domingo, 3 de enero de 2010

La Obra en las Ciudades

HE VISTO en sueño a varios de nuestros hermanos reunidos en comisión
considerando los planes de trabajo para la próxima estación. Pensaban que era mejor
no entrar en las grandes ciudades, sino empezar más bien la obra en pequeñas
localidades alejadas de las ciudades. Allí, pensaban ellos, se encontrará menos
oposición de parte del clero, y se podrán evitar grandes gastos. Estimaban que
nuestros predicadores, siendo pocos, no podían ocuparse en instruir y cuidar a
aquellos que aceptaran la verdad en las grandes ciudades, los que, a causa de la
oposición más fuerte que se manifestaría allí, tendrían mayor necesidad de ayuda que
si estuviesen en los pueblos. El fruto de una serie de conferencias en las ciudades
grandes se perdería así. Se hizo notar también que nuestros recursos eran limitados, y
que siendo los miembros de una iglesia de gran ciudad susceptibles de mudarse con
frecuencia, sería difícil organizar una iglesia que fortaleciese la causa. Por el contrario,
mi esposo insistía cerca de estos hermanos para que hiciesen sin tardanza planes más
amplios y realizasen en las ciudades esfuerzos prolongados y concienzudos, más en
armonía con el carácter de nuestro mensaje. Un obrero relató la experiencia que
adquirió en las ciudades, para demostrar que su trabajo había tenido muy poco éxito,
mientras que había tenido mejor éxito en las localidades pequeñas.
El personaje celestial que, revestido de dignidad y autoridad, asistía a todas nuestras
reuniones de junta, escuchaba cada palabra con el más profundo interés. Habló con
firmeza y completa seguridad: "El mundo entero -dijo,- es la gran viña de Dios. Las
ciudades y los pueblos son las partes que la constituyen. Es necesario que se trabaje
en todos los lugares. Satanás tratará de interponerse y desalentar a los obreros, de
manera que les impida dar el mensaje tanto en 15 los lugares mas conocidos como en
los más retirados. Intentará esfuerzos desesperados para apartar a la gente de la
verdad e inducirla en el error. Los ángeles del cielo han recibido la misión de sostener
los que Dios envíe al mundo. Los predicadores deben alentar en los otros y conservar
en sí mismos una fe y una esperanza inquebrantables, como lo hizo Cristo, su Jefe.
Deben permanecer delante de Dios humildes y contritos."
Dios se Propone hacer llegar su preciosa Palabra así como las advertencias y
amonestaciones que contiene, a todos los que están aún en las tinieblas e ignoran lo
que creemos. Esta Palabra debe ser proclamada a todos, a fin de que sea para todos
un testimonio recibido o rechazado. No penséis que os incumbe la responsabilidad de
convencer y convertir a los oyentes. Únicamente la potencia de Dios puede enternecer
los corazones. Vuestra tarea consiste en presentar la Palabra de vida a fin de que
todos tengan ocasión de recibir la verdad si la desean. Si se apartan de la verdad
celestial, será para su condenación.
No debemos ocultar la verdad en lugares apartados de la tierra; hay que darla a
conocer; debe brillar en las ciudades grandes. Cuando Jesús trabajaba en la tierra,
frecuentaba la orilla del mar y los lugares concurridos por los viajeros, dondequiera que
pudiese encontrar gente que venía de todas partes del mundo. Impartía la luz
verdadera, sembraba la semilla del evangelio, separaba la verdad del error con que se
había mezclado y la presentaba en su claridad y sencillez originales para que los
hombres pudiesen comprenderla.
El mensajero celestial que estaba con nosotros dijo: "No perdáis de vista el hecho de
que el mensaje que proclamáis está destinado al mundo entero. Debe ser predicado en
todas las ciudades y en todos los pueblos, por los caminos y los vallados. No debéis
limitar la proclamación del mensaje." En la parábola del sembrador, Cristo ilustró su
obra y la de sus siervos. 16 La semilla cayó en toda clase de terreno. Algunos granos
cayeron en un terreno mal preparado; mas el sembrador no suspendió su trabajo. Por
todas partes debéis sembrar la verdad. Dondequiera que podáis penetrar, presentad la
Palabra de Dios. Sembrad sobre todas las aguas. Puede ser que no notéis en seguida
el resultado de vuestro trabajo, mas no os desalentéis. Hablad las palabras que Cristo
os dé. Trabajad según su método. Id por todas partes, como fue él mismo por todas
partes durante su ministerio terrenal.
El Redentor del mundo tuvo muchos oyentes, mas muy pocos discípulos. Noé predicó
durante 120 años a los antediluvianos, y sin embargo muy pocos apreciaron el precioso
tiempo que se les concedió. Fuera de Noé y su familia, ni uno solo se unió a los
creyentes para entrar en el arca. De entre todos los habitantes de la tierra, sólo ocho
recibieron el mensaje; pero este mensaje condenó al mundo. La luz fue dada para que
los hombres pudiesen creer; el hecho de haber rechazado la luz fue causa de su
perdición. El mensaje que damos al mundo será sabor de vida para todos los que lo
acepten y de condenación para todos los que lo rechacen.
El mensajero se volvió hacia los presentes y les dijo: "La idea que os formáis de la
tarea que falta por cumplir es excesivamente estrecha. No debéis encender vuestra luz
para ponerla bajo un almud o una cama; debe ser colocada sobre un candelero, a fin
de que alumbre a todos los que están en el mundo, la gran casa de Dios. Debéis tener
miras más amplias que las que habéis tenido hasta ahora."


TESTIMONIOS SELECTOS TOMO 5
Por ELENA G. DE WHITE


Bendiciones!

No hay comentarios: