piedrecitas.21 Con tal que permanezcamos en el sendero que Dios ha escogido para nosotros, Él nunca permitirá que haya algo que no podamos vencer. Me dice el Heraldo que debo permanecer en el sendero viviente, e intentar y esforzarme por ser uno de los 144,000 que recibirán un número.


  1. The Review and Herald (La Revista Adventista), 18 de agosto de 1874
    Satanás trató de engañar a Cristo por medio de la adulación. [Trad.]

    Manuscript Releases (Manuscritos), tomo 16, p. 171
    Un sueño que me dio el Señor el 22 de agosto.

    …Mi vida apareció delante de mí, y parecía estar tan llena de equivocaciones, que no comprendía cómo podría permanecer en pie. En ese momento, Satanás vino adonde yo estaba y me dijo, “Estás perdida; ahora me perteneces [e] irás conmigo a las regiones de las tinieblas”. No puedo describir lo que sentí. Me parecía espantoso estar separada del Jesús, a quien había amado, para morar con los que aborrecía. Al mismo tiempo, me sentía indigna de estar con el hermoso Jesús.

    Mientras estaba en esa perplejidad tan terrible, uno de los ángeles vino adonde yo estaba y le dijo a Satanás, “Ella no es propiedad tuya, porque ha sido redimida para Dios por la preciosa sangre de Jesús. Ella ha sido comprada con su sangre”. Satanás huyó. Mis sentimientos cambiaron. [Trad.]

    The Signs of the Times (Las Señales de los Tiempos), 28 de marzo de 1892
    Deberíamos dejar que nuestra fe penetre las tinieblas. Satanás es el que arroja su sombra oscura entre nuestras almas y Dios, para que no veamos a Jesús. Sin embargo, por medio de una fe viviente podemos mantenerlo delante de nosotros, sin permitir que nada se interponga entre el alma y Dios. [Trad.]

    Pacific Union Recorder (La Revista de la Unión del Pacífico), 7 de octubre de 1909
    “Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle”. (Zac. 3:1)

    Aquí, Josué aparece como el representante del pueblo de Dios. Se representa a Satanás queriendo suscitar los pecados pasados de Josué, o los pecados pasados del pueblo de Dios, de manera que pierda su confianza en Dios y su lazo con el cielo. Pero vemos que Cristo está listo para resistir la obra de Satanás. [Trad.]
  2. Fe y Obras, p. 121
    Era imposible que el pecador guardase la ley de Dios, que era santa, justa y buena; pero esta imposibilidad fue eliminada por la imputación de la justicia de Cristo al alma arrepentida y creyente.

    The Review and Herald (La Revista Adventista), 7 de mayo de 1901
    Dios no pide que el hombre haga nada que sea imposible hacer... Poseyendo nuestra naturaleza, aunque sin tacha del pecado, y tentado en todo como nosotros, Cristo guardó la ley y mostró más allá de duda alguna que el hombre también puede guardarla. [Trad.]
  3. Mensajes Selectos, tomo 3, p. 203
    Cristo vino porque el hombre no tenía ninguna posibilidad de cumplir la ley con su propio poder. Él vino a traerle la fuerza necesaria para obedecer los preceptos de la ley. Y el pecador, arrepentido de su transgresión, puede ir a Dios y decir: “Padre, te ruego que me perdones por los méritos de un Salvador crucificado y resucitado”. Dios aceptará a todos los que vienen a él en el nombre de Jesús.
  4. Manuscript Releases (Manuscritos), tomo 13, p. 18
    Él pudo haber pecado; Él pudo haber caído, pero ni por un momento hubo en Él una propensión hacia el mal. [Trad.]
  5. The Signs of the Times (Las Señales de los Tiempos), 29 de diciembre de 1887
    Cristo fue despreciado y rechazado por los hombres. Aquéllos a quienes vino a salvar no podían discernir nada deseable en Él. Si fuese a venir a nuestro mundo hoy en día, sin honores terrenales ni poderes principescos, ¿quién lo recibiría como el Rey de la gloria?  ¿Cuántos miembros de iglesia se avergonzarían tanto de Jesús y del reproche que ellos sufrirían si lo aceptan, que rehusarían seguirle? Pero su amor incomparable lo guió a soportar tristeza y reproches infinitos para poder llevar a muchos hijos e hijas a la gloria. Hoy en día, ¿quién está dispuesto a estar de parte del Señor? [Trad.]
  6. The Review and Herald (La Revista Adventista), 21 de marzo de 1912
    Dice Juan, “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. “Para que no pequéis”. Aquí es donde vosotros caéis en condenación: continuáis en el pecado. Por medio de la fuerza de Cristo, dejad de pecar. Toda la provisión ha sido hecha para que la gracia more en vosotros, para que el pecado aparezca como la cosa odiosa que es. [Trad.]
  7. Santiago 2:10
    Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.
  8. The Signs of the Times (Las Señales de los Tiempos), 6 de octubre de 1887
    Al repetir la confianza que tenéis en Jesús, Satanás huirá; porque él no soporta el nombre de Jesús.  [Trad.]

