lunes, 28 de noviembre de 2011

SENTADOS JUNTO A UN RIACHUELO


12 de noviembre de 2011

por Ernie Knoll

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En mi sueño, estoy de pie como observador en un sitio que sé es un salón de un centro de congresos donde hay muchos hombres y mujeres. Al caminar por el lugar, oigo que todos hablan de Jesús. Algunos mencionan lo que Él ha hecho por ellos. Otros dicen que no tenían propósito, pero Jesús cambió sus vidas. Algunos son más sinceros al hablar.

Entonces noto que un hombre está hablando con varias personas, una a la vez. Me da mucha alegría, porque yo conozco a ese hombre, pero algunos a quienes él se acerca, no lo conocen. Sólo atienden a lo que él les dice unos momentos. Algunos lo interrumpen y comienzan a hablar de Jesús, pero me doy cuenta que hablan de cosas superficiales. De vez en cuando, algunos que le escuchan comienzan a sonreír. Entonces, radiantes de felicidad, lo abrazan y se arrodillan a sus pies. Él los abraza y les señala que vayan a cierto rincón del salón.

Esos individuos selectos se reúnen en un rincón, donde comparten su felicidad. No comprendo por qué los otros no se alegran de ver a ese hombre. Él habla con cada uno y espera que ellos lo reconozcan. Pero, si no lo reconocen, Él se dirige a la siguiente persona. Eso me recuerda de los discípulos que no reconocieron a Jesús en el camino a Emaús. Así ocurre con este grupo grande de personas. Este Hombre, el que se dirige a cada individuo, es Jesús. Si ellos no lo conocen, Él sigue adelante. Muchos hablan con entusiasmo, como si conociesen a Jesús personalmente, pero cuando Él va a hablar con ellos, ni siquiera saben quién Él es. Sólo un número pequeño mira a los ojos de Jesús e inmediatamente reconoce al que dio todo por ellos.

Cuando Jesús termina de hablar con cada uno, viene adonde yo estoy y me dice que ha terminado. Señala al rincón donde pidió que fuesen y esperasen aquéllos que lo reconocieron, y dice que ahora yo debo enseñarles. Me dice que Él enviará a su Espíritu con gran poder para hacer la última gran obra. Me doy vuelta para ir hacia el rincón, pero al hacerlo, me doy cuenta por primera vez que Jesús no está hablando solamente conmigo. Yo soy uno de varios hombres que lleva un manto azul forrado por dentro de blanco. Ahora comprendo que Él está hablando con los que Él ha elegido para servir y enseñar. Éstos son su pueblo, los que sinceramente anhelan conocerlo y no solamente hablar de Él. Éstos son sus ovejas, los que anhelan ver a su Maestro. Ahora, Él manda a sus ministros que vigilen, cuiden, enseñen y alimenten a cada uno de sus tesoros.

Ahora, escucho una voz que pronuncia mi nombre celestial. Busco a quién llama mi nombre y me doy cuenta de que ya no estoy en una sala de reuniones, sino que estoy caminando por un sendero. A cada lado hay hermosísimos arbolitos de semillero. Parece que el sendero fue hecho recientemente para que yo caminara por él. Entonces, me doy cuenta de que he estado caminando con Jesús. Él me dice que ha escogido este día para conversar y estar conmigo. Me explica que tiene mensajes que Él desea que yo comparta, pero que también quiere pasar un rato conmigo. Le digo que todo parece tan nuevo donde estamos. Él me dice que la tierra será creada de nuevo, y que esto también es para que su pueblo sepa cómo será pasar tiempo juntos. Me dice, “Mira cuántas personas nos acompañan”. Miro a mi alrededor y no veo a nadie. Me pregunta, ¿“Cuántos ángeles ves atendiéndonos”? Nuevamente miro alrededor y no veo a nadie. Me revela que ésta es la ocasión que Él está esperando, cuando pueda pasar un rato con cada uno de su pueblo, uno a la vez.

Mientras caminamos, Jesús coloca su brazo izquierdo sobre mi hombro y me dice que Él está ansioso de que llegue el momento cuando pueda caminar por un sendero como éste con cada uno de su pueblo. Me mira y me dice, “No se oye nada”. Yo le digo que me doy cuenta que no se oye el canto de los pájaros. Él sonríe y dice, “Disfrutemos de los cantos de las aves”. Y al decirlo, un coro hermoso de aves nos ofrece una dulce serenata.

Mientras seguimos caminando, Jesús me explica que los que estaban de pie en el rincón del salón son los que Él busca. Él está buscando a los que estén dispuestos a vencer a Satanás y vivir una vida sin pecado.1 Él sabe que no habrá muchos, pero el número quedará completo.2 Ellos andarán con Jesús cada día, y sus nombres serán escritos en el Libro de la Vida. Él sostendrá a esos tesoros queridos, aquéllos que recibirán vestiduras blancas.

Nos detenemos, y Jesús dice que mire hacia el cielo. Él dice, “He aquí lo que le mandé a escribir a mi profetiza, Elena de White, acerca de mis tesoros tan queridos”. Miro hacia el cielo y veo estas palabras:

“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré—¡oh, cuán precioso es ese ‘no’!—su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”. Apocalipsis 3:5. Cuando las puertas de la ciudad de Dios giren sobre sus brillantes goznes, y las naciones que guardaron la verdad pasen por ellas, Cristo estará allí para darnos la bienvenida y llamarnos benditos de su Padre porque habremos vencido. Nos dará la bienvenida delante del Padre y de sus ángeles. Cuando entremos en el reino de Dios para pasar allí la eternidad, las pruebas, dificultades y perplejidades que tuvimos desaparecerán en la insignificancia. Nuestra vida se medirá con la vida de Dios. The General Conference Bulletin, 6 de abril de 1903. {Recibiréis Poder, p. 365}

Dice Jesús que está escrito: “Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”. Apocalipsis 2:7. Él dice que Él recogerá frutos del árbol de la vida y alimentará a los que vencieron. Él pasará la eternidad con cada uno de ellos.

Ahora, Jesús sugiere, ¿“Qué tal si nos sentamos un rato junto al riachuelo”? Nos dirigimos hacia el riachuelo, y nos sentamos lado a lado junto a él. Inmediatamente, Jesús mete los pies en el agua. Se ríe y dice, “El agua se siente tan bien. No está ni fría ni caliente”. Me quito los zapatos y los calcetines y meto los pies en el agua. Le digo que de veras se siente bien. Jesús se inclina hacia atrás, coloca los brazos detrás de sí mismo para apoyarse y mira hacia el cielo. Observa que hace un día hermoso. Yo me inclino hacia atrás, miro hacia arriba y le digo que no hay ni una nube en el cielo. Él me pregunta si yo quisiera que hubiera nubes. Yo le digo que me parece que se vería muy bonito si hubiese algunas de esas nubes grandes y suaves que parecen almohadas. De repente, nubes grandes y suaves pasan flotando. Él se ríe y vuelve a decir, “Hace un día hermoso”.

Sentado allí con los pies en el agua, miro el hermoso riachuelo, la hierba verde, la abundancia de flores por todas partes, el cielo bello y las nubes que flotan suavemente. Miro a Jesús, coloco mi brazo derecho alrededor de Él y lo abrazo. Le digo que yo sé que si no fuera por Él, yo no podría experimentar todo lo que estoy viendo en torno a mí. Él me mira, sonríe y dice que Él hubiera hecho todo lo necesario para que yo pudiera sentarme a su lado junto a un riachuelo. Al mirar a esos ojos, todavía veo un amor que es tan difícil de explicar, salvo que en sus ojos veo ¡el Amor del Amor de los Amores!

Entonces Jesús me pregunta, ¿Te ha fijado en los peces que hay en el riachuelo? Me inclino hacia adelante y veo que está lleno de criaturas hechas por el mismo que está sentado junto a mí. Veo que hay una gran variedad de peces, pero hay un tipo que es muy fuera de lo común. Hay varios de ellos y se mantienen cerca uno del otro. Tienen hermosísimas aletas, largas y diáfanas, que parecen papel grueso de seda. El reflejo de la luz sobre el agua cambia el color de las aletas. El cuerpo de esos peces no tiene escamas como otros peces, sino que está cubierto de algo que parece pelaje largo y suelto. Al nadar, su belleza es asombrosa. Jesús me dice que puedo acariciar esos peces con mis pies. Cuando los peces se juntan alrededor de sus pies, Él me muestra cómo acariciarlos. Mientras lo hace, veo que el costado de los peces se hincha un poco. Entonces, algo semejante a burbujas sale de sus bocas. Esas “burbujas” salen del agua y suben lentamente por el aire. Cando cada una se revienta, produce una nota musical, y escuchamos una melodía hermosísima. Es semejante a cómo las aves silban, o cómo los gatos ronronean, o los grillos chirrían.

Sentado junto a Jesús, me siento abrumado por todo lo que tiene para mostrarme. Pienso en su amor profundo y compasivo. Él se dio cuenta del deseo de que hubiera pájaros para cantarnos al caminar. Él preguntó si yo creía que faltaba algo, y proporcionó nubes para deleitarnos, el riachuelo tan lleno de vida, y ahora un pez que jamás me hubiera imaginado. Él tiene esto, y mucho, mucho más. Jesús me mira, sonríe y me dice que no sólo son las cosas que veo, sino su deseo de pasar tiempo con cada uno de nosotros. Me dice que tiene una corona para su pueblo que esté dispuesto a vestir su manto blanco. Nos espera una mansión que Él ha construido para cada uno.

Nuevamente, Jesús se inclina hacia atrás y todo queda en silencio. Me mira y me dice que debo comunicar esto a todos los que estén dispuestos a escuchar sus palabras. El Padre celestial hará que pasen cosas. Mañana se verán cosas que sacudirán a los seres humanos hasta lo más profundo. Aun Satanás temerá por su propia existencia, tal como temió durante el diluvio de Noé.3 Él quiere que cada uno de sus fieles sepa que el Consolador estará con ellos. Si necesitan la ayuda de los ángeles, sólo tienen que pedirlos. Como resultado de lo que ocurrirá, muchos irán al descanso, para que no tengan que sufrir los peores días de angustia. Aquéllos que han llevado el nombre de Jesús en sus labios y en sus corazones, serán llamados de su sueño en la tierra para reunirse con Él en el aire.

