7 de abril de 2012
por Ernie Knoll
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También tengo otras ovejas que no son de este redil;
aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un
pastor. Juan 10:16.
Ahora veo que muchos ángeles descienden de lo alto y llenan el anfiteatro. Los ángeles parecen ser iguales, pero sé que cada uno es distinto. Cada uno lleva una vestimenta, o la vestimenta es su piel, que parece energía que fluye, igual que sus alas. Son muy brillantes. Comienzo a contar a los ángeles en grupos de 10, y así cuento 100 ángeles; entonces en grupos de 100 y cuento 1.000 ángeles. Entonces cuento los grupos de 1.000 ángeles y veo que delante mí hay legiones de ángeles.
Miro hacia arriba, y veo un ángel que desciende y se para delante de los otros ángeles. Yo estoy sentado como a un kilómetro y medio de distancia; sin embargo, puedo ver claramente que su apariencia es distinta de los otros ángeles. Es más alto, y aunque no veo su rostro, sé que su aspecto es muy noble. Está de espaldas a mí. Él levanta las manos y señala a distintos grupos de ángeles, como para dirigirlos. Entonces se da vuelta y veo su rostro claramente. Es el Heraldo. Mira hacia donde yo estoy, y sonríe esa sonrisa conocida con los hoyuelos que he visto en tantas ocasiones. Es una sonrisa que recibo con agrado.
Dando una sola nota, el Heraldo comienza a cantar, y la gran hueste de ángeles se une a él, cantando en armonía perfecta. Puedo oír claramente desde el soprano más alto hasta el bajo más profundo. Cantan un himno antiguo. Sé que ninguno de ellos canta como en una actuación, sino que cada palabra y cada nota es una ofrenda de amor dedicada al del Gran Amor—el Amor, del Amor de los Amores.
Estoy sentado solo en ese anfiteatro inmenso, y escucho a legiones de ángeles cantando a Jesús. Cantan cada palabra al unísono, perfectamente. Cantan el himno, CRISTO, ERES JUSTO REY [Debido a que la letra de la poesía en español no tiene todas las estrofas, ni contiene todas las ideas del himno en inglés, se lo ha traducido a continuación.]
Jesús, el más justo Señor, Soberano de todas las naciones,
Venido de Dios e Hijo del hombre,
Te amaré y honraré;
Tú eres mi gloria, gozo y corona.
Venido de Dios e Hijo del hombre,
Te amaré y honraré;
Tú eres mi gloria, gozo y corona.
Hermosas son las praderas, más aún los bosques,
Vestidos en el traje floreciente de la primavera;
Jesús es más hermoso; Jesús es más puro;
Él hace cantar al corazón afligido.
Vestidos en el traje floreciente de la primavera;
Jesús es más hermoso; Jesús es más puro;
Él hace cantar al corazón afligido.
Hermosa es la luz del sol,
Más hermosa es la luz de la luna, y de toda la hueste estelar;
Jesús brilla con mayor fulgor, su resplandor es más puro
Que el de todos los ángeles del cielo.
Más hermosa es la luz de la luna, y de toda la hueste estelar;
Jesús brilla con mayor fulgor, su resplandor es más puro
Que el de todos los ángeles del cielo.
Hermoso Salvador, Señor de las naciones,
¡Hijo de Dios e Hijo del hombre!
A ti sean la gloria, el honor, la alabanza y la adoración
Ahora y por todos los siglos.*
¡Hijo de Dios e Hijo del hombre!
A ti sean la gloria, el honor, la alabanza y la adoración
Ahora y por todos los siglos.*
Cuando terminan de cantar, veo que han descendido muchos ángeles desde muy alto en los cielos. Mientras miro al cielo nocturno, cada ángel se torna más y más brillante. No me es posible contarlos todos. El cielo resplandece más que el más brillante sol del mediodía.
De repente, el Heraldo canta una nota, y todos esos ángeles comienzan a cantar otro himno. Mientras cantan, las legiones de ángeles en el anfiteatro se unen a ellos. Cada uno canta, no como en una actuación, sino como un tributo personal de su amor y dedicación a Jesús. El himno que cantan ahora es, DE JESÚS EL NOMBRE INVOCA [Debido a que la letra de la poesía en español no tiene todas las estrofas, ni contiene todas las ideas del himno en inglés, se lo ha traducido a continuación.]
Hijo de tristezas y dolor,
Lleva contigo el nombre de Jesús;
Te dará gozo y consuelo;
Por eso, llévalo dondequiera que vayas.
Lleva contigo el nombre de Jesús;
Te dará gozo y consuelo;
Por eso, llévalo dondequiera que vayas.
Coro:
Nombre precioso, ¡cuán dulce es!
Es la esperanza de la tierra y el gozo del cielo;
Nombre precioso, ¡cuán dulce es!
La esperanza de la tierra y el gozo del cielo;
Nombre precioso, ¡cuán dulce es!
Es la esperanza de la tierra y el gozo del cielo;
Nombre precioso, ¡cuán dulce es!
