2 de octubre de 2010
por Ernie Knoll
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Entonces se me lleva a una casa donde no hay nadie en ese momento. Al caminar, el Heraldo dice, “Cada uno debe esforzarse por obtener discernimiento de lo que miran y escuchan.” Primeramente, noto una Biblia en la mesa de la sala y comprendo que se la usa para el culto familiar. De la Biblia asciende algo que parece un humo blanco, muy espeso. El área alrededor del “humo” se ilumina.2 Dice el Heraldo, “Nadie debe pensar que lo que estás viendo endosa la Nueva Era y su acto de quemar incienso. Se comprenderá más claramente cuando veamos más.” Hacia la derecha hay un librero que tiene muchos libros. Los títulos incluyen, El Conflicto de los siglos, El Deseado de todas las gentes, Primeros escritos, El Hogar cristiano, La Conducción del niño, Mensajes para los jóvenes, Los Eventos de los últimos días, y varios tomos de los Testimonios para la iglesia. Veo muchos otros libros escritos por Elena de White. De esos libros asciende el mismo “humo” blanco, y eso hace que el área alrededor del librero ilumine la oscuridad de la casa. Al ver tantos de esos libros escritos por la misma autora, me pregunto por qué alguien desearía leer tantos libros escritos por otros autores.
Al seguir caminando a través de la casa, hay otros libros que emiten un “humo” negro y espeso. Parece que lo negro absorbe cualquier luz que esté cerca, y eso torna esa área muy oscura. Esos libros fueron escritos por muchos autores distintos.3 Entonces noto otros objetos que emiten el “humo” negro. Algunos son sencillamente objetos para mirar. Uno es una estatua de un dragón; otro es una bola que parece ser de cristal que está cerca de una ventana y refleja la luz del sol. Veo carteles, cuadros y otros objetos colgados de las paredes, como imágenes de cantantes populares, individuos famosos o figuras políticas. Cada uno de ellos aparta la mente de Dios y emite un “humo” negro. Tanto los objetos grandes como los pequeños emiten el “humo” negro que desluce los libros buenos en el librero.
Entonces se me muestran individuos caminando por la casa. El Heraldo me dice que yo estoy allí como un observador, y que nadie nos ve ni nos oye. Entonces veo que alguien toma la Biblia familiar en sus manos. Esa persona está inhalando el “humo” blanco. Otros se acercan y seleccionan uno de los libros buenos del librero. Al hacerlo, cada uno de ellos comienza a respirar el “humo” blanco. Cuando otros toman libros escritos por un autor dudoso o fijan la mirada en ciertos cuadros o carteles, inhalan el “humo” negro. Otros lo inhalan de objetos pequeños, sin darse cuenta de que les perjudica. Cuando exhalan, el “humo” no sale de sus cuerpos. Bien sea negro o blanco, permanece en el cuerpo.
Antes de leer un libro, el lector debe preguntar cuáles son los antecedentes, propósito e ideas del autor. ¿A quién sirve ese individuo? El Heraldo explica que hay muchos autores que han escrito mucho, pero el verdadero autor es Satanás. Él ha utilizado palabras bien escogidas para presentar grandes verdades, pero es muy engañoso con sus palabras. Sus libros emiten un “humo” negro, que es su espíritu maligno. Muchos de esos libros aparentan tener toda la verdad, sin embargo, contienen errores. Es cosa triste que aun cristianos sinceros son engañados por esos libros, a pesar de que la plena verdad está al alcance, si ellos la buscan. La verdad aparece como un faro encendido que todos pueden ver. Muchos que leen y vuelven a leer libros dañinos no dedican tiempo a la lectura de lo que el Autor Más Grande ya ha preparado. Sólo leen una vez de su Palabra, dada tan libremente, y entonces la vuelven a colocar en el estante donde recoge polvo. Sin embargo, los que leen las palabras de Dios repetidas veces, reciben una gran bendición. Benditos son los que buscan los mensajes del trono del Padre y disfrutan de esas palabras vez tras vez. Lo único que hay que hacer es pedir la dirección del Consolador, quien el Salvador dijo que enviaría. Sin embargo, tantos quieren leer otras cosas aparte de lo que el Padre Celestial ha provisto tan amablemente.
Entonces el Heraldo me explica, “Este es el momento de comparar línea tras línea. El estudio de lo que está escrito en la Palabra de Dios preparará y protegerá a cada uno contra los planes del gran engañador. Aquéllos que no serán engañados seguirán las enseñanzas del Único que conoce el futuro. Nadie debe ser engañado. El Gran Segador viene para reclamar su cosecha premiada—aquéllos que están listos, como plantas perfectas, para ser cosechados durante el silencio de la noche. Deben conocer la voz y la mano de Aquél que sostiene la gran hoz segadora.”