Los que estén en pie, agitando la bandera de Jesús y manteniéndose fieles a la ley establecida en el cielo, se sentarán junto a Él y al Padre celestial.4 Los vencedores vestirán mantos blanquísimos. Delante del universo reunido, Jesús los confesará delante de su Padre y de los ángeles. Él pide a todos que no se desanimen. Él ha dicho que estas cosas tienen que ocurrir.

Cuando venga por segunda vez y también en el cielo, Jesús promete reponer todo a los que sufran en esta tierra. Para los que sufran hambre, Él proveerá un banquete y personalmente llevará la copa a sus labios. Él curará las heridas de los que sufran golpes y lastimaduras, y ellos quedarán sanos. Él se sentará junto a un riachuelo con los que sean encerrados en soledad. Junto a ellos, Él pondrá sus pies en el agua, y disfrutarán de la eternidad. Él promete rodear con su brazo y caminar para siempre junto a aquéllos cuyos familiares se han vuelto en contra de ellos, porque Él será su Hermano y su Familia.5 Él resucitará a los que sufran y mueran por Él, para que caminen con Él eternamente. En los corazones de aquéllos cuyos nombres sean malditos y escarnecidos, Él escribirá un nombre nuevo, que el Padre pronunciará por toda la eternidad.

Jesús mira hacia el cielo y nuevamente se dirige hacia mí. Explica que Él ha dado más de lo que cada persona sea capaz de comprender. Dice que, si le dijesen que debía hacerlo otra vez, se levantaría e iría rápidamente para morir y resucitar de nuevo para que cada individuo fiel pudiese vivir para siempre. Por ellos, Él ahora sujeta las llaves de la vida eterna. Su pueblo debe saber que el fin vendrá mañana, y que nunca están solos. Nuestros cuerpos pasajeros, carnales son débiles, pero Jesús está en pie junto a nosotros, y Él sujeta las llaves. El día de mañana tiene el futuro. Aférrense fuertemente de su mano. Sepan que Dios controla lo que tendrá el día de mañana, y sus decisiones son justas. Si se aferran firmemente a Jesús, su nombre no será borrado del Libro de la Vida. Él desea rodear a cada uno con su manto. Jesús me dice que éste es su mensaje para todos los que estén dispuestos a escuchar sus palabras. Le pregunto a Jesús si al decir mañana se refiere a mañana. Jesús contesta, ¿“Por cuál reloj decides cuándo será mañana? Tal como está escrito, ‘para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día’. [2 Pedro 3:8]. Cuando nuestro Padre decida el día de mañana, será ese día de mañana. No fue ayer, ni es hoy; porque hoy tú y yo estamos sentados junto a un riachuelo”.

Entonces, Jesús me dice que quiere que me incline hacia adelante y mire la reflexión en el riachuelo. Cuando lo hago, no me veo a mí mismo reflejado en el agua, sino a muchas personas distintas de distintas razas que esperan tomar la mano de Jesús e ir con Él. Será ese individuo y Jesús, tranquilamente sentados junto a un riachuelo, sólo ellos dos.


    1. Tito 2:13-14
      Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.
    2. Romanos 9:27
      También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo;
    3. The Review and Herald (La Revista Adventista), 22 de noviembre de 1892
      Los días en que vivimos están llenos de incidentes y peligros. Se multiplican las señales del fin que se aproxima, y acontecerán eventos de un carácter más terrible que ninguno que el mundo haya visto. [Trad.]

      El Discurso Maestro de Jesucristo, p. 85
      Si os habéis entregado a Dios, para hacer su obra—dice Jesús—, no os preocupéis por el día de mañana. Aquél a quien servís percibe el fin desde el principio. Lo que sucederá mañana, aunque esté oculto a vuestros ojos, es claro para el ojo del Omnipotente.
    4. Servicio Cristiano, p. 98
      ¡Despertaos! La batalla prosigue. La verdad y el error se acercan a su final conflicto. Marchemos bajo la bandera ensangrentada del Príncipe Emmanuel, y luchemos la buena batalla de la fe, para lograr honores eternos; porque la verdad triunfará, y nosotros hemos de ser más que victoriosos por Aquel que nos amó. Las preciosas horas del tiempo de gracia están terminando. Asegurémonos la vida eterna, para que podamos glorificar a nuestro Padre celestial, y ser los medios para salvar a las almas por las cuales Cristo murió
    5. Salmo 27:10
      Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.

      Romanos 8:31
      ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

miércoles, 23 de noviembre de 2011

EL PADRENUESTRO



8 de noviembre de 2011

por Ernie Knoll

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En mi sueño, veo a un hombre atándose los zapatos. Un ángel que no el Heraldo, me llama por mi nombre celestial y me dice que preste atención a lo que hace el hombre. Después de atarse los zapatos, se pone de pie y su esposa entra al cuarto. Le recuerda que el tanque de gasolina del auto está casi vacío, y que use $10.00 para comprar gasolina, porque van a necesitar el auto el sábado. Él coloca el dinero en su bolsillo y se prepara para salir a hacer mandados. Se detienen para orar juntos antes de que él salga por un rato.

Él pronuncia una oración sencilla de su corazón, como si estuviese de rodillas delante de Dios en su trono. Pide que ángeles protectores los cuiden a los dos mientras hacen la voluntad de Dios. Pide la protección de Dios por su esposa mientras están separados, y que los ángeles lo protejan a él en el camino. Yo comprendo que es su costumbre orar cuando van a estar separados el uno del otro, aunque sea por un corto tiempo. Se levantan, y él dice que regresará pronto. Ella le dice que vaya con los ángeles.

Él se sienta en el auto, comienza su lista de mandados y pronto se olvida de poner gasolina en el tanque casi vacío. El ángel y yo observamos que va por el campo, por un camino poco transitado. El auto se para, y él se da cuenta de que se le ha agotado la gasolina. Entonces recuerda que debía haber llenado el tanque. Al mirar por el espejo retrovisor, ve un camión de remolque con luces amarillas intermitentes. Sale del auto para saludar al chofer del remolque, quien camina hacia su auto. El chofer del remolque le pregunta si tiene problemas con su auto, y el hombre le explica que se le agotó la gasolina. El ángel y yo escuchamos y observamos desde el otro lado del camino, pero no se nos puede ver.

El chofer del remolque le dice al hombre que él tiene gasolina para su auto. El chofer va a la parte trasera de su camión y saca un recipiente de cinco galones de gasolina. Entonces, lo vierte en el tanque del auto. Cuando termina, le dice al hombre que ahora su auto podrá arrancar, y le desea un buen día. El hombre le contesta, “Pero, no le he pagado por el combustible. Lo único que tengo es un billete de $10.00, y usted me ha puesto como $20.00 de gasolina en el auto”. El chofer le explica que él no necesita ningún dinero, y le sugiere que se lo dé a alguien que esté haciendo la obra de Dios. Le abre la puerta del auto y sugiere que lo arranque. El hombre se sienta, mueve la llave de contacto, y el auto arranca. El chofer del remolque sonríe y dice, “Dios lo bendiga. Vaya con los ángeles”. El hombre en el auto sonríe, recordando que eso es lo que su esposa acostumbra decir. Él se va, y el chofer del remolque regresa a su camión. Parado junto a la puerta del camión remolque, mira hacia donde estamos nosotros y nos saluda con la mano. El ángel que me acompaña sonríe y le devuelve el saludo. Ahora, el camión de remolque desaparece lentamente, y el chofer se transforma en un ángel. Mira hacia arriba y sube al cielo como una centella.

Estoy llorando por lo que acabo de ver. Me dice el ángel que cuando oramos pidiendo la protección de los ángeles, Dios los enviará para ayudarnos, si es su voluntad. Él dice que es un honor y un privilegio muy especial poder hablar directamente con el Padre celestial, gracias a lo que Jesús hizo por nosotros.

Ahora, el ángel me lleva al mismo salón de clases donde he estado antes. Hay una silla para sentarme, y el ángel se para frente a algo que parece un pizarrón blanco. Me dice que él ha sido enviado para enseñarme cómo Cristo oraba. Comienza explicándome que los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñase a orar. Me revela que muchos han olvidado cómo orar y que, tristemente, muchos ni siquiera se aprovechan del honor y privilegio de hablar con su Padre celestial. Muchos pasan la vida entera sin orar.

Mientras el ángel habla, veo que aparecen palabras en el pizarrón blanco detrás de él. Nótese la oración, tal como fue dada: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria por todos los siglos. Amén”. [Mateo 6:10-13].1

Nótese cómo Jesús comienza la oración diciendo, “Padre nuestro que estás en los cielos”. Aquí Jesús nos enseña a Quién debemos dirigirnos. Al decir, “Padre nuestro”, Jesús sirve de portavoz para muchos. Entonces, reconoce dónde está el Padre al decir, “que estás en los cielos”.

Entonces, Jesús dice, “Santificado sea tu nombre”. Jesús muestra que cuando le hablamos al Padre, debe ser un tiempo sagrado y reverente, y que nuestros pensamientos y palabras deben mostrar respeto, porque el Padre es santo y merece respeto.

Entonces Jesús ora, “Venga tu reino”. Aquí, Jesús se refiere a cuando el Padre venga con su reino y no habrá más pecado. La tierra será creada nueva, y la gran ciudad descansará sobre la tierra nueva.

Después, dice Jesús, “Hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra”. Jesús pide que en esta tierra se hagan la voluntad, las instrucciones, los pedidos y peticiones del Padre, tal como son hechos en el cielo.

Sigue Jesús diciendo, “El pan nuestro dánoslo hoy”. Jesús sólo pide por el pan necesario para ese día. Él no pide varios panes para sostenerlos hasta la semana siguiente. Debemos vivir un día a la vez. No tenemos ninguna promesa para mañana ni para la semana siguiente. Sólo debemos pedir lo que necesitamos para este día.

Jesús nos muestra que debemos orar, “Y perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Esto explica la importancia de pedir el perdón por nuestros pecados, y muestra que debemos perdonar a los que nos hayan ofendido. ¿Cómo podemos esperar que el Padre nos perdone, si nosotros no perdonamos a los que hayan pecado en contra de nosotros? Si hemos prestado dinero a alguien, y ese individuo no puede devolverlo, debemos perdonar la deuda. ¿Cómo podemos esperar que el Padre nos dé libremente a nosotros, si no perdonamos las deudas de los demás? Una vez que hayamos hecho esto, podemos arrodillarnos con la conciencia limpia, para pedir que el Padre nos perdone nuestros propios pecados.