La esperanza de la tierra y el gozo del cielo;
Lleva siempre contigo el nombre de Jesús
Como escudo contra todas las trampas;
Si se acumulan las tentaciones a tu alrededor,
Acude a ese nombre santo en oración.
Coro
Como escudo contra todas las trampas;
Si se acumulan las tentaciones a tu alrededor,
Acude a ese nombre santo en oración.
Coro
O, ¡cuán precioso es el nombre de Jesús!
¡Cómo se llenan de gozo nuestras almas,
Cuando nos reciben sus brazos amorosos,
Y nuestras lenguas cantan sus alabanzas!
Coro
¡Cómo se llenan de gozo nuestras almas,
Cuando nos reciben sus brazos amorosos,
Y nuestras lenguas cantan sus alabanzas!
Coro
Cuando termine nuestra jornada,
En el cielo lo coronaremos
Rey de reyes, Inclinados ante el nombre de Jesús
Y cayendo de rodillas a sus pies.
Coro**
En el cielo lo coronaremos
Rey de reyes, Inclinados ante el nombre de Jesús
Y cayendo de rodillas a sus pies.
Coro**
Cuando termina el himno, siento una mano sobre mi hombro. Me doy vuelta y veo al otro ángel que me guía. Se sienta junto a mí, me llama por mi nombre celestial y me explica que todos deben entender que Jesús es el Salvador de todos en esta tierra. Jesús es la única manera cómo podemos ser salvos del pecado. El Padre escuchará y contestará las peticiones presentadas en el nombre hermoso y precioso de Jesús, una vez que el individuo acepte a Jesús y pida el perdón de sus pecados. También debemos comprender que cuando el pecado deje de existir, gracias al sacrificio de Jesús, todos los ángeles de Dios y sus criaturas fieles quedarán protegidos del pecado.1 Jesús es y siempre será el Gran Salvador. Él siempre será ese Dulce Nombre y el Justo Rey.
Ahora se aproxima el Heraldo y se para a mi lado derecho. Extiende su mano y pide que lo acompañe, porque debe mostrarme algo. Le extiendo mi mano derecha, y nos elevamos. Al instante, nos encontramos en un salón muy grande con cinco mesas. El Heraldo me dice que debo observar atentamente lo que se me muestra, porque es muy simbólico. Me dice que hay tantos individuos enseñando doctrinas falsas. Algunos dicen que Dios no mata.2 Otros estudian los festivales judíos y los sábados lunares. Ya se ha mostrado que esos errores son falsos. También hay algunos que siguen las enseñanzas de Jeff Pippenger. Se ha mostrado que no hay nada malo en el estudio de los pioneros adventistas. Sin embargo, este individuo enfatiza enseñanzas que no son importantes para nuestra salvación. Otros siguen a John Scotram, quien usa la constelación del Orión como un reloj y fija fechas y tiempos. Ellos creen lo que Scotram ha dicho que yo no entiendo mis propios sueños. Por lo tanto, él presenta sus propias interpretaciones de mis sueños. Scotram también ha provocado desavenencias en matrimonios, y ha causado la separación de esposos y esposas sin haber un buen motivo. Scotram ha fijado fechas para la caída de las bolas de fuego, la ley dominical, la llegada de Jesús, etc. Jesús vino para salvar al hombre del pecado, y eso incluye de las creencias equivocadas basadas en enseñanzas erróneas.3
Ahora, el Heraldo dice que un Individuo va a entrar al salón, y que yo debo prestar mucha atención a lo que Él va a hacer. Entra un Hombre vestido de zapatos blancos, pantalones blancos, una camisa blanca, un cinto blanco y un gorro blanco de cocinero. Al caminar por el salón, tararea el himno, DAME LA FE DE MI JESÚS [Debido a que la letra de la poesía en español no tiene todas las estrofas, ni contiene todas las ideas del himno en inglés, se lo ha traducido a continuación.]
¡La fe de nuestros padres!
Vive aún a pesar del calabozo, el fuego y la espada;
O, cómo laten de gozo nuestros corazones
Cuando escuchamos esa Palabra gloriosa:
¡Fe de nuestros padres, santa fe!
Hasta la muerte seremos fieles a ti.
Vive aún a pesar del calabozo, el fuego y la espada;
O, cómo laten de gozo nuestros corazones
Cuando escuchamos esa Palabra gloriosa:
¡Fe de nuestros padres, santa fe!
Hasta la muerte seremos fieles a ti.
Nuestros padres, a pesar de estar encadenados en prisiones oscuras,
Permanecieron libres en sus corazones y conciencias.
¡Cuán dulce sería el destino de sus hijos
Si ellos, como sus padres, pudiesen morir por ti!
¡Fe de nuestros padres, santa fe!
Hasta la muerte seremos fieles a ti.
Permanecieron libres en sus corazones y conciencias.
¡Cuán dulce sería el destino de sus hijos
Si ellos, como sus padres, pudiesen morir por ti!
¡Fe de nuestros padres, santa fe!
Hasta la muerte seremos fieles a ti.
¡La fe de nuestros padres!
Nos esforzaremos
Por ganar para ti todas las naciones;
Y por medio de la verdad que proviene de Dios,
Llegaremos a ser verdaderamente libres.
¡Fe de nuestros padres, santa fe!
Hasta la muerte seremos fieles a ti.
Por ganar para ti todas las naciones;
Y por medio de la verdad que proviene de Dios,
Llegaremos a ser verdaderamente libres.
¡Fe de nuestros padres, santa fe!
Hasta la muerte seremos fieles a ti.
¡La fe de nuestros padres! En todas nuestras luchas,
Amaremos tanto a los amigos como a los enemigos;
Y te predicaremos, como lo sabe hacer el amor,
Por medio de palabras bondadosas y una vida virtuosa.
¡Fe de nuestros padres, santa fe!
Hasta la muerte seremos fieles a ti.***
Amaremos tanto a los amigos como a los enemigos;
Y te predicaremos, como lo sabe hacer el amor,
Por medio de palabras bondadosas y una vida virtuosa.
¡Fe de nuestros padres, santa fe!
Hasta la muerte seremos fieles a ti.***
En el salón hay cinco mesas. La primera mesa es muy grande; la siguiente es mucho más pequeña. La última mesa es muy pequeña, y encima hay un pequeño cernidor de harina. El mismo Hombre ha traído un saco grande de harina. Él abre el saco y vierte la harina sobre la mesa muy grande. Con medida precisa, separa la harina en 21 montones distintos, pero de igual cantidad. Entonces, toma un montón y deja los otros 20. Lleva ese montón y lo coloca en la siguiente mesa, que es más pequeña. Entonces, divide ese montón en 12 montones iguales. Cuando termina, toma uno de esos montones y deja los otros 11. Se lleva ese montón a la siguiente mesa, que es más pequeña. Entonces, lo divide en 7 montones iguales. Cuando termina, toma uno de esos montones y deja 6. Lleva ese montón, lo coloca en la siguiente mesa, que es más pequeña aún, y lo divide en 3 montones iguales. Cuando termina, toma uno de esos montones y deja 2. Lleva ese montón y lo coloca en la última mesa pequeña que tiene el pequeño cernidor de harina. Toma ese montón, y lo coloca en el cernidor. Entonces, cierne la harina hasta que sólo quedan unos pocos granos de salvado en el cernidor. Eso me recuerda del sueño “En el corazón de Jesús”, donde el Espíritu Santo cernía tierra y piedras por un tamiz. Del montón de tierra, piedras y escombros, Él seleccionó piedras capaces de soportar el proceso refinador. En esta ocasión, el proceso de refinamiento es aún más preciso. En vez de piedras, cierne harina por un cernidor pequeño. Lo que Él busca son los granos de salvado que no cayeron por el cernidor. Se complace en encontrar los pocos que necesita y que ha estado buscando. Por medio de la obra del Espíritu Santo, el remanente del remanente cumplirá con lo que sea necesario que ellos hagan. El Heraldo explica que estamos viendo el último gran tamizado. Dice que debemos recordar el último grano de arena que está cayendo por el reloj de arena.
Se nos ha dicho que debemos preparar nuestro recipiente para que el Espíritu Santo pueda morar en nosotros. El Heraldo explica que el Espíritu Santo me indicó que debía colocar un mensaje en el sitio web del Ministerio Para Mi Pueblo acerca de la importancia de la preparación de nuestros corazones, que debemos darnos cuenta de los eventos de la semana y que, por medio de la oración, Dios detendría los vientos de destrucción. Uno puede ver claramente la respuesta a esas oraciones, porque la mano destructora ha sido detenida en lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo, para que otros más tengan la oportunidad de ser salvos. Dios ha escuchado las oraciones de muchos, y Él seguirá escuchándolas. Sin embargo, debemos saber que estas cosas seguirán aconteciendo y se tornarán más destructoras. Él decidirá el momento apropiado para soltar los vientos. No ocurrirá cuando lo decida el ser humano. Si alguien pronostica una fecha, se lo debe escuchar con los oídos cerrados. Dios ha dicho que no han de fijarse más fechas. Los que fijan fechas no hablan de parte del Padre celestial, sino que son controlados por el que está encadenado a este mundo. Esos individuos son los portavoces de Satanás.