Entonces el Heraldo me lleva a un lugar donde estoy mirando hacia el oriente. Me dice, “Ahora es el momento de mostrarte algo que no se te permitió ver anteriormente. Documenta todo lo que veas y permanece firme, sabiendo que esto es un sueño para preparar a los que están escuchando la voz del Espíritu Santo. Nadie debe ser engañado por lo que se te mostrará ahora.”
Al mirar hacia el oriente, veo a muchos de pie mirando con anticipación hacia el cielo azul, claro y sin nubes. Parece que ellos ya saben del evento que ocurrirá. Al mirar al cielo distante, veo algo que parece un hueco negro, redondo que se abre más y más, parecido a la forma de una trompeta. Muchos ángeles distintos, de distintos tamaños y apariencias, salen volando del medio del hueco negro, y llenan el área que se asemeja al extremo de una trompeta. Se han juntado, como para dar la bienvenida a alguien muy importante. Entonces veo que el centro de esa gran compañía de ángeles se llena de un gran fulgor. Mientras muchos ángeles tocan trompetas y muchos otros cantan, los que están en la tierra miran fijamente al evento más grande que jamás hayan visto.
Entonces veo un ser de estatura grande y noble sentado sobre un trono que se mueve como un fluido dorado, y cargado por ángeles, cada uno de los cuales tiene seis alas vivientes y doradas. Cantan de su santidad y grandeza y de sus creaciones maravillosas por todas partes del universo. Esos ángeles cantan al unísono y repiten muchas veces las palabras “Santísimo, santísimo, santísimo”. Muchos alrededor del mundo y de muchas religiones distintas comienzan a darse cuenta o se enteran de este gran evento. Aunque muchos observan la escena mientras ocurre, otros alrededor del mundo lo ven en noticieros televisivos.
Entonces, muchos ángeles forman un coro que comienza a cantar y a dirigirse hacia la tierra. Los cantos son santos y reverentes, no como la música impía e irreverente que se presenta en las iglesias de hoy. Mientras descienden los ángeles y el que está sentado en el trono, muchos en la tierra caen de rodillas y comienzan a llorar y orar. Muchos observan esa procesión que desciende como si llegase su libertador personal. Mientras sigue la procesión, miro atentamente al que está sentado sobre el trono. En sus ojos veo amor y compasión, pero no el amor del amor de los amores. No veo a mi Salvador. Anhelo ver los ojos de mi Jesús, quien mira a cada uno con ese gran amor. Le digo al Heraldo que estoy viendo la venida falsa, y que ya he visto suficiente. Me contesta que todavía hay mucho que debo ver, y me pide que siga informando fielmente lo que observo. Mientras sigo mirando, las voces del coro angelical se alzan en un crescendo musical, el cual llena a muchos de emoción.
Al pasar el tiempo, veo que se le da mucha atención al gran momento cuando el que está sentado sobre el trono pueda bajar del trono. Pareciera que cada ojo observa cuando su pie toca el suelo. Cada estación televisiva tiene una cámara fija en ese momento cuando sale y coloca su pie sobre la tierra. Con un planeamiento bien coordinado, el coro celeste presenta un interludio musical que culmina en un crescendo perfecto cuando él está por colocar su pie sobre la tierra. En el cielo por encima de él, ángeles con seis alas revolotean. Al llegar ese momento, se suspende toda la música y los cantos; todo queda en silencio. Cuando su pie queda visible, todos notan una cicatriz en la parte superior. Al tocar la tierra con su pie, se oyen un grito unido de saludo de todos los que están en pie en la tierra, un crescendo musical resonante de los que están en el aire, y la tierra se llena de una armonía musical perfectamente planeada. Todos los que la escuchan se llenan de emoción.
Ese ser noble, quien se denomina a sí mismo “el Cristo,” es tan alto que se lo puede ver con facilidad. Su rostro bien bronceado es largo, pero también ancho. Su cabello es blanco y está peinado hacia atrás. Su cuerpo tiene buenas proporciones y lleva puesto un manto largo color púrpura que casi toca el suelo. En la cintura lleva un cinto dorado amarrado con un nudo perfecto cuyas borlas caen sueltas sobre su cadera derecha. Encima de su pecho tiene algo que parece una plancha moldeada semejante a un pecho y vientre, llenos de músculos perfectos. Me pregunto si será en realidad su piel, porque se mueve libremente, como si fuera una parte de sí mismo y no algo que lleva puesto. Parece un metal vivo, fluido, casi como si despidiera calor o energía. Lleva una corona perfectamente asentada sobre su cabeza, la cual tiene otras coronas dentro de coronas. En su mano izquierda lleva un cetro. Encima del cetro hay algo que parece un cristal grande que emite una llama dorada o un calor inagotable. También parece ser hecho de un metal transparente, rojo carmesí, con movimiento fluido continuo. En el centro, por donde se lo agarra, hay hilos de plata finamente enrollados.