    Ibíd., 30 de octubre de 1901
    Cuánto más cerca estemos de Dios, más seguros estaremos; porque Satanás odia y teme la presencia de Dios. [Trad.]

    Testimonios para la Iglesia, tomo 1, p. 309
    Satanás no puede soportar que se recurra a su poderoso rival, porque teme y tiembla ante su fuerza y majestad. Al sonido de la oración ferviente, toda la hueste de Satanás tiembla. ... Cuando los ángeles todopoderosos, revestidos de la armadura del cielo, acuden en auxilio del alma perseguida y desfalleciente, Satanás y su hueste retroceden, sabiendo perfectamente que han perdido la batalla.

    En los Lugares Celestiales, p. 299
    Satanás recurre a todos sus poderes para el ataque en el último conflicto reñido, y la resistencia paciente del seguidor de Cristo es probada al máximo. A veces parece que va a tener que ceder. Pero una palabra de oración al Señor Jesús llega como una flecha hasta el trono de Dios, y ángeles de Dios son enviados al campo de batalla. Cambia la marea.
  9. Mensajes Selectos, tomo 3, p. 488
    ¿Estamos luchando con todas las facultades que Dios nos dio para alcanzar la medida de la estatura de hombres y mujeres en Cristo? ¿Estamos procurando su plenitud, conquistando una altura cada vez mayor, en procura de la perfección de su carácter? Cuando los siervos de Dios alcancen este punto, serán sellados en sus frentes. El ángel registrador declarará: “Consumado es”.

    Palabras de Vida del Gran Maestro, p. 47
    “Cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega es llegada”. Cristo espera con un deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos.

    Todo cristiano tiene la oportunidad no sólo de esperar, sino de apresurar la venida de nuestro Señor Jesucristo. (2 Pedro 3:12) Si todos los que profesan el nombre de Cristo llevaran fruto para su gloria, cuán prontamente se sembraría en todo el mundo la semilla del Evangelio. Rápidamente maduraría la gran cosecha final y Cristo vendría para recoger el precioso grano.
  10. El Deseado de Todas las Gentes, p. 436
    Se creía generalmente entre los judíos que el pecado era castigado en esta vida. Se consideraba que cada aflicción era castigo de alguna falta cometida por el mismo que sufría o por sus padres. Es verdad que todo sufrimiento es resultado de la transgresión de la ley de Dios, pero esta verdad había sido falseada. Satanás, el autor del pecado y de todos sus resultados, había inducido a los hombres a considerar la enfermedad y la muerte como procedentes de Dios, como un castigo arbitrariamente infligido por causa del pecado. Por lo tanto, aquel a quien le sobrevenía una gran aflicción o calamidad debía soportar la carga adicional de ser considerado un gran pecador.

    Así estaba preparado el camino para que los judíos rechazaran a Jesús. El que “llevó ... nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores,” iba a ser tenido por los judíos “por azotado, por herido de Dios y abatido;” y de él escondieron “el rostro.” Isaías 53:4, 3.
  11. The Review and Herald (La Revista Adventista), 14 de mayo de 1908
    Dijo Cristo al tentador, “Vete de mí, Satanás ...”

    De la misma manera nosotros podemos resistir la tentación y obligar a Satanás a apartarse de nosotros. Jesús ganó la victoria por medio de la sumisión y la fe en Dios, y por medio del apóstol nos dice, “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. [Trad.]
  12. Juan 14:12
    De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.

    Hebreos 2:4
    Testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo...