Me explica el Heraldo que en lo que cae el último grano de arena por el reloj de arena, y mientras los infieles son tamizados durante los últimos momentos del tamizado, debemos saber que casi ha terminado el sellamiento de los Adventistas del Séptimo Día. Todos habrán tenido una oportunidad para arrepentirse.4 Muchos lo tomarán por broma y se burlarán, tal como lo hicieron los que estaban fuera de la puerta cerrada del arca de Noé. Sin embargo, siete días después de haberse cerrado la puerta, Dios trajo destrucción. Él mató a todos, excepto a los que estaban detrás de la puerta cerrada. Dice el Heraldo que, al concluir el tiempo para alcanzar a los Adventistas del Séptimo Día, debo notar cómo estos mensajes comenzarán a alcanzar a más individuos de otras religiones.5
El Heraldo hace énfasis en que no ha de haber fecha y hora de más eventos futuros. Él explica que el Padre sabe que algunos dicen que yo soy un profeta falso, y quieren pruebas de que yo soy un portavoz de Dios. El Heraldo dice que va a mostrarme la razón por la cual no se me muestran eventos con fechas. Una vez dicho eso, me encuentro de pie como un observador en un cuarto dentro de un edificio grande, donde varios hombres vestidos de trajes negros están sentados junto a una mesa larga. Me veo a mí mismo entrar en el cuarto por la izquierda. Comprendo que nuevamente debo comparecer ante esta comisión para tratar de probar la validez de lo que se me ha mostrado en mis sueños. El Heraldo me recuerda muchas cosas que se me han mostrado que iban a ocurrir, tales como desastres climáticos, y cómo esas cosas se han cumplido. Dice que todo el mundo ha sido testigo de esos eventos, y que ellos seguirán ocurriendo. Sin embargo, la mayoría todavía duda lo que se me ha mostrado.
Entonces, el Heraldo me explica que se me ha de dar una ilustración de lo que ocurriría si yo fuese a dar datos específicos en cuanto a un evento. Mirando como un observador, me veo a mí mismo comparecer ante esa comisión de hombres vestidos de trajes negros. El que está sentado en el medio, en una silla más grande que la de los demás, habla como alguien que tiene mucha autoridad. Lo escucho hablar con voz exigente. Me explica que ellos han decidido que yo debo proveer información detallada de un evento para demostrar que soy un profeta. De repente, veo que un ángel desciende y se para junto a mí. Se me ha dicho que debo llamarlo, “el Guía”. Él me da instrucciones específicas. Entonces, le digo a la comisión que se me ha permitido compartir por anticipado detalles de un evento que va a ocurrir. Les menciono la magnitud de un terremoto fuerte, les digo dónde va a ocurrir, la profundidad, cuánto tiempo va a durar y el número de personas que perecerán. Con todo detalle les relato la destrucción que habrá, y les digo la fecha y hora exactas del terremoto. El individuo trajeado de negro sentado en el centro me dice que él volverá después del evento. Mira a los otros individuos vestidos de negro, se ríe y dice, “Eso es, si este evento ocurre, cosa que dudo mucho”.
Cambia la escena. Sé que ha pasado tiempo y que el evento ha ocurrido. Me vuelvo a ver acercándome a la comisión de hombres. Le digo al que está en el medio que yo les dije los detalles del terremoto, y que ocurrió precisamente de la manera como se lo había dicho, y en la fecha y hora exactas que les había dado. Después de un momento, les pregunto, ¿“Qué me dicen de lo que se me mostró y las pruebas que les di”? El del medio carraspea y vuelve a hablar como alguien que tiene mucha autoridad. Me dice que todos reconocen que el evento ocurrió, pero que eso no constituye una prueba válida de que yo soy un profeta de Dios. Él enfatiza que los terremotos ocurren con mucha frecuencia, que ese tipo de evento es cosa muy común, y que lo que les dije es sólo una coincidencia. Me dice que cualquier persona sería capaz de pronosticar un terremoto como yo lo hice, y que eso no ha demostrado que yo soy un portavoz de Dios. Entonces, me dice que lo que ellos quieren saber es algo que no sea un evento cotidiano, tal como cuándo es que van a caer las bolas de fuego. Él dice que si en realidad soy un profeta verdadero de Dios, debería poder darles la fecha. También quiere saber cuándo es que va a llevarse a cabo la ley dominical. Él revela que si yo les digo estas cosas, entonces posiblemente me considerarían un profeta, pero que primero eso tendría que ir a un comité para tomar votación.
Entonces, me observo a mí mismo salir de ese cuarto e ir afuera. El Heraldo y yo estamos de pie a cierta distancia, observando como yo me retiro en un automóvil. Unos momentos más tarde, el Heraldo me llama la atención a varios ángeles que descienden y permanecen suspendidos en el aire, encima del edificio grande. Esos ángeles tienen en sus manos frascos grandes, y comienzan a verter sobre el edificio un líquido espeso, de color dorado. Todos los que están adentro quedan consumidos por un incendio que sólo dura segundos. Ni siquiera hay suficiente tiempo para llamar y reportar el incendio. El calor es tan intenso, que consume todo, aun los cimientos y la tierra que está por debajo. Lo único que queda es un hueco grande en la tierra que despide humo de la quemazón. Ningún edificio circunvecino recibe daño alguno; ni siquiera sufren daños provocados por humo.