A continuación, Jesús ora, “Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal”. Jesús pide que cada individuo que camina por el sendero como un pecador, pida que se lo mantenga en él, sin ceder a la tentación. Él muestra la importancia de pedir al Padre que atienda a cada uno en su camino diario, porque Satanás enviará tentaciones durante el día. Debemos pedir la dirección del Padre cada día, para que la senda en la cual andamos sea protegida por los guardianes del sendero santo.

Me dice el ángel que muchos no prestan la atención debida a cómo Jesús termina su oración diciendo, “Porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria por todos los siglos”. Cuando Jesús dice esto, también se refiere a la Divinidad. De la misma manera como mandó, “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo,” Jesús representa el reino como el trono del Padre; el poder es el Espíritu Santo, y la gloria es el Hijo de Dios.

Nótese que Jesús mostró que al orar, no se debe repetir constantemente el nombre del Padre. Es como si alguien le hablase a un amigo y repitiese su nombre en cada frase. Algunos tienen el hábito de repetir su nombre sin necesidad. Esto no se debe hacer, y al tomar el nombre del Padre en vano, el que ora es culpable de quebrantar el tercer mandamiento. El nombre de Dios debe pronunciarse con meditación, atención y reverencia.2

Nótese que el Padrenuestro es corto, y dice precisamente lo que es necesario decir. Una oración larga no es necesaria. Sin embargo, en privado, hay momentos cuando podemos acercarnos al Padre con una oración más larga. Sin embargo, por lo general, eso no se debe hacer cuando se ora en público.3

Cada uno de nosotros tiene el privilegio de hablarle al Padre celestial. Aunque el Padre oye cada oración que se pronuncia, si no es una oración sincera del corazón, Él no la contestará. Cuando oramos correctamente, Él contestará, pero puede no ser de la manera como quisiéramos.

Cada oración enviada al Padre siempre debe terminar en el nombre de Jesús. Él es el motivo por el cual tenemos el privilegio de acercarnos al Padre en oración. A pesar de eso, tantos desperdician el privilegio tan bendito de la oración.


    1. Signs of the Times (Las Señales de los Tiempos), 28 de octubre de 1903
      Es importantísimo que comprendamos cómo orar correctamente. Nos servirá de gran beneficio estudiar atentamente la oración que Jesús les dio a sus discípulos. [Trad.]
    2. La Educación, p. 218
      También se debe manifestar reverencia hacia el nombre de Dios. Nunca se lo debiera pronunciar a la ligera o con indiferencia. Hasta en la oración habría que evitar su repetición frecuente o innecesaria. “Santo y temible es su nombre” [Salmo 119:9]. Los ángeles, al pronunciarlo, cubren sus rostros. ¡Con cuánta reverencia deberíamos pronunciarlo nosotros que somos caídos y pecadores!
    3. Testimonios para la Iglesia, tomo 2, p. 512
      En la oración privada, todos tienen el privilegio de orar todo el tiempo que deseen, y de ser tan explícitos como quieran. Pueden orar por todos sus parientes y amigos. La cámara secreta es el lugar donde se han de contar todas las dificultades, pruebas y tentaciones particulares. La reunión para adorar a Dios en conjunto no es el lugar donde se hayan de revelar las cosas privadas del corazón.

      El Evangelismo, p. 111
      Las oraciones ofrecidas en público deben ser cortas y directas. Dios no requiere de nosotros que hagamos tediosos los momentos de culto con largas peticiones... Algunos minutos son suficientes para una petición común en público.

      The Review and Herald (La Revista Adventista), 14 de enero de 1902
      Ocurre generalmente que, cuánta menos potencia celestial tenga la oración, más larga será. A menos que usted sepa que Dios está dirigiendo la oración, no dedique mucho tiempo a la oración delante de una congregación. Las oraciones hechas en público deben ser cortas y fervorosas. La oración eficaz del justo puede mucho; pero la oración pronunciada en tonos bajos, monótonos y sin ánimo no es aceptada por Dios. Elévese a Dios la voz de oración de corazones abrumados por su gran necesidad. Debe haber un reavivamiento del Espíritu Santo, para que sus oraciones se llenen del poder del cielo. [Trad.]

Fuente: http://www.formypeople.org/Sp/sp_59_the_lords_prayer.shtml

miércoles, 16 de noviembre de 2011

EL PASTOR MAYOR DE EDAD


2 de noviembre de 2011

por Ernie Knoll

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En mi sueño, Becky y yo hemos estado viajando y acabamos de concluir una de varias reuniones. Varios individuos han pasado adelante para decirnos que desean trabajar con el Ministerio Para Mi Pueblo. Poco tiempo después, veo que todos se han ido, con la excepción de un hombre que durante la reunión se había sentado hacia el frente, en la parte derecha. Me había fijado en él, porque su porte era algo distinto al de los demás, como si fuese alguien que en el pasado había servido de pastor. El hombre es mayor de edad, y los cabellos que le quedan tienen canas. Durante las presentaciones del día, él ha estado sentado, silenciosamente escuchando los mensajes.

Ahora, me acerco a él y él se presenta. Reconozco su nombre, porque él había sido pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día durante años. Tiene un aspecto desesperado, como si hubiese caído en el pecado. Me explica que hace años que supo de mis sueños, y admite que nunca los leyó, porque sus superiores enviaron un aviso a los pastores que no se me permitiera hablar en las iglesias de la asociación. Les dijeron que debían hablar negativamente de mí a los miembros. Él revela que su asociación local no apoyaba el interés creciente en los sueños, y que cuando yo caí en el pecado, se les hizo más fácil a sus miembros desacreditar los sueños. Me dice que con el paso del tiempo, se le mandó a cambiar el programa del culto divino de su iglesia, a lo cual se opone el libro la VERDAD, toda la VERDAD y solamente la VERDAD. Me cuenta que, debido a las instrucciones de su asociación, él llevaba a cabo las actividades de la iglesia emergente contra las cuales habla el libro la VERDAD.1 En ese entonces, no les prestó mucha atención, sino que hizo lo que le mandaron a hacer. “Al fin y al cabo”, me dijo, “no quería perder mi empleo”. Yo sé que este individuo representa a otros pastores Adventistas del Séptimo Día que se hallan en la misma situación.

El hombre sigue revelando que con el paso del tiempo, se comprometió físicamente con una miembro de su iglesia. Lo despidieron de su empleo y le quitaron sus credenciales. Fue entonces que comenzó a leer mis sueños. Leyó el sueño, “El Viaje al Hogar”, donde se presenta cómo yo me sentía por haber ensuciado el manto que me había sido dado. Él creía que había manchado y roto el manto que se le había dado. Me dice que se acercó al trono misericordioso de Dios y pidió perdón, pero que todavía no se siente perdonado. Me mira con lágrimas corriendo por sus mejillas, y me dice que él es un perdido. No cree que sus oraciones hayan sido oídas, que como pastor, él no se había ocupado del rebaño que se le había dado, sino que se había ocupado de sus propios deseos egoístas. Admite haber cumplido con las instrucciones de la asociación, y haber llevado a su iglesia prácticas no sagradas, y que se le pedirán cuentas.

No me parece que soy la persona indicada para aconsejar a este hombre mayor que, según mi parecer, sabe y comprende mucho más que yo. Así que silenciosamente le pido a Dios que me dé las palabras apropiadas para hablarle. Lo rodeo con mi brazo y le explico que soy un pecador que también ha pecado grandemente, y que me siento afortunado de haber escuchado en un sueño que he sido perdonado. También le explico que, de la misma manera como yo he sido perdonado, si él se arrepintió sinceramente de lo que hizo, Dios lo habría perdonado. Le dije que Dios lo usará como pastor para guiar un rebaño adonde pueda recibir agua limpia y fresca. Puede guiarlo a los pastos más verdes, donde podrá alimentarse. Puede atender y cuidar un rebaño nuevo. Cada rebaño será pequeño, pero habrá muchos rebaños que atender.

Con lágrimas en sus ojos, el hombre se da cuenta de que otro hombre parece estar de pie junto a mí. Me doy vuelta y miro al hombre. Por su sonrisa y hoyuelos conocidos, al instante sé quién es. Es el Heraldo. Se dirige hacia mí diciendo, “Pastor Knoll, tengo un mensaje que usted debe abrir y leer inmediatamente”. Me entrega el mensaje y se va. Abro el papel, lo leo rápidamente, entonces lo doblo y lo meto en el bolsillo de mi chaqueta.

Miro al hombre y me dirijo hacia el diciendo, “Pastor ”. Le digo que tengo un mensaje para él. Le relato que el Padre ha escuchado sus oraciones; sin embargo, la oración de su corazón es la que el Padre atesora. Él perdonó al pastor por lo que hizo, y ya no recuerda sus pecados. Le digo que Dios destruyó el manto manchado y roto que llevaba en el pasado, y que ahora le ha colocado un manto azul por fuera y blanco por dentro.2

El Padre ha asignado a ángeles para proteger y guiarlo por el sendero que le pide que siga. Le extiende la mano para invitarle a servir, enseñar y guiar a sus ovejas a pastos donde puedan alimentarse. Le pide al pastor que guíe a sus ovejas a corrientes de agua limpia y fresca. Le digo al pastor que desde su trono, Dios le ha otorgado credenciales, y que él será un pastor ordenado y puesto en servicio por Dios. Él le rendirá cuentas a Dios, y no al hombre. Él enseñará conforme a las instrucciones de Dios y tendrá que servir a muchos grupos. Los grupos no han de servirle a él. Cuando el pastor viaje para instruir a los grupos, los miembros invitarán a individuos, tales como ancianos, diáconos, diaconisas y maestros de Escuela Sabática, para que dirijan los cultos semanales y del sábado.

El culto divino debe ser como sigue. Un individuo que participa delante del grupo reunido dará los anuncios. Entonces, presentará un versículo de la Biblia para que todos mediten en él. El culto divino debe comenzar y concluir con reverencia en el santuario o la sala de culto. Los que participen al frente de los grupos reunidos, primero se reunirán en un sitio privado para orar. Entonces, deben entrar el individuo que va a presentar el mensaje y los ancianos, y todos de pondrán de rodillas. La persona que va a presentar el mensaje ofrecerá una oración corta de dedicación. Entonces, todos se pondrán de pie para cantar un himno del himnario. Después, se extenderá una invitación para dar los diezmos y ofrendas. Entonces, el grupo cantará un himno o un individuo lo cantará como música especial. Después de que todos se hayan arrodillado para orar, el que va a presentar el mensaje debe pasar adelante. Se debe tener presente la duración del mensaje. No sólo es cierto que algunos necesitan alimentarse físicamente a ciertas horas, sino que un mensaje largo se pierde con el tiempo. Un mensaje corto se retiene. Al concluir el mensaje, se ofrecerá una oración corta. Entonces, se cantará un himno, y para concluir el culto de adoración, se ofrecerá una oración de consagración. Todos deben ponerse de pie mientras los dirigentes salen del santuario silenciosamente. Los adoradores deben salir en silencio y en orden. Afuera del santuario, las conversaciones deben llevarse a cabo en voces bajas, y los temas deben ser propios para el sábado.

Ahora se me muestra una escena de ángeles brillantes y gloriosos que entran a una iglesia grande Adventista del Séptimo Día. Sacan de su lugar los candeleros de oro con sus llamas blancas y brillantes. Entonces, veo que ángeles malignos entran a la misma iglesia y colocan allí candeleros con llamas oscuras. La iglesia tiene poca luz, pero el letrero de afuera todavía tiene el mismo nombre, y los miembros todavía se denominan a sí mismos, Adventistas del Séptimo Día. Yo sé que esta iglesia representa la gran cantidad de iglesias Adventistas del Séptimo Día que ha fracasado.3 Pero, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que se ha apartado tanto del plan original, tilda de ramas extraviadas a grupos e individuos que observan al plan original. Sin embargo, no queda duda de que los que observan los cultos divinos de las iglesias ecuménicas, carismáticas y “emergentes” son, en realidad, las ramas extraviadas.

Muchos dicen que es patente que el presidente nuevo, Ted Wilson, y la directiva están siendo guiados por Dios. Sin embargo, alguien guiado por Dios no permitiría que continuasen esos tipos de cultos. Aunque la Iglesia Adventista del Séptimo Día no es Babilonia, algunos de sus líderes son espías católicos y jesuitas “enmascarados”.4 Si fuesen verdaderos Adventistas del Séptimo Día, esos “líderes” impedirían que continuase la apostasía y espiritismo que inunda toda la organización Adventista del Séptimo Día. La organización es la iglesia de Dios, pero su pueblo no consiste de los que hablan cosas blandas y suaves. La Asociación Adventista del Séptimo Día de Ohio nuevamente ha celebrado un congreso de la innovación. Muchos han dicho que, después de lo que predicó Ted Wilson durante el congreso ASI (Servicios e Industrias Adventistas Laicas) el año pasado, esto no debiera haber ocurrido; sin embargo, se celebró. Se me hace recordar que Satanás no lucha en contra de sí mismo. Si hay algo malo, los dirigentes no sólo deben hablar en contra del mal, sino eliminarlo. Los que no detienen el mal o tratan de eliminarlo, forman parte de la maldad. Es triste que, por hablar en contra de estas cosas, les han quitado las credenciales a pastores Adventistas del Séptimo Día, y han borrado a miembros. Pese a todo eso, los dirigentes permiten que individuos de otras religiones hablen y enseñen en las iglesias y escuelas Adventistas del Séptimo Día.

Cambia la escena y veo a Jesús de pie delante de un “portón viejo y gris”. Lo veo abrir el portón. Se dirige a sus “tenientes”, a los que son sus pastores, y dice, “Aquí hay pasto; alimentad mis ovejas”.5

Entonces se me lleva donde estoy de pie como un observador invisible. Yo sé que no estoy en una iglesia ni una casa, sino en un salón o centro comunitario alquilado. Han colocado sillas en hileras. Al frente, sobre la plataforma, hay tres sillas. Un anciano está detrás del estrado dando los anuncios. Menciona la hora y el lugar de las actividades de la semana entrante, tales como el culto de oración, estudios bíblicos y clases culinarias y de salud. Concluye los anuncios con un versículo de la Biblia, y pide que todos mediten en las palabras en preparación para el culto divino.

Unos momentos más tarde, veo venir de un cuarto a la derecha, a tres hombres que suben a la plataforma. El primero es un anciano, el segundo es el pastor y el último es otro anciano. Los tres se arrodillan, el pastor ofrece una oración corta, y se levantan para tomar asiento. Un anciano se dirige hacia el estrado e invita a todos a cantar el himno que ha sido seleccionado. Al terminar el himno, un anciano invita a todos a entregar los diezmos y ofrendas al alfolí. Pide a los diáconos que se pongan de pie, y ora por las dádivas que serán dadas.

El pastor es el mismo señor mayor de edad de este sueño, al que le quitaron las credenciales, el que manchó y rompió su manto. Ese pastor mayor ahora tiene un manto nuevo, y credenciales del Padre celestial. Medito del poco valor de las credenciales otorgadas por seres humanos; pero cuando el Dios del universo otorga las credenciales, todo es posible.

El pastor se acerca al estrado e invita a todos los que puedan a ponerse de rodillas. Los que no puedan, pueden arrodillarse con el corazón mientras todos se acercan al trono de misericordia. Pide perdón por sus pecados, para que pueda ser digno de ser oído. De parte de todos los que están arrodillados, pide el perdón de sus pecados. Pide que si hay ángeles malignos presentes, que sean escoltados muy lejos de allí, y que el salón de la reunión se llene de ángeles santos. Pide que hoy, en ese lugar, sean adorados el Padre y Jesús. Mientras él ora, veo a la izquierda de la plataforma algo que parece una abertura grande, redonda y muy brillante que se extiende hacia afuera. Veo entrar un sinnúmero de ángeles de distintos tamaños, alturas y vestimenta. Mientras miro hacia la plataforma, veo que a la derecha se reúne un coro grande de ángeles. Entonces, varios querubines y serafines entran por la abertura. Aparecen dos tronos al lado izquierdo de la plataforma. Jesús entra por la abertura y se para frente a uno de los tronos.

Ahora, escucho una voz detrás de mí que pronuncia mi nombre celestial. Es el Heraldo, que dice que todo lo que acabo de ver no requería que se cubrieran mis ojos. Pero, ahora se me va a mostrar algo de una manera que yo pueda comprender. De pie detrás de mí, coloca ambas manos sobre mis ojos y me dice que los mantenga cerrados. Aun con mis ojos cerrados y cubiertos, veo un Ser muy brillante que entra por la abertura. Veo su forma y sé que es el Padre celestial. Camina hacia su trono y se sienta, y entonces Jesús se sienta en el suyo, a la diestra del Padre. Uno de los querubines respetuosamente cubre su rostro, y uno de los serafines cubre las partes superiores e inferiores de su cuerpo, y se eleva del piso para no profanar ese sitio sagrado. Ambos grupos de ángeles proclaman, “Santo, santo, santo”.

El pastor concluye su oración con la petición de que sus palabras sean pronunciadas con la ayuda del Espíritu Santo. Mientras habla, la presencia del Espíritu Santo desciende sobre él. Se pone de pie y dice que el mensaje para hoy se trata de la iglesia de Dios y la importancia de su fundamento. Una iglesia que no tiene un buen fundamento, caerá. Una iglesia con un buen fundamento permanecerá, no importa lo que tenga que soportar. El pastor invita a todos a cantar el himno, “La iglesia tiene un fundamento”. Cuando comienzan a cantar, todos los ángeles se unen a ellos. Simultáneamente, los querubines y serafines cantan “Santo, santo, santo”, armonizando con el himno que se está cantando.

La iglesia tiene un fundamento, es Cristo Jesús, su Señor;
Ella ha sido creada de nuevo por el agua y por su Palabra.
Él vino desde el cielo para hacerla su esposa santa;
La compró con su propia sangre, y por darle vida, murió.

Elegida de todas las naciones; sin embargo es una en toda la tierra;
Su carta de salvación es: Un Señor, una fe, un bautismo.
Ella sólo alaba a un nombre, se alimenta de la santidad,
Llena de gracia, se esfuerza por alcanzar una esperanza.

Aunque los hombres la opriman y se burlen,
Aunque enemigos quieran derribar la Piedra sobre la cual descansa,
Los santos mantienen su fe clamando, ¿“Hasta cuando, Señor”?
Y pronto, la noche de llanto será la mañana de cantos.

En luchas y tribulaciones, en guerras y tumultos,
Ella aguarda la llegada de la paz eterna;
Sus ojos anhelantes vislumbran la llegada gloriosa
De Cristo en busca de su iglesia victoriosa.*

Después de que todos toman asiento, el pastor se arrodilla silenciosamente a la derecha del estrado y ofrece una oración silenciosa. En este santuario reverente, todo es silencio.6 Unos momentos más tarde, el pastor se levanta y comienza su mensaje. Habla de lo que compone la iglesia y lo que significa ser un miembro de ella. Después de unos minutos, veo que una joven levanta su mano lentamente. Me doy cuenta de que lo hace con mucho dolor. Veo que sus dedos están torcidos y sé que, a pesar de que tiene poco más de veinte años de edad, su cuerpo sufre de artritis. Pide disculpas por interrumpir al pastor y le dice que hay algo que ella le pide que haga. Le informa que ha oído que sus mensajes vienen directamente del cielo. Le dice que está presente hoy porque sabe que si él tan sólo la toca, ella será sanada. Dice que ella tiene fe, y le pregunta al pastor si él tiene fe de que ella pueda ser sanada. Todos lo miran. Él recuerda que se le dijo que había sido llamado a hacer la obra de los discípulos, y que él sanaría a la gente y echaría demonios, tal como ellos lo hicieron. Pide que el primer anciano ayude a traer la joven a la plataforma, y le dice a los que están congregados que él es como ellos, que él es simplemente un hombre. Les explica que él era un pecador, pero que ahora es un pecador perdonado, y que es sólo por la gracia de Dios, por el gran sacrificio de su Hijo, que ha sido llamado nuevamente a servir.

El pastor y el anciano se arrodillan frente a la joven, que está sentada en una silla en la plataforma. Le dice que él no la puede sanar, que es sólo por medio del Padre que ella puede ser sanada. Le explica que, si es la voluntad de Dios, cada coyuntura de su cuerpo será sanada y su dolor desaparecerá, pero que Dios puede decidir no sanarla. También le explica que si no es sanada, no es porque a ella ni a él les falte fe, sino porque el Padre sabe lo que es mejor. Entonces, el pastor coloca su mano derecha sobre la parte izquierda superior de la espalda de la joven, y su mano izquierda sobre la parte izquierda superior de la espalda del anciano. El anciano coloca su mano izquierda sobre la parte derecha superior de la espalda de la joven, y su mano derecha sobre la parte derecha superior de la espalda del pastor.