    Testimonios para la Iglesia, tomo 5, p. 196
    Aquí vemos que la iglesia, el santuario del Señor, era la primera en sentir los golpes de la ira de Dios. Los ancianos, aquellos a quienes Dios había brindado gran luz, que se habían destacado como guardianes de los intereses espirituales del pueblo, habían traicionado su cometido. Habían asumido la actitud de que no necesitamos esperar milagros ni la señalada manifestación del poder de Dios como en tiempos anteriores.

    El Conflicto de los Siglos, p. 670
    Vendrán siervos de Dios con semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, y se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje celestial. Miles de voces predicarán el mensaje por toda la tierra. Se realizarán milagros, los enfermos sanarán y signos y prodigios seguirán a los creyentes.

    Manuscript Release (Manuscrito) 311, p. 36
    Cristo acompañará a estos obreros humildes. Ángeles del cielo colaborarán con ellos en sus esfuerzos sacrificados. Jesús conmoverá los corazones por medio del poder del Espíritu Santo. Dios obrará milagros en la conversión de los pecadores. Se unirán a la feligresía de la iglesia hombres y mujeres. [Trad.]
  13. Nuestra Elevada Vocación, p. 17
    A medida que Satanás trata de romper las barreras del alma, tentándonos a transigir en el pecado, debemos procurar mantener nuestra relación con Dios mediante una fe viva, y tener confianza en su fortaleza para capacitarnos para vencer toda barrera. Debemos huir del mal y buscar la justicia, la humildad, y la santidad ...

    Mente, Carácter y Personalidad, tomo 2, p. 102
    Aquí es donde usted cae en condenación: continúa en pecado. Con la fuerza de Cristo deje de pecar. Se ha hecho toda provisión para que la gracia more en usted, para que el pecado aparezca siempre tan odioso como es, es decir, como pecado.
  14. The Review and Herald (La Revista Adventista), 30 de enero de 1903
    Para llevar a cabo el plan misericordioso de Dios a favor de la raza caída, Él se despojó de todo.  [Trad.]

    Ibíd., 21 de abril de 1896
    Cristo rindió todo para buscar y salvar lo que se había perdido, para recuperar la perla que Él valoraba a un precio infinito. [Trad.]
  15. The Review and Herald (La Revista Adventista), 25 de agosto de 1896
    El Señor Jesucristo actúa por medio del Espíritu Santo; porque es su Representante. [Trad.].

    The Youth’s Instructor, (El Instructor de la Juventud), 15 de diciembre de 1898
    Él [Cristo] es nuestro Abogado por medio del Espíritu Santo.  [Trad.]
  16. Juan 5:19
    De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.

    Juan 14:10
    ... el Padre que mora en mí, Él hace las obras.
  17. 1 Corintios 2:9
    Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.

    Manuscript Releases (Manuscritos), tomo 6, p. 30
    La sabiduría divina se manifiesta en una variedad infinita de procesos de la creación visible. En el reino de la naturaleza, la uniformidad no es la norma que se sigue.  [Trad.]
  18. Primeros Escritos, p. 176
    Los ángeles que se cernían sobre la escena de la crucifixión de Cristo, se indignaron al oir el escarnio de los príncipes...  Deseaban rescatar y libertar a Jesús...
  19. The Review and Herald (La Revista Adventista), 9 de enero de 1883
    Pero Él eligió cambiar todas las riquezas, honor y gloria del cielo por la pobreza de la humanidad, y su estado de alto mando por los horrores del Getsemaní y la humillación y agonía del Calvario. [Trad.]
  20. The Review and Herald (La Revista Adventista), 7 de octubre de 1890
    Al aproximarnos al fin del tiempo, la corriente del mal se dirige más y más decididamente hacia la perdición. Sólo podremos estar seguros mientras estemos aferrados a la mano de Jesús, mirando constantemente al Autor y Consumador de nuestra fe. Él es nuestro poderoso Ayudador.  [Trad.]
  21. Manuscript Releases (Manuscritos), tomo 4, p. 179
    ¡Oh! Cuántos andan por una senda oscura, mirando las cosas objetables y feas a cada lado, cuando un paso más arriba están las flores. [Trad.]

    The Review and Herald (La Revista Adventista), 25 de julio de 1871
    Los cristianos deberían ser los seres vivientes más alegres y felices. [Trad.]

    Ibíd., 23 de julio de 1895
    Están por caer las últimas siete plagas sobre los desobedientes. Muchos han dejado pasar desatendida la invitación del evangelio. Ellos han sido examinados y probados, pero les ha parecido que se han alzado obstáculos amenazadores delante de ellos que han bloqueado su marcha hacia adelante. Por medio de la fe, la perseverancia y el valor, muchos sobrellevarán esos obstáculos y saldrán a la luz gloriosa. Casi inconscientemente se han erigido barreras por la senda estrecha y angosta; se han colocado piedras de tropiezo en el sendero. Todas éstas se desvanecerán. [Trad.]


¿CÓMO PODEMOS DEJAR DE PECAR?

Primeramente, tenemos que entender qué es el pecado. Nos dice 1 Juan 3:4 que “Todo aquél que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”. Romanos 4:15 dice: Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión”.
El pecado es quebrantar las leyes de Dios. También es pecado quebrantar las leyes federales y del estado. Sin embargo, esta cita del Espíritu de Profecía explica la excepción a la obediencia de las leyes humanas:  “Vi que es nuestro deber en todos los casos obedecer las leyes de nuestro país, a menos que estén en conflicto con la ley superior que Dios dio en forma audible en el Sinaí, y después grabó en tablas de piedra con su propio dedo.” Testimonios para la Iglesia, tomo 1, p. 322.
Muchos comprenden que es pecado quebrantar los Diez Mandamientos. Pero, ¿de cuáles otras maneras pecamos?
  • Al ser descuidados al hablar o al dejar de velar los pensamientos
  • Cuando albergamos malos sentimientos, tales como la ira o los celos
  • Cuando nos quejamos con frecuencia y sin gran motivo
  • Cuando quebrantamos las leyes de la salud, tales como llevar un régimen alimenticio malsano, descuidar el ejercicio, ser intemperantes y aun compadecerse de uno mismo
  • Al participar en diversiones mundanas
  • Cuando acusamos a los hermanos
  • Cuando no reprendemos lo malo dentro de la familia o la iglesia
  • Cuando no oramos o estudiamos la Palabra de Dios
Otros pecados tienen que ver con el carácter, tales como ser:
  • Impacientes
  • Codiciosos
  • Egoístas
  • Orgullosos
  • Implacables
  • Haraganes
  • Desconsiderados de los demás
  • Desconfiados de la Palabra de Dios
Muchos cristianos están cansados del pecado y quieren dejar de pecar. Cuando el Espíritu Santo obra en sus corazones, se dan cuenta que si siguen pecando, lo van a contristar.
Dios quiere que seamos perfectos para salvarnos y para vindicar su carácter. ¿Le creemos cuando nos dice que la obediencia perfecta es posible? Satanás insiste que, a raíz de nuestra naturaleza pecaminosa, no es posible. ¿Quién tiene razón? El pueblo remanente de Dios tiene el privilegio de demostrar que Satanás es un mentiroso. Como parte de ese proceso, nosotros tenemos que hacer nuestra parte para dejar de pecar; entonces Dios puede hacer su parte para ayudarnos.
Cada alma debe pelear sus propias batallas. Ella misma debe vestirse con la armadura. Debe orar por su propia cuenta. Debe tener comunión con Dios a favor de sí misma. Debe vigilar atentamente su propia alma, sabiendo que si hace su parte, Dios no dejará de hacer la suya.  Signs of the Times, 24 de octubre de 1900
Debemos recordar que no nacemos pecadores, sino que elegimos pecar. Llegamos a ser culpables gracias a nuestras elecciones, no a causa de nuestra naturaleza. Elena de White declara específicamente que el pueblo de Dios logrará la victoria sobre sus pecados individuales antes de que Jesús venga.
He aquí algunas sugerencias de lo que Vd. puede hacer para obtener la victoria sobre el pecado.
  • Pida al Señor con fe un deseo profundo de dejar de pecar.
    • Esté de acuerdo con lo que Dios dice.
    • Decida obedecer con un espíritu dispuesto y una buena motivación.
    • Si no tiene el deseo, pídalo a Dios en oración sincera.
  • Deshágase de cualquier cosa que facilite el pecar.
    • Reemplace hábitos malos con buenos.
    • Manténgase ocupado haciendo cosas buenas.
  • Debido a que cada resistencia a la tentación facilita poder resistir la próxima vez,
    • Cuando venga la tentación, resístala inmediatamente.
    • No la contemple en la mente.
  • Ore mucho y estudie la Biblia para prepararse para cualquier tentación.
    • Aférrese a las promesas de Dios.
  • Cumpla con el mensaje pro salud.
    • Cuidar el cuerpo fortalece la capacidad mental para resistir la tentación.
  • Cuando caiga en el pecado:
    • Inmediatamente pida perdón en el nombre de Jesús.
    • Comience de nuevo.
    • No dé por sentada la misericordia de Dios, pensando que Él siempre lo perdonará.
    • No se permita seguir pecando por descuido.
  • Cada pecado glorifica a Satanás y constituye una burla de Jesús. Por lo tanto,  la última generación de Dios aprenderá a odiar el pecado tanto, que preferirá morir a cometer una acción pecadora.
    • Aprenda a amar a Dios de todo corazón.
    • Rinda todo a Dios, especialmente su voluntad, su corazón y su servicio.
    • Para tener el poder para siempre obedecer a Dios, mantenga a Cristo en el corazón; nazca de nuevo cada día.
    • Para continuar su crecimiento cristiano, mantenga su enfoque en Jesús y en su carácter perfecto.
  • La perfección consiste en crecer espiritualmente y aprender más de Dios. Él no nos responsabiliza por los pecados cometidos en ignorancia, sino por hacer caso omiso a mayor luz. Dios no puede perdonar los pecados que cometemos a causa de una ceguera intencional.
Cuando vengan pruebas y oposición, puede regocijarse con valor y fe, sabiendo que eso le proporcionará la victoria sobre el yo y producirá un carácter perfecto. ¡No vale la pena conservar nada que le haga correr el riesgo de perder la vida eterna!
Puesto que su vida [la de Cristo] fue señalada por la abnegación, el sufrimiento y el sacrificio propio continuos, no nos quejaremos si somos participantes con él. Podemos caminar seguros en la senda más oscura si la Luz del mundo es nuestro guía...  Mensajes Selectos, tomo 1, p. 32