El Heraldo rompe el silencio y me dice que debemos mostrar nuestro aprecio dando gracias al Padre celestial, quien ha decidido detener su mano destructora. Después de que el Ministerio Para Mi Pueblo colocó un mensaje en su sitio web acerca de orar para que Dios detuviera su mano, las oraciones de muchos quedaron patentes. Él merece oraciones de gratitud por su paciencia con los que no la merecen. Él espera para que otros más sean salvos. Sin embargo, debemos comprender que Dios no detendrá su mano para siempre. Pronto levantará su mano, como un padre la levantaría ante un hijo desobediente. El castigo es seguro. Todos debemos pedir perdón antes de que caigan los castigos de Dios. Habrá destrucción. Habrá terremotos con mayor frecuencia y en muchos lugares distintos. Las bolas de fuego todavía están siendo detenidas, pero pronto el Padre mandará que sean arrojadas. Pronto se promulgará la ley dominical, y a todos se les exigirá obedecerla.
Ahora, el Heraldo me lleva a ver otra cosa. Me dice que los mensajes que he recibido están alcanzando a más personas de lo que yo sé, o puedo comprender. Me dice que éste es un ejemplo del poder del Espíritu Santo. Estoy sentado como un observador en una cabina por encima de un auditorio de telespectadores. Es un programa de entrevistas, y yo sé que hay individuos que han sido invitados para conversar con el anfitrión de este programa. Estoy lleno de anticipación, porque no sé qué es lo que va a pasar. Veo los preparativos para presentar un programa en vivo por una estación de red televisiva. Debido a lo que fue presentado en el libro La VERDAD, también me doy cuenta de que a los canales Adventistas del Séptimo Día no les interesaría este programa en particular.
Comienza el programa y el anfitrión sale y se sienta detrás de un escritorio. Él comienza a relatar datos de dos individuos que han sido invitados al programa para ese día. El anfitrión ha mostrado en pantallas grandes, fotos de dos individuos, un hombre y una mujer. Su tez es blanca y pálida, y su cabello está teñido de negro. Ambos individuos tienen las uñas pintadas de negro, ambos usan mucho cosmético para los ojos, tienen perforaciones en las orejas, nariz y labios, y visten ropa negra. También se los muestra haciendo un gesto satánico con las manos.
El anfitrión habla brevemente de los dos individuos que han venido al programa. Explica que vienen de una larga serie de luciferinos, o adoradores de Satanás, y que ellos van a compartir las experiencias de sus vidas. El anfitrión se pone de pie y les dice a todos que les den la bienvenida. Se prenden las luces pidiendo aplausos, pero me doy cuenta que el público permanece sentado en silencio, como si estuvieran en estado de shock. Me doy cuenta de que la gente está por salir en estampida por las puertas de salida. De repente, por la derecha entra una pareja joven, ambos de cabellos rubios, y saludan al anfitrión. Ni su ropa ni su apariencia se parece en nada a las fotos.
Entonces, el anfitrión le pide al hombre que tenga la bondad de compartir su experiencia. El hombre comienza explicando que cuando llegó a la casa un día, encontró un libro sobre la mesa y lo comenzó a leer. Él explica que lo que estaba leyendo no era algo que le interesaba. Sigue diciendo, “Por favor, entiendan que mi pareja y yo estábamos muy metidos en lo de las fiestas los viernes de noche, y nunca habíamos tenido ningún interés en lo que estaba leyendo en el libro. En ese tiempo, no estábamos casados, porque no sabíamos que el matrimonio era el plan de Dios. Mi pareja y yo teníamos nuestra rutina. Era la misma cada fin de semana. Íbamos a distintos clubes. Bailábamos, bebíamos, usábamos drogas y todo lo demás que lo acompaña. Ambos estábamos metidos de lleno en los estilos góticos y estábamos dedicados plenamente al satanismo. Ambos creíamos que Satanás es el único y verdadero soberano de esta tierra. Para nosotros, él era dios. Nosotros teníamos nuestras ocasiones privadas cuando sacrificábamos animales a Satanás. Vivíamos una vida de servicio para él, haciendo lo que nos pidiera sin importarnos a quién dañáramos. Nos apoderábamos de lo que necesitábamos de cualquier manera que pudiéramos. Estábamos viviendo la vida ‘plenamente’ ”.
El hombre siguió hablando, “Así que una tarde, casualmente recogí un libro. Recuerdo que decía, ‘Mensajes de Dios’. Lo recogí y se abrió a una historia de Jesús. Ahora bien, ustedes deben entender que yo había oído hablar de ese hombre llamado Jesús, pero yo también sabía que mi dios, Satanás, lo había matado. Yo sabía que ahora Satanás era el dios de esta tierra. Siempre nos divertíamos durante la Navidad. Poníamos un árbol y los adornos típicos. Celebrábamos con las fiestas de siempre. Celebrábamos la Pascua, pero se trataba del conejo, no de Jesús. La Navidad y la Pascua no eran otra cosa que días para hacer fiesta. La gran fiesta que nos deleitaba era la noche de brujas. Ésa era la fiesta de nuestro dios.