El pastor comienza a orar. Menciona el pecado de este mundo y el gran sacrificio que hizo Jesús. Pide que esa joven sea sanada. Ahora veo que Jesús se levanta de su trono, camina hacia el pastor y el anciano, y se arrodilla detrás de ellos. Él coloca su mano derecha sobre la espalda del pastor, y su mano izquierda sobre la espalda del anciano. Veo algo que parece luz y poder que dimanan del Padre hacia Jesús. Entra por las manos, pies y costado derecho de Jesús, debido a su gran sacrificio. El poder va desde Jesús al pastor y al anciano, y entra en la mujer. Entonces, Jesús se pone de pie, camina de vuelta a su trono, y se sienta.

La joven ha sido sanada.7 Sus dedos están rectos. Se pone de pie, y ahora todos permanecen sentados reverentemente murmurando las palabras, “Amén. Alabado sea el nombre de Jesús”. Cuando la mujer comienza a bajar de la plataforma, el pastor rápidamente la toma de la mano y le da vuelta para que todos la puedan ver. Se ha llevado a cabo un gran milagro. El pastor explica que lo que vieron sólo ocurrió por medio del Padre y Jesús, y que se debe dar toda la gloria a Ellos. El pastor pide que dos individuos pasen al frente. Los presenta y le dice a la mujer que ellos trabajarán estrechamente con ella y le enseñarán de la Biblia. Le explica que, debido a que Dios la sanó, ella debe aprender la manera correcta de vivir para gozar de salud.8 Los tres individuos bajan de la plataforma.

Ahora, un joven le pregunta al pastor si él puede ser sanado. Explica que él es un Adventista del Séptimo Día y que ha oído que, antes de la segunda venida de Cristo, llegará el día cuando los que hagan la obra de Elías sanarán a la gente. Dice que sufre de un desorden óptico degenerativo, y se está quedando ciego. Después de que lo ayudan a llegar a la plataforma, él se arrodilla con el pastor y el anciano. Nuevamente, Jesús va y se arrodilla detrás del pastor y el anciano, y el joven vuelve a ver claramente.

Otro hombre se pone de pie y explica que ha sido sordo desde nacimiento. Él ha estado observando y comprende lo que ha pasado, gracias a la ayuda de un amigo que le hace señas con las manos. Revela que él no es un Adventista del Séptimo Día, pero le han contado de los mensajes que se han presentado. Le dice al pastor que él también sabe que si sólo es tocado, será sanado. Con su intérprete, se lo invita a pasar adelante, y se arrodilla con el pastor y el anciano. Jesús se arrodilla detrás de ellos. Mientras el pastor ora, el coro de ángeles comienza a cantar suavemente. De repente, el hombre sordo se pone de pie y mira detenidamente a lo lejos, hacia el rincón vacío del salón. Con una voz perfectamente modulada, no con la voz entrecortada de un sordo, exclama del canto tan hermoso. El pastor y el anciano se ponen de pie y le preguntan al hombre qué es lo que oye. Él les dice que es un coro que canta bellísimo. El pastor se dirige a la congregación y dice, cuán apropiado es que la primera cosa que el hombre sanado escuchase fuese el dulce canto de un coro de ángeles. El hombre se dirige al pastor y le dice que lo oye claramente. Cuando se prepara para bajar de la plataforma, el pastor rápidamente lo toma de la mano. Pide que pase cierto individuo, y entonces le dice al hombre que se le va a enseñar qué es lo que debe escuchar y lo que no debe escuchar. Le indica que hay muchos cantos y muchas palabras del tipo “humo negro”, y que él necesita aprender de qué consiste el “humo blanco” o sea las cosas buenas para escuchar. Observo a los dos hombres bajar de la plataforma.

Entonces, una mujer levanta la mano y relata que tiene una hermana menor que tiene que permanecer sentada en el auto durante el culto, porque sufre del síndrome de Tourette. Muchos han dicho que ella está poseída de demonios. Le pide al pastor que la sane. El pastor pide que pasen adelante todos los hijos de Dios que vengan con fe. Pocos momentos más tarde, dos hombres ayudan a traer a una mujer al santuario. Está gritando al llegar, y parece que lucha para evitar entrar a ese sitio reverente. Jesús se pone de pie y se acerca a la mujer. Manda que los demonios que la poseen se aparten de ella y de este sitio santo. Jesús levanta su mano derecha e inmediatamente una hueste armada de ángeles santos escolta a los seres oscuros fuera del santuario. Algunos ayudan a la mujer a sentarse en una silla al frente. Ella cae en la silla, como si no tuviese fuerzas. El pastor y el anciano colocan sus manos sobre su espalda, y nuevamente Jesús se arrodilla detrás del pastor y el anciano. La mujer queda sana, y su familia la abraza felices.

Ahora noto a un hombre sentado en una silla de ruedas. Él levanta la mano y explica que le amputaron sus piernas más arriba de sus rodillas. Dice que él no es un Adventista del Séptimo Día y que nunca ha estado en una iglesia. Sin embargo, oyó hablar de los sermones de este pastor, y un amigo le recomendó que asistiese hoy. Dice que todo lo que ha visto podría haber sido obra de Satanás haciendo milagros; pero que hay algo que Satanás no puede hacer, y eso es crear, o crear de nuevo. Él dice que yace en el valle de la decisión, que no es un asunto de fe, sino que él quiere saber dónde estaba Dios cuando él perdió sus piernas, y dónde estaba Jesús cuando él clamó a su nombre.

El pastor pide que dos hombres lo ayuden a llegar al frente. El pastor y el anciano colocan dos sillas frente al hombre. Ellos se sientan y el pastor comienza a decirle al hombre que cuando él clamó el nombre de Jesús, Él estuvo allí. Le explica que Dios permite que pasen cosas por algún motivo. A veces, Él permite que pase algo terrible cuando puede servir para ayudar a muchos. Dice que por su pérdida, hoy se llevará a cabo un gran milagro por medio del poder del Padre, de Jesús y del Espíritu Santo. El pastor y el anciano se ponen de pie y mueven sus sillas. El pastor se quita la chaqueta de su traje y le dice al anciano que se quita la suya. El pastor coloca su chaqueta sobre la parte inferior de la silla de ruedas, y el anciano también coloca la suya, de manera que ambas cubren hasta la cintura del hombre. El pastor y el anciano se arrodillan y colocan sus brazos alrededor de la espalda del hombre. Jesús va hacia ellos y se arrodilla detrás del pastor y del anciano. El Padre va, se inclina sobre Jesús, el pastor y el anciano, y desde arriba, rodea con sus brazos al pastor, al anciano y al hombre en la silla de ruedas.

El Heraldo dice algo, e inmediatamente me rodean varios ángeles, como si fueran a protegerme. De repente, todo se torna muy brillante, aun con todos los ángeles que me rodean y con las manos del Heraldo cubriendo mi rostro. Tan rápidamente como me protegieron, los ángeles se van, y veo que el Padre y Jesús regresan a sus tronos. El pastor y el anciano se paran y se ponen sus chaquetas. Cuando miran hacia abajo al hombre en la silla de ruedas, lo ven ponerse de pie y caminar, descalzo, por la plataforma. Camina como si nunca hubiese perdido sus piernas. Camina perfectamente, no como los que son sanados por los sanadores falsos. El pastor lo toma de la mano y se dirige hacia la congregación diciendo que hoy han sido testigos de grandes milagros, y que ahora comprenden la importancia de la iglesia de Dios. No es el edificio, sino el fundamento. El fundamento es la fe y la unidad. Es atenerse al programa de acción que el Padre trazó para su iglesia. El fundamento es la manera reverente de adorar. Es conocer que la única manera cómo somos dignos de acercarnos al trono del Padre, es por su Hijo y el sacrificio que Él hizo por nosotros. El fundamento es saber que es a Cristo Jesús a quien necesitamos. Es saber que necesitamos a Jesús cada momento. Pide que todos se unan al hombre sanado, el que nuevamente puede ponerse de pie a favor de nuestro Creador, nuestro Salvador, nuestro Hermano, Jesús. Dice, “Pongámonos de pie y cantemos, ‘Te necesito, mi Señor’ ”.

Te necesito cada momento, amoroso Señor;
No hay voz como la tuya que me pueda llenar de paz.

Te necesito cada momento; quédate cerca de mí;
Las tentaciones pierden su poder cuando cercano estás.

Te necesito cada momento, en gozo o en dolor;
La vida es vanidad si no vienes pronto a morar en mí.

Te necesito cada momento; enséñame tu voluntad,
Y cumple en mí tus ricas promesas.

Te necesito cada momento, o Santísimo;
Hazme tuyo en verdad, o Hijo bendito.

Coro:
Te necesito, ¡oh, te necesito! Te necesito cada momento;
Bendíceme ahora, mi Salvador; acudo a ti.**

Ahora me encuentro sentado en un banco mirando una hermosa catarata que está a lo lejos. No está tan cerca que el sonido del agua impida conversar, pero suficientemente cerca para sentir la frescura del agua. El Heraldo está sentado junto a mí. Me dice cuán bello es ese lugar, y cómo la destrucción del gran diluvio creó ese sitio hermoso. Me dice que siempre deberíamos buscar lo bueno que el Padre provee, aunque sea el resultado de una destrucción. Me llama la atención a cómo el agua se desploma sobre las piedras abajo, y a los pinos majestuosos que crecen al borde de la catarata. Ellos son un símbolo del amor de Dios. Me recuerda que muchos van a descansar en la próxima destrucción, pero los que duermen en su nombre serán llamados de la tierra cuando Él envíe a su Hijo a rescatarlos.

El Heraldo me sonríe, me llama por mi nombre celestial, y dice que se le dijo que yo tenía algunas preguntas. Le pregunto si los que vi que fueron sanados durante el culto eran personas verdaderas que conozco o voy a conocer, y si el pastor mayor de edad es alguien verdadero que voy a conocer. El Heraldo me explica que el pastor es simbólico y representa a muchos que esperan ser llamados para servir a Dios. Los que fueron sanados representan las personas que vendrán con fe para ser sanadas. Los que ayudaron a los sanados simbolizan a los que Dios llamará para ayudar. Muchos no se darán cuenta de que la que sólo pidió ser tocada, fue sanada. Esto es una ilustración de la mujer que tocó el borde del manto de Jesús mientras andaba por el camino. Su fe la sanó.9 Así ocurrió en este sueño. La joven fue sanada por su fe. Sí, Jesús ha preguntado si hallará fe cuando regrese. El pastor mayor de edad, los sanados, los que ayudaron a los sanados, y aun la manera como percibí haber visto al Padre—todos eran simbólicos. Si yo en realidad hubiese visto al Padre, hubiese sido reducido a cenizas.

