lunes, 18 de mayo de 2009
El Espíritu Santo, el representante de Cristo
Gracias a la doctrina de la trinidad romana, se han creado muchas confusiones acerca de la tercera persona de la Deidad, El Espiritu Santo, pues esta declara:
-El Espíritu es tan solo el hálito de Cristo. “Pneuma [soplo, hálito] es entendido a la luz de Juan 20:22 donde Cristo, apareciéndoseles a los apóstoles, les sopló y les confirió el Espíritu Santo. Él es el soplo de Cristo (Juan Damaceno, ‘Fid. orth’., 1, viii), soplado por Él [Cristo] en nosotros (Cirilo de Alejandría, “Thesaurus”; cf. Petav., ‘De Trin’, V, vii)”. Enciclopedia Católica, Edición de 1914, artículo “La Bendita Trinidad”.
- Las “procesiones” [procedencias] de Cristo y del Espíritu Santo del Dios original encuentra una analogía en el pensamiento y la voluntad siendo producidos por la mente humana. “Indicando la analogía de ambas procesiones dentro de la Divinidad y los actos internos de pensamiento y de voluntad en la mente humana (De Trin., IX, iii, 3; X, xi, 17), él se volvió el fundador de la teoría psicológica de la Trinidad, la cual, con muy pocas excepciones, fue aceptada por todos los subsiguientes escritores Latinos”. Ídem.
- El Espíritu Santo es producido por una acción de la voluntad divina. “La doctrina de la procesión [procedencia] del Espíritu Santo por medio del acto de la voluntad Divina se debe enteramente a Agustín … Él menciona la opinión favorablemente en ‘De fide et symbolo’ (393 d.C.); y en ‘De Trinitate’ (415 d.C.) la desarrolla por completo. Su enseñanza fue aceptada en Occidente [Roma]”. Ídem.
- Todo buen Católico tiene que aceptar que el Espíritu Santo sale [procede] del Padre y del Hijo, y que no posee una existencia separada. “Él [el Espíritu Santo] procede, no a través de una generación, sino que a través de una espiración, del Padre y del Hijo juntamente, como de un único principio. Esta es la creencia que exige la fe Católica”. Enciclopedia Católica, Edición 1914, artículo “Espíritu Santo”.
-“El Hijo procede del Padre; el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo”. Ídem.
-“El Espíritu Santo es el Espíritu de Cristo. Él también es el Espíritu del Padre. Así argumenta San Agustín (En Juan, tr. xcix, 6, 7 en P. L., XXXV, 188) … Así como hay un solo Padre, así como hay un solo Señor, así también hay un solo Espíritu, el cual es, consecuentemente, el Espíritu de ambos [de los otros dos]”. Ídem.
Así que si usted cree que el Hijo procede del Padre o que el Espíritu Santo no es mas que el espíritu del Hijo y del Padre, tengo que decirle que es un buen CATOLICO ROMANO.
Pero como muestra la Biblia, esto es un completo error y existen miles de artículos en la iglesia que demuestran que el Espiritu Santo es una persona de existencia separada, osea que no procede de nadie. Uno de estos es el libro de Vance Ferrel "Defendiendo la Deidad" que usted puede bajar desde aquí.
Ahora, la Biblia muestra una historia muy singular, la cual ha sido muy atacada por los críticos, ya que se dice que es una contradiccion biblica y me refiero a la historia de Jesús y el centurión.
He aquí las 2 versiones:
Mateo 8
5 Entrando Jesús en Capernaúm, vino a él un centurión, rogándole,
6 y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.
7 Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.
8 Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.
9 Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados;
Lucas 7
1 DESPUES que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaúm.
2 Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir.
3 Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo.
4 Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto;
5 porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga.
6 Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo;
7 por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano.
8 Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
9 Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
10 Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.
Mientras que el relato de Mateo dice, “vino a él un centurión, rogándole” en nombre de su siervo, Lucas registró que “envió [el centurión—JE] unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo”. Ya que Mateo parece indicar que el centurión vino a hablar personalmente con Jesús, y el relato de Lucas dice que el centurión envió a otros para rogar a Jesús, los escépticos sostienen que de ninguna manera los relatos son armoniosos. En cambio, ellos (supuestamente) representan una contradicción obvia y por tanto la usan como prueba de que la Biblia no es la Palabra infalible de Dios.