Bueno, me senté en el sofá y comencé a leer esa historia, y me ensimismé en ella, como si estuviera mirando una película muy buena. Mientras seguía leyendo, comencé a sentir algo extraño, cosa que no puedo explicar. Tenía escalofríos que me subían y bajaban por la espalda, y se me ponía la carne de gallina. Recuerdo que sentí un impulso fuerte de tirar el libro en la basura. Sentía que estaba perdiendo el tiempo en esa lectura, cuando había otras cosas que hubiese preferido estar haciendo. Sin embargo, sentía algo que no podía explicar. Vino una paz tranquila, y me rodeó. Al leer más, sentía una oleada cálida, como si un brazo grande y cálido, me estuviese rodeando. Al seguir, me di cuenta de que cada palabra era fácil de leer y entender. A veces, el corazón me latía rápidamente; me reía y entonces lloraba. No soy capaz de describir cómo me sentí al terminar de leer el relato. Yo sabía que quería cerrar el libro y comenzar a leerlo desde el principio. En mi mente había un frenesí de ideas, porque las palabras que había leído me habían pintado un cuadro mental vivo. Se libraba en mi mente una batalla entre lo que estaba leyendo y lo que yo siempre había creído.
Entonces mi pareja llegó a la casa, y le pedí que viniese adonde yo estaba. Es importante que ustedes sepan que, a causa de nuestro estilo de vida, ambos usábamos cosméticos para los ojos. Cuando ella me vio la cara, pudo ver claramente que yo había estado llorando, porque en mi rostro se notaban las huellas de las lágrimas. Le mostré el libro y le dije que cuando lo había recogido, se había abierto a cierta historia. Le dije que la había leído y que tenía que leérsela a ella también. Ella me dijo que una compañera del trabajo le había dado el libro. Me dijo, ‘Parece que éstos son mensajes enviados de nuestro dios, Satanás, porque el título dice, Mensajes de Dios’. Me dijo que ella quería leerlo, pero no había tenido tiempo. Entonces, le repetí que yo quería que ella escuchara lo que yo acababa de leer. Comencé a leer, y casi de inmediato, ella se detuvo y me dijo que sentía algo muy extraño, y que debíamos dejar de leer ese libro y tirarlo en la basura o quemarlo. Yo le dije que también me había sentido así, pero que en vez de hacer eso, había seguido leyendo. Mientras leía, mi pareja me relataba lo que estaba sintiendo, y era casi idéntico a los sentimientos míos. Nos reíamos, y entonces llorábamos.
Cuando terminé de leer el relato, ambos nos miramos. Entonces mi pareja sugirió que comenzáramos a leer el libro desde el principio. Le dije que eso era lo que yo había pensado cuando leí la historia la primera vez. Abrimos el libro al comienzo, y leímos que ésas no eran historias, sino sueños que un hombre había tenido. Vimos que usaban citas de la Biblia para explicar el propósito de los sueños. Había también citas de otro sitio. Ustedes deben comprender que nosotros no teníamos ninguna Biblia. Como éramos seguidores de Satanás, nosotros teníamos nuestra propia ‘Biblia’. Todo esto era cosa nueva para nosotros. Abrimos el libro al primer sueño, ‘A la Mesa’. Nos miramos el uno al otro y seguimos leyendo. Ambos teníamos preguntas, pero queríamos seguir leyendo. Seguimos al sueño siguiente, ‘La Cobija Blanca’. Entonces leímos, ‘Un Cuadro del Cielo’. Cuando terminamos, nos miramos el uno al otro y nos preguntamos, ‘¿Cómo puede ser? Jesús fue derrotado. Él no está vivo. Satanás nos ha mostrado que él es el único dios y que este Jesús murió’. Seguimos leyendo, pasando hoja tras hoja. Mientras pasaba el tiempo, leímos cosas que no entendíamos completamente, pero en muchas partes había versículos de la Biblia o citas de lo que se llama el Espíritu de Profecía, para ayudar a entender el significado. Seguimos y llegamos al primer sueño que yo había leído, ‘En el Corazón de Jesús’. Era la tercera vez que yo lo leía, y la segunda vez para mi pareja. Esta vez ambos entendimos más que la primera vez. Seguimos leyendo hasta el fin del libro, entonces comenzamos a leerlo otra vez. Ya era tarde ese viernes de noche. No nos interesaba salir, sólo queríamos leer los sueños. Cuando terminamos, había pasado mucho tiempo. Nos habíamos reído, nos preguntábamos en cuanto a las cosas, pero más que nada, habíamos llorado muchas veces.
El día siguiente, que era sábado, nos levantamos y sabíamos que teníamos que buscar una de las Biblias King James que mencionaban los mensajes. Hallamos una librería, y cuando le dijimos a la vendedora lo que queríamos, nos miró de una manera muy extraña. Ahora me puedo imaginar cuán extraños le parecíamos. El aspecto y la vestimenta de ambos eran muy góticos. De todos los clientes que le hubieran pedido una Santa Biblia, nosotros éramos los últimos. Sin embargo, nos llevó al sitio donde estaban las Biblias King James y ambos seleccionamos una. Regresamos a casa y dedicamos el día a la lectura de los sueños. Cada vez que encontrábamos un comentario refiriéndose a la Biblia King James, comparábamos el sueño con lo que decía. Entonces, teníamos que enterarnos qué era el Espíritu de Profecía, y quién era esa tal Elena de White.