El Heraldo me indica que debo preparar este mensaje para que el pueblo de Dios lo comprenda. El pastor mayor de edad representa a muchos discípulos a quienes Dios va a llamar para pastorear a su pueblo que desea ser guiado a las aguas vivas. Esos discípulos atenderán las necesidades de los que desean aprender la verdad. Le digo al Heraldo que si comenzamos a celebrar cultos, muchos dirán que somos otra rama extraviada, y que estamos separándonos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Entonces, él me presenta las siguientes ilustraciones para que todos puedan comprender más claramente.

Una vez, un Gran Cocinero le envió un mensaje a una panadera joven, Elena de White, sobre cómo hacer pan. Él envió instrucciones y una lista de los ingredientes que debían usarse para hacer un pan. Él envió instrucciones sobre cómo envolver el pan para los que lo recibirían. Se decidió cuál sería el nombre de esa nueva empresa panadera. Se llamaba la Gran Empresa de Pan Saludable, o sea, la Empresa GEPS. Algunos la llamaban simplemente la GEPS. El Panadero presentó una lista de ingredientes e instrucciones sobre cómo hornear, envolver y distribuir el pan. Los que hacían el pan siguieron las instrucciones con esmero y comenzaron a hacer panes.

Con el paso del tiempo, otra empresa panadera muy grande, la Empresa Panadera Controlada por una Sociedad Anónima (EPCSA)—la Iglesia Católica—decidió que secreta y cuidadosamente integraría sus propios panaderos en la GEPS. Los panaderos de la EPCSA se dieron cuenta de que la GEPS sólo usaba los mejores ingredientes. Notaron que envolvían cada pan en papel encerado, y que lo cerraban herméticamente. Esos panaderos observaron los métodos de la GEPS, lograron ascender a puestos importantes de liderazgo y, con el tiempo, comenzaron a dirigir la GEPS. No la manejaban como la empresa panadera a la cual ellos pertenecían (la EPCSA), sino que pretendían ser verdaderos empleados de la GEPS. Comenzaron a mostrar cómo la GEPS debía semejarse más a las otras empresas panaderas. Como ya ocupaban puestos de autoridad que les permitían cambiar los ingredientes, hicieron el pan con rellenos y otros ingredientes inferiores. Se deshicieron del papel encerado, y lo reemplazaron con bolsas plásticas.

A la Iglesia Adventista del Séptimo Día se le dio una receta, una lista de los mejores ingredientes y una copia de los planos. Pero, con el tiempo, no los siguió exactamente. El Gran Cocinero todavía tiene sus planos. Su empresa panadera, que es su iglesia, nunca fracasará. Va a parecer que nadie prepara ni come su pan, y que su iglesia caerá. Sin embargo, Dios tiene panaderos que tienen la receta y los planos que muestran cómo debe ser la iglesia. Él tiene panaderos que están listos para hacer pan y envolverlo en papel encerado, conforme a las instrucciones de Dios.

La directiva de la EPCSA en la GEPS usa el diezmo para pagar procesos legales en contra de algunos que tratan de usar el nombre GEPS. Éste es un ejemplo del mal uso de los diezmos. Está escrito que el diezmo se debe usar para difundir el evangelio de Cristo. Pero, entre otras cosas, se lo usa para engrosar las billeteras de los abogados. Cada individuo debe considerar los fondos que coloca en el platillo de la GEPS corrompida. Los que estudian y cumplen con los planos enviados a Elena de White, la panadera de Dios, deben llamarse a sí mismos sencillamente, “la Iglesia”. Tal como Dios le mandó a Moisés a decir a los israelitas, “YO SOY me envió a vosotros”, sepa su pueblo que “la Iglesia” es su iglesia y que su iglesia no caerá, sino que continuará.

The unfaithful in the Seventh-day Adventist organization are the offshoots. However, the organization is not Babylon, but it has fallen into deep apostasy. God’s true church is the church that holds to the blueprint handed down from the Great I AM.10 Sepan los que tienen en sus manos la verdadera receta para hacer pan, que ellos constituyen la verdadera iglesia de Dios, aunque los llamen ramas extraviadas. Su iglesia es su pueblo, el que hace el pan conforme a sus instrucciones. Su iglesia no es la organización guiada secretamente por la Iglesia Católica. No es la organización controlada por espías y jesuitas que han sido colocados para controlar los cultos conforme a las instrucciones de la Iglesia Católica. Muchos pueden ver que esto no es lo que mandó el Padre celestial. Él tiene a su pueblo, a su Iglesia.

Entonces, el Heraldo me relata una parábola para ilustrar lo que debe decirme. Muchas personas recibieron una invitación para ir a bordo de un tren que los llevaría adonde ellos deseaban ir. Muchos fueron a bordo del tren, pero una pareja que estaba de pie fuera del tren, lista para ir a bordo, comenzó a discutir qué iban a hacer cuando llegasen al próximo destino. Discutieron y debatieron el asunto, pero no lograron llegar a un acuerdo. De manera que el Conductor cerró la puerta y el tren salió sin ellos.

El Heraldo me relata otra parábola. Había un barco listo para navegar. Iba a llevar a muchos pasajeros invitados adonde ellos deseaban ir. Muchos fueron a bordo del barco, pero una pareja que estaba casi lista para subir por la escalerilla, se detuvo para discutir el destino. Se pusieron a debatir, de manera que el Capitán alzó la escalerilla y el barco partió sin ellos.

El Heraldo me relata una parábola más. Había un avión parado en una pista. El Piloto había invitado a muchos a ir a bordo para volar a su destino. Muchos subieron al avión, pero una pareja que estaba al pie de la escalerilla, lista para subir al avión, comenzó a debatir en cuanto a lo que iban a hacer cuando llegasen a su destino. El Piloto cerró la puerta, el avión voló y dejó a la pareja discutiendo.

El Heraldo me explica que yo recibí un mensaje para una pareja en particular que se trataba de un depósito de almacenamiento lleno de ladrillos rojos,. Aunque ese sueño era específicamente para esa pareja, constituye una lección para todos. El Padre, quien obra como el Conductor, necesita que el tren se mueva conforme a su horario. El Padre, quien obra como el Capitán, necesita que el barco navegue conforme a su horario. El Padre, quien obra como el Piloto, necesita que el avión vuele conforme a su horario. El Padre esperó tres semanas para que la pareja tomase la decisión correcta. Cuando no se llevó a cabo esa decisión, Dios pasó a otra pareja, la cual actuó en un día. Se me mostró que un depósito de almacenamiento lleno de piedras reemplazó el de los ladrillos rojos. La cantidad de piedras era la misma que la cantidad de ladrillos.

Aunque el Padre tiene paciencia, todos deben comprender que se están cumpliendo los eventos finales, y que el Gran Cronometrista está prestando mucha atención al plan maestro. Está escrito: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. Eclesiastés 3:1. A los invitados se les da la oportunidad de ir a bordo con fe. Tal como se mostró en el último sueño, Jesús está a la puerta y llama. Él no abre la puerta para meterse sin permiso. Él toca y espera que le abran la puerta y lo inviten a entrar. Si no le abren la puerta, irá a la siguiente. De nuevo, “Todo tiene su tiempo”.

En el último sueño y en éste se me mostró que ahora es el momento cuando el Padre llama a todos a dar todo lo que puedan. Dios le indicó a su profetiza, Elena de White, que escribiera sobre este tema. Aunque se lo mencionó en el sueño anterior, algunos no comprendieron la importancia del mensaje. A Elena de White se le mostró que llegaría el momento cuando se extendería un “llamado” a todos. El mensaje que al Heraldo se le mandó dar, y se me pide que repita, es éste: Lo que se le indicó a la profetiza de Dios que debía escribir, es para este tiempo, ¡este tiempo AHORA mismo! Éste es el momento del cual ella habló. Todos pueden ver claramente las señales profetizadas del tiempo del fin. Los eventos actuales señalan el gran evento del regreso del Salvador en las nubes. A cada uno se le pide que contemple cuál es su posición. Cuando comparezca delante del Gran Juez, ¿estará rodeado por la justicia de Cristo Jesús? Todos los que escuchen la voz de Dios y la dirección del Espíritu Santo en cuanto a dar todo, deben prestar atención a estas palabras escritas por la profetiza de Dios, Elena de White, que fueron citadas en el último sueño:

Ahora es demasiado tarde para aferrarse a los tesoros mundanales. Casas y tierras innecesarias pronto no serán de beneficio para nadie, porque la maldición de Dios descansará más y más pesadamente sobre la tierra. Llega la invitación: “Vended lo que poseéis, y dad limosna”. Lucas 12:33. Este mensaje debiera hacerse llegar fielmente a los corazones de la gente, para que la propiedad de Dios le pueda ser devuelta en ofrendas que promuevan su obra en el mundo. Eventos de los Últimos Días, p. 221.

El Heraldo explica que, conforme a lo que se me ha mandado a hacer en cuanto a los viajes, también se me darán instrucciones en cuanto a los que Dios desea que le sirvan como predicadores, maestros y sanadores. Los que le sirvan recibirán su sostén por medio de “la Iglesia”. Su profetiza, Elena de White, escribió que fondos serán donados para llevar adelante su obra. Por medio de este llamado para dar, es que se sostendrán aquéllos a quienes Dios llame. Él indicará a otros a establecer un hogar en el campo. Sin embargo, Dios va a necesitar a otros que estén capacitados para dar sus mensajes.

El Heraldo ilustra lo siguiente, para que todos lo comprendan. Había una mujer que estudió y sabía que debía preparar una olla grande de guiso para alimentarse a sí misma por muchos años. Ella preparó el guiso en una olla del tamaño preciso, y podía comer de ella hasta el día cuando fuera al descanso. El Padre vio que eso era prudente y bueno. Entonces, ella colocó en la tierra un recipiente muy grande de guiso. Pero, nunca comía de él. Dios le mostró que ese guiso adicional podría usarse para alimentar a muchos. Pero, al contrario, ella lo tapó y lo escondió. Un día, los recolectores de alimentos se enteraron del guiso que ella había preparado, y lo confiscaron, junto con su olla personal de guiso. Ella se quedó sin nada que comer durante los años de vida que le quedaban.