Aquellos que claman que tales diferencias representan errores legítimos, fallan en darse cuenta que la Biblia a menudo da “crédito” a alguien en autoridad, incluso cuando otros realizan el trabajo. Por ejemplo, cuando Juan escribió, “tomó Pilato a Jesús, y le azotó” (19:1), él simplemente pretendió decir que Pilato ordenó que esto fuera hecho. De igual manera, cuando el texto dice que Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan, esto significa que Sus discípulos bautizaban más que Juan (Juan 4:1,2). De hecho, el apóstol Juan clarificó esto cuando escribió, “aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos” (4:2). A través de la Biblia, la gente es enviada a hablar en nombre de una persona, y a veces el texto indica que la persona en posición de autoridad sí habló por sí misma cuando, realmente, esa persona no estuvo presente. El oficial que habló lo estuvo haciendo por medio de su autoridad. Hoy en día, como en tiempos pasados, las cortes de ley sostienen que “lo que un hombre hace a través de un agente debidamente constituido, lo hace realmente y legalmente” (Coffman, 1974, p. 105). Cuando el presidente envía miembros de su personal a hablar alrededor del mundo en nombre de él, él es responsable por las decisiones consideradas en su ausencia. De la misma manera, el centurión envió a otros para que hablaran con Jesús por parte de uno de sus siervos. Mateo simplemente usó una forma común de expresión en la cual uno atribuye un cierto acto a una persona—un acto que es realizado no por él, sino por su autoridad.
Bien, pero ¿Que tiene que ver esto con el Espiritú Santo?
Leamos las siguientes citas de la Hna White y veamos como se nos esclarese el asunto:
Los que resistieron al Espíritu de Dios en Minneapolis estuvieron esperando una oportunidad para recorrer el mismo camino otra vez…
Dijeron con su corazón, su alma y con sus palabras, que esa manifestación del Espíritu Santo era fanatismo y engaño. Se tuvieron como una roca, por encima y alrededor de la cual fluían las olas de la misericordia, pero sus endurecidos e impíos corazones las rechazaron, resistiendo a la obra del Espíritu Santo… todo el universo celestial fue testigo del trato afrentoso que se dio a Jesucristo, representado por el Espíritu Santo. Si Cristo hubiera estado ante ellos, lo habrían tratado de forma similar a como lo hicieron los Judíos" (The Ellen G. White 1888 Materials, p. 1478-1479)
La oración sincera y humilde del verdadero adorador asciende al cielo, y Jesús mezcla el santo incienso de sus méritos con nuestras peticiones imperfectas, Se nos acepta mediante su justicia. Cristo hace que nuestras oraciones sean completamente eficaces mediante el aroma de su justicia. En estos días de peligro, necesitamos hombres que luchen con Dios como lo hizo Jacob, y que prevalezcan, como Jacob. Gracias a Dios que el Redentor del mundo prometió que si se iba, enviaría al Espíritu Santo como su representante. Oremos y apropiémonos de las ricas promesas de Dios, y luego alabemos a Dios porque se nos concederá el Espíritu Santo para satisfacer nuestras necesidades, en proporción a nuestras súplicas fervientes y humildes. Si buscamos a Dios de todo corazón, lo encontraremos y obtendremos el cumplimiento de la promesa (Carta 13, 1894).
Los hijos de Dios deben cooperar con toda la hueste invisible de luz. En sus filas hay más que ángeles; el Espíritu Santo, el representante del Capitán del ejército del Señor, desciende a dirigir la batalla. Nuestras debilidades pueden ser muchas, nuestros errores y pecados numerosos, pero el perdón está a disposición de todos aquellos que, con corazón contrito, confiesen y abandonen sus pecados. Se enviarán ángeles de luz a fin de otorgarles toda la ayuda que sea necesaria (Carta 102 A, del 9 de marzo de 1896, dirigida a O. A Tait, gerente de distribución de la Review and Herald en ese entonces). ATO 81
Sólo los que leen las Escrituras considerándolas la voz de Dios que les habla, aprenden realmente. Tiemblan ante la Palabra de Dios porque para ellos es una viviente realidad. Estudian y escudriñan el tesoro escondido. Abren el entendimiento y el corazón para recibir la gracia celestial y oran por ella, a fin de lograr la preparación necesaria para la vida futura e inmortal.
Al recibir en la mano la antorcha celestial, el hombre ve su propia flaqueza, su debilidad, su incapacidad para encontrar justicia en sí mismo. No hay nada en él que lo pueda recomendar a Dios. Ora para que el Espíritu Santo, el representante de Cristo, sea su guía constante, que lo conduzca a toda verdad. Repite la promesa: "Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas" (Juan 14: 26).(Manuscrito 67, del 9 de junio de 1898, "Escudriñemos las Escrituras"). Cada día con Dios 170
Cuando saliese de la tumba, su tristeza se trocaría en gozo. Después de su ascensión, iba a estar ausente en persona; pero por medio del Consolador estaría todavía con ellos, y no debían pasar su tiempo en lamentaciones. Esto era lo que Satanás quería. Deseaba que diesen al mundo la impresión de que habían sido engañados y chasqueados; pero por la fe habían de mirar al santuario celestial, donde Jesús ministraba por ellos; debían abrir su corazón al Espíritu Santo, su representante, y regocijarse en la luz de su presencia. Sin embargo, iban a venir días de tentación y prueba, cuando serían puestos en conflicto con los gobernantes de este mundo y los dirigentes del reino de las tinieblas; cuando Cristo no estuviera personalmente con ellos y no alcanzaran a discernir el Consolador, entonces sería más apropiado para ellos ayunar. DTG 244
Estos son nuestros temas: Cristo crucificado por nuestros pecados, Cristo resucitado de los muertos, Cristo nuestro intercesor ante Dios; y estrechamente relacionada con estos asuntos se halla la obra del Espíritu Santo, el representante de Cristo, enviado con poder divino y con dones para los hombres (Carta 86, 1895).
Todos debieran comprender la necesidad de la obra del Espíritu Santo. A menos que este Espíritu sea aceptado y albergado como el representante de Cristo, cuya obra consiste en renovar y santificar el ser entero, las verdades trascendentales confiadas a los seres humanos perderán su poder sobre la mente. No es suficiente que poseamos un conocimiento de la verdad. Hemos de caminar y obrar en amor, conformando nuestra voluntad a la voluntad de Dios. De los que hacen esto el Señor dice:"Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré" (Heb. 8: 10) . . . Así se renueva la relación divina entre el hombre y Dios. "'Y seré a ellos por Dios dice, y ellos me serán a mí por pueblo'. No hay ningún atributo de mi naturaleza que no pueda darlo abundantemente para que el hombre pueda revelar mi imagen". . .
¿Estamos buscando su plenitud, y avanzamos continuamente hacia la meta que se nos ha propuesto: la perfección de su carácter? (Review and Herald, 10 de junio, 1902).
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. (Juan 14: 26)
El Consolador que Cristo prometió enviar después de su ascensión al cielo es el Espíritu en toda la plenitud de la Deidad, que pone de manifiesto el poder de la gracia divina a todos los que reciben a Cristo y creen en él como un Salvador personal. Hay tres personas vivientes en el trío celestial: en el nombre de esos tres grandes poderes: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, son bautizados los que reciben a Cristo por medio de una fe viviente, y esos poderes cooperarán con los obedientes súbditos del cielo en sus esfuerzos por vivir una nueva vida en Cristo (Evangelismo, pág. 615).
Cuando Cristo ascendió al Padre, no dejó a sus seguidores sin ayuda, el Espíritu Santo como representante suyo, y los ángeles celestiales como espíritus ministradores, son enviados para ayudar a aquellos que están peleando la buena batalla de la fe con gran desventaja. Recordad siempre que Jesús es vuestro ayudador. Nadie entiende tan bien como él las peculiaridades de vuestro carácter. El vela sobre vosotros y si estáis dispuestos a dejaros guiar por él, os rodeará de influencias para el bien que os capacitarán para cumplir la totalidad de su voluntad respecto de vosotros.
Nada es aparentemente más desamparado, y no obstante más invencible, que el alma que siente su insignificancia y se apoya plenamente en los méritos del Salvador. Dios enviaría a todos los ángeles del cielo a ayudar a tal persona, antes de permitir que sea vencida.- T 7, 17.
El Señor Jesús obra por intermedio del Espíritu Santo, porque éste es su representante. Mediante él infunde vida espiritual al alma y vivifica sus energías para el bien, purificándola de la contaminación moral, y haciéndola idónea para su reino. Jesús tiene abundantes bendiciones para prodigar, ricos dones que distribuir entre los hombres. Es el Consejero maravilloso, infinito en sabiduría y poder; y si queremos reconocer el poder de su Espíritu y someternos a su acción modeladora, estaremos completos en él. ¡Meditación maravillosa! "En él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él".
El Espíritu Santo debe presentarse en cada discurso. ¡Qué declaraciones maravillosas hizo Cristo, acerca de su representante ante el mundo! Este es el tema animador, que debemos mantener delante del pueblo. Cuando comprendamos el papel del Espíritu Santo, traeremos sobre nosotros mismos todas las bendiciones. El nos hará completos en Cristo (MS 8, 1898).
Asi que hermanos la conclusión es que el Espiritu Santo es el representante de Cristo, asi como los ancianos eran los representantes del centurión, y no el mismo Cristo, pues los ancianos no son al mismo tiempo el centurión y es así como el Señor entra a nuestro corazón y cena con nosotros (Apocalipsis 3:20), es así como Cristo estará todos los días con nosotros hasta el fin del mundo(Mateo 28:20) y es así como el Redentor nos pondrá en nuestra boca palabra de sabiduría, cuando tengamos que dar testimonio ante los tribunales (Lucas 21:11-15: Lucas 12:11).
"Cristo, nuestro Mediador, y el Espíritu Santo están intercediendo constantemente en favor del hombre, pero el Espíritu no ruega por nosotros como lo hace Cristo, quien presenta su sangre derramada desde la fundación del mundo. El Espíritu actúa sobre nuestro corazón instándonos a la oración y al arrepentimiento, a la alabanza y al agradecimiento. La gratitud que fluye de nuestros labios es el resultado de la acción del Espíritu sobre las cuerdas del alma en santos recuerdos que despiertan la música del corazón." Mensajes Selectos, t. 1, pp. 403 - 404
En la última cita queda más que claro que ambos son personas distintas, ambos interceden por nosotros, pero no de la misma forma, pues cumplen funciones distintas.
Con esto cerraré mis post de la Deidad, pero si tienen cualquier duda no dejen de escribir sus comentarios.
Dios les bendiga
Su hermano en Cristo, Jenurael
viernes, 15 de mayo de 2009
Tened un espíritu humilde.
Me siento agradecida porque es el privilegio de todos hacer tal como hemos cantado: "Destronar todo ídolo y adorarte sólo a ti". Estoy agradecida porque no sea demasiado tarde para corregir los errores; porque no sea demasiado tarde para que examinemos nuestros corazones y nos probemos a nosotros mismos, si estamos en la fe; para que nos aseguremos de que Cristo está morando en nuestros corazones por la fe. Si nos comparamos con la gran norma moral, comprenderemos cuáles son nuestros defectos de carácter. Pero sean cuales fueren nuestros defectos y fracasos, no hemos de desanimarnos. Hemos de ver nuestros pecados y desecharlos, pues Cristo no puede hacer su morada en un corazón dividido.
Nuestros mayores pecados, que separan nuestras almas de Dios, son la incredulidad y la dureza de corazón. ¿Por qué somos tan incrédulos e insensibles? La razón es que estamos llenos de confianza propia. Si recibimos alguna muestra de la bendición de Dios, lo tomamos como una garantía de que estamos bien; y al venir la reprensión , decimos: "Sé que el Señor me ha aceptado, porque me ha bendecido, y no voy a recibir ese reproche". ¡En qué terrible condición estaríamos si el Señor no nos bendijera! Hemos de estudiar a Cristo, el Modelo de carácter que Dios nos ha dado. Si hemos de cortar un traje, estudiamos el patrón. Y en la vida cristiana, hemos de abandonar nuestras propias ideas y planes, y avanzar de acuerdo con el Modelo. Pero en lugar de ello, obramos al margen del Modelo. No debiéramos estar llenos de presunción. Hemos de decir como Juan: "Es necesario que él crezca, y que yo disminuya".
Cuanto más estudiéis y copiéis el Modelo, menos confianza tendréis en el yo. ¡De qué manera ha introducido el enemigo su propio espíritu en nuestra obra! No nos amamos unos a otros, tal como nos ha encomendado Cristo, debido a que no amamos a Cristo. Si vuestros caminos se cruzan de alguna forma, si la opinión de alguien difiere de la vuestra, en lugar de manifestar humildad de mente, en lugar de llevar vuestra carga a Cristo, y pedirle a él sabiduría y luz para saber cuál es la verdad, os apartáis de él y resultáis tentados a presentar los puntos de vista de vuestro hermano en una luz falsa, a fin de anular su influencia. Sabemos que ese tipo de espíritu no proviene de Dios, no importa quién sea el que lo manifieste. Cuando veáis vuestro caso tal cual es ante Dios, tendréis ideas diferentes de las que ahora sostenéis, en cuanto a vuestros propios defectos de carácter. Cuando se presentan puntos de vista que parecen no armonizar con los vuestros, eso debiera llevaros a estudiar vuestra Biblia, y a investigar para ver si vosotros mismos estáis sosteniendo la posición correcta sobre el tema. El que otro sostenga una opinión diferente, no debiera despertar los peores rasgos de vuestra naturaleza. Debierais amar a vuestro hermano y decir: "Estoy deseoso de investigar tus puntos de vista. Vayamos directamente a la palabra de Dios y veamos por la ley y el testimonio qué es verdad".
Debiéramos sentir la necesidad de investigar las Escrituras por nosotros mismos. Debiéramos estudiar la palabra de Dios hasta que sepamos que nuestro fundamento está en la sólida roca. Debiéramos cavar en busca de las gemas de la verdad. Debiéramos probar la doctrina de todo hombre por la ley y el testimonio; ya que, dice el profeta: "Si no dicen conforme a esto, es porque no les ha amanecido". Dice Juan: "El que dice: ‘Yo lo conozco’, pero no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en él". Los que, pretendiendo tener luz de Dios, vuelven su oído para no oír la ley, están bajo un gran engaño. Los que rechazan a sabiendas el cuarto mandamiento están en las tinieblas. Dice Santiago: "Cualquiera que guarde toda la Ley, pero ofenda en un punto, se hace culpable de todos". De nada sirve que pensemos que estamos preparados para recibir el toque final de la inmortalidad, mientras que vivimos en voluntaria transgresión de uno de los santos preceptos de Dios.
Suponed que un hermano viene a nosotros, y nos presenta algún asunto en una luz diferente a como siempre la habíamos visto anteriormente, ¿habremos de reunirnos con los que están de acuerdo con nosotros para hacer comentarios sarcásticos, para ridiculizar su posición y para formar una confederación con el fin de representar falsamente sus argumentos e ideas? ¿Debiéramos manifestar un espíritu amargo hacia él, mientras que somos negligentes en procurar sabiduría de Dios en ferviente oración, en buscar el consejo del Cielo? ¿Pensaréis que estáis guardando los mandamientos de Dios, mientras que seguís un curso como ese hacia vuestro hermano? ¿Estaríais en la condición que os permita reconocer los brillantes rayos de la luz celestial, al ser esta enviada sobre vuestro camino? ¿Estaría vuestro corazón dispuesto a recibir la iluminación divina? No; no reconoceríais la luz. Todo ese espíritu de fanatismo e intolerancia ha de ser desechado, y ha de tomar su lugar la humildad y mansedumbre de Cristo, antes que el Espíritu de Dios pueda impresionar vuestras mentes con la verdad divina. Debemos ir directamente a la raíz del asunto presentado, y no estar en una posición en la que no tendremos amor por nuestros hermanos, debido a que sus ideas difieren de las nuestras. Si tomáis esta posición, estáis diciendo por vuestra actitud que consideráis vuestra propia opinión como perfección, y la de vuestro hermano errónea.
Cuando se presenta una doctrina que no se adapta a nuestras mentes, debiéramos ir a la palabra de Dios, correr al Señor en oración, y no dar lugar a que venga el enemigo con sospechas y prejuicios. Nunca debiéramos permitir que se manifieste ese espíritu que emplazó a los sacerdotes y dirigentes contra el Redentor del mundo. Estos se quejaban de que él perturbaba al pueblo, y deseaban que los dejara en paz, ya que causaba perplejidad y disensión. El Señor nos envía luz a fin de probar qué clase de espíritu tenemos. No nos hemos de engañar a nosotros mismos. En 1844, cuando venía a nuestra atención algo que no comprendíamos, nos arrodillábamos y pedíamos a Dios que nos ayudara a tomar la buena posición, y entonces podíamos llegar a una comprensión correcta y a ver ojo con ojo. No había disensión, enemistad, habladurías ni juicios equivocados de nuestros hermanos. Si solamente pudiéramos comprender la maldad de ese espíritu de intolerancia, ¡cómo lo repudiaríamos! Nos juntamos con el enemigo de Dios y del hombre cuando acusamos a nuestros hermanos, ya que Satanás fue un acusador de los hermanos. Llevamos falso testimonio cuando añadimos un poquito a las palabras de nuestro hermano, y les damos un color falso; y a la vista de Dios, no somos hacedores, sino transgresores de la ley. No estamos del lado del Señor; estamos del lado del que daña, destruye y derriba la causa de la verdad. Debiéramos orar los unos por los otros, en lugar de alejarnos unos de otros.
El que guarda la palabra de la verdad, mora en Cristo; el amor de Dios resulta en él perfeccionado. Debiéramos estar prestos a aceptar la luz de Dios sea cual sea la fuente de donde provenga, en lugar de rechazarla debido a que no viene por el conducto mediante el cual nosotros esperábamos. Cuando Jesús abrió la palabra de Dios en Nazaret y leyó la profecía de Isaías sobre su propia obra y misión, y declaró que se había cumplido ante ellos, comenzaron a dudar y cuestionar. Dijeron: "¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, saca este todas estas cosas? Y se escandalizaban de él". No esperaban que la luz viniera de él, y rechazaron el mensaje de Dios. Al recibir la vista aquel que había nacido ciego, y venir a los fariseos hablándoles de Jesús, le dijeron: "Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y lo expulsaron". Se encerraron en incredulidad, en rechazo a Cristo, aunque profesaban creer en Dios.
Dios nos ha ordenado amarnos unos a otros. Si veis defectos en un hermano, no digáis: "he perdido toda mi confianza en él". ¿Tenéis algún derecho a hablar así de otro? La Escritura nos ordena edificarnos mutuamente en la santísima fe. Hemos de ser santos en toda conversación. ¿Tiene vuestra mente la amplitud necesaria para abarcar todas las circunstancias, perplejidades y pruebas del hermano a quien condenáis?
Muchos hay cuya religión consiste en criticar los vestidos y las maneras. Quisieran que todos se ajustaran a su propia medida. Quisieran alargar los vestidos que en su propio criterio son demasiado cortos, y acortar otros que les parecen demasiado largos. Han perdido el amor de Dios en sus corazones, pero creen que tienen espíritu de discernimiento. Creen que es su prerrogativa el criticar y pronunciar juicio; sin embargo deben arrepentirse de su error, y volverse de sus pecados. Pedro preguntó al Señor con relación a Juan: "¿Y qué de este?" Jesús le respondió: "¿Qué a ti? Sígueme tú". Hemos de seguir al Ejemplo. Brilla sobre nosotros un diluvio de luz, y deben ser desechados todos los celos, ya que los celos son tan crueles como la tumba. Limpiaos de la vieja levadura, ya que un poco de levadura leuda toda la masa. Amémonos unos a otros. Haya armonía y unión en nuestras filas. Estén nuestros corazones santificados a Dios. Miremos hacia la luz que hay en Jesús para nosotros. Recordemos cuán clemente y paciente fue él para con los errantes hijos de los hombres. Nuestro estado sería desgraciado si el Dios del cielo fuese como uno de nosotros, y nos tratara de la forma en la que estamos inclinados a tratarnos unos a otros. Gracias al Señor porque sus pensamientos no son nuestros pensamientos, ni sus caminos los nuestros. Está lleno de compasión y de amor, de clemencia, sobreabunda en tierna gracia. Si tenemos el amor de Jesús, amaremos a aquellos por quienes él murió. Review & Herald, 27 agosto 1889 (sermón matinal dado en Chicago, el 9 de abril de 1889)
Dios les bendiga mis hermanos
jueves, 14 de mayo de 2009
Importantísima cita de Elena G de White ...
¿ Pero qué puede enseñarme si creo que es una fuerza activa y no una persona ?
Que yo sepa no he visto muchas fuerzas activas tener la capacidad de enseñanza. Los individuos harto mencionados dicen que cuando se nombra al Espíritu Santo se trata del Espíritu Santo pero del Hijo, es decir, que no son tres personas sino dos. Pero la cita dice que el Espíritu Santo es el representante de Cristo, es decir, un representante no puede ser solo una fuerza activa !! es una persona !! así como Jesús vino a la Tierra siendo enviado por el Padre, así también el Espíritu Santo vino siendo enviado por el Padre por que es una persona !! El Padre no tiene por costumbre enviar fuerzas activas que son incapaces de enseñar a los seres humanos !!
Revisemos:
"El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió." Mateo 10:40
"Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho." Juan 14:26
El Padre envió a Jesucristo, quien es Dios, y así también envía al Espíritu Santo que también es Dios.
Oh qué triste condición de esos "hermanos" que ahora están en las garras del enemigo siendo engañados, engañándose a sí mismos y engañando a los desprevenidos y mal preparados.
Dios les bendiga