Después de enterarnos qué era un ABC, salimos un domingo rumbo a una Librería Adventista. Específicamente pedimos todos los libros mencionados en los sueños. Habíamos preparado una lista, y se la dimos a la persona que vendía en el ABC. De nuevo, las miradas tanto de la persona que vendía como de los clientes, eran muy interesantes. Al regresar a casa, comenzamos a leer los sueños y a buscar lo que mostraban en los libros del Espíritu de Profecía. Aprendimos quién era Elena de White. Comenzamos a estudiar como nunca habíamos estudiado antes. Al estudiar los sueños, comenzamos a leer los libros de Elena de White, llamados el Espíritu de Profecía. Aprendimos quién era el verdadero Autor de estos mensajes y que Él no permaneció muerto, sino que está vivo.
Entonces comenzamos a leer y a estudiar la Biblia cada momento libre que tuviéramos. Estudiamos la Biblia más y más, y usamos los escritos de Elena de White para aclarar ciertas cosas. Mientras estudiábamos, estábamos cambiando. Seguimos estudiando de ese Hombre llamado Jesús, cómo murió y descansó el séptimo día, pero al terminar ese día, volvió a vivir. Aun en la muerte Él descansó el sábado, el séptimo día. Sin embargo, el domingo se levantó y se fue a trabajar.
Aprendimos que nos habían engañado. Ya no servimos a Satanás. Habíamos sido sus siervos, pero ahora servimos a un Dios nuevo. No es nuevo en el sentido de que Él sea nuevo, porque Él siempre ha existido, pero Él es nuevo para nosotros. Hemos aprendido del Dios verdadero. Aprendimos la verdad del séptimo día sábado, y de la alimentación y la salud. Estudiamos y aprendimos, y hoy somos obreros evangélicos. Enseñamos la verdad y cómo ser un verdadero Adventista del Séptimo Día”.6
El Heraldo me dice que recuerde que los que se van a sentar más cerca del trono de Dios son los que una vez fueron siervos de Satanás. Esos dos individuos adoraban y servían a Satanás, pero ellos escucharon la voz del Espíritu Santo. Dice que debo notar que la mayoría de los que ahora están en la Iglesia Adventista del Séptimo Día no son capaces de escuchar los ruegos suaves y tiernos del Espíritu Santo. No lo pueden oír a causa de los fuertes alardes que hacen que son Adventistas del Séptimo Día. No comprenden que proclamar que uno es un Adventista del Séptimo Día es una cosa, pero es otra prestar atención a las tiernas enseñanzas de cómo vivir como un Adventista del Séptimo Día. Sin embargo, individuos de otras religiones pueden oír la tierna voz del Espíritu Santo.
Ahora me encuentro en el pasillo donde he estado en muchas ocasiones. El Heraldo y yo nos sentamos y él dice que debe informarme en cuanto a los viajes que Becky y yo haremos para compartir los mensajes. Me dice que pronto terminarán nuestros preparativos, y que en cuanto hayan concluido los arreglos finales, debemos comenzar nuestro viaje. Me recuerda el Heraldo que me fue dicho que habría fondos para obtener lo necesario. Sonríe y me dice que durante un período breve, una ventana del cielo fue abierta y bendiciones grandes, representadas por muchas monedas de oro, fluyeron a este ministerio. Me fue provisto lo necesario para cumplir con lo que se me ha pedido que haga. Muchos dieron con mucha fe. Dios ha visto su sacrificio y bendecirá a los que den voluntariamente. El Heraldo revela que mientras Becky y yo viajemos, Dios abrirá el alfolí celestial y nuevamente veremos el poder del que está sentado en el trono. El Espíritu Santo hablará poderosamente a otros que escucharán las palabras pronunciadas suavemente.
Me recuerda que Dios me enseñará quiénes deben ser invitados para ayudar, porque ya he visto muchos engaños que Satanás ha usado para tratar de destruir nuestro ministerio. Muchos con talentos y dones son ovejas apóstatas vestidas de lobos. Satanás enviará ese tipo de persona que va a querer trabajar para nuestro ministerio.7 Sin embargo, Dios me mostrará quiénes son suyos y quiénes no lo son.
Me dijo que mientras Becky y yo viajemos, una hueste de ángeles nos acompañará en todo lo que hagamos. Debemos saber que el Espíritu Santo obrará en las reuniones y que se verán grandes cosas. El poder de Dios será patente.8 El Espíritu Santo hablará, y los que tienen medios económicos harán posible que los que esperan, como ministros suyos, salgan a enseñar. Esos ministros se presentarán por medio de nuestras reuniones, tal como me fue mostrado en el sueño, “El Pastor Mayor de Edad”. El Heraldo me dice que debo preparar lo que se me ha mostrado y compartir los mensajes de Dios.
- Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 5, p. 1106
…Los ángeles atribuyen honor y gloria a Cristo, pues aun ellos no están seguros a menos que contemplen los sufrimientos del Hijo de Dios. Los ángeles del cielo están protegidos contra la apostasía por medio de la eficacia de la cruz. Sin la cruz no estarían más seguros contra el mal de lo que estuvieron los ángeles antes de la caída de Satanás…
El plan de salvación, al poner de manifiesto la justicia y el amor de Dios, proporciona una salvaguardia eterna contra la apostasía en los mundos que no cayeron, así como también para aquéllos [personas] que serán redimidos por la sangre del Cordero. - Deuteronomio 32:39
Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo; yo hago morir, y yo hago vivir; yo hiero, y yo sano; y no hay quien pueda librar de mi mano.
- Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 7, p. 930
Podríamos remitir al capítulo dos de 2 Timoteo a los que están deseosos de originar alguna cosa nueva y extraña que es producto de la imaginación humana, y está tan por debajo de los grandes y nobles conceptos de las Sagradas Escrituras, como está lo común por debajo de lo sagrado. Podríamos responder a preguntas necias, diciendo: Espere, y entonces todos sabremos qué es esencial que sepamos. Nuestra salvación no depende de asuntos secundarios. - Efesios 4:30
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.
Manuscript Releases (Manuscritos), tomo 15, p. 225
El sellamiento indica que vosotros sois los escogidos de Dios. Él os ha tomado como cosa suya. Como sellados de Dios, somos la posesión comprada de Cristo, y nadie nos arrancará de sus manos. El sello dado en la frente es Dios, la Nueva Jerusalén. “Escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios” (Apocalipsis 3:12). [Trad.]
La Fe por la cual Vivo, p. 290
Los que desconfían de sí mismos, se humillan delante de Dios y purifican sus almas obedeciendo a la verdad, son los que reciben el molde celestial y se preparan para tener el sello de Dios en sus frentes. Cuando se promulgue el decreto y se estampe el sello, su carácter permanecerá puro y sin mancha para la eternidad. Ahora es el momento de prepararse. El sello de Dios no será nunca puesto en la frente de un hombre o una mujer que sean impuros. Nunca será puesto sobre la frente de seres humanos ambiciosos y amadores del mundo. Nunca será puesto sobre la frente de hombres y mujeres de corazón falso o engañoso. Todos los que reciban el sello deberán estar sin mancha delante de Dios y ser candidatos para el cielo.
- Hechos 13:46-49
Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia.
Maranata: El Señor Viene, p. 219
El solemne mensaje que se nos ha entregado para darlo al mundo ha de ser proclamado con mayor ardor, con una intensidad que conmoverá a los incrédulos, induciéndolos a ver que el Altísimo está obrando con nosotros, que él es la fuente de nuestra eficiencia y fortaleza...
¿Estáis empleando todas vuestras facultades en un esfuerzo por traer las ovejas perdidas al redil? Hay miles y miles sumidos en la ignorancia que podrían ser advertidos. Orad como nunca habéis orado antes por el poder de Cristo. Orad por la inspiración de su Espíritu, a fin de que podáis ser henchidos con el deseo de salvar a los que perecen. Ascienda al cielo la oración: “Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga; haga resplandecer su rostro sobre nosotros; para que sea conocido en la tierra tu camino, en todas las naciones tu salvación”. Salmos 67:1, 2.
- Historia de la Redención, p. 51
… La especie se depreció tanto finalmente que causó la impresión de ser inferior y casi sin valor. Generalmente los hombres fueron incapaces de apreciar el misterio del Calvario y los grandes y sublimes hechos de la expiación y el plan de salvación, por causa de su sometimiento al ánimo carnal. Sin embargo, a pesar de su debilidad y de las debilitadas facultades mentales, morales y físicas de la especie humana, Cristo, fiel al propósito que lo indujo a salir del cielo, continúa manifestando interés en estos débiles, despreciados y degenerados ejemplares de la humanidad, y los invita a ocultar su debilidad y sus muchas deficiencias en él. Si están dispuestos a acudir a él, el Señor lo está para suplir todas sus necesidades.
- Mensajes Selectos, tomo 2, p. 161
Los instrumentos satánicos están en cada ciudad… No podemos permitirnos estar desprevenidos ni por un momento.
- Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 4, p. 1163
Isaías tenía un mensaje del Dios del cielo para darlo al apóstata pueblo de Israel… El Señor se le reveló cuando estaba en el pórtico del templo. Fue abierto el velo del templo, la puerta fue alzada, y tuvo una visión del lugar santísimo dentro del velo…. Y se vio la mano que tomó el carbón encendido del altar, le tocó los labios y lo proclamó limpio. Entonces estuvo listo para ir con el mensaje… porque sabía que el Espíritu de Dios estaría con el mensaje.
Ibíd.
… El carbón encendido es símbolo de purificación… también simboliza la potencia de los esfuerzos de los siervos del Señor.