Entonces, el Heraldo relató la parábola de otra manera. Una mujer había trabajado y ahorrado suficiente dinero para suplir sus necesidades durante los años que le quedaban. Había ahorrado suficiente para no ser una carga a nadie. Pero, también tenía una suma grande de dinero en otra cuenta bancaria. Ella poseía muchas otras propiedades. Un día, la economía mundial llegó a tal punto que la policía bancaria llegó y, bajo el pretexto de subsanar la economía mundial, confiscó todo el dinero que ella tenía y todas las propiedades que ella poseía. Tal como la gran cantidad de guiso pudiera haber alimentado a muchos hambrientos, de la misma manera, la gran cantidad de dinero y propiedades pudieran haber sido usadas para ayudar al pueblo de Dios que tiene hambre de recibir sus palabras y que será instruido por su iglesia.

Me dice el Heraldo que él ha visto mucho de la historia de este mundo, pero que él nunca ha visto una falta de fe tan grande como la que existe hoy. Dios llama a los individuos a ir a bordo, pero en vez de hacerlo, se detienen a discutir. Por medio de sueños, visiones e impresiones del Espíritu Santo, Dios ha enviado mensajes para que contribuyan ahora. Algunos debaten lo que deben hacer; otros deciden en un momento que han oído la voz del Maestro y eligen dar todo, sabiendo que tendrán que aprender a depender diariamente por su pan y su agua. No sea usted uno que todavía esté discutiendo cuando comparezca delante del Gran Juez, para dar cuentas del motivo por el cual no contribuyó todo cuando tuvo la oportunidad de hacerlo.

Todos deben saber, estar advertidos y prepararse para el clima, ya que el verano en los Estados Unidos ha terminado. Dichosos son todos porque el Padre celestial les ha dicho las cosas que sobrevendrán. Todavía se nota el efecto de los daños de la destrucción causada por las inundaciones, huracanes, tornados, incendios, sequía y terremotos. Oren a Dios por protección, para que cuando se desaten los vientos del conflicto, Él los proteja. Sin embargo, si va al descanso para no pasar por el tiempo de angustia, quiera usted hallar favor a los ojos de Dios. Cuando se le llame del sepulcro, no se encuentre usted bajo la sombre del Padre y de Cristo Jesús. Hállese usted recibiendo las llaves de la vida eterna.11

Los mensajes de los sueños anteriores fueron enviados para que todos se preparasen y arrepintiesen. Se les enviaron mensajes específicos a los que obran como críticos. Después de la destrucción pendiente que servirá como señal, ellos no volverán a ser mencionados en los sueños. Los que están listos para caer, caerán, porque la altivez de espíritu va antes de la caída. Los fieles que los oigan hablar se darán cuenta de que el Espíritu Santo los ha abandonado.

Dice el Heraldo que debe mostrarme otra cosa. Nos ponemos de pie y, al instante, estamos en un lugar que yo sé está cerca del trono de Dios. Nuevamente, yo sé que lo que se me muestra es sólo para ayudarme a entender. El Heraldo me dice que me fije en ciertos ángeles específicos que están de pie, mirando hacia lo lejos. Él me dice que esos ángeles se destacan por la vista que poseen. Ellos constantemente están atentos en busca de los individuos a quienes Jesús, en los sueños anteriores, invitó a acercarse al trono de misericordia y confesar antes de que sea demasiado tarde. Pregunta el Heraldo si preferirán caer, antes que arrodillarse y confesar delante el trono del Padre. ¿Permanecerán de pie, orgullosos e incapaces de arrodillarse y hacer confesión?

Ahora, el Heraldo me lleva a un lugar donde me vuelve a decir que esto se me muestra de una manera que yo pueda entender. Veo a varios ángeles de pie delante de algo que parece un lavamanos de poca profundidad. Meten un frasco grande en el lavamanos y lo llenan de un líquido. Entonces, practican cómo verter el frasco, en preparación para la destrucción. Veo a otros ángeles que tienen algo que parecen espadas. Las blanden, como si fuesen a derribar o destruir todo lo que está frente a ellos. Otros ángeles lanzan barras hacia la tierra y las hunden profundamente. Entonces, las mueven hacia adelante y hacia atrás. Se abre y cierra la tierra, y se siente un terremoto.

Observo a varios ángeles de pie y separados el uno del otro. A cierta distancia frente a ellos hay algo que parece una muralla grande de vidrio grueso. Cuando los ángeles lanzan bolas de fuego hacia la muralla, no se rompe, sino que absorbe las bolas de fuego. Pero, hace que la muralla ceda, como si una pelota pegase a una sábana. Las lanzan con una fuerza tan grande, que al pasar por el aire, escucho el sonido conocido de estruendos ensordecedores. Veo estelas de humo causadas por las bolas de fuego. Sigo mirando a los ángeles lanzar bolas de fuego hacia la muralla, como si estuviesen practicando para el momento cuando comience el plan que el Padre ha dispuesto.

Entonces, el Heraldo me lleva a un lugar donde miro hacia el universo. Detrás de mí, todo es bello e iluminado por el rostro de Dios. Lo que veo está protegido del pecado y de Satanás. Al mirar alrededor, sé que nuestra tierra y las galaxias no están donde estoy mirando. Estoy viendo lo que Dios ha creado por el resto del universo: Un despliegue de nubes de gases coloridos y estrellas, todo iluminado por el rostro de Dios. Frente a mí hay algo que parece un velo negro. El Heraldo me dice que me aferre a mi fe y sepa que no hay que temer. Comenzamos a atravesar el velo negro. Ahora veo algo que sé es nuestra galaxia y otras galaxias, nuestra tierra y los otros planetas que conocemos. Esta área está encubierta, para mostrar que es un sitio de donde el pecado no puede salir. Es donde se retiene a Satanás y su hueste de ángeles. Es el “pozo del abismo”. Al contemplar la escena, me sobrecoge la majestad del Gran Creador. En su sabiduría infinita, Él ha encubierto con un velo negro lo que sé es una extensión pequeña y vasta a la vez. Es para protegernos, y también para sujetar a Satanás y sus ángeles. Sin embargo, aún aquí hay más belleza de la que tengamos palabras para describir. Estoy viendo lo que Dios ha creado, tales como los planetas, iluminados por los soles en sus galaxias.

Al estar en pie con el Heraldo observando todo esto, él me dice que es importante que todos comprendan este mensaje en el sueño que he recibido. Me dice que lo que veo es simbólico; sin embargo, todos deben comprender la importancia literal del mensaje que se ha dado.

Por tercera vez, me dice que se les está extendiendo un llamado a los que puedan dar. Me dice el Heraldo que se me ha mostrado que los viajes que Becky y yo hagamos permitirán pasar adelante a los que Dios desea que le sirvan. Cuando viajemos, pasen adelante y soliciten servir aquéllos que deseen servir. El Padre sólo puede usar a los que se hayan humillado. El Heraldo me asegura que cuando Becky y yo viajemos, ángeles serán asignados para su obra. Se les pide a los que Dios ha hablado, bien sea por medio de sueños, visiones o por la inspiración del Espíritu Santo, pasar adelante y pedir que se les permita servir en la gran obra que hará la iglesia de Dios, su pueblo, que son sus Adventistas del Séptimo Día. Me dice el Heraldo que muchos otros que Él usará para hacer grandes cosas aguardan su llamado. Tal como se ilustró, Él tiene a los que Él ha llamado, los que serán rodeados por su túnica y su manto. Esa túnica es azul por fuera, para reflejar su ley y señalar a uno que guarda la ley. El color azul también reflejará el amor que el Padre les da. La túnica estará forrada con el blanco más puro, para reflejar la justicia de Cristo Jesús y la sangre que Él vertió. También reflejará la protección divina de Jesús. Él ordenará y dará credenciales celestiales a aquéllos que Él llame.

Ahora, el Heraldo se para frente a mí y me explica que Becky y yo debemos preparar lo que vamos a presentar durante nuestros viajes. Recibiremos instrucciones en cuanto a quiénes Dios ha invitado a servir como sus maestros. Llegarán los fondos necesarios para los viajes, porque Él les ha hablado a muchos corazones. Los que escuchen a su Espíritu ayudarán, porque es Dios quien lo pide. El universo es testigo de las invitaciones que se harán a aquéllos que una vez fueron pastores, pero que han caído. El Gran Creador tiene en sus manos a los pastores que sirvieron anteriormente, pero fueron desechados como piedras inútiles, y a los que fueron desechados por apoyar los diseños de Dios. Él los amoldará para que sean las joyas brillantes que fueron llamados a ser. Esos pastores y otros aguardan la invitación de Dios. Tal como fue ilustrado en este sueño, se los llamará para hacer grandes cosas. Quedarán rodeados del manto azul y blanco del Padre, y ellos le servirán como sus discípulos. A cada uno, Él dará poder divino.

Los que se oponen a los mensajes y hacen acusaciones del llamado, serán testigos del poder del Padre en la obra que harán estos discípulos, los llamados para hacer grandes cosas. Se me dice que no me deje desanimar por los que son guiados por Satanás, incluyendo los pastores falsos que hablan en contra de las instrucciones de este ministerio que el Padre ha tomado en sus propias manos. He sido llamado a ser el mensajero del Padre. Los mensajes que doy sirven para testificar de su dirección. Él me ha llamado a ir adelante y llamar a su pueblo a servir. Durante las reuniones de este ministerio, todos los que deseen servir como pastores o consejeros para la salud deben preguntar si Dios les ha extendido a ellos una invitación. A todos los que asistan a las reuniones: No permitan que el desánimo les haga irse. A todos se les da un mensaje. Cuando se programen las reuniones y se coloquen los datos en el sitio web del Ministerio Para Mi Pueblo, los individuos deben solicitar poder servir.

A los que han escuchado el llamado de dar todo lo que puedan: Sepa cada uno de la gran bendición que les espera. A los que den todo para permitir que se presente la gran invitación: Sean ustedes testigos del poder del Espíritu Santo hacia los que el Padre ha llamado a ir adelante. Los que den todo, sean testigos a los miles que buscarán la verdad y se colocarán frente al rostro de Dios. Aquellos que den todo comparecerán ante el Gran Juez, el Padre, para oírle decir, “Bien hecho”.