¿Cómo es que Dios nos ayuda a dejar de pecar?

  • Nos dice cuáles son los requisitos.
Cristo murió para hacer posible dejar de pecar, y el pecado es la transgresión de la ley. The Review and Herald (La Revista Adventista), 28 de agosto de 1894
Cada uno que se entrega plenamente a Dios recibe el privilegio de vivir sin pecado, en obediencia a la ley del cielo. ... Dios requiere que le rindamos una obediencia perfecta. Ibíd., 27 de septiembre de 1906
Cristo vino a esta tierra y vivió una vida de obediencia perfecta, para que por su gracia, los hombres y mujeres también puedan vivir vidas de obediencia perfecta. Esto es necesario para su salvación. Ibíd., 15 de marzo de 1906
Cuando terminen nuestras faenas terrenales, y Cristo venga por sus hijos fieles, brillaremos como el sol en el reino de nuestro Padre. Pero antes de que venga ese tiempo, todo lo que sea imperfecto en nosotros será quitado. Toda envidia, y celos, y malas sospechas, y todo plan egoísta, habrán sido eliminados de la vida. Mensajes Selectos, tomo 3, p. 488
  • Promete ayudarnos cuando seamos tentados.
Y a aquél que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría. Judas 1:24.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13.
Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio. 2 Pedro 2:9.
Hombres y mujeres pueden vivir la vida que Cristo vivió en este mundo si se revisten de su poder y siguen sus instrucciones. Pueden recibir, en su lucha con Satanás, todos los socorros que Cristo mismo recibió. Pueden llegar a ser más que vencedores, por Aquel que los amó y se dio a sí mismo por ellos. Testimonios para la Iglesia, tomo 9, p. 19
  • Nos protege de una tentación mayor de la que podamos llevar.
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. 1 Corintios 10:13.
Si queréis estar bajo la bandera manchada de sangre del príncipe Emmanuel, haciendo fielmente su servicio, nunca necesitáis ceder a la tentación; porque a vuestro lado hay Uno que es capaz de impedir que falléis. Nuestra Elevada Vocación, p. 21
Por medio del plan de la redención, Dios ha provisto los medios para subyugar cada rasgo pecaminoso y resistir cada tentación, no importa cuán fuerte. The Review and Herald, 22 de diciembre de 1885
  • Nos ofrece a sí mismo como ejemplo para mostrarnos cómo vencer.
Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca.  1 Pedro 2:21-22.
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. ... El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. ... Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.  1 Juan 3:2-9.
Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. 2 Corintios 10:4-5.
Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carneGálatas 5:16.
El Salvador llevó sobre sí los achaques de la humanidad y vivió una vida sin pecado, para que los hombres no teman que la flaqueza de la naturaleza humana les impida vencer. Cristo vino para hacernos “participantes de la naturaleza divina,” y su vida es una afirmación de que la humanidad, en combinación con la divinidad, no pecaEl Ministerio de Curación, p. 136
Jesús no reveló cualidades ni ejerció facultades que los hombres no pudieran tener por la fe en él. Su perfecta humanidad es lo que todos sus seguidores pueden poseer si quieren vivir sometidos a Dios como él vivió. El Deseado de Todas las Gentes, p. 619