Entonces me doy cuenta del sitio donde la gran visitación ha decidido hacer su primer contacto —la gran plaza del Vaticano. Veo acercarse el papa con su séquito, y le ayudan a arrodillarse a los pies del Cristo falso, el cual es Satanás. Se arrodilla y besa ambos pies de este impostor. Entonces, Satanás se inclina, toma la mano izquierda del papa, y le ayuda a ponerse de pie. Entonces, toma el cetro que tiene en su mano izquierda, y lo hunde en el suelo. Al levantar ambas manos al aire, en cada palma se divisan cicatrices largas. Entonces proclama, “Soy yo, el Cristo. Tal como dije, he regresado.” Cuando habla, individuos que hablan distintos idiomas lo entienden perfectamente. Sigue diciendo, “Bienaventurados los que habéis aguardado hasta este día. Yo haré nuevas todas las cosas. Visitaré y sanaré a los enfermos. Aderezaré una mesa delante de vosotros, para que todos podáis comer sin restricciones. Habrá paz en todo el mundo. Yo os he amado, y vosotros debéis amaros los unos a los otros como yo os amo. Todas las religiones se unirán, y los que se han descarriado ahora se unirán. El musulmán reconocerá que yo soy el Cristo; ellos me reconocerán como su dios y salvador. Cuando me fui anteriormente, os di un nuevo mandamiento. Os dije que debíais amaros los unos a los otros, tal como yo os he amado. Ahora que he regresado y éste será el sitio de mi hogar por todo el universo, os daré nuevos mandamientos.”
Veo que él llama a varios ángeles, quienes sacan del lado izquierdo de su trono un cartel grande que todo el que lo lee instantáneamente entiende. Ahora Satanás declara que él ha cambiado el cuarto mandamiento para conmemorar este día especial. Cuando miro al nuevo cuarto mandamiento, leo que él ha llamado a todos a juntarse y adorar en el primer día de la semana, para buscar su nombre y recibir una bendición en ese nuevo día muy especial de su retorno. Con su mano izquierda, saca el cetro del suelo. Muchos observan mientras sus pies se alzan de la tierra. Con voz clara y sonora declara que tiene una gran obra que hacer, y que todos deben ser benditos en ese día especial. Comienza a moverse por el aire, al principio lentamente y entonces desaparece rápidamente con su séquito de ángeles.
Ahora, Satanás llega a un país cercano y comienza a sanar a los enfermos. Se acerca a un edificio donde muchos están enfermos. Al levantar su vara en su mano izquierda, con su mano derecha manda a los que están enfermos a levantarse de sus camas, a adorar y seguirle. Sin embargo, los que les faltan extremidades o tienen partes artificiales del cuerpo, permanecen en sus camas sin ser sanados. Va a un área donde hay muchos hambrientos y manda que sus ángeles preparen muchas mesas con una gran variedad de frutas, vegetales, nueces, panes y carne. Satanás llama a todos a venir al festín y dice que se les dará más.
Entonces, Satanás va a unos campos grandes y áridos. Mete su vara en la tierra y, casi instantáneamente, veo crecer varias plantas. Se me hace saber que esas plantas ya estaban ahí antes de que el gran mago y engañador hiciera lo que hace con tanta pericia—engañar. Lo veo alzarse del suelo y viajar a otro país. Mientras hace milagro tras milagro, muchos caen de rodillas y lo adoran. Muchos se maravillan cómo es que él puede estar en un país en cierto momento y entonces, en un pestañear de ojos, otros lo ven y se reporta que está en otro continente, en otra parte del mundo. Tantos en el mundo se regocijan y cantan con tanta paz. Parece que casi todos en el mundo se han dejado arrastrar por este gran engaño.
Después de un tiempo, veo lo que sé son desastres y plagas terribles en distintas partes del mundo. El agua se contamina con tanta rapidez, que es imposible corregir la situación. Las condiciones climáticas están fuera de control. Ciertos individuos quedan afligidos con distintas dolencias. Ahora, el Cristo falso es incapaz de arreglar estas cosas. Muchos quedan perplejos sin comprender por qué él no puede.4
El Heraldo, el cual ha estado parado a mi lado derecho todo este tiempo, me dice que la mayoría será engañada. Sin embargo, todos podrían evitarlo, si ahora dedicasen tiempo a la preparación para saber cómo el gran engañador obra para engañar. Muchos harán caso omiso de lo que Dios ha enviado para prepararlos para lo que está por acontecer. El Heraldo revela que muchos han hecho caso omiso del gran dón en el Espíritu de Profecía. Declara que se le hace caso omiso y se descarta como erróneo o anticuado, lo que a la profetiza de Dios, Elena de White, se le instruyó que escribiera para estos últimos días. Queda claro que aun la directiva de su iglesia para el fin del tiempo ha puesto a un lado las enseñanzas que Él ha provisto. Sus maestros ya no preparan a su pueblo para lo que Él ha mostrado que va a acontecer. Ya no enseñan con la Biblia en una mano y el Espíritu de Profecía en la otra. Ya no preparan a sus corderos para su venida. Ya no dedican tiempo a lo que Él ha escrito. Ahora dedican tiempo a honrar al hombre y no a Dios. Se dedican a la música al estilo de Satanás, en vez de a honrar a Dios con su música de Él. Se dedican al entretenimiento, no a la enseñanza y la preparación para la gran prueba.
El Heraldo coloca su mano derecha sobre mi hombro izquierdo y me dice que prepare lo que se me ha mostrado, pero que comprenda que ésta es una de las muchas maneras como el gran ilusionista engañará a los que no tienen un buen fundamento. Muchos quedan satisfechos con lo que dice el hombre, en vez de lo que Dios ha dicho. El Heraldo me dice que es muy triste que muchos serán engañados porque no escuchan ni oyen la voz suave del Gran Consolador que los llama. En ninguna de estas cosas han vigilado ni seguido las enseñanzas del Cristo verdadero.
Preparaos, porque pronto se desplegará el engaño de todos los engaños, y aun los seguidores más consagrados de Cristo podrán ser engañados con facilidad. Preparaos ahora, porque la hora de vuestra mayor prueba está encima.
1. Mensajes selectos, tomo 1, p. 2382. Testimonios para la iglesia, tomo 2, p. 303
El enemigo de las almas ha procurado introducir la suposición de que había de realizarse una gran reforma entre los adventistas del séptimo día, y que esa reforma consistiría en renunciar a las doctrinas que están en pie como las columnas de nuestra fe y que había de comenzar un proceso de reorganización. Si se efectuara esta reforma, ¿qué resultaría? Los principios de verdad que Dios en su sabiduría ha dado a la iglesia remanente serían descartados. Sería cambiada nuestra religión. Los principios fundamentales que han sostenido la obra durante los últimos cincuenta años serían considerados como error. Se establecería una nueva organización. Se escribirían libros de una nueva orientación.
La Palabra de Dios debería ser estudiada cabalmente. Toda otra lectura es inferior a ésta. Un estudio cuidadoso de la Biblia no debería excluir toda otra lectura de naturaleza religiosa; pero si la Palabra de Dios se estudia con oración, toda lectura que tienda a apartar la mente de ella será excluida. Si estudiamos la Palabra de Dios con interés, y oramos para comprenderla, descubriremos nuevas bellezas en cada línea. Dios revelará preciosas verdades con tanta claridad, que la mente obtendrá de ella verdadero placer, y gozará de una fiesta permanente a medida que se van desarrollando sus sublimes verdades.3. Palabras de vida del Gran Maestro, p. 79
Muchos enseñan que la sabiduría del hombre es superior a la sabiduría del divino Maestro, y se considera al libro de texto de Dios como anticuado, pasado de moda y carente de interés. Pero no lo consideran así aquellos que han sido vivificados por el Espíritu Santo. Ellos ven el inapreciable tesoro, y lo venderían todo para comprar el campo que lo contiene. En vez de los libros que contienen las 80suposiciones de los autores reputados como grandes, eligen la Palabra de Aquél que es el mayor autor y el mayor maestro que el mundo jamás haya conocido; que dio su vida por nosotros, a fin de que por su medio tuviésemos vida eterna.4.
Hechos 19:19-20
Muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. Así crecía y se robustecía poderosamente la palabra del Señor.
2 Corintios 11:14-15
El mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Así que, no es mucho el que también sus ministros se disfracen como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.
1 Tesalonicenses 4:16-17
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo’ y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivamos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para salir al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
El Conflicto de los Siglos, p. 609
Las enseñanzas del falso Cristo no están de acuerdo con las Sagradas Escrituras. Su bendición va dirigida a los que adoran la bestia y su imagen, precisamente aquellos sobre quienes dice la Biblia que la ira de Dios será derramada sin mezcla.
Además, no se le permitirá a Satanás contrahacer la manera en que vendrá Jesús. El Salvador previno a su pueblo contra este engaño y predijo claramente cómo será su segundo advenimiento. “Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun a los escogidos [...]. Así que, si os dijeren: He aquí en el desierto está; no salgáis: He aquí en las cámaras; no creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre” S. Mateo 24:24-27, 31; 25:31; Apocalipsis 1:7; 1 Tesalonicenses 4:16, 17. No se puede remedar semejante aparición. Todos la conocerán y el mundo entero la presenciará.