    1. The Ellen G. White 1888 Materials (Materiales de Elena G. de White en cuanto al 1888), p. 1002
      Antes de que sobrecoja al mundo el gran tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente, los que hayan titubeado y en su ignorancia guiarían por senderos peligrosos, lo revelarán antes de que venga la verdadera prueba vital, la última prueba, para que cualquier cosa que ellos digan no se considere como la voz del Pastor Verdadero. [Trad.]
    2. The Review and Herald (La Revista Adventista), 10 de abril de 1894
      Debe seguir adelante la obra refinadora y purificadora de Dios, hasta que sus siervos sean tan humildes, tan muertos al yo, que cuando se los llame al servicio activo, mantengan sus ojos puestos en la gloria de Dios. [Trad.]

      Recibiréis Poder, p. 361
      Josué, que representa al pueblo de Dios, está delante del ángel vestido de ropas inmundas; pero cuando el pueblo se arrepiente delante de Dios por la transgresión de su ley, y extiende la mano de la fe para aferrarse de la justicia de Cristo, Jesús dice: “Quítenles sus ropas inmundas y vístanlos con ropas nuevas”. (Véase Zacarías 3:4).

      Éxodo 28:31
      Harás el manto del efod todo de azul.

      Patriarcas y Profetas (1954), p. 363
      Las vestiduras del sumo sacerdote eran de costosa tela de bellísima hechura, como convenía a su elevada jerarquía. Además del traje de lino del sacerdote común, llevaba una túnica azul, también tejida de una sola pieza.

      Apocalipsis 7:14
      Éstos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

      Manuscript Releases (Manuscritos), tomo 5, p. 21
      Para poder entrar por las puertas perlinas de la ciudad de Dios a un cielo de felicidad, debemos prepararnos para el manto blanco del carácter. [Trad.]
    3. Apocalipsis 2:4-5
      Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.

      Manuscript Releases (Manuscritos), tomo 18, p. 39
      Hay esperanza para nuestras iglesias si obedecen el mensaje a los laodicenses. [Trad.]

      Isaías 1:21
      ¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de justicia, en ella habitó la equidad; pero ahora, los homicidas.

      The Review and Herald (La Revista Adventista), 7 de noviembre de 1882
      Acaso no diría el Señor, ¿cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel, y la casa de mi Padre [has hecho] un mercado? Debido a vuestra incredulidad, no podré hacer muchas grandes obras entre vosotros. [Trad.]

      Manuscript Releases (Manuscritos), tomo 12, p. 399
      El mismo sacerdocio se había corrompido. Sacerdote tras sacerdote cumplía con su cargo y llevaba a cabo sus deberes religiosos como un artista en un teatro. [Trad.]

      El Deseado de Todas las Gentes, p. 320
      Dios queda deshonrado, y traicionado el Evangelio, cuando sus siervos dependen de los consejos de hombres que no están bajo la dirección del Espíritu Santo. La sabiduría humana es locura para Dios. Los que en ella confían, errarán ciertamente.

      Recibiréis Poder, p. 242
      Y muchos que profesan pertenecer a la verdadera iglesia de Dios caen bajo sus engaños (de Satanás). Los induce a desviarse de su fidelidad al Rey de los cielos...
    4. El Conflicto de los Siglos (1954), p. 249
      En toda la cristiandad se veía amenazado el protestantismo por formidables enemigos. Pasados los primeros triunfos de la Reforma, Roma reunió nuevas fuerzas con la esperanza de acabar con ella. Entonces fue cuando nació la orden de los jesuitas, que iba a ser el más cruel, el menos escrupuloso y el más formidable de todos los campeones del papado. Libres de todo lazo terrenal y de todo interés humano, insensibles a la voz del afecto natural, sordos a los argumentos de la razón y a la voz de la conciencia, no reconocían los miembros más ley, ni más sujeción que las de su orden, y no tenían más preocupación que la de extender su poderío. El Evangelio de Cristo había capacitado a sus adherentes para arrostrar los peligros y soportar los padecimientos, sin desmayar por el frío, el hambre, el trabajo o la miseria, y para sostener con denuedo el estandarte de la verdad frente al potro, al calabozo y a la hoguera. Para combatir contra estas fuerzas, el jesuitismo inspiraba a sus adeptos un fanatismo tal, que los habilitaba para soportar peligros similares y oponer al poder de la verdad todas las armas del engaño. Para ellos ningún crimen era demasiado grande, ninguna mentira demasiado vil, ningún disfraz demasiado difícil de llevar. Ligados por votos de pobreza y de humildad perpetuas, estudiaban el arte de adueñarse de la riqueza y del poder para consagrarlos a la destrucción del protestantismo y al restablecimiento de la supremacía papal.

      Al darse a conocer como miembros de la orden, se presentaban con cierto aire de santidad, visitando las cárceles, atendiendo a los enfermos y a los pobres, haciendo profesión de haber renunciado al mundo, y llevando el sagrado nombre de Jesús, de Aquel que anduvo haciendo bienes. Pero bajo esta fingida mansedumbre, ocultaban a menudo propósitos criminales y mortíferos. Era un principio fundamental de la orden, que el fin justifica los medios. Según dicho principio, la mentira, el robo, el perjurio y el asesinato, no sólo eran perdonables, sino dignos de ser recomendados, siempre que sirvieran los intereses de la iglesia. Con muy diversos disfraces se introducían los jesuitas en los puestos del estado, elevándose hasta la categoría de consejeros de los reyes, y dirigiendo la política de las naciones. Se hacían criados para convertirse en espías de sus señores. Establecían colegios para los hijos de príncipes y nobles, y escuelas para los del pueblo; y los hijos de padres protestantes eran inducidos a observar los ritos romanistas. Toda la pompa exterior desplegada en el culto de la iglesia de Roma se aplicaba a confundir la mente y ofuscar y embaucar la imaginación, para que los hijos traicionaran aquella libertad por la cual sus padres habían trabajado y derramado su sangre. Los jesuitas se esparcieron rápidamente por toda Europa y doquiera iban lograban reavivar el papismo.

      Special Testimonies (Testimonios Especiales), Serie A, No 12, p. 9
      He enviado advertencias a muchos médicos y pastores, y ahora debo advertir a todas nuestras iglesias que desconfíen de los hombres que están siendo enviados para hacer la obra de espías en nuestras asociaciones e iglesias, una obra instigada por el padre de la mentira y el engaño. Cada miembro de iglesia debe mantenerse fiel a los principios. Se nos dijo lo que habría de venir, y ha venido. El enemigo ha estado obrando con una especie de diseño científico, tal como obró en el Edén. No puedo detallar todo ahora, pero digo a nuestras iglesias: Desconfíen de las declaraciones que vengan de Battle Creek que os hagan desestimar las advertencias que Dios ha dado en cuanto al esfuerzo por hacerlo un gran centro educativo. No permitáis que vuestros hijos e hijas acudan allí para recibir su educación. Agencias poderosas han estado obrando sigilosamente para sembrar allí las semillas del mal. [Trad.]
    5. Ezequiel 34:12
      Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad.
    6. Testimonios para la Iglesia, tomo 5, p. 465
      Cuando el ministro entra, debe, ser con una disposición solemne y digna. Debe inclinarse en oración silenciosa tan pronto como llegue al púlpito a pedir fervientemente ayuda a Dios. ¡Qué impresión hará esto! Habrá solemnidad y reverencia entre los oyentes. Su ministro está comulgando con Dios; se está confiando a Dios antes de atreverse a presentarse delante de la gente. Un sentimiento de solemnidad desciende sobre todos, y los ángeles de Dios son atraídos muy cerca. Cada uno de los miembros de la congregación que teme a Dios, debe también unirse en oración silenciosa con él, inclinando su cabeza, para que Dios honre la reunión con su presencia y dé poder a su verdad proclamada por los labios humanos. Cuando se abre la reunión con oración, cada rodilla debe doblegarse en la presencia del Santo y cada corazón debe elevarse a Dios en silenciosa devoción. Las oraciones de los adoradores fieles serán oídas y el ministerio de la palabra resultará eficaz.
    7. Marcos 16:17-18
      Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
    8. El Ministerio Médico, p. 317
      La obra médica misionera es la mano ayudadora del ministerio del evangelio. Hasta donde sea posible, estaría muy bien que los obreros del evangelio aprendieran a ministrar a las necesidades del cuerpo tanto como a las del alma, pues al hacerlo siguen el ejemplo de Cristo. La intemperancia casi ha llenado al mundo de enfermedad, y los ministros del evangelio no pueden utilizar todo su tiempo y energía en aliviar a cuantos necesitan ayuda. El Señor ha ordenado que los médicos y enfermeras cristianos obren en conexión con los que predican la Palabra. La obra médica misionera debe estar ligada con el ministerio del evangelio.
    9. Mateo 9:20-22
      Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora.
    10. Manuscript Releases (Manuscritos), tomo 1, p. 296
      Los que guardan los mandamientos de Dios, los que no viven sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, constituyen la iglesia del Dios viviente. [Trad.]

      Profetas y Reyes, p. 54
      La bendición del Señor acompañará a su iglesia mientras sus miembros avancen unidos, revelando a un mundo postrado en las tinieblas del error la belleza de la santidad según se manifiesta en un espíritu abnegado como el de Cristo, en el ensalzamiento de lo divino más que de lo humano, y sirviendo con amor e incansablemente a aquellos que tanto necesitan las bendiciones del Evangelio.

      Palabras de Vida del Gran Maestro, pp. 56-57
      Dios tiene una verdad especial y una obra especial para su iglesia en cada generación. La verdad, oculta a los hombres sabios y prudentes del mundo, es revelada a los humildes y a los que son como niños. Exige sacrificios. Tiene batallas que luchar y victorias que ganar. Al principio son pocos los que la defienden. Ellos son contrarrestados y desdeñados por los grandes hombres del mundo y la iglesia que se conforma al mundo.

      Así como en los primeros siglos, las verdades especiales para este tiempo se hallan, no en posesión de las autoridades eclesiásticas, sino de los hombres y las mujeres que no son demasiado sabios o demasiado instruidos para creer en la palabra de Dios.
    11. Manuscript Releases (Manuscritos), tomo 6, p. 165
      El conocimiento de Dios y de Jesucristo, expresado en el carácter, los exalta sobre todo lo que se estima en la tierra o en el cielo. Es la educación más elevada que haya. Es la llave que abre los portales de la ciudad celestial, para que obtengamos la vida eterna, una herencia inmortal, y una substancia eterna. [Trad.]

*The Church Has One Foundation, letra de Samuel J. Stone [Trad.]

**I Need Thee Every Hour, letra de Annie S. Hawks [Trad.]


Fuente: http://www.formypeople.org/Sp/sp_58_the_senior_pastor.shtml