Él no consintió en pecar. Ni siquiera por un pensamiento cedió a la tentación. Así también podemos hacer nosotros. Ibíd., p. 98
Estuvo sujeto a todos los conflictos que nosotros tenemos que arrostrar, a fin de sernos un ejemplo en la niñez, la adolescencia y la edad adulta. Ibíd., p. 52
  • Nos promete la victoria con sus fuerzas.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. Apocalipsis 3:21.
Cuando la voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios, llega a ser omnipotente. Cualquier cosa que debe hacerse por orden suya, puede llevarse a cabo con su fuerza. Todos sus mandatos son habilitaciones. Palabras de Vida del Gran Maestro, p. 268
Podemos vencer plenamente y por completo. Jesús murió para hacernos un camino de salida, a fin de que pudiésemos vencer todo mal genio, todo pecado, toda tentación y sentarnos al fin con él.  Testimonios para la Iglesia, tomo 1, p. 136
El ideal de Dios para sus hijos es más elevado de lo que puede alcanzar el más sublime pensamiento humano. “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Esta orden es una promesa. El plan de redención contempla nuestro completo rescate del poder de Satanás. Cristo separa siempre del pecado al alma contrita. Vino para destruir las obras del diablo, y ha hecho provisión para que el Espíritu Santo sea impartido a toda alma arrepentida, para guardarla de pecar.  Satanás se alegra cuando oye a los que profesan seguir a Cristo buscando excusas por su deformidad de carácter. Son estas excusas las que inducen a pecar. No hay disculpa para el pecado. Un temperamento santo, una vida semejante a la de Cristo, es accesible para todo hijo de Dios arrepentido y creyente.
El ideal del carácter cristiano es la semejanza con Cristo. Como el Hijo del hombre fué perfecto en su vida, los que le siguen han de ser perfectos en la suya. Jesús fue hecho en todo semejante a sus hermanos. Se hizo carne, como somos carne. Tuvo hambre y sed, y sintió cansancio. Fue sostenido por el alimento y refrigerado por el sueño. Participó de la suerte del hombre, aunque era el inmaculado Hijo de Dios. Era Dios en la carne. Su carácter ha de ser el nuestroEl Deseado de Todas las Gentes,  pp. 277-278
... [T]enéis el privilegio de tener a Cristo morando en vuestro corazón por fe, y él puede vencer el pecado en vosotros cuando cooperáis con sus esfuerzos. Nuestra Elevada Vocación, p. 78
Una vez que se ha obtenido una victoria, la siguiente es más fácil de conseguir. Si Moisés hubiera desaprovechado las oportunidades y los privilegios que Dios le prometía, habría desaprovechado la luz celestial y se habría convertido en un hombre vencido y miserable. El pecado viene de abajo y cuando es acariciado Satanás se apodera del alma para atizar en ella hasta el mismo fuego del infierno. Dios no dio su ley para impedir la salvación de las almas, sino que quiere que todas se salven. El hombre tiene la luz y las oportunidades; si las aprovecha, vencerá. Mediante su vida pueden mostrar el poder vencedor de la gracia de Dios.
Cuando un hombre se esfuerza día a día, con sinceridad, por vencer los defectos de su carácter, recibe a Cristo en el templo de su alma y la luz de Cristo está en él. Los brillantes rayos de la luz del rostro de Cristo elevan y ennoblecen todo su ser.  Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pp. 339